MILEI EN DAVOS
César Hildebrandt
En HILEBRANDT
EN SUS TRECE N° 669, 19ENE24
J |
avier Milei les dijo a
los ricos que están cavando su propia tumba.
Fue en Davos, donde se
reúnen los que cortan el jamón.
Allí llegó este
bodeguero medio boludo, este Manolito de Infobae, este Pepe del Salto salido de
las tiras cómicas de Tobi, a decirles a los capitalistas qué es lo que hay que
hacer para derrotar al comunismo, “ese fantasma que recorre Europa”.
Como si el Pacto de
Varsovia siguiera ordenando la invasión de Praga. Como si la Stasi siguiera
interviniendo teléfonos en la RDA del muro. Como si los mujaidines afganos
continuaran combatiendo a los soviéticos. Como si Julius y Ethel Rosenberg no
se hubiesen frito en la silla eléctrica por darles a los rusos secretos de la
bomba atómica.
Vergüenza ajena, che
Milei: oírte fue como cuando vimos a Maradona coqueado y licuando las erres al
hablar.
Javier Milei no es un
anarcocapitalista. Es el capataz de aquel Henry Ford que simpatizaba con los
nazis. Es el mercenario con labia, ¿viste?, salido de la antigua guerra fría.
Milei es el pasado que los milmillonarios quisieran precisamente borrar.
Pero va este hombre y
les arruina la fiesta. Va Milei donde los alcohólicos anónimos y entra con la
botella de un gran whisky escocés.
Macron se espanta. Los
que se sienten principales salen corriendo: Milei habla como los bisabuelos de
los latifundios que tenían el tamaño de El Salvador. Cuando al peonaje le tiraban
el salario en una boina.
Para creerle a Milei
tendría que haber una epidemia mundial de amnesia. Habría que olvidar lo que ha
hecho del planeta el capitalismo sin regulaciones y lo que nos espera si no hay
un acuerdo global sobre asuntos claves como el calentamiento global.
Decirles a los europeos y a los estadounidenses que el Estado es el enemigo es, además, meter la pata de modo inolvidable. La Europa en ruinas salida de la segunda guerra mundial -una guerra que el capitalismo autoritario alemán empezó en busca de mayores fuentes de recursos- se ha esmerado años en mantener, precisamente, algo del “Estado del bienestar” con que se enfrentó al crecimiento de los partidos comunistas de occidente. En Europa, en la mayor parte de los casos, la educación es pública, la salud corre a cuenta del presupuesto y el transporte está subsidiado cuando no en manos directas del Estado. En los Estados Unidos el Estado interviene el mercado con la ferocidad de la conveniencia nacional. Que lo diga China víctima actual de aranceles punitivos creados para favorecer la producción norteamericana. Que lo diga la historia de su agricultura y de su industria, socorridas ambas por estímulos tributarios que sonrojarían a cualquier liberal ortodoxo. Que lo diga el decisivo complejo militar-industrial, tan interesado en mantener el mundo en llamas porque de ese cuero salen las correas.
El hegemonismo del
capital sin deberes sociales que propone Milei acabó hace más de un siglo. Una
momia que habla como Mirtha Legrand y piensa como Mauricio Macri va a Davos y
propone que hay que dejar de oír a las sirenas del socialismo y dedicarse, sin
culpa y con orgullo, a crear un mundo de empresarios que no tropiecen con baches
indeseables como el sindicalismo, la justicia social, los impuestos proporcionales,
la responsabilidad ambiental. ¡La máquina de vapor acaba de inventarse! ¡Los
niños trabajan en las hilanderías!
‘Viva la libertad,
carajo”, dice Milei. Pero esa libertad es la esclavitud de las mayorías y ese
proyecto no es viable a estas alturas de la historia. Y los empresarios más
astutos lo saben muy bien. Por eso aceptan que en un mundo crecientemente
multilateral las consignas de antaño ya no sirven. El capitalismo salvaje, que
es el que Milei propone como barrista bravo y pasado de humos, es una
antigualla peligrosa. Milei quiere que, cada vez que sintamos algún dolor,
vayamos a la farmacia y compremos un frasco de láudano. Vive a principios del
siglo XX y, encima, se equivoca como un gaucho cualquiera: Argentina jamás fue
el primer país del mundo, la inequidad de género existe como práctica mundial y
el calentamiento global nos va a destruir si no hacemos algo ecuménico y
radical.
Milei habló como un
viejo nostálgico de la mano dura en una sobremesa familiar. Como cree en el
espiritismo, terminará haciendo sesiones para enseñarle a cantar a Gardel.<>
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