Mientras que la pobreza monetaria, sólo evalúa
el nivel de gasto de las familias en determinado período de tiempo y lo compara
con la línea de pobreza, la pobreza multidimensional en cambio, mide las
carencias de la población en nueve componentes que se relacionan con la salud,
la educación y las condiciones de vida. La pobreza multidimensional permite
visibilizar geográficamente, las carencias que oculta la pobreza monetaria. El
profesor Enrique Vásquez Huamán, de la Universidad del Pacífico, señala que, al
no usar la pobreza multidimensional, como criterio para la focalización del
gasto público, quedan sin apoyo millones de “pobres que no son visibles para el
Estado”.
Esperemos que a partir de julio del 2016, la
medición de la pobreza que realice el Estado peruano, sea la multidimensional.
En cuanto a la actual medición de la pobreza (la monetaria), podemos apreciar
que su disminución se está desacelerando. En el año 2014 la pobreza monetaria
alcanzó a 22.7% de los peruanos. En el período 2004-2007 la disminución anual
de la pobreza promedió era de 5.4 puntos porcentuales (pp); en el período
2007-2010, 3.8 pp; en el período 2010-2013, 2.3 pp; y en el 2014 apenas se
redujo 1.2 pp.
El mejor remedio para luchar contra la pobreza
multidimensional y monetaria, es generando oportunidades de trabajo, empleo
digno y bien remunerado en la población. Para lograr esto, resulta fundamental
el desarrollo de inversiones. Lamentablemente, el panorama no es muy alentador
para el futuro gobierno, debido a factores exógenos o externos que no podemos
manejarlo como: la desaceleración del crecimiento económico de la China, la
caída de los precios internacionales de los commodities que exportamos, la
reciente crisis del Brasil y los efectos del fenómeno de El Niño. Así como a factores
endógenos o domésticos: Falta de confianza, corrupción generalizada,
inseguridad ciudadana, paralización de la economía, déficit en nuestra balanza
comercial, conflictos sociales, elevada tasa de informalidad, baja
productividad, falta de prevención ante los efectos del fenómeno de El Niño, un
ineficiente proceso de descentralización, entre otros.
Necesitamos un próximo gobierno con liderazgo,
con capacidad, conocedor de los problemas del país y sus soluciones, que
predique con el ejemplo y respecto a la pobreza, tienen que atacar transversal
y multidimensionalmente el problema de la pobreza en el Perú. Tenemos también
aspectos positivos como: estabilidad macroeconómica, integración y apertura al
mundo, deuda pública manejable, 19% del PBI, buena calificación crediticia,
Banco Central de Reserva independiente, energía suficiente a precios
competitivos, buenas reservas internacionales y sobre todo proyectos rentables
con fácil acceso al financiamiento nacional e internacional. Por otro lado, un
empresariado peruano que toma cada vez mayor conciencia de su rol impulsor de
la economía. Es un error atacar a la pobreza con sólo asistencialismo
económico. El tema pasa por saber “hacer caja” o generar recursos, para brindar
a la población: buen servicio de salud, educación de calidad y trabajo.
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