LA SERPENTINA
Guillermo Vásquez
Cuentas
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E |
l término “serpentina”
tiene su origen en el latín serpere,
que significa "arrastrarse" y en el participio presente de ese verbo:
'serpens', 'serpentis', que se
refiere a "la que se arrastra", por lo cual se usa para nombrar a la
variada fauna de serpientes y culebras.
La serpiente
En sentido figurado “serpiente” según el relato
bíblico del Génesis se usa para nombrar al demonio quien –convirtiéndose en figura
de serpiente- seduce a Eva mediante el engaño, la tentación para pecar, lo cual
logra introduciendo así el pecado y el mal en el mundo. El demonio, identificado
con esta serpiente, aparece como el principal opositor de Dios, según la
tradición cristiana.
La serpentina
Llamada así por tener el nombre inspirado en las
serpientes o sierpes, la serpentina apareció a fines del Siglo XIX, en las
celebraciones al dios Baco en Paris. Después de ganar popularidad fue incluida
al Diccionario de la Real Academia Española en su edición de 1914. Cierto es
que registra varias acepciones, pero aquí nuestro enfoque se dirige a su
connotación tanto ritual legado el mundo indígena como festiva, de jolgorio y alegría,
con énfasis en esta ultima.
Según el portal Wiñay Aru, “las primeras
serpentinas fueron creadas a partir de cintas de papel usadas en el telégrafo
Morse. Estas cintas se lanzaban sobre la multitud desde balcones, creando un
efecto festivo y colorido. La invención se atribuye a un joven empleado de la
Oficina de Telégrafos de París, aunque su nombre nunca fue revelado a la
historia”.
Se trata de una cinta o tira -generalmente de
papel- larga y delgada, que viene enrollada en forma de espiral. Es un elemento
decorativo y festivo muy popular en celebraciones carnavaleras, bodas, cumpleaños
y fiestas.
Serpentinas se lanzan al aire para crear un efecto
visual llamativo y alegre. En algunos lugares existe la costumbre de arrojarse
serpentinas unas personas a otras teniéndola sujeta por uno de sus extremos.
La serpentina en el altiplano
Para citar solo un ejemplo, en las “ch’allas” o rituales dedicados a rendir pleitesía a la Pachamama para agradecer o pedir favores, los “yatiris” tienen en las “mesas” que administran a la serpentina como uno de los objetos infaltables distribuidos en la “llijlla” o “ant’aku” que es tenida como altar ceremonial.
Su generalizada aplicación se produce con recurrencia infaltable cuando se trata de funcionarios o candidatos políticos, actores de hechos propios de los roles que cumplen. La visita de un candidato a una destacada reunión o a una circunscripción comprendida en el ámbito de su campaña, hace que él y sus acompañantes más distinguidos deban lucir cuello, hombros, espalda y pecho cubiertos de abundante serpentina. A más abundancia, más importancia. Igual criterio se aplica durante la juramentación de nuevas autoridades o de altos funcionarios en visitas oficiales. En todos esos casos, la imposición de los atados de serpentina, corren o deberían correr a cargo de los beneficiarios, dependientes o simpatizantes de los personajes.
Hace algunas décadas, las juventudes fiesteras solían entretenerse
interactuando entre sexos, en medio del jolgorio, con idas y venidas de
mensajes cortos de contenidos amorosos que venían impresos en las serpentinas
llamadas, por eso, “de conversación”. Muchos amoríos empezaron en esa práctica,
buscando presentarse unos a otras o viceversa, concertar citas, declaratorias,
confesiones, que aparecían en cortos parágrafos portados en la serpentina. Había
que tener suerte y habilidades para encontrar las más adecuadas frases para
cada situación personal. En muchos casos de la culpable serpentina nacían las
pasiones y los matrimonios en consecuencia.
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| Serpenteando |
A propósito, un popular huayño pandillero lleva
las siguientes letras:
Una muchachada de alegres puneños / bailando va / remoliendo, serpenteando sus lindas cholitas
/ con el mantón y el corazón. <>
23SET25



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