viernes, 21 de enero de 2022

HILDEBRANDT ENTREVISTA A CASTILLO

 





CASTILLO

DECIDE HABLAR

► El presidente de la república recibió en Palacio a esta revista la tarde del miércoles pasado. Era la primera entrevista formal que concedía. El lector sabrá juzgar el resultado

ENTREVISTA DE CÉSAR HILDEBRANDT

FOTOS DE REBECA DIZ REY

-Presidente, buenas tardes. Me habría gusta­do venir a entrevistar a quien derrotó el fujimoris- mo para hablar de logros, de avances, de progreso. Pero usted sabe que eso, por ahora, no es posible. ¿No se ha decepcionado de sí mismo después de estos meses?

-Bueno, he pasado muchas luchas, vengo de debajo de esas luchas, con decepciones, con tropiezos, con aciertos y acá estoy, estoy acá por el país, por el Perú. Y no estoy decepcionado. Más bien, es­toy aprendiendo cada día.

-¿Quién es usted, real­mente? ¿Cómo se definiría?

-Como siempre lo he dicho: soy un hombre del pueblo, soy una persona que cree que está haciendo algo importante por el país, por la familia, y me doy cuenta de que lo que haga o deje de hacer cuesta mucho, y estoy comprometido a hacer las cosas bien.

-¿Pero qué quiere hacer con el Perú? ¿Tiene usted un plan, tiene usted un ho­rizonte claro?

-Por supuesto. Me quita el sueño llevar al Perú a un bienestar donde la gente deje de estar pensando en polari­zar las cosas. Entiendo de que para obtener algo hay que to­mar decisiones políticas y que todo debe ser producto del es­fuerzo y del trabajo.

-Aterricemos en la hos­til actualidad. La fiscal Norah Córdova va a seguir investigándolo. ¿Esta de­rrota judicial lo va a hacer cambiar de estrategia?

-Para nada. El que nada debe, nada teme. Estoy dis­puesto a que se hagan todas las investigaciones y voy a seguir dando todas las facili­dades. Creo que las personas que están en algún lugar, en algún puesto, tienen un rol que cumplir. Y no soy de las personas que entorpecen las funciones de alguien que está cumpliendo su labor.

-Algunos describen a su gobierno como el de la in­formalidad: las pruebas a los maestros que al final se filtraron, el apoyo al trans­porte urbano informal, el apoyo, con respaldo del Congreso, a la minería ile­gal, la baja en la reducción de los cocales. Todo apunta a un gobierno que quisiera nutrirse del lado informal de la economía y del país. ¿Qué opina sobre eso?

-La informalidad no es no­vedad, es algo histórico. Como tantos otros, hemos heredado ese problema. Alguien dijo al­guna vez que éramos un país ingobernable. Pero estamos acá no sólo llamando a la unidad sino buscando siempre personas idóneas. La informa­lidad y el desorden no son co­sas que se hayan dado en estos últimos meses. Los peruanos tenemos que entender las co­sas y ubicarlas en su lugar.

-Hay una crisis en el Ministerio del Interior. El ministro Guillen ha plan­teado que el jefe de la poli­cía está saboteando su pro­yecto y, específicamente, a la DIVIAC. Es más, tengo entendido que el minis­tro Guillen ha planteado la remoción del jefe de la policía. ¿No es un buen momento para pensar en cambiar de gabinete, un gabinete que tiene a tan­tos ministros cuestionados por el Congreso?

-A los ministros y fun­cionarios se les evalúa per­manentemente. En el caso específico del Ministerio del Interior, veo que cada quien asume su función correspon­diente, estamos dándoles el tiempo y el espacio para que resuelvan los problemas. Y si estas cosas llegan a más, pues tendremos que tomar las me­didas correctivas. En cuanto al gabinete, todos los minis­tros están haciendo lo que se les encomendó y espero en los próximos días tener un informe sobre cada gestión. Esperamos hacer correcciones después de ver resultados.

-Su gobierno parece estar representado en esta anécdota perversa del derrame de petróleo. Es decir, hay un derrame de petróleo, una empresa irresponsable que al prin­cipio minimiza el asunto, y resulta que el ministro del Ambiente no ha nombrado todavía a un jefe perma­nente en el OEFA.

-En la mañana hemos te­nido que asumir eso y hemos dado instrucciones para que los ministerios del Ambiente y Defensa tomen las medidas correctivas. Estamos esperan­do sus informes y yo tengo que lamentar lo sucedido. Yo soy un defensor del medio ambiente y créame que van a tomarse medidas.

¿No cree que necesita ministros más enérgicos en Ambiente, en Transpor­tes?

-Déjeme evaluarlo.

-Ojalá, señor presiden­te. Le voy a recordar al­gunas de sus promesas de campaña: bajarse el suel­do, reducir los precios de la energía eléctrica, reforma del sistema de pensiones, hospitales regionales, el aumento de una UIT  a los maestros, el 10% del presupuesto a Educación, la lucha contra la repartija de cargos, el acceso directo a las universidades, la elección de jueces y fiscales por mandato popular, la expulsión de extranjeros indeseables... Visto esto en perspectiva ¿cuánta dife­rencia hay entre prometer y gobernar, verdad?

-Sí. Si no hu­biésemos teni­do la pandemia, quién sabe si por lo menos parte de lo prometido ya estaría encamina­do por lo menos. Pero créame, nos hemos tenido que meter con zapa­tos y todo en el asunto de la sa­lud, a rescatar la vida de nuestros compatriotas. Le digo también que lo que se ha ofre­cido debe cum­plirse, pero lo pri­mero es ver sano a mi pueblo.

-¿Cuál ha sido el peor momento de su gestión?

-Me preocupa la inestabilidad política. Hay per­sonas dedicadas a crear esa inestabi­lidad.

-Pero hay gente que pien­sa que a usted le gusta la ines­tabilidad, que cuando las cosas parecen serenas y calmadas sale usted con algu­na propuesta o insinuación que pone nervio­sos a muchos y vuelve entonces el acoso...

-Eso lo piensan quienes no cono­cen el Perú pro­fundo, quienes no entienden dónde

estamos y enton­ces se cogen de cualquier palabra para desestabili­zar. Yo nunca lanzo propues­tas en contra de mi país. Yo tengo una responsabilidad su­prema, que es gobernar para todos.

-Entre sus potestades está el asunto de los nom­bramientos, ¿no? ¿Cuál fue peor: el de Guido Bellido o el de Bruno Pacheco?

-Bueno, a veces uno se equivoca y uno aprende de los errores.

¿Aprendió usted?

He tenido que asumirlo. Y en ese aprendizaje veo cuánta distancia hay entre creer y ver los resultados.

-Quizá confiar en ami­gos y allegados fue un ex­ceso...

-Creo que en la política, en la medida que uno aprende, hay que saber diferenciar las amistades de las responsabilidades...

-¿Usted ha hecho esa di­ferencia?

-La tengo que hacer.

-No parece ser el caso de Daniel Salaverry, ¿no? ¿Qué hace manejando hi­drocarburos cuando el úni­co contacto que tiene con ellos es cuando tanquea su vehículo?

-Daniel Salaverry ha sido una de las personas más críticas a mi gobierno y a mi candidatura y hoy está dando muestras de que para gobernar se necesita no solamente gente de nuestra cantera. Hay gente que puede aportar otros puntos de vista para el bue gobierno...

-Me imagino que no està hablando de Karelim Lopez porque ella es, notoriamente, una lobista, aparte de una amiga suya... ¿Fue un error?

-La señora Karelim López no es mi amiga... Es una persona que, como cualquier ciu­dadano, ingresa a alguna enti­dad, ingresa a Palacio y no nos arrastra ningún vínculo amical, ningún vínculo laboral...

-¿No fue ella la que or­ganizó la fiesta infantil de una de sus hijas aquí en Pa­lacio?

-Para mí también fue una sorpresa eso. Nosotros nos trasladamos a Tacna y en la tarde llegamos a despachar y siempre los cumpleaños de la familia se han hecho tomándonos un café, de una forma sencilla y familiar. Después yo me me enteré que fulano y zutano habían organizado una fiesta. Pero yo no planifiqué nada de eso...

-Y si no es su amiga Ka­relim López, ¿qué hacía yendo tantas veces al pa­saje Sarratea, donde usted despachaba? Yo no digo que se hayan visto allí, lo que digo es que ella era una concurrente re­currente...

-Yo nunca la cité...

-¿Se citaba sola?

-Nunca la cité, no sé por qué fue y nunca nos en­contramos. Hoy está en un proceso de investigación y estoy llano para que estas cosas se vean con transpa­rencia...

-Está usted dispuesto a que lo investiguen...

-Por supuesto.

-Hay una imagen del go­bierno moral­mente deterio­rada a partir de casos como el de Karelim López. ¿Se da cuenta de eso? ¿Se da cuenta de que su gobierno ha perdido la virginidad?

-No, para nada. Tengo la concien­cia tranquila. En relación a todo esto, lo que tengo claro es que ha habido todo un montaje, un intento de quebrar este gobierno, pero los hechos van a demostrar lo contrario.

-¿Qué apren­dió de estas lec­ciones?

-Yo no tenía por qué asu­mir ninguna responsabilidad, yo he estado tranquilo. Sí me he puesto a pensar en las per­sonas que a uno se le acercan.

-Y no tenemos una lista de la gente que usted reci­bió en Sarratea porque, a pesar de la promesa de la primera ministra, esa lis­ta no existe. Ella prometió dar la lista y ahora dice que no hay tal lista. ¿No le pa­rece inapropiado?

No hay lista porque no es despacho funcional del gobierno. Es un domicilio donde…

-Y si no es un despacho del gobierno, señor pre­sidente, ¿qué hacìa usted allí?

-Bueno, usted entenderá que la casa de Sarratea es la de un paisano que me cobijó durante la campaña y, más allá de todo, tengo mucho aprecio por esa familia... Jamás he tratado temas de Estado en esa casa y he ido por otros asuntos de carácter familiar. Las con­versaciones que allí hubo fue con gente amiga que estuvo en la campaña...

-¿Pero usted ig­noraba que hay vivazos y criollazos que empezaron a seguirlo después de que usted ganó las elecciones para ver qué podían sa­car?

-Claro que existen ese tipo de perso­nas...

-Admite, en­tonces, que en ese aspecto cometió usted errores...

-Bueno, recibir a la gente no creo que sea un error porque son compatriotas, no?

-Bueno, una lobista es com­patriota, sí, pero también es lobista. el problema es que está llevando agua para su molino...

-No sé a cuántos lobistas les habré dado la mano, pero tenga por seguro que jamás he dicho “tráiganme a esa persona” sabiendo quién es... Ni siquiera se me ha pasado por la cabeza eso...

-Ahora tendrá usted mucho más cuidado con sus contactos...

-Sí, tengo que tener mayor cuidado y tengo que saber identificar a las personas.

-La corrupción, usted lo sabe, es un monstruo grande y pisa fuerte...

-Va a seguir pisando en la medida en que le cedamos el espacio. Y yo quisiera aprovechar estas páginas para invocar a las personas más idóneas que tiene el país y que se acerquen al gobierno para hacer esta lucha contra la corrupción.

- Pero algunos dirán con escepticismo, qué hace el presidente convocando a los más calificados cuando, al mismo tiempo, nombra a Salaverry en Perupetro?

-Pero ese es el caso en que llamamos a gente que ha sido crítica con nosotros. Y ese es un llamado que también le hago a la oposición: que ven­gan y nos demuestren que están interesados en el bien­estar del país. Que cuando nos equivoquemos nos demuestren el camino correcto...

-¿Qué lo ata, a estas al­turas, a Vladimir Cerrón?

-Nada en concreto. Usted sabe que para llegar al gobier­no se necesita un partido polí­tico. Todo el mundo sabe que he llegado acá por Perú Libre y el señor Vladimir Cerrón es el secrrretario general de ese partido. Y lo que hemos hecho en estos días es convocar no solo al secretario general de Perù Libre, sino que hemos abierto las puertas a todos.

-Pero Cerrón no es parte de todos. Cerrón se cree su jefe, el jefe de usted.

-Bueno, eso tendrá que preguntárselo a él.

-Le pregunto a usted: ¿se siente subordinado de Cerrón?

 

 

-No, para nada.

-¿Se siente igual a Ce­rrón?

-Tampoco. Yo soy el presi­dente de todos los peruanos y si el doctor Vladimir Cerrón tiene una postura política y es secretario de un partido tam­bién tiene que entender que el gobierno tiene que abrirles la puerta a todos los partidos, a todas las organizaciones, a todo el país.

- Asì amenace con quitarle el apoyo de la bancada.

Yo creo que el doctor Cerròn tiene que ser respetuoso de su propia bancada.

-Es tan respetuoso qwue Bermejo ya le quitò curules para crear un grupo màs cercano a Palacio

-Bueno, eso es parte de la democracia y a la democracia hay que entenderla. Y si no la entendemos en el ideario, la podemos entender en la práctica.

-Bienveni­do lo que ha hecho Ber­mejo, enton­ces...

-Bienveni­das las acti­tudes que se toman por el bien del país...

-Quién hu­biera dicho que usted se iba a sentir más afín con Bermejo que con Cerrón... La vida está llena de sor­presas...

-(Guarda si­lencio)

-Cuba, se­ñor presiden­te, ¿es una dictadura comunista o no?

-Yo tengo que ser respe­tuoso de la po­lítica exterior y respetar la so­beranía de los países...


-¿Nicara­gua es una versión de­pravada del sandinismo de los años 70?

-Mantengo lo que le acabo de responder...

-O sea, se lava las manos olímpica­mente, señor presidente...

-No me es­toy lavando las manos. No me gustaría que otro país se entrometa en la política del Perú.

-¿Es usted comunista?

-Para nada.

-¿Es usted marxista-leninista?

-Tampoco.

-¿Qué es usted ideológi­camente?

-Soy un hombre del pue­blo...

-Pero esa es una frase. Yo también soy un hombre del pueblo..

-Soy un hombre del pueblo que creo en la democracia.   

-O sea que usted no comparte eso de “las pelotudeces  democráticas”...

-Yo concibo la democracia como una participación acti­va y en forma responsable. Y creo que a veces cometemos ciertos exabruptos cuando se quiere sacar políticamente al­gunos réditos...

-¿Usted ha lanzado al­guna vez algún exabrupto del que se arrepienta?

-Quién sabe en la época de estudiante, cuando uno no tiene la visión o la esperanza de que los pueblos sean escu­chados.

-Siendo candidato, ¿no lanzó ninguno? ¿Recuer­da cuando dijo que iba a prohibir las exportaciones de productos que se fabri­caran en el Perú? ¿Ese no fue un exabrupto de escalofrío?

-No fue esa la intención. Creo que también se entendió mal.

-Pero usted dijo eso...

-Lo dije como agricultor, me refería a los paperos, no fue mi intención asustar...

-¿No fue un exabrupto cuando dijo que iba a des­activar la Defensoría del Pueblo, borrar del mapa a las empresas transnacio­nales...?

-Se entendió como que yo era una persona que venía a desestabilizar y quebrar las instituciones. Y eso, como se ve, no ha sido así.

-¿Qué queda de ese Cas­tillo que amenazaba tanto?

-Algunos siguen pensando que soy una amenaza. Yo creo que hay la necesidad de poner una mesa abierta para corregir algunas cosas que, valgan ver­dades, es necesario corregir.

-Si alguien le diera superpoderes, ¿cerraría el Congreso?

-Nunca pasó por mi cabeza.

-¿Nunca?

-¡Jamás pasó por mi cabeza esa posibilidad!

-Es usted un santo va­rón, señor presidente...

-Yo creo en este Congreso y creí durante la campaña en él. Durante la campaña de la se­gunda vuelta me encontré con congresistas electos y pensé: ahora sí que va a cambiar este Congreso...

-Pero no fue así...

-Lo que el Perú tiene que entender es que seguir en la confrontación no es algo que nos conviene. Quebrar el equilibro de poderes no so­luciona nada, a pesar de que mucha gente, en mis viajes a provincias, me sigue pidiendo que cierre el Congreso.

- Aunque usted sabe que la mayoría del Congreso lo que quiere es vacarlo

Entiendo que el objetivo no es sacarme sino volver a posicionar a una clase política para tener al pueblo olvidado...

-Bueno, pero eso pasa por sacarlo de la presiden­cia...

-Pero ese es su sueño, el sueño de algunos...

-¿Qué es lo que más le ha costado aprender en estos meses?

-Conocer a las personas, mi estimado.

-Explíqueme.

-Es fácil ser candidato y lle­gar a ser presidente. Pero es difícil gobernar.

-¿Es tan difícil como te­mía o es aún más difícil?

-Al inicio, sí. Pero uno se va dando cuenta de que no todo lo que le dicen es color de rosa. Y uno se da cuenta de que hay personas que traen cosas en su mochila.

-¿Hay gente a su lado que lleva la cuenta de las metidas de pata? ¿Tiene usted asesores de ese ni­vel?

-Sí, pero a veces uno re­cibe consejos que lo condu­cen a más problemas.

-¿Es usted un hombre desconfiado, no?

-Uno tiene que aprender a desconfiar.

-Sobre todo después de dejar que lobistas ha­gan de las suyas...

-Sí, me apena mucho. Reitero para que las perso­nas que aman al país nos acompañen en este gobier­no...

-Presidente, usted empezó cargado de ex­pectativas. Y ahora tie­ne, según Ipsos, 60 % de desaprobación a nivel nacional. Es un gobier­no que tiene seis meses y parece estar en escom­bros. ¿Cómo lee eso?

-No me extraña porque así empezamos la campaña. Cuando empezamos la campa­ña nadie sabía que existía un Pedro Castillo y ahora estoy seguro de que cumpliremos los sueños que el Perú me ha encomendado.

-Pero, señor presidente, usted ha perdido 30 puntos de popularidad...

-No le tengo tanta fe a las encuestas, que son lecturas de momentos. Estoy más preocupado por la pandemia y la salud de la gente. Estoy preocupado porque los niños regresen a las escuelas. Estoy preocupado por los pueblos que son víctimas de la anemia, de la pobreza, sin carreteras. Me preocupa el problema de la delincuencia.

- Dìgaselo entonces al ministro Avelino Guillen

Yo veo al doctor Guillen preocupado por este espacio y tengo una reunión pendiente en las próximas horas y vamos a dar todo el esfuerzo para que las calles vuelvan a la tranqui­lidad. Más allá de encuestas y opiniones, tenemos que seguir gobernando y luchando... Y para eso se necesita hombres de fe, como el doctor Guillén...

-¿No está usted subesti­mando la medición que re­flejan las encuestas?

-Soy consciente de que hay problemas que debemos em­pezar a resolver de manera inmediata. Así como hemos combatido la pandemia -y desde aquí felicito a las au­toridades de salud comprometidas-, así, con la misma intensidad, tenemos que combatir el problema de la inseguridad...

-¿Cuál es el mayor logro de su gobierno?

-Tener a mi pueblo sano, vacunado. Y eso lo vamos a enlazar con la atención pri­maria de la salud. Tenemos que acabar con las postas colapsadas y para ello tenemos que movilizar al gabinete, al ministro de Economía, a los gobernadores regionales, a los alcaldes. Y lo mismo con los colegios que tienen quebrada su infraestructura y eso hay que remediarlo antes que em­piecen las clases. Eso es para mí gobernar...

-El Congreso le ha pues­to un candado de acero al asusnto del referéndum para una Asamblea Constituyente.

Veo que el congreso tiene su propia agenda. Yo creo que hay que mirar otras experien­cias, lo que acaba de pasar con la hermana república de Chile, por ejemplo. Allí, cuando el Ejecutivo y el Legislativo ac­tuaban como hoy se está ac­tuando en el Perú, salió el pue­blo y determinó su destino.

-¿Está usted imaginan­do un movimiento social violento como el que sacu­dió Chile?

-Lo que creo es que nos de­bemos al pueblo. Todas las instituciones se deben al pueblo.

-¿Va a insistir entonces con la asamblea constitu­yente, con el referéndum, con la nueva constitución?

-Nosotros daremos cuenta al pueblo de lo que se está ha­ciendo...

-¿Va a apelar al Tribunal Constitucional?

-No lo descartamos.

-Se trata de un Tribunal Constitucional conserva­dor que probablemente también le diga no. Si eso sucede, ¿qué va a hacer? Va a tener que decirle a la gen­te: desisto. ¿Está prepara­do para ello?

-El pueblo sabe qué cosa está haciendo cada uno. Por nuestra parte, vamos a agotar todo que corresponde al Gobierno en el marco de la norma...

-¿En el marco de qué norma?

-De lo que manda la cons­titución actual. En esa pers­pectiva está que apelemos al Tribunal Constitucional.

-Pero insisto: ¿y si el TC le dice que no?

-Informaremos al pueblo.

-El pueblo lo sabrá por la prensa... ¿No me quie­re contestar porque tiene planes secretos o es que no sabe lo que hará?

-Aquí no hay planes os­curos de ningún tipo. Lo que tendríamos que hacer es de­cirle a la gente que agotamos todas las vías para cambiar constitución. Si el Congreso quiere cerrarle las puertas a voluntad de la gente, esa sea su responsabilidad. Siempre hay que estar en sintonía con el pueblo.

-Esta apelación al pueblo empieza a sonar nostálgica. Porque, ¿de que pueblo hablamos? ¿Del pueblo que lo ha empezado a abandonar, según las encuestas? Es evidente que hay gente que, habiendo votado por usted y en contra de la derecha, ahora le ha quitado su respaldo...

-Yo no siento eso, señor Hildebrandt.

-¿Y cómo hace para no sentirlo? ¿toma algún alucinógeno?. Deme su receta

Cuando estoy con la gente en los pueblos no siento nada de eso. Y pregunto y allí nadie los ha encuestado; a quienes les preguntan.

¿Siente usted respaldo popular a la hora de los viajes?

-Por supuesto. Lo invito a que me acompañe.

-Pero digamos que mu­cha gente puede aplaudir a un presidente que acude a su pueblo. Eso puede ser agradecimiento o apariencia.

-No hablo de aplausos. Lo que digo es que mucha gente nos siente comprometidos con sus luchas, con sus de­mandas. No hablo de aglome­raciones sino de trabajar junto a alcaldes y gobernadores. Eso es lo que el pueblo aprecia. Tenemos 200 años de vida republicana y hay pueblos enteros que siguen claman­do por tener agua potable...

-¿No cree que muchas veces ha dado la impre­sión de confusión, inse­guridad, fragilidad?

-¿A qué se refiere?

-Me refiero a declara­ciones por aquí, declara­ciones por allá, nombra­mientos que luego son fugaces. Por ejemplo, no está claro si usted cree en la economía social de mercado. ¿Usted cree en eso?

-¿Cómo que no está cla­ro? Se sacó la careta la gente que decía que Castillo llegó para expropiar. ¿A quién hemos expropiado? ¿A qué inversionista le hemos qui­tado algo? Reitero desde este espacio que hay que lla­mar a la inversión privada.

-¿Cree usted en la in­versión privada?

-Por supuesto.

-¿Y el papel del Estado?

-Deben ser fuerzas que se sumen. Tanto la inver­sión pública como la priva­da deben concurrir a mejorar el país.

-¿Quiénes lo asesoran? Dicen que hay un grupo de paisanos, un grupo de maestros, un grupo de pre­feridos...

-(Ríe).- No tengo asesores individuales sino es un colec­tivo. Hay que escuchar mu­chas opiniones, sobre todo ahora cuando estamos aboca­dos en recuperar la situación económica después de los estragos de la pandemia...

-Le pregunté a Fernan­do Tuesta: ¿cuál crees que ha sido el peor error de Castillo? Y su respuesta fue instantánea: no darse cuenta de sus limitaciones y no llamar a la gente adecuada. ¿Qué le parece?

-Es un hombre de opinio­nes saludables y reflexionaré sobre ese punto de vista...

-Es usted consciente de que sus limitaciones como todos somos conscientes de las nuestras?

-Soy consciente de que se han cometido ciertos errores y estamos acá para enmendar­los.

-¿O es que su ego le im­pide reconocer sus limita­ciones?

-No tengo ningún ego. Cuando tengo alguna duda, pregunto. Yo vivo aprendien­do y preguntando.

-Aunque a veces se aprende a cachetadas.

-A cocachos aprendí, decía ese poema. Pero las cacheta­das deben venir de gente que sabe y que quiere al Perú.

-Cuando le cayó la presi­dencia del cielo, ¿qué sin­tió?

-A mí nada me ha caído del cielo. Y yo siempre tuve con­fianza de que podíamos llegar muy alto. Luchamos para eso. Nos enfrentamos a una gran maquinaria y ganamos. ¿Qué sentí? Pues una tremenda res­ponsabilidad. Y ahora segui­mos luchando y aprendiendo de los errores.

-Hasta ahora no me ha dicho cuál ha sido el mayor error de su gestión...

-No saber a veces conocer a las personas... Usted ve a gen­te que cree idónea y después se pregunta: ¿dónde está lo que me dijo? O ve a gente que se involucra en otras cosas.

-¿Cuál es su verdadera imagen? ¿La del campesi­no ingenuo o la del astuto profesor que está creando el partido magisterial?

-No soy el gestor del parti­do magisterial. Es una convo­catoria del propio magisterio. Está en su derecho.

-Tuvo usted vínculos con el CONARE, de eso no hay duda. ¿También los tuvo con el MOVADEF?

-Analicemos esto. Los maestros fuimos testigos de la división del movimiento ma­gisterial y lo que dijimos fue: Basta. Entonces, los que teníamos esa inquietud preguntamos: ¿qué es el CONARE?

-¿Y quién le contestó?

-Fueron varios maestros.

-¿Nadie del MOVADEF?

-Ni siquiera sabía que exis­ta el MOVADEF.

-Era usted ingenuo entonces.

-Lo que queríamos es que las escuelas públicas mejoraran, que los maestros siguieran luchando por sus derechos. Nada teníamos que ver con el MOVADEF. Con quienes teníamos que ver era con los maestros de base que el SUTEP ya no escuchaba. Por eso se creò el comité de reconstitución y reconstrucción del SUTEP, que eso fue el CONARE. Después, con el tiempo, nos enteramos que hubo intentos del MOFADEF de meterse en la organiza­ción del CONARE. Ese fue el momento en que hicimos un deslinde absoluto con el MO­VADEF.

-Muchos se siguen pre­guntando: ¿qué hace un campesino en Palacio?

-Trabajar por el país.

-Los domingos por la noche, cuando enciende la tele, siente usted miedo?

No leo periódicos ni miro la televisión

-¿Sigue usted siendo conservador en temas como el aborto o el matrimonio homosexual?

-Hay un proyecto de ley que se está trabajando en el Consejo de Ministros y me voy a reservar de responderle.

-Pero usted, personal­mente, ¿ha cambiado?

-Sigo siendo el mismo. Yo vengo de una familia religio­sa...

-Que rezaba antes de comer?

Y lo sigo haciendo. Y lo voy a seguir haciendo

-Sin embargo, tiene usted fama, entre comillas, de ser un aventurero extraconyugal. ¿Lo desmiente?

-(Sonrojado).- Imagínese hasta dónde llega esta entre­vista...

-¿Es lo peor que han di­cho de usted? Le han dicho terruco también...

-Han dicho que yo tenía una hija fuera del matrimo­nio...

-Como García Márquez, en todo caso

Pero en mi caso es falso

-Su esposa confía absolutamente en usted

Como yo de ella

-A què personaje de la historia del Perú o del mundo admira?

-A José Mujica, el expresi­dente de Uruguay. Le mando desde aquí un gran saludo. También admiro a mi padre.

-¿Qué admira en él?

-Todo: su valor, su fuerza, su vigor, el amor a la familia, su persistencia. A pesar de que mi padre es una persona iletrada...

-¿Es analfabeto?

-Mi padre conoce una O que, seguida de una raya, se convierte en su firma. Mi ma­dre tuvo sólo un día de escuela y somos nueve hermanos que amamos a nuestros padres. Y desde esta revista, que siempre he leído, lo que quie­ro es mandarles un abrazo a mis padres...

-Algunos dicen, y soy uno de ellos, que usted se aferra al sombrero por­que el sombrero es su única identidad inamovible. ¿Qué magia le atribuye usted al sombrero para no despren­derse de él?

-Créame, mi esti­mado Hildebrandt: nosotros nos cria­mos con sombrero. ¿Por qué me lo ten­dría que quitar?

-¿Pero por qué imponérselo a to­dos? La pregunta en realidad es esta: ¿por qué no se lo puede quitar? Si alguna vez visita al Papa, ¿se quitará el sombrero?

-Me lo quitaré para entrar a la igle­sia de San Pedro, eso sí (ríe).

-¿Nicolás Ma­duro es su amigo?

-No.

¿Venezuela es un ejemplo a se­guir?

-En salud, quién sabe. Nosotros tam­bién podemos ser un modelo para otros países. Somos un país rico que no ha sabido administrarse.

-¿Cómo le gustaría ser recordado?

-Como alguien que creyó que el Estado podía acercarse al pueblo. También como alguien que se preocupó por la educación. Nada Màs. <>-

1 comentario:

  1. Hildebrant siempre maravilloso, y no, el pueblo no le ha quitado el respaldo al presidente a pesar de que la prensa (con sus infiltrados) y Norah Cordoba (fujimorista) lo enloden. Quienes leemos y estudiamos sabemos de las intenciones de los empresarios por seguir mamando del Estado y arrinconando al pueblo para destruir el ambiente del Perú no tiene limites.

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