REGRESO A LOS 90
César Hildebrandt
En
HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 745, 15AGO25
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Q |
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cómoda se le vio a Martha Chávez en RPP. Y qué contundente estuvo Femando
Rospigliosi en esos mismos estudios defendiendo su ley de amnistía, a pesar del
decente esfuerzo de Femando Carvallo.
Era
como si hubiésemos regresado a los 90, cuando el dueño de RPP era consejero de
Vladimiro Montesinos y la emisora respaldaba al régimen del orden y el tractor.
¡Estamos
en los 90!
Regresó
Patricia Benavides por todo lo alto y ahora quizá vuelva a ver el caso de su
hermana Enma, también reivindicada. La señora que va a Palacio promulgó la ley
de amnistía y el presidente del Congreso quedó librado de toda sospecha por el caso
de violación que estaba siendo tibiamente investigado.
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| Mechain en PERU21 |
Pero
eso sucede en las esferas del poder. Abajo, los pobres claman y el
resentimiento cunde.
Y
se van a llevar otra sorpresa los que creen que todo será tan fácil como en la
reelección fraudulenta del 2000.
La
rabia siempre encuentra su cauce y la indignación -que la prensa no registra-
se habrá de expresar.
Los
que creen que restaurando la mafia del fujimorismo aseguran su futuro, vuelven
a equivocarse. Entre los menos iguales se esparce el sentimiento legítimo de
rechazo al sistema que ha permitido este retorno al predominio del abuso.
Yo
sigo soñando con un gobierno levemente
socialdemócrata y poblado por gente decente que se atreva a cambiar este país a
la deriva.
Si un gobierno como ese llegara al Palacio que hoy
tantos manchan, lo primero que haría sería derogar toda esta basura legislativa
concebida por organizaciones criminales y secuaces de victimarios con uniforme.
Y después tendrían que venir los castigos: los
judiciales y los sociales, las cortes y el desdén, los jueces y el desprecio.
Esto no puede quedar así.
Ese gobierno hipotético y tan poco probable tendría
que modernizamos. Somos un país anacrónico, viejo y roñoso, lleno de prejuicios
de procesión católica y odios nacidos del conservadorismo menos letrado y más
racista.
Modernizamos significa que volvamos a entender la
cosa pública como asunto de todos, el Estado como decisivo para algunos temas,
la igualdad de oportunidades como un derecho, la dignidad como un
reconocimiento elemental.
Cambiar el país supone amar el orden y no hay orden
sin justicia. El orden no es lo que las viejas pellejas conciben como legado de
las haciendas con cárceles propias, sino el que exige una república: la
esforzada conciliación de intereses diversos y el arbitraje final de las
instituciones encargadas de administrar justicia.
Pero ese país imaginario que insisto en soñar
requiere de un pueblo lo suficientemente asustado como para producir un líder
proporcional al desafío.
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| Entre bueyes no hay cornadas por Chillico, |
¿Habrá un liderazgo digno de las circunstancias, un
partido que pueda convocar a un nuevo contrato social, un grupo de notables
que dé el grito y agite el campanario?
Quiero creer que sí, aunque el elenco actual intente
persuadirme de que soy un pobre soñador, un esperanzado que se lleva el
viento.
Llevo tantos años peleando contra la inercia de los inmóviles y la dureza de los crueles que quizás lo más sano
debiera ser admitir la derrota, huir del fango y dedicarme a leer y a escribir.
Pero hay una obstinación que me persigue, un amor lleno de furia por este país
que pudo -y puede- ser tantas otras cosas. Renunciar al sueño sería morir en
vida y aún no estoy preparado para una hazaña tan forense, <:>


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