Cesar Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN
SUS TRECE Nº 646 28JUL23
N |
os ha llegado este texto cuya importancia no necesitamos subrayar. Nos
parece que lo que teníamos que decir resulta irrelevante frente al contenido de
las líneas que aquí presentamos.
“Todos esperamos el discurso de la señora
presidenta.
Sabemos que vendrá cargado de esperanza, de espíritu
de reconciliación y de propósito de enmienda.
También sabemos que estará lleno de anuncios importantes en tomo a la reactivación económica, el aliento a las pequeñas y medianas empresas, la preparación para afrontar el fenómeno de El Niño, la recuperación de la seguridad ciudadana y el destrabe de grandes proyectos de inversión.
El país entero deberá reaccionar positivamente ante
las propuestas de la presidenta Dina Boluarte. Es hora de meter el hombro y
olvidarnos de agravios, sucedidos o imaginados, para levantar este Perú
convaleciente que tanto nos necesita.
Hace algunas horas el Congreso, que es la
representación popular de la democracia, dio un ejemplo histórico de generosidad
al lograr que una lista multipartidaria obtuviera el triunfo en elecciones
abiertas y públicas.
Que el marxismo-leninismo de Perú Libre y el liberalismo
de Fuerza Popular arríen banderas momentáneamente en aras del país es algo que
deberíamos todos aplaudir. Que a la unión de esas fuerzas patrióticas se sumen
Alianza para el Progreso y Avanza País no hace sino consolidar la idea de que
los objetivos nacionales están por encima de lemas de campaña y sectarismos de
comarca.
Que el radicalismo violentista censure a la nueva
junta directiva del Congreso es una prueba más del acierto logrado después de
conversaciones, acercamientos y consenso. ¿Qué otra cosa que el caos, la
embestida anarcoide y la sangre derramada en nombre del orden público
ganaríamos si acatáramos las consignas de los jacobinos?
Los radicales no aman al Perú. Ellos aman el poder y
la tutela sobre el pueblo al que dicen encarnar. Creyeron que tendrían el manejo del país
convirtiendo a la presidenta Boluarte en su títere, pero se encontraron ante la
férrea voluntad de quien había entendido cuál debía ser su papel.
La
prensa del resentimiento llama al Congreso “guarida de lobistas, delincuentes y
charlatanes de provincia”. Imaginamos que con su nuevo presidente, experto en
enfrentarse a la difamación y la calumnia, el Congreso encontrará la fórmula
judicial para parar esa avalancha de denuestos.
En estos días de júbilo patriótico, de afirmación de valores y de fe en el destino del país, no queda sino esperar que los políticos se pongan a la altura de las circunstancias y continúen apostando por la colaboración fecunda entre el Poder Ejecutivo y el Congreso.
A
esa alianza estratégica el fundamentalismo de izquierda la llama “una unión
contra natura”. Cuánto quisieran esos caciques ligados al MOVADEF que congresistas
y ministros estuvieran en guerra. La idea de que la presidenta Boluarte y el Congreso
sigan una agenda común que protege la estabilidad
económica y aleja el fantasma de una nueva Constitución aterroriza a quienes
han hecho del odio un modo de vivir y pensar. Allá ellos.
Desde aquí sólo nos queda decirles: ni pasaron ni
pasarán.
El pueblo quiere empleos dignos, crecimiento
económico, restablecimiento del orden, progreso en la infraestructura y
reorganización del sistema de la salud pública. El pueblo quiere atención, no discursos
vanos y fóbicos que pretenden retrotraemos a los años 70 del siglo pasado,
cuando la Unión Soviética todavía respiraba y a la China de Mao no se le había
ocurrido intentar el capitalismo que la convirtió en gran potencia. En esos
tiempos, en efecto, el socialismo era mirado como una opción válida. Esa fue la
que, con muchos matices de diferencia, adoptaron el Chile de Allende y el Perú
de Velasco, con los resultados históricos que todos conocemos. Hoy, cuando Cuba
mendiga ayuda y Corea del Norte es una anomalía indescifrable, el socialismo es
un difunto que deambula en algunas nostalgias y discursos.
No es que la presidenta Boluarte haya tenido que
dudar para adoptar la ruta que ha tomado. Es que ni siquiera había bifurcación
de caminos o dilema y si ella no hubiese obedecido a su instinto de
supervivencia, estaríamos, como con el golpista Pedro Castillo, al borde del
abismo.
Saludamos al Congreso renovado, al Ejecutivo
decidido a continuar por la senda de la sensatez y al Perú reunido en estas
fechas de fervor patriótico.”
Firman
K. Fujimori
C. Acuña
H. de Soto
V. Cerrón
A. Otárola
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