LADRAN, SANCHO,
SEÑAL DE QUE CABALGAMOS
Por: Jorge
Rendón Vásquez
Desde que Pedro Castillo ganó la primera vuelta, en las elecciones del
año pasado, fue visto en una amenaza por la Lima de regia prosapia y sus
estratos, cúmulos y nimbus, blancos y blancuzcos.
Pero, cuando se supo que había ganado las elecciones y se había
convertido en el primer Presidente de la República de origen popular, tocado con
un sombrero campesino, fue transformado en el enemigo público nº 1 de quienes
hasta ese momento disponían del Poder Ejecutivo, como su propiedad privada. Eso
no podía ser. La Lima señorial de encanto y primor volvió entonces a sus
tiempos virreinales, y, al paso del Presidente y su breve comitiva, desde los
balcones y ventanas comenzaron a llover aguas sin el aviso de “agua va” y los
perros los siguieron ladrándoles furiosamente.
Al lector no avisado le informo que esas aguas se arrojan ahora desde
las páginas de ciertos diarios y revistas.
Un vistazo histórico a la presencia de Pedro Castillo en el Palacio de Gobierno, desde fines de julio hasta ahora, revela diáfanamente el ataque concertado de todos contra Pedro Castillo. Lo embisten desde todos los ángulos y a diario, sin que importe la causa o no exista ninguna.
Y él no les ha hecho nada. No los ha agredido, y ni siquiera los ha
criticado, abrigando la esperanza de ganar aunque sea un día de tranquilidad.
Esperanza inútil.
Al contrario, sus agresores, viendo en esa prudencia debilidad, han arreciado
sus ataques, dictaminando que todo lo que hace y no hace está mal. No les basta
con tratar de imponerle ministros y otros funcionarios y dictarle lo que debe
hacer y no hacer. Quieren verlo de rodillas y después sacarlo de la Presidencia,
y hacernos sentir que, al atacarlo a él, nos zahieren a nosotros, sus iguales, a
quienes lo hemos puesto en la Presidencia de la República.
Hasta ahora no lo han dejado trabajar. Ni, por supuesto hay ya la
posibilidad de algún cambio de importancia social en nuestro país, puesto que
esos cambios dependen del Congreso de la República, y este ha olvidado que su
función primera es dictar las leyes en aplicación de la Constitución, y no
dedicarse a hostilizar a su gusto al Presidente de la República. Evidentemente,
este Congreso ha perdido su razón de ser. El problema no es el Presidente de la
República, sino el Congreso de la República y los grupos circunstanciales que
lo dominan, por lo cual, dicho sea de paso cobran unos sueldos enormes que el
pueblo es obligado a pagar con recursos que deberían ser destinados a servicios
públicos en déficit.
Ladran, Sancho, es señal de que cabalgamos.
Ya está bien determinado que esta expresión no es de la obra cumbre de
la lengua castellana Don Quijote de la Mancha. Leo en Internet que su
origen se halla en el poema de Johann Wolfgang von Goethe Ladran
(Kläffer):
En busca de fortuna y de placeres
Más
siempre atrás nos ladran,
Ladran
con fuerza…
Quisieran
los perros del potrero
Por
siempre acompañarnos
Pero
sus estridentes ladridos
Sólo
son señal de que cabalgamos
Se dice que Ruben Darío le añadió el
nombre Sancho, que ya se usaba.
(Comentos,
4/2/2022)
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