sábado, 9 de noviembre de 2013

COSTUMBRES DE MI TIERRA

BAUTIZO DE LAS T’ANTA WAWAS EN PUNO
Escribe: Julio Arenas Pineda
LOS ANDES 4NOV13
El bautizo de guagua de bizcocho o “t'anta wawas” es una tradición que todavía perdura en nuestros pueblos del Perú; aunque cada vez esta tradición venida a menos, se viene perdiendo por la influencia de la modernidad que altera nuestras costumbres y tradiciones más populares. Es el caso de Puno que fue la cuna de los bautizos en otros tiempos y cuya declinación de arte y humo­rismo se dejan sentir desde hace varios años.
Siendo uno de los tantos artífices de estas celebraciones que ya no se realizan, salvo en algunas ocasiones cuando las instituciones las organizan y solicitan mis servicios para ofi­ciar de sacerdote con mi séquito que todavía queda (Loco Meneses, Iván Cuentas), realiza­mos el tradicional bautizo, con el mayor cariño para conservar la tradición tal y conforme lo hacíamos antes porque ahora estas celebracio­nes han perdido su esencia.
Hablar de los bautizos de ayer y de la forma como se realizaban, es recordar a muchas fami­lias y a pintorescos personajes que hacían de esta parodia una fiesta jocosa y humorística donde los protagonistas: el cura, los padres, los testigos, los padrinos e invitados honorables, participaban en una controversia dialogada, cuyo ritual iba entre bromas, anécdotas, chistes, cuentos, tomadas de pelo de cómo los papás fabricaron la criatura a la que le ponían un nom­bre por demás extravagante.
Esta demás recordar que el bautizo de “T'anta wawas” es una singular tradición que a manera de juego se hizo en la colonia por indios y mestizos para emular y satirizar el bautizo reli­gioso traído por los españoles que le imponían el sacramento a las guaguas de carne y hueso; en cambio nuestros naturales imitaban el acto con la fabricación de guaguas de pan dulce, biz­cocho o masa de torta y le ponían una careta de yeso; y en el mes de noviembre a manera de recordar a sus muertos ya todos los santos celebraban estas fiestas de bautizo. Sacando cuen­tas y no es muy difícil deducir que contando nueve meses desde los carnavales sea precisa­mente en noviembre cuando las guaguas abun­dan.
El oficio de cura de bautizo de wawas de biz­cocho, tiene una cualidad muy peculiar y carica­turesca, con chispeante humor, sal y pimienta, para dirigir la palabra a los concurrentes en doble sentido, tomándoles el pelo a curiosos y preguntones, divulgando sus bondades, virtu­des y defectos, sus chapas o motes; para lo cual el reverendo y su séquito debe de estar bien “chispeau”  y sazonado de tragos para dar realce, alegría y jocosidad a la ceremonia.
Aprendimos el oficio de cura cuando éra­mos estudiantes carolinos yo y mi compadre Juan Meneses Díaz, viendo bautizar en vivo y en directo a don Moisés Morales (Rey de Huajj­sapata), personaje ameno, bonachón, dicharachero; lo seguíamos en estas ceremonias bau­tismales y de su coloquial figura cogimos la for­ma, el estilo y la manera de llegar a la concurrencia con frases, rimas y consonancias salpicadas con letanías cantadas hábilmente por este recordado puneño.
De esta forma de bautizar, renovamos el rito ceremonial consistente en cuatro sub­divisiones:
- El introito, que es la apertura de la cere­monia: "Sacratísimos hermanos, ustedes que son hinchas, amigos y patitas de Dios, bienveni­dos a la parroquia de San Ingerencio, trayendo a esta criatura para bautizarla y darle el primer sacramento del bautizo y como manda la ley para metérselo adentro". "Ameeen,.. achí sea, achichea... como dijo el Tío Zea”. En el Introito se tocan aspectos sociales, culturales y hasta políticos relacionados con el ritual satirizando a los concurrentes, autoridades, alcaldes, congresistas, destacados personajes de las institucio­nes del pueblo: “Mamadísimos hermanos, cami­saraqui, pantalonaquí, calzonaraqui; huayque­panaycunas del alma, llactamasís del cuerpo, marcamasis de la gran pipeta. Ameeem. El cura chupa, el sacristán también...
- Las parábolas, o parabolas, es el momento en que el cura ofrece como ejemplo una frase, una sentencia, una anécdota, que motivan la reunión anticipatoria: “La creación del mundo: Hágase la luz y se hizo SEAL, hágase el agua y se hizo SEDAPAR, hágase los animales y se hicieron los alemanes, hágase los vegeta­les y se hicieron los jubilados. El burro y la biblia, los reyes vagos, la monjita pudorosa etc”.
- El interrogatorio, es el momento cumbre en que se pregunta a los padres de la guagua, los padrinos y los testigos con ocurrencias que saltan espontáneamente al calor de la reunión cuando todos están en punto de caramelo. “Cómo han fabricado esta criatura, qué harina usaste, cómo estaba el polvo de hornear, con o sin yanahuara,… y otras ocu­rrencias de¡ séquito.
Y los testigos no se quedan atrás, intervie­nen con mucha picardía a las preguntas del cura: Con qué ojo miraste, escuchaste grito, ala­ridos, gemidos algo así como cuando se come rocoto, qué poses vieron, pollito asado, la carre­tilla, el pan pan, etc. Por su parte, la aceptación de los padrinos también está comprometida para cuidar a la parvulita por el compromiso de resultar compadres…
 - El bautizo, es el momento del bautizo pro­piamente dicho, poniendo a la criatura los nom­bres más peregrinos que se les ocurre a los cir­cundantes: Paca Garce de Risa, Devora Dora, Pujartiago, Susuki para su Siki, Gram Pita y otros. Vista la conciliación de las partes y mutuo consenso de los mismos, el séquito ceremonial se despacha en plato hondo con frases y oracio­nes picantes, cantos y letanías: qué rica esta la María, yo te bautizo con mi chorizo, Roguemos a San Clemente para que cambie el Presidente, por San Tobías para se chupe todos los días, Oremos por Santa Lucía para que se vaya Alan García, por Santa Mónica para que se vaya la telefónica, por San Gavino el cura chupa vino, orate frates ya te fregastes, todos digan Amén...

La Chilindrina
Mucho más antes que nosotros los bautizos de wawas de bizcocho eran en forma inopinada, el cura salía de la misma reunión quien en forma improvisada realizaba el rito. Yo era el cura Huacatay ­quien introdujo el libreto para no salirse del ritual del humor, empleando una bucó­lica común para no pecar ni sobrepasarse en las bromas. Para esto el cura y sus sacristanes pre­praban el libreto con anticipación averiguando la vida y milagros de los que iban a participar en esta ceremonia tradicional.
El apogeo de estos especialistas en parodiar al clero fueron las décadas del 50 al 80; éra­mos un grupo de jóvenes devotos de nuestro Padre Papanicolaou presidido por: Fray Huacatay, Julio Arenas Pineda, Fray Cala Cam­pana Juan Meneses Díaz, Fray Raqueta Víctor Villar Bravo, Fray Torongil, Efren Ponce Sáfer­son Monaguillo Sacristán, Iván Cuentas Aparicio.
El mes de noviembre era el mes esperado por toda familia puneña porque el bautizo de Tanta wawas era familiar. La costumbre consis­tía en que una persona (generalmente varón) envía de regalo una wawa de bizcocho a otra persona (generalmente dama) con una tarjeta que en medio de cumplidos ruega a la destinata­ria se encargue de hacerla bautizar a la criatura aún "Mora". Esto se hacía también entre veci­nos, entre parejas de enamorados, de familia a familia para ser compadres. Lo contrario de esta fiesta tradicional fue que el bautizo se vuelve comercial con el fin de hacer una actividad y sacar fondos de por medio.
La parroquia de San Ingerencio que funda­mos con el Loco Meneses continúa. Mi oficio de cura ha traspasado las fronteras y en todo el sur del país. Y aquí en Arequipa, extrañando a mi Puno, sigo celebrando la t’anta  wawas para man­tener la costumbre aunque con mucha pena en la tierra cuna del bautizo puneño esta tradición ya no cuenta o se ha perdido para siempre... Aleluya, Aleluya para que esta wawa sea tuya, yo la bautizo en el nombre del Pater, de la Mater y del Curucutu. Amén..

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