viernes, 16 de julio de 2021

 FELICIANO PADILLA NARRA EL TRAJINAR DE

EZEQUIEL URVIOLA,

INVICTO LUCHADOR Y LÍDER CAMPESINO

Por LOS ANDES 16/07/2021

Feliciano Padilla narra el trajinar de Ezequiel Urviola, invicto luchador y líder campesino, en su nuevo libro

“No es necesario tener los restos de Ezequiel, es suficiente que haya existido”. El epígrafe es de José Carlos Mariátegui, cuando le comunicaron que había “desaparecido” el cuerpo del vernáculo e invicto luchador y líder campesino, cultivadísimo organizador popular y héroe silenciado, Ezequiel Urviola, luego de ser torturado, escarnecido y permanentemente perseguido por la policía política del dictador Leguía, quien, ladinamente, engañara a todos con el cuento de que era defensor, impertérrito de la raza indígena.

Y estas se hallan en “Ezequiel. El Profeta que incendió la pradera”, novela del gran escritor puñeno Feliciano Padilla Chalco, recientemente publicada por el Fondo Editorial Cultura Peruana, que dirige el poeta Jorge Espinoza Sánchez.

El volumen, de cerca de 300 páginas, escritas con una prosa admirable, recrea las vicisitudes de la vida de un gran mestizo, Ezequiel Urviola, quien, motu propio, asume la identidad de indio, al usar un atuendo que caracterizaba a aquellos sectores, los más desvalidos de la sociedad, no obstante lo cual estudia, en la Universidad de Arequipa, la carrera de abogado, que no culmina, por dedicarse plenamente a la encendida defensa de los “humillados y ofendidos” de su región. (…)

A tanto llega su inquietud cultural –era un estudioso empedernido– que, por mediación del autor de los 7 Ensayos, enseña cursos para los trabajadores analfabetos en la Universidad Popular González Prada.

Esta novela, al recrear la vida de Ezequiel, nos conduce al tiempo histórico –entre los años 20 y 30– de plena insurrección del movimiento popular, al que nuestro protagonista sirve de manera integérrima.

Como escribe el joven maestro sanmarquino, Mauro Mamani Macedo, en un magistral ensayo, que sirve de colofón a la novela, “la obra de Feliciano Padilla es vasta y múltiple. Ha publicado poesía, ensayo, testimonio, artículos de periodismo cultural, tradición oral, cuentos y novelas”, destacando “porque su trabajo paciente con la palabra procura textos limpios y nutridos de ideas”.

He aquí, pues, la clave: no hay un regodeo estético ni esteticista, sino que la palabra responde al reto que su tiempo le ha planteado.

Y, en efecto, todo concluye en que esta obra “lleva al personaje histórico Ezequiel Urviola a un nivel simbólico…” que nos conduce a “una novela circular, como el tiempo mítico, que empieza y acaba en el hospital Dos de Mayo” (donde Ezequiel es llevado, directamente, de una de las ergástulas de la dictadura leguiísta, para tratarse por el agravamiento de su TBC, la misma que lo conducirá a la muerte).

Y, así, de este modo, “A las cuatro de la mañana del día martes 27 de enero de 1925, luego de un sueño apacible, el corazón gigante de Ezequiel dejó de latir para siempre”, escribe Feliciano. (…)

No obstante la conocida marginación que el abominable centralismo limeño le endilga a los autores de provincias, Feliciano Padilla Chalco ha recibido sendos reconocimientos nacionales, como figurar en antologías notables del cuento de Petroperú, 1994 y 1997, Narradores peruanos de los sesenta (1994), El cuento peruano en los años de la violencia (2000), para solo citar algunos.



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