LOS ENIGMAS DE
LA ISLA ESTEVES
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En la bahía de Puno, en el lugar más elevado de la
pequeña y enigmática Isla Esteves, existen dos monumentos en piedra de gran
valor histórico, no solamente para el Puno sino también para el Perú y para la
comunidad científica mundial. Uno de ellos es una columna de granito en forma
de obelisco truncado de aproximadamente 4 metros de altura, construido en 1863
para honrar a los patriotas que sufrieron cautiverio cuando la isla fue una
prisión realista en la época de la independencia del Perú. El otro monumento,
construido con piedras labradas imitando una chullpa Colla de unos 3 metros de
altura, exhibe en su portada una placa que dice en Inglés: Burried on island in Lake Titicaca, near
Puno, Peru S.A. Prof. James Orton A.M. PhD. Traducido al
Español: Enterrado en isla del Lago Titicaca, cerca de Puno, Perú, Sud América,
James Orton, Doctor en Matemáticas Aplicadas.
Lamentablemente, el centro ceremonial y
habitacional de la época Tiwanaku que existía en la isla, fue destruido en la
década de 1970 para edificar el Hotel Lago Titicaca-Puno, un enorme
mamotreto de hormigón y cristal, que constituye un ultraje a la belleza natural
de la isla. Ese importante sitio arqueológico Tiwanaku yace ahora bajo los
cimientos y el aparcamiento del desmesurado hotel. La estupidez al servicio del
mal llamado “progreso”, devastó lo más valioso que había en la preciosa isla
Esteves. Además para facilitar la llegada al hotel se construyó un camino para
unir la isla con Puno y la isla Esteves dejó de ser una isla.
Durante
la lucha por la independencia del Perú, la Expedición Libertadora del Perú, liderada por el general
argentino José de San Martín, desembarcó en las costas peruanas procedente de
Chile en 1820 y el 28 de julio de 1821 San Martín proclamó la independencia del
Perú en la ciudad de Lima, hasta ese momento capital del Virreinato del Perú.
Sin embargo todavía quedaban en territorio peruano fuerzas leales a la corona
española que se resistían a perder el poder. Para sellar definitivamente la
independencia se libraron varias batallas importantes a lo largo del territorio
peruano con la finalidad de hacer del sueño de emancipación una realidad.
Ciudades como Arequipa y Cuzco, entre otras, recién proclamaron la
independencia en 1925.
La isla Esteves, por sus propias características y
su cercanía con la ciudad de Puno no requería de una numerosa guarnición aunque
los prisioneros eran continuamente vigilados por los soldados al mando del
brigadier español Pablo Echevarría. La mayoría de los prisioneros eran
capturados en el Cusco y traídos a la región altiplánica. Entre los presos que
albergó la isla figuraron el general argentino Rudecindo Alvarado y dos futuros presidentes del Perú y Bolivia, José Rufino Echenique y José Ballivian.
Según el historiador puneño Percy Zaga Bustinza,
"El 25 de diciembre de 1824, 18 días después de batalla de Ayacucho, la
noticia de la victoria llegó a Puno, los pobladores tomaron por sorpresa la
comisaría de la Plaza de Armas de la ciudad, luego marcharon a la Isla Esteves
y liberaron a los prisioneros, entre ellos al General Rudecindo Alvarado a
quien nombraron general, posteriormente el mencionado militar patriota proclamó
la independencia del Perú en la plaza de Armas de Puno ante una multitud
llegada de distintas localidades de Puno”. Años después, en 1863, se levantó en
el lugar más alto de la isla un obelisco de piedra en homenaje al cautiverio de
los militares patriotas y el Congreso de Perú otorgó una medalla de honor a
cada uno de ellos.
Entre los prisioneros en la isla Esteves
destacaba la presencia del jovén militar puneño José Rufino Echenique, enrolado en el ejército
independentista en 1821. Echenique, nacido en 1808, en la ciudad de Puno tuvo como padres a
José Martín Echenique Vásquez, de origen chileno, y Hermenegilda Benavente
Macoaga, originaria de Bolivia. José Rufino Echenique en las elecciones de 1851, consideradas como las primeras elecciones
verdaderas del Perú, fue elegido Presidente Constitucional del Perú cuando ya
habían transcurrido treinta años del inicio de la República.
Otra personalidad importante que sufrió
cautiverio en la isla Esteves fue el militar boliviano José Ballivián. Nacido
en una aristocrática y acaudalada familia paceña, de muy jóven y junto con
otros jóvenes militares realistas, se pliega a la fuerza patriota del coronel José Miguel Lanza en Ayopaya. Fue capturado por los realistas y pasó algunos años en
la prisión de la isla. En 1841 derrocó al presidente de Bolivia en ejercicio Mariano Enrique Calvo, y gobernó desde 1841 hasta 1847
la República de Bolivia.
JAMES ORTON fue un eminente doctor en
ciencias naturales y gran explorador de los Andes y el río Amazonas. Nació
en Seneca Falls, Nueva York el 21 de abril de 1830 y murió cruzando el Lago
Titicaca, el 25 de septiembre de 1877.
James
Orton fue el quinto de ocho hijos de Azariah Giles Orton, predicador, poeta y
clasicista, y Minerva Squire Orton. Bajo los auspicios del Williams College y
con un préstamo de instrumentos de la Institución Smithsonian, Orton dirigió
una expedición andina en 1867 para determinar si los depósitos en el alto valle
del Amazonas eran de origen marino o, como insistía Louis Agassiz, de origen
glacial. Cruzó los Andes ecuatorianos y descendió en canoa por el río Napo
hasta llegar al Amazonas. Su libro Los
Andes y el Amazonas (1870) producto de esa expedición fue dedicado a
Charles Darwin.
Memorial destruido por la picota del progreso |
En 1873,
Orton dirigió una segunda expedición andina, desde Belem, Estado de Pará en
Brasil, hasta el puerto fluvial de Yurimaguas, en Loreto, Perú, para luego
cruzar la cordillera de los Andes y bajar hasta llegar a Lima. Durante todo el
expedición recolectó especímenes de una amplia variedad de campos y relatando
estas experiencias en la tercera edición de Los
Andes y el Amazonas (1876).
En 1876, el
profesor Orton obtuvo permiso de ausencia de College Vassar para explorar el
río Beni, un brazo del Madeira, y a petición suya, después de seis meses de
preparativos para la expedición, el doctor Heath se unió a él en La Paz y
juntos se prepararon para entrar en esta región desconocida. Estos preparativos
fueron muy minuciosos y adquirieron abundantes suministros de la mejor calidad
que pudieron conseguir. La expedición contaba con dos botes con una tripulación
de nueve hombres y un capitán, pero, además de esto, debido al carácter
peligroso del país en el que iban a entrar, el prefecto de la zona recomendó
una escolta militar, proporcionando diez ex soldados voluntarios.
Sin
embargo, apenas tres meses después del día en que salieron de La Paz, hubo
problemas con los ex soldados, que se negaron a avanzar más a causa de los
caníbales y los feroces animales salvajes que, según decían ellos, asechaban en
la sabana neotropical que tenían por delante, aunque finalmente fueron
convencidos de continuar. Sin embargo, dos días después, después de recibir su
paga, los soldados se rebelaron abiertamente y dispararon sobre las cabezas del
profesor Orton y el doctor Heath para tratar de intimidarlos; por otro lado,
con amenazas y ataques acobardaron también a los nativos que acompañaban la
expedición, tanto que muchos de ellos se negaron a continuar. Algunos de los
nativos se mostraron dispuestos a permanecer con los exploradores con la
condición de regresar, de modo que con que con tan solo un bote y una
tripulación de once hombres emprendieron el regreso. El otro bote con
abundantes provisiones había sido capturado por los traidores ex soldados
partió con rumbo desconocido. La gran turbación y el esfuerzo por sofocar el
motín, que significó el fracaso total de todos sus planes, produjeron un
derrame cerebral en el profesor Orton. Su condición se debilitó aún más por las
penurias ocasionadas por una terrible tormenta tropical e inundación, que duró
muchas horas y arrasó con muchas de las pertenencias restantes y los dejó
empapados y exhaustos.
El regreso
fue mucho más lento que el descenso por el río y los 480 kilómetros hasta
Trinidad se pudieron hacer a un ritmo de sólo veinte millas por día. En
Exaltación encontraron el bote robado
vacío que había sido abandonado por los amotinados, allí se les informó que la
tripulación y los soldados habían sido arrestados y encarcelados, por lo que el
profesor Orton organizó una tripulación para el bote abandonado y el disminuido grupo continuó cincuenta millas
más. Incluso entonces el profesor Orton no perdió por completo su gran coraje y
modificó el viaje explorando la región entre Exaltación y el alto Beni, Allí se
vendieron los botes y el viaje continuó a caballo y mula. En Tomapasa,
Bolivia, pueblo a donde llegaron el
primero de agosto, el doctor Heath dejó al profesor Orton y regresó al Beni con
catorce porteadores para recoger el pesado equipaje y especímenes recolectados,
reuniéndose nuevamente con él día seis días después. A fines de ese mismo mes
llegaron a la aldea de Apolobamba y permanecieron allí durante más de dos
semanas haciendo observaciones científicas y recuperándose para la siguiente etapa
del viaje.
Siguieron
viaje atravesando la Cordillera de Apolobamba, desplazándose lentamente entre
glaciares que se elevaban miles de metros a cada lado de ellos. Debido al
intenso frío, los hombres desmontaban y caminaban para evitar congelaciones,
padeciendo también el soroche por la falta de oxígeno a grandes
altitudes.Finalmente, el 24 de septiembre de 1877, llegaron a la orilla del
lago Titicaca. Allí se embarcaron en la pequeña goleta “Aurora del Titicaca” de
propiedad del ítalo-puneño Gerónimo Costa (mi bisabuelo por parte de madre),
que les llevó a través del lago en un viaje de veinticuatro horas hasta Puno.
Desgraciadamente, la tensión y la enfermedad habían sido demasiado para el
profesor Orton y murió en una cabina de la goleta al amanecer del 25 de septiembre
de 1877, a la edad de cuarenta y siete años. La tumba fue rústicamente señalada
por un túmulo de piedras apiladas.
James Orton |
Después de
la muerte del profesor Orton, el doctor Ivon Heath hizo los arreglos para que
las cajas y los papeles que el prefecto de Puno había confiscado sean devueltas
y enviadas por ferrocarril a Mollendo y por barco hasta Nueva York.
Desafortunadamente, las colecciones y notas de Orton de esta última expedición
se perdieron durante el envío a Nueva York. <:>
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