lunes, 18 de abril de 2016

EN EL NATALICIO DE OQUENDO DE AMAT

Omar Aramayo

Carlos Oquendo de Amat nació un día como hoy, 17 de abril de 1905, en la ciudad de Puno.
No era difícil presagiar entonces que con los años se convertiría en uno de los poetas más importantes de la lengua española, su padre, Carlos Belisario Oquendo, había sido un científico, médico, y luchador social, partidario de
Augusto Comte en París, y en el escenario nacional del civilismo.
“Tengo 19 años/ y una mujer parecida a un canto”. define su personalidad de entrada, en su hermoso poemario 5 metros de Poemas.
Su padre, amante del cine, entonces un arte en ciernes, que el doctor Oquendo vio en toda su perspectiva y que Carlos, el hijo. supo interpretar de manera plástica y literaria, y crear uno de los primeros libros objeto de cuantos se conoce, aunque estos tienen raíces muy antiguas.
El desencuentro del médico y científico, y ante todo luchador social, con el obispo Valentín Ampuero, por razones ideológicas, trajo a la familia el comienza de su desgracia. De ser pujante fue arrojada al exilio y luego a la miseria y la muerte de los padres.
Por testimonio del doctor Emilio Romero Padilla, sabemos que su madre, la hermosa Zoraida de Amat, se alcoholizó al trasladarse a Lima.
Estudió en el colegio Guadalupe, gracias a una beca, y luego en la Universidad de San Marcos, donde dictó algunos cursos de gramática para los estudiantes de la pre.
Fue agente de José Carlos Mariátegui, el amauta, que supo distinguido en la hermosa revista que dirigía. En medio de una fulminante tuberculosis fue exilado. En Lima hizo amistad con Martín Adán, quien le dedica un bello poema, y otros poetas de su generación.
Murió el 6 de marzo de 1936, hace ochenta años, en las sierra de Guadarrama, Navacerrada, España. Lo asistió en cuanto pudo el doctor Raúl Porras Barrenechea.
Mi primer artículo sobre Oquendo es de 1966, hace 50 años exactamente, mi tesis de bachiller en literatura, en la UNSA, de 1977. En aquella época, mis profesores no sabían exactamente quién era Oquendo. En realidad su descubrimiento es tardío.
Alguna vez abordé a Vargas Losa para preguntarle más información de la que dio en su discurso La Literatura es Fuego, me dijo que buscara en Puno a un muchacho llamado Omar Aramayo. Vi al autor de Conversación en la Catedral después de 34 años y lo recordaba meridianamente.

 

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