LECTURAS INTERESANTES Nº 927
LIMA PERU
16 NOVIEMBRE 2019
GOLPE DE ESTADO
César
Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 468, 15NOV19
E
|
l
vicepresidente boliviano Alvaro García Linera muestra el insulto de la red:
“Evo, indio comunista, hijo de puta”.
No es el peor
de los agravios. Le solían decir “burro, animal, bestia, ignorante,
malparido”.
Se lo decían
por tradición. El racismo en Bolivia es el amante más viejo de la política conservadora.
Es un amante que padece satiriasis y siempre produce proles.
Chillico |
Alcides
Arguedas, ideólogo de ese desprecio, Rosenberg altiplánico, escribió en
“Pueblo enfermo” -primera edición: 1909- lo siguiente:
“En la región
llamada Interandina, vegeta desde tiempo inmemorial el indio aymara, salvaje y
huraño como bestia de bosque, entregado a sus ritos gentiles y al cultivo de
ese suelo estéril en que, a no dudarlo, concluirá pronto su raza.,.!’.
¡Vaya profeta
equívoco!
Arguedas
describe a los ancestros de su nación como ateos que vivían “en batalla perpetua”,
sobreviviendo en cuevas “sin orden ni policía”. Y añade esta perla: “Fueron los
Incas quienes les inculcaron nociones de divinidad, y llegaron a aceptar fácilmente
toda suerte de creencias...”. ¿Ese comercio con la aspiración a la
trascendencia los enriqueció culturalmente? No demasiado, señala Arguedas: “Y
cayeron en el fetichismo absoluto, pues llegaron a adorar toda clase de seres
vivos o imaginarios, pero siempre sosteniendo la idea primordial de que la
muerte era una especie de transición a otro estado más perfecto... De esa
concepción procede también esa ausencia completa de aspiraciones, la
limitación hórrida de su campo espiritual. Nada se desea, a nada se aspira.
Cuando más, anhelase la satisfacción plena de las necesidades orgánicas, y,
entre estas, la principal, antes que el amor, el vino. El alcohol es lujo en
esos hombres...”.
Bestias sin
dios. Bestias idólatras. Bestias alcohólicas. Siempre bestias: “Resignada
víctima de toda suerte de fatalidades, lo es desde que nace, pues muchas veces,
como las bestias, nace en el campo, porque el ser que lo lleva en sus entrañas
labora las de la tierra dura, expuesto al frío que abre grietas en los labios y
agarrota los dedos, imposibilitando manejar las herramientas de labranza...”,
vomita Arguedas.
Menos que homo
faber, el indio aymara nace condenado y muere maldito: “...revolcándose en
sus propios excrementos y en el de los animales, alcanzan los cuatro o cinco
años de edad, y es cuando comienzan a luchar contra la hostil naturaleza,
pastoreando diminutos rebaños de cerdos junto a las lagunillas de aguas
podridas...”.
Todo está sometido al infortunio y hasta el paisaje emana muerte.
Pero lo que más
ira produce en el boliviano Arguedas, intérprete cabal del racismo blanco y
mestizo en el país que Bolívar creó para su homenaje más duradero, es la
injuria al papado romano expresada en las querencias mágicas de estos indios en
el fondo indescifrables: Venera un retazo de carne podrida dejada por un yatiri
a la vera de un camino, e igual fervor siente por la bestia que juzga pro’p0icia
a sus destinos e intereses…”
Los lodos de
hoy vienen desde lejos. Son tan antiguos y duros como el Potosi.
Ya esos lodos se ha sumado el veredicto
repugnante de los militares. ¡Ah, los militares! Los herederos del traidor
Mariano Melgarejo, que dispuso del litoral boliviano y se lo regaló a ingleses
y chilenos, del traidor Hilarión Daza (que se corrió del Campo de la Alianza),
del traidor Germán Busch (que en plena Guerra del Chaco, obedeciendo al traidor
coronel David Toro, apuntó sus cañones contra la casa del presidente Salamanca).
Estos hijos de las derrotas unánimes y las deserciones en mancha y las huidas a
mansalva, estos hijastros de René Barrientos, el general que consultó con la
CIA a ver qué hacía con el prisionero Ernesto Guevara y que antes había nombrado
al criminal de guerra Klaus Barbie presidente de la Sociedad Naviera del
Estado, estos uniformados de quinta han tomado la decisión de echar a Evo
Morales del cargo.
No voy a negar
el engreimiento autodestructivo de Morales, que lo llevó a burlarse de la
Constitución y a desobedecer el referéndum por él mismo invocado. Tampoco es
negable que el experimento redistributivo de su régimen empezaba a hacer agua por
exceso de déficit fiscal. Pero lo que es indiscutible es que, desde la perspectiva
de la justicia social y la reivindicación de los intereses populares, Morales
ha hecho un gran gobierno.
Y ha dado un
gran ejemplo. La indiada, como la llaman muchos en Santa Cruz, puede gobernar
con eficiencia. El indio Morales, además, no ha robado y muchos empresarios le
están agradecidos por todo lo que hizo por la economía.
Heduardo en Peru21 |
¿Fue un golpe
de Estado lo sucedido en Bolivia? Hay que ser tarado para decir que no. ¿Cómo
no va a ser un golpe de Estado si fueron la policía y el ejército,
concertados, los factores decisivos en el desenlace? ¿Cómo no va a ser un golpe
de Estado si Morales ya había concedido que se fuera a la segunda vuelta,
sabiendo que podía perderla, cuando los militares le dieron la espalda y le
exigieron “renunciar”?
La indiada era
el problema. No ha sido sólo un golpe de Estado. Es la primera vez que en esta
región del mundo, explícita en las redes sociales, procaz en los eslóganes de
las marchas cruceñas, gritada en los noticieros, se esgrime una suerte de
limpieza étnica como argumento sucesorio.
No sólo la
Biblia ha entrado al Palacio Quemado. Ha entrado el cura que se la dio a
Atahualpa para que el indio emperador leyera lo que no podía leer. Y con la
Biblia ha entrado, otra vez, Alcides Arguedas.
Que Donald
Trump haya festejado el episodio dice mucho: el pasajero de la Casa Blanca es
Midas inverso y sus alegrías siempre tienen que ver con lo que arrojan los
desagües. Que la OEA haya cumplido su rol golpista dice también mucho de la
decadencia de esa institución que vuelve a ser burdel de los estadounidenses.
Que Torre Tagle le haya negado el aterrizaje al avión mexicano que llevaba a
Morales dice un montón de qué poca cosa somos en el desconcierto de las
naciones sometidas al yugo de Washington. Miserables. <>
Carlin en La Republica |
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