jueves, 30 de enero de 2025

PARA LA HISTORIA DE PUNO

 LOS ENIGMAS DE

LA ISLA ESTEVES



Escribe: Augusto Dreyer

En la bahía de Puno, en el lugar más elevado de la pequeña y enigmática Isla Esteves, existen dos monumentos en piedra de gran valor histórico, no solamente para el Puno sino también para el Perú y para la comunidad científica mundial. Uno de ellos es una columna de granito en forma de obelisco truncado de aproximadamente 4 metros de altura, construido en 1863 para honrar a los patriotas que sufrieron cautiverio cuando la isla fue una prisión realista en la época de la independencia del Perú. El otro monumento, construido con piedras labradas imitando una chullpa Colla de unos 3 metros de altura, exhibe en su portada una placa que dice en Inglés: Burried on island in Lake Titicaca, near Puno, Peru S.A. Prof. James Orton A.M. PhD. Traducido al Español: Enterrado en isla del Lago Titicaca, cerca de Puno, Perú, Sud América, James Orton, Doctor en Matemáticas Aplicadas.

Lamentablemente, el centro ceremonial y habitacional de la época Tiwanaku que existía en la isla, fue destruido en la década de 1970 para edificar el Hotel Lago Titicaca-Puno, un enorme mamotreto de hormigón y cristal, que constituye un ultraje a la belleza natural de la isla. Ese importante sitio arqueológico Tiwanaku yace ahora bajo los cimientos y el aparcamiento del desmesurado hotel. La estupidez al servicio del mal llamado “progreso”, devastó lo más valioso que había en la preciosa isla Esteves. Además para facilitar la llegada al hotel se construyó un camino para unir la isla con Puno y la isla Esteves dejó de ser una isla.

Durante la lucha por la independencia del Perú, la Expedición Libertadora del Perú, liderada por el general argentino José de San Martín, desembarcó en las costas peruanas procedente de Chile en 1820 y el 28 de julio de 1821 San Martín proclamó la independencia del Perú en la ciudad de Lima, hasta ese momento capital del Virreinato del Perú. Sin embargo todavía quedaban en territorio peruano fuerzas leales a la corona española que se resistían a perder el poder. Para sellar definitivamente la independencia se libraron varias batallas importantes a lo largo del territorio peruano con la finalidad de hacer del sueño de emancipación una realidad. Ciudades como Arequipa y Cuzco, entre otras, recién proclamaron la independencia en 1925.

Desde 1921 hasta el 25 de diciembre de 1924, el lugar elegido por las autoridades españolas para confinar a los prisioneros patriotas fue la isla Esteves, alejada del frente principal de guerra y ubicada en medio del lago Titicaca a más de  3.800 metros sobre el nivel del mar. Siendo las heladas aguas del lago una obstáculo para cualquier intento de fuga. Si bien durante el día los prisioneros gozaban de cierta libertad de movimiento durante las noches eran encerrados bajo llave, siendo alimentados con escasas y poco saludables comestibles. El número de prisioneros llegó a superar el centenar, en su mayoría oficiales del ejército libertador capturados en acciones de guerra.

La isla Esteves, por sus propias características y su cercanía con la ciudad de Puno no requería de una numerosa guarnición aunque los prisioneros eran continuamente vigilados por los soldados al mando del brigadier español Pablo Echevarría. La mayoría de los prisioneros eran capturados en el Cusco y traídos a la región altiplánica. Entre los presos que albergó la isla figuraron el general argentino Rudecindo Alvarado y dos futuros presidentes del Perú y Bolivia, José Rufino Echenique y José Ballivian.

Según el historiador puneño Percy Zaga Bustinza, "El 25 de diciembre de 1824, 18 días después de batalla de Ayacucho, la noticia de la victoria llegó a Puno, los pobladores tomaron por sorpresa la comisaría de la Plaza de Armas de la ciudad, luego marcharon a la Isla Esteves y liberaron a los prisioneros, entre ellos al General Rudecindo Alvarado a quien nombraron general, posteriormente el mencionado militar patriota proclamó la independencia del Perú en la plaza de Armas de Puno ante una multitud llegada de distintas localidades de Puno”. Años después, en 1863, se levantó en el lugar más alto de la isla un obelisco de piedra en homenaje al cautiverio de los militares patriotas y el Congreso de Perú otorgó una medalla de honor a cada uno de ellos.

Entre los prisioneros en la isla Esteves destacaba la presencia del jovén militar puneño José Rufino Echenique, enrolado en el ejército independentista en 1821. Echenique, nacido en 1808, en la ciudad de Puno tuvo como padres a José Martín Echenique Vásquez, de origen chileno, y Hermenegilda Benavente Macoaga, originaria de Bolivia. José Rufino Echenique en las elecciones de 1851, consideradas como las primeras elecciones verdaderas del Perú, fue elegido Presidente Constitucional del Perú cuando ya habían transcurrido treinta años del inicio de la República.

Otra personalidad importante que sufrió cautiverio en la isla Esteves fue el militar boliviano José Ballivián. Nacido en una aristocrática y acaudalada familia paceña, de muy jóven y junto con otros jóvenes militares realistas, se pliega a la fuerza patriota del coronel José Miguel Lanza en Ayopaya. Fue capturado por los realistas y pasó algunos años en la prisión de la isla. En 1841 derrocó al presidente de Bolivia en ejercicio Mariano Enrique Calvo, y gobernó desde 1841 hasta 1847 la República de Bolivia.
JAMES ORTON fue un eminente doctor en ciencias naturales y gran explorador de los Andes y el río Amazonas. Nació en Seneca Falls, Nueva York el 21 de abril de 1830 y murió cruzando el Lago Titicaca, el 25 de septiembre de 1877.


James Orton fue el quinto de ocho hijos de Azariah Giles Orton, predicador, poeta y clasicista, y Minerva Squire Orton. Bajo los auspicios del Williams College y con un préstamo de instrumentos de la Institución Smithsonian, Orton dirigió una expedición andina en 1867 para determinar si los depósitos en el alto valle del Amazonas eran de origen marino o, como insistía Louis Agassiz, de origen glacial. Cruzó los Andes ecuatorianos y descendió en canoa por el río Napo hasta llegar al Amazonas. Su libro Los Andes y el Amazonas (1870) producto de esa expedición fue dedicado a Charles Darwin.


Memorial destruido por la picota del progreso

En 1873, Orton dirigió una segunda expedición andina, desde Belem, Estado de Pará en Brasil, hasta el puerto fluvial de Yurimaguas, en Loreto, Perú, para luego cruzar la cordillera de los Andes y bajar hasta llegar a Lima. Durante todo el expedición recolectó especímenes de una amplia variedad de campos y relatando estas experiencias en la tercera edición de Los Andes y el Amazonas (1876).

En 1876, el profesor Orton obtuvo permiso de ausencia de College Vassar para explorar el río Beni, un brazo del Madeira, y a petición suya, después de seis meses de preparativos para la expedición, el doctor Heath se unió a él en La Paz y juntos se prepararon para entrar en esta región desconocida. Estos preparativos fueron muy minuciosos y adquirieron abundantes suministros de la mejor calidad que pudieron conseguir. La expedición contaba con dos botes con una tripulación de nueve hombres y un capitán, pero, además de esto, debido al carácter peligroso del país en el que iban a entrar, el prefecto de la zona recomendó una escolta militar, proporcionando diez ex soldados voluntarios.

Sin embargo, apenas tres meses después del día en que salieron de La Paz, hubo problemas con los ex soldados, que se negaron a avanzar más a causa de los caníbales y los feroces animales salvajes que, según decían ellos, asechaban en la sabana neotropical que tenían por delante, aunque finalmente fueron convencidos de continuar. Sin embargo, dos días después, después de recibir su paga, los soldados se rebelaron abiertamente y dispararon sobre las cabezas del profesor Orton y el doctor Heath para tratar de intimidarlos; por otro lado, con amenazas y ataques acobardaron también a los nativos que acompañaban la expedición, tanto que muchos de ellos se negaron a continuar. Algunos de los nativos se mostraron dispuestos a permanecer con los exploradores con la condición de regresar, de modo que con que con tan solo un bote y una tripulación de once hombres emprendieron el regreso. El otro bote con abundantes provisiones había sido capturado por los traidores ex soldados partió con rumbo desconocido. La gran turbación y el esfuerzo por sofocar el motín, que significó el fracaso total de todos sus planes, produjeron un derrame cerebral en el profesor Orton. Su condición se debilitó aún más por las penurias ocasionadas por una terrible tormenta tropical e inundación, que duró muchas horas y arrasó con muchas de las pertenencias restantes y los dejó empapados y exhaustos.

El regreso fue mucho más lento que el descenso por el río y los 480 kilómetros hasta Trinidad se pudieron hacer a un ritmo de sólo veinte millas por día. En Exaltación encontraron el bote  robado vacío que había sido abandonado por los amotinados, allí se les informó que la tripulación y los soldados habían sido arrestados y encarcelados, por lo que el profesor Orton organizó una tripulación para el bote abandonado y el  disminuido grupo continuó cincuenta millas más. Incluso entonces el profesor Orton no perdió por completo su gran coraje y modificó el viaje explorando la región entre Exaltación y el alto Beni, Allí se vendieron los botes y el viaje continuó a caballo y mula. En Tomapasa, Bolivia,  pueblo a donde llegaron el primero de agosto, el doctor Heath dejó al profesor Orton y regresó al Beni con catorce porteadores para recoger el pesado equipaje y especímenes recolectados, reuniéndose nuevamente con él día seis días después. A fines de ese mismo mes llegaron a la aldea de Apolobamba y permanecieron allí durante más de dos semanas haciendo observaciones científicas y recuperándose para la siguiente etapa del viaje.

Siguieron viaje atravesando la Cordillera de Apolobamba, desplazándose lentamente entre glaciares que se elevaban miles de metros a cada lado de ellos. Debido al intenso frío, los hombres desmontaban y caminaban para evitar congelaciones, padeciendo también el soroche por la falta de oxígeno a grandes altitudes.Finalmente, el 24 de septiembre de 1877, llegaron a la orilla del lago Titicaca. Allí se embarcaron en la pequeña goleta “Aurora del Titicaca” de propiedad del ítalo-puneño Gerónimo Costa (mi bisabuelo por parte de madre), que les llevó a través del lago en un viaje de veinticuatro horas hasta Puno. Desgraciadamente, la tensión y la enfermedad habían sido demasiado para el profesor Orton y murió en una cabina de la goleta al amanecer del 25 de septiembre de 1877, a la edad de cuarenta y siete años. La tumba fue rústicamente señalada por un túmulo de piedras apiladas.

James Orton
Una nueva dificultad surgió porque la iglesia católica no permitía que un protestante fuera enterrado dentro de las paredes del cementerio de Puno, pero finalmente, gracias a la benévola  ayuda de los funcionarios del Ferrocarril Peruano y de la Compañía de Navegación, se permitió el entierro del profesor Orton en la isla Esteves. La isla era propiedad privada de un rico e influyente periodista de apellido Esteves que permitió que los restos mortales del profesor James Orton descansaran en la isla. La  tumba improvisada marcada por un montículo de piedras, fue sustituida en 1921 por un monumento de piedra en forma de una chullpa Colla, pagado por la Asociación de Antiguos Alumnos del College Vassar.

Después de la muerte del profesor Orton, el doctor Ivon Heath hizo los arreglos para que las cajas y los papeles que el prefecto de Puno había confiscado sean devueltas y enviadas por ferrocarril a Mollendo y por barco hasta Nueva York. Desafortunadamente, las colecciones y notas de Orton de esta última expedición se perdieron durante el envío a Nueva York. <:>

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