PESADILLA
César
Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 636, 19MAY23
T |
uve una pesadilla. Soñé que entraba a la redacción
de un diario bien de derechas y me sentaba en mi escritorio. No tenía edad,
pero el hecho de que me sentara en un escritorio y no en una oficina me situaba
en el orden de una vaga juventud. Estaba pensando qué hacer primero -tenía una
lista de llamadas telefónicas pendientes- cuando me dijeron que me llamaba el
director.
El director era un hombre amable y de hablar
pausado. Estaba allí porque merecía la absoluta confianza de los accionistas y
vigilaba que nada se le escapara de las manos. Fumaba mucho, su despacho solía
ser una humareda y parecía estar siempre vestido con las mismas ropas. El nudo
de la corbata lo tenía a la altura del pecho.
-Quisiera que haga algo. Es un ensayo -dijo el
director. -Lo que usted diga -dije yo de modo miserable.
-Quisiera que escribiera un editorial en el lenguaje
más sencillo, algo que todos pudieran entender, no como esos textos de los
abogados -dijo el director.
-¿Y de qué trataría? -pregunté con tono de ujier.
-De lo que está pasando, mi querido César. De todo
lo que hemos avanzado en los últimos meses. Porque eso nadie puede negarlo, a
no ser que uno milite en el comunismo -dijo el director.
-Pero usted dijo que era un ensayo. ¿Llegará a publicarse?
-pregunté tímidamente.
LA IDEA ES ARRASAR (Chillico) |
-Me sentaré a escribirlo, señor director. Gracias
por la oportunidad -dije de la manera más rastrera.
Escribí, entonces, el siguiente texto:
“Está bien nombrado el nuevo Defensor del Pueblo, un
abogado de polendas. La votación no sólo fue suficiente sino cualitativamente
plural.
Está mejor el Congreso, donde el cerronismo y el
fujimorismo, dos fuerzas legítimas, colaboran con el gobierno constitucional de
Dina Boluarte.
Está mal el caviaraje, devorador de instituciones,
que apuesta por el enjuiciamiento de los policías y militares que tuvieron el
coraje de enfrentar a las turbas de Castillo.
Peor que el caviaraje -lo que es decir mucho- es el
club de los fariseos. Estos creen que no recordamos lo que hicieron para que
Pedro Castillo llevara a la presidencia.
Está muy bien el juez César San Martín, que ha
creado jurisprudencia respecto de las futuras salvajadas que pudieran ocurrir
que ha sostenido, como doctrina, que protestar no es un derecho constitucional.
Es alentador que la SUNEDU no sea más sicaria al
servicio de quienes desprecian los emprendimientos educativos de los últimos
años.
Es bueno que el nuevo Tribunal Constitucional
restaure valores que la izquierda había despreciado en los últimos años.
Con la depuración del sistema electoral -lo que
incluye el JNE, la ONPE y el RENIEC- tendremos la garantía de elecciones sin
manchas ni sospechas.
Es magnífico que se haya puesto en el currículo escolar
la historia del terrorismo y de quienes colaboraron con su causa.
Ha sido un acto de coraje que la presidenta Dina
Boluarte haya decidido, junto al Congreso, anular la opción de las elecciones
adelantadas.
Y ha sido la gran derrota histórica de la izquierda
que haya desaparecido de la agenda social y política la ocurrencia de una nueva
Constitución.
Como lo será, para la antiminería, el hecho de que
proyectos como Tía María se hagan realidad. O como lo será que se descarte la
demagógica propuesta de indexar el sueldo mínimo al crecimiento de la
inflación, una alternativa que destruiría empleo y acrecentaría la informalidad.
La izquierda marxista creyó que Dina Boluarte sería su rehén, la versión faldera de Castillo, la marioneta del Gallo Zamora. Jamás imaginó esa izquierda pro terrorista que la señora tendría el valor de aceptar la sensatez y sacrificarse por el futuro del Perú.
Un país renovado ya está en marcha, un país en el
que los conservadores no sienten vergüenza de llamar pan al pan y vino al vino
y donde los valores de la familia, la patria y el liberalismo han vuelto para
quedarse. Es como si Bartolomé Herrera viniese en nuestro auxilio...”
El sueño se interrumpió en ese párrafo. Un grito de mi propio horror me abrió los ojos. ■
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