sábado, 27 de julio de 2024

PUNEÑOS EN LUCHA POR INDEPENDENCIA

 PEDRO OBAYA,

UN CAUDILLO OLVIDADO

Por. Bruno Medina Enríquez

P

edro Obaya fue un personaje que fue partícipe de la Revolución Tupacamarista de 1780, aunque poco conocido en la historiografía oficial de Túpac Amaru, en razón de haber actuado más con Túpac Katari en el Alto Perú.

Apodado “El Tuerto”, en razón a que le faltaba un ojo, fue un líder nacido en la ciudad de Lampa, que se sumó a la sublevación tupacamarista, durante los primeros meses de la llegada del viento revolucionario al Altiplano, hacia diciembre de 1780 y cuando José Gabriel se dirige a Puno en su afán de expandir la sublevación en ese amplio territorio y lo logró, por cierto, y en demasía. Después que fuera descuartizado la revolución continuó en esa región por lo menos un año más, tiempo en el que esa región fue liberada del dominio español en manos de los sublevados.

Es en esa ocasión de la presencia de Tupac Amaru II en el altiplano, cuando éste entabla relaciones con diversos personajes y líderes campesinos, entre ellos Pedro Vilcapaza y otros cabecillas, mientras que Pedro Obaya se suma al liderazgo de Vilcapaza en Azángaro, donde recibe el encargo de dirigirse al Alto Perú, para controlar a algunos líderes de movimiento katarista.

En el Alto Perú  ya se habían sublevado en agosto de 1780 los hermanos Katari en la región de Chayanta, los que fueron fácilmente reprimidos, sin embargo a continuación en los inicios de 1781, es Julián Apaza, con el sobrenombre de Túpac Katari, quien lidera la sublevación en el Alto Perú, de modo independiente y sin mayores relaciones ni coordinaciones con Túpac Amaru II. En estas circunstancias “El Tuerto Obaya”, estando con las huestes revolucionarias en Azángaro (de ahí que la historiografía boliviana lo consideraba azangarino), asume el encargo de acercarse a Túpac Katari, para que este se sume a la lucha tupacamarista, conducida por el Inka/Rey y, en todo caso, controlar las acciones de extremada crudeza en la lucha que los de Túpac Katari empleaban, en tanto que no respetaba a las mujeres, a los niños, ni a los criollos de algún modo aliados de la tendencia tupacamarista.

En cumplimiento del encargo recibido, Pedro Obaya se presenta ante Túpac Katari como si fuera sobrino de Túpac Amaru II con el propósito de apoyarlo y al mismo tiempo controlar la extrema violencia de las huestes aymaras. Como derivación de ese apoyo Tupac Katari se hace llamar Virrey, reconociendo a José Gabriel como el Rey Inka.

En esos meses, la lucha revolucionaria en el Alto Perú es exitosa, sobre todo en la búsqueda del objetivo prioritario consistente en la toma de la ciudad de la Paz, la más importante localidad con presencia y gobierno de los españoles. La ciudad es sometida a sitio prolongado en varias oportunidades, aislándola de su relación con otros lugares del espacio altiplánico. A esa ciudad no podía ingresar ningún tipo de productos ni abastecimientos, lo cual generaba una situación de hambruna atroz en parte de la breves fuerzas españolas. En todo ese proceso de asedio recurrente a La Paz, Pedro Obaya tuvo un papel muy importante.

Mientras tanto, frente a la agresividad mostrada por Tupac Katari contra los criollos, Pedro Obaya, en afán de recuperar algunas anteriores simpatías tupacamaristas, envía cartas y misivas a diversos criollos paceños de alguna influencia y representatividad, mostrándoles el afán y el objeto de lo propuesto por Tupac Amaru II, en su deseo de comprender en esa lucha a los criollos. Misivas que motivaron que finalmente se entablara una entrevista entre los sitiadores bajo la dirección del Tuerto Obaya con representantes de los colonialistas, a quienes les planteó directamente que, para levantar el sitio de la Paz y resolver el conflicto en común acuerdo y suspender las acciones de los sublevados, era necesario -en primer lugar- que reconozcan a Túpac Amaru como el Inca gobernante del Perú, como Rey, luego que hagan entrega de los corregidores para someterlos a proceso judicial por sus acciones, así como de los hacendados explotadores y los aduaneros, quienes cobraban altos montos por alcabalas y aduanajes en tránsito; todos a los que se obligaban a rendirse y entregar sus armas de fuego. Por último, les planteó que se destruyan las barricadas de atrincheramiento que se habían construido en los límites de la ciudad de la Paz.

Por supuesto que esta propuesta de Obaya no fue aceptada por los colonialistas paceños, pero consiguió el alejamiento de algún modo de Tupac Katari del sitio de la Paz. Mientras, Obaya había recibido el refuerzo de Andrés Túpac Amaru (Andrés Mendigure, joven sobrino de José Gabriel) quien venía actuando en la zona de Puno bajo las órdenes de Diego Cristóbal con relativo éxito, como en aquel sitio al pueblo de Sorata, que fue alcanzado previa construcción de diques que fueron desbordados en afán de inundar la ciudad y tomarla por asalto. En esa ocasión los rebeldes obtuvieron apreciables tesoros de oro y plata. Esa misma táctica querían los rebeldes aplicar en el caso de la ciudad de la Paz, dada su ubicación estratégica, lo cual finalmente no pudo concretarse por la situación estacional del clima.

Frente a esta imposibilidad material de inundar la ciudad de La Paz, hacia el mes de abril de 1781, tiempo de pocas lluvias, la estrategia de Obaya consistió en simular la existencia de una carta que hace llegar a los sitiados anunciando la pronta presencia de refuerzos militares venidos desde Buenos Aires. Para dar verisimilitud a ese supuesto hecho, Obaya mandó reunir un numeroso grupo de sus correligionarios vistiéndoles en su mayoría con vestimentas españolas, parte de cuyos uniformes habían sido tomados de los capturados. Obaya al mando de esas simuladas tropas enarboladas con banderas españolas, posicionadas en las alturas de la Paz para ser vistos allí, envía emisarios a la ciudad anunciando esa supuesta presencia de los realistas salvadores. Por supuesto que el hecho causó mucha alegría en las filas de los rezagos colonialistas de la ciudad. Para hacer más creíble la llegada de las fuerzas hispanas, se llegó a simular una confrontación bélica en los altos de La Paz entre dichas fuerzas y los sitiadores, donde menudearon las balas, disparos y supuestos muertos y heridos.

Esta estrategia fue asumida por Obaya en el afán de alcanzar la confianza de los colonialistas, para que ellos descuidasen las defensas y permitieran el exitoso ingreso de ese “ejercito salvador” entre aclamaciones y vivas. Sin embargo, esa alegría no duró mucho tiempo entre los españoles, porque de algún modo, la estratagema de Obaya fue descubierta. Cuando el grupo “salvador” ya estaba cerca de la ciudad, Obaya también se acercó de modo desafiante a retarlos, cuando de pronto su caballo tropieza y él cae de la montura, lo cual es aprovechado por los españoles para rodearlo y capturarlo. Es llevado al centro de la ciudad por orden del Corregidor Sebastián de Segurola.

El sitio y los combates por el control de La Paz continuarían, muy a pesar de la llegada a las cercanías de la ciudad de refuerzos rioplatenses al mando del coronel Ignacio Flores, quien finalmente rompió el cerco a la ciudad ingresando a ella. No obstante, en los siguientes meses lo insurrectos no permitieron mantener la defensa de la ciudad. La inseguridad hizo que el Coronel Flores tenga que retirarse ante la situación crítica de un ejército en el cual se producían gran número de deserciones, sobre todo en razón al hambre y el desabastecimiento de la ciudad. En el mes de agosto se vio obligado a abandonar la ciudad para dirigirse a Oruro, no sin antes mandar a ahorcar a Pedro Obaya, así como a otros rebeldes capturados, entre los que destacó el caso de Bonifacio Chuquimamani, quien fuera secretario de Tupac Katari.

A continuación, el sito a La Paz se intensificaría por parte de Tupac Katari, con mucha insistencia, en los siguientes meses, como luego por parte del joven Andrés Túpac Amaru.

Ese fue el destino del “El Tuerto” Pedro Obaya, poco conocido en la historia oficial peruana, pero si reivindicado inicialmente en las letras por Juan José Vega, cuando trata sobre los Rebeldes del Altiplano durante la Revolución Tupacamarista. <>



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