AMÉRICO VALENCIA,
UNA SINFONÍA INCONCLUSA
José Luis Ayala
José Luis Ayala
Diario UNO
Compartimos con Américo Valencia Chacón, la
experiencia de descubrir en la adolescencia, un mundo real maravilloso en pleno
conflicto. Pero sobre todo la alegría de vivir para crear y lograr la conquista
de la palabra alada. Hasta que una tarde se le rompieron las alas y no regresó
nunca más del fondo del tiempo. Así, pocas muertes me han dolido tanto. Éramos
adolescentes cuando conformamos la “Promoción Intelectual Carlos Oquendo de
Amat” en Puno. Llegó con su acordeón para interpretar música en los recitales
de poesía. Pero cuando estudió ingeniería tomó conciencia de la música dialogal
andina y decidió dedicarse al estudio del siku coloquial, el phusa multánime o
zampoña bipolar.
La adaptación de la cibernética a la música andina;
es decir, el encuentro de la modernidad con el tiempo ancestral cósmico, dio
como resultado varios libros de estudio e investigación, sin los cuales no es
posible entender hoy la evolución de la música cordillerana peruana. Durante
muchos años el siku, zampoña o phusa, estuvo proscrito y era un instrumento de
las grandes mayorías desterradas, proscritas en el Perú. Hasta que el proceso
de la Reforma agraria, permitió una inesperada emergencia del subconsciente
colectivo. Las zampoñas de pronto inundaron todos los estamentos, los
resquicios de una sociedad
Américo Valencia Chacón, publicó en 1983 “El siku
bipolar altiplánico”, al que le siguieron otros textos esenciales. En el
prólogo Luis E. Valcárcel escribió: “Hemos procurado, quizás sin conseguirlo,
atraer la atención de quienes se dediquen a manejar tan precioso material, muy
cuidadosos del verdadero pensamiento e indudable deseo del autor de ser
lealmente entendido. Los músicos nuevos tienen aquí un vasto campo para
analizar y estudiar cada una de las revelaciones que nos hace. En todo caso, es
preciso tener muy presente que se trata de una obra personal y originalísima.
Los mejores votos son para Américo Valencia Chacón a fin de que prosiga
ahondando su amplio conocimiento de lo que es genuinamente nuestro”. 1
En efecto, se trató de uno de los primeros asedios a
un instrumento que se usó en todas las antiguas civilizaciones y culturas del
Perú. El siku era fabricado de hueso o carrizo. Entonces, tiene una antigüedad
de 10,000 años. Por ser un instrumento en el que participan muchas personas, y
tiene la capacidad de convocar a una permanente interacción humana con sentido
colectivo. Ahora, los músicos componen poemas con un distinto registro
literario y musical llamado síncope, que son cantados en coro. También hay
mujeres que componen canciones y tocan siku.
En su primer libro, Américo Valencia Chacón advirtió:
“En cada capítulo realizamos el estudio de los sikuris de la isla de Taquile,
los Ayarachis de Paratía, los chiriguanos de Huancané, los sikuris y
phusamorenos. El estudio de cada conjunto comprende sus aspectos generales e
históricos, coreografía, vestimenta y el vestido de los sikus empleados en
cuanto a su clasificación, nombre, descripción, materiales, grupos de sikus
conformantes de la orquesta, de los sikus bipolares, escalas tesituras, dimensiones.
La presente obra no está concluida no lo estará. Limitada como todo trabajo
individual, debe ser considera como una apertura a la inmensa tarea
etnomusicológica que se tiene por adelante. La ponemos a la especial
consideración de las nuevas generaciones de músicos altiplánicos y de quienes
sinceramente trabajan en el desarrollo de la música popular latinoamericana.
Esperamos finalmente, que el trabajo contribuya al conocimiento y aprecio de
nuestros valores autóctonos. Poner al servicio de nuestra cultura, la ciencia y
técnicas aprendidas, es tarea del presente”. 2
En 1981 se hizo acreedor del primer puesto del
concurso de beca de investigación de la Asociación Peruana para el Fomento de
las Ciencias Sociales (FOMCIECIAS). En 1982 ganó el Premio Continental de
Musicología. Casa de las Américas. Sería una grave omisión no señalar que contó
con el concurso y consejos de Chalena Vásquez. Sin embargo, se impuso su
talento, se interesó cada vez más por la expresión cultural que ese entonces se
llamaba “música de los vencidos”.
Jamás pensé escribir un texto con sabor a despedida.
Lo recibí con un abrazo de hermano y nunca creí que me dejaría una herida que
no cicatrizará nunca, pero el destino es así. En fin, ya no lo veremos
dirigiendo conciertos de sikus. No estará para liderar la expresión sideral a
la que le imprimó un lenguaje innovador. Pero regresará en cada atardecer,
cuando los celajes toquen sus entristecidas zampoñas, más allá de las fronteras
entre la poesía en movimiento y la música eólica, entre la vida y la muerte.
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1.- Américo Valencia Chacón. El siku bipolar altiplánico. Los
sikus y phusamorenos. Artex E.I.R. Pág. 18. Lima, 1983.
2.- Américo Valencia Chacón. El siku bipolar altiplánico. Los
sikus y phusamorenos. Artex E.I.R. Pág. 24. Lima, 1983.
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