domingo, 3 de noviembre de 2013

CONTAMINACIÓN ¿HASTA CUÁNDO?

TITIKAKA:  MUCHO TIEMPO DE PODREDUMBRE
Jesús Santisteban Ávila
El problema del Lago Titikaka en la bahía de Puno se extiende en  período muy extenso, tal vez cien años o más. La ingeniería y los sistemas aplicados en el tratamiento de desagües y otros a lo largo del despliegue urbanístico tienen como destino final (qué desgracia) las aguas del Lago, en su vertiente más visitada y económicamente más productiva.
Tampoco es reciente el clamor popular para exigir la solución del problema.  La impresión generalizada  es que lo que ocurre “no le interesa a nadie”.
Entonces, en principio, pongámonos de acuerdo en algunas situaciones concretas. El Titikaka y su contaminación es un problema de nivel multidisciplinario; técnico, científico. No  es una situación que atañe a la política y a sus actores. El Titikaka en la bahía de Puno requiere grupos de trabajo con mucha experiencia en problemas similares. Personas que manejen hipótesis, que observen el comportamiento de la naturaleza alto andina: que incrementen aproximaciones de solución, utilizando exigencias de investigación. Se afirma con alguna certidumbre alrededor de plantas de oxidación.  Quién sabe. Somos partidarios de “buscar” alternativas; de imaginar situaciones de apoyo. Preguntamos: el grupo de trabajo en actividad ha “probado” –como hipótesis de trabajo- acciones, utilizando Biología y ciencias afines para buscar cultivos, o especies vegetales que aprovechado las lentejas de agua y/o su altísimo contenido de desagüe se constituyan en punta de lanza  de solución? Hasta cuándo y en razón a qué, continúan las contrataciones de obreros para extraer porciones de lenteja.
Acuarela de Demetrio Par
El caso del hedor emanado de las aguas de nuestro Lago en la bahía de Puno no genera votos políticos. Ningún candidato político alcanzará metas concretas en base a encabezar una campaña a favor del Lago Milenario. Hoy, como ayer, como hace mucho, el Lago Titikaka paga sus tributos económicos a favor del turismo. Y lo hace en términos sobresalientes. Como el hedor contaminante no genera la ausencia de visitantes turísticos, entonces “a nadie le importa” la ocurrencia. Si el lago, por infortunio, llegara a situaciones de desastre, entonces, recién la población reclamaría y saldría a las calles para exigir la reposición de su medio de ganar mucha fortuna.
El Titikaka también es un problema de información. Mejor: de desinformación. Nadie que no sea de los niveles oficiales, conoce la realidad gestionaría alrededor del Lago. No tenemos en disponibilidad periodismo de investigación y, estamos seguros, ninguna autoridad recogerá el clamor de la ciudadanía, vía Internet.
Con criterio paralelo, se han visitado las playas próximas a Chucuito, a Juli en busca de “indicios” de contaminación? Lo decimos por el auge turístico y de construcción de  infraestructura hotelera, últimamente en términos poco acostumbrados.
La experiencia sugiere algunas situaciones concretas. El hedor, el mal olor puede generar situaciones contradictorias de carácter olfativo, afectando a la población humana. Ese fenómeno tiene  nombre propio. No creo que mis amigos puneños –en  todo el tiempo transcurrido- se hayan acostumbrado a compartir sus alegrías con el impacto del hedor que con la brisa mañanera inunda la Capital de la Región.
Finalmente, acompañamos a nuestro amigo José Fernández quien, desde Puno, ha renovado su inquietud alrededor de la contaminación lacustre en la bahía puneña. José  en su clamor ha solicitado la participación de instituciones y de grupos de amigos. Con mucha pena,  este nivel de propuesta no llegará  a las instancias corporativas pertinentes y, es más, como nuestra propuesta no tiene carácter oficial entonces es casi seguro que las sugerencias formuladas se conviertan en  repetido y obsoleto canto al añejo y hermoso Titikaka.

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