DE VARGAS LLOSA
José Luis
Ayala.
Les
hago llegar un texto referente al último libro de Vargas Llosa, del que nadie
le ha preguntado. "La llamada de la tribu". En Arequipa, las
transnacionales de la publicidad del consumo letal y desinformación, le han
armado un panel ideal. Periodistas inocuos, escritores desideologizados,
rentados por agencias que combaten a los pueblos y movimientos insurgentes,
cumplen un trabajo ideal para el sistema necrofítico, que tanto daño hace a la
humanidad, particularmente al Perú. Las preguntas amañadas hacen de Vargas
Llosa sea una voz irrefutable. Solo nos queda esta clase de comunicaciones. Un
abrazo sideral. (JLA)
¿Qué necesidad tenía Mario Vargas Llosa
para escribir un libro provocativo como La llamada de la tribu? ¿A
qué se debe su permanente obsesión negativa en referencia a su militancia en el
Grupo Comunista Cahuide de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos?
¿Cuántas veces repetirá que al mismo tiempo de rememorar, desprecia a los
maestros que formaron su juvenil conciencia crítica? ¿Por qué se opone a toda
clase de reivindicación social y defensa de los derechos humanos que surgen en
varias partes del mundo? ¿Por qué hasta ahora no hay un trabajo sicoanalítico
en referencia a su controvertida personalidad política? Lo que sucede es que
todo cuanto ama, odia, critica, niega, afirma y escribe lo hace desde su firme
convicción de converso.
La palabra
converso generalmente se refiere a quien repentinamente realiza una conversión
religiosa, política e ideológica. Se llama también así al apóstata o renegado
que desde su convicción religiosa, renuncia o abandona su antiguo credo. Se
denominaba cristiano converso a quien habiendo pertenecido a otra iglesia se
incorporaba al cristianismo. El término se aplicaba de modo especial a los judeoconversos y también a los moriscos. Cuando los Reyes Católicos consolidaron el poder político en España en 1492, promulgaron el Decreto de Expulsión de quienes no eran católicos. Esta determinación produjo una enorme cantidad de conversiones de judíos y musulmanes al cristianismo. Todo para defender a sus familias, pero sobre todo sus grandes negocios y propiedades. Después de cinco siglos de radicación, los “moros” no podían renunciar a todo cuanto acumularon y poseían para regresar sin nada a sus países de origen.
Pero los
conversos de los últimos años, no fueron bien aceptados por los viejos
cristianos ni conversos con poder político y económico. Los nuevos
judeoconversos fueron víctimas de permanente desconfianza, muchos fueron
sancionados y expropiados injustamente. La cuestión era “bautizarse o emigrar”
o sea, bautizarse y judaizarse. Se fueron de España los judíos de convicción,
generalmente los pobres que no poseían bienes ni familia. Los
judeoconversos con antepasados hebreos de hecho tenían un pecado mortal. Se
ponía en duda sus conductas y comportamiento cristiano. Muchos de ellos al
mismo tiempo de ser cristianos, mantenían la religión de sus antepasados. Se ha
calculado que a principios del siglo XVI, vivían en España 300.000 conversos,
es decir 5 ó 6% de la población. Cien mil fueron interrogados, castigados,
torturados y encarcelados por la Inquisición.
El converso
moderno entonces, es quien traspasar la delgada línea que divide a una doctrina
y convicción política. Las razones pueden ser válidas o no. Todo es discutible
en la medida que se respeten los argumentos dialécticos. Pero todo converso
político e ideológico se caracteriza por su agresión verbal, desmedida pasión y
permanente enfrentamiento con quienes tienen otro concepto de la realidad y
visión del mundo. Sobre todo, desarrollan un ataque frontal a quienes
considera “enemigos” y no personas que piensen de distinta
manera.
Por eso, es importante tener en cuenta lo
que Vargas Llosa afirma en referencia a los inicios de su formación ideológica:
“Descubrí –dice el novelista– la política a mis doce años, en octubre de 1948,
cuando el golpe militar en el Perú del general Manuel Apolinario Odria derrocó
a presidente José Luis Bustamante y Rivero, pariente de mi familia materna.
Creo que durante el ochenio odriísta nació en mí el odio a los dictadores de
cualquier género, una de las pocas constantes inolvidables de mi conducta
política. Pero sólo fui consciente del problema social, es decir, de que el
Perú era un país cargado de injusticias donde una minoría de privilegiados
explotaba abusivamente a la inmensa mayoría, en 1952, cuando leí La
noche quedó atrás de Jean Valtin, en mi último año de colegio. Este
libro me llevó a contradecir a mi familia, que quería que entrara a la
Universidad Católica –entonces, la de los bien peruanos– , postulando a la
Universidad de San Marcos, pública, popular e insumisa a la dictadita militar,
donde estaba seguro, podría afiliarme al Partido Comunista”. 1
No es verdad. Vargas Llosa miente o
fabula. No sabía que en San Marcos conocería especialmente a Lea Barba y Félix
Arias Schereiber, quienes lo indujeron a leer libros esenciales para que
tuviera una distinta visión, de lo que le habían enseñado acerca del Perú en el
Colegio Militar Leoncio Prado. Lea Barba y Félix Arias Schereiber pertenecían
al Grupo Cahuide, una clandestina célula del Partido Comunista Peruano. Solo
después de algunos meses Vargas Llosa empezó a militar convertido en un
fervoroso activista. Sin embargo, después de alejarse e inscribirse en la
Democracia Cristiana, cuando radicó en París se convirtió en militante de
Vanguardia Revolucionaria.
El proceso de mutación política para
convertirse Vargas Llosa en un notable converso, ha tardado muchos años. Fue
notoria su incondicional adhesión a la Revolución Cubana, la defensa de la vida
de Hugo Blanco en el local de Maubert Mutualité en París en 1967. Firmó un
manifestó de adhesión a las guerrillas lideradas por Luis de Puente Uceda en 1965.
Fue miembro de la revista Casa de las Américas y amigo de Haydeé Santamaría.
Viajó a Cuba invitado tanto como periodista y escritor. Hasta que recibió el
Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” en Caracas en 1967 por La
casa verde. Luego se negó entregar el premio pecuniario para apoyar a las
guerrillas del Che Guevara en Bolivia, desde entonces decidió alejarse de la
izquierda latinoamericana.
La llamada de la tribu es
el final de un largo proceso ideológico que ha marcado no solo la conducta
política de Vargas Llosa, sino esencialmente su producción literaria. Conversación
en la catedral es sin duda una notable novela, pero no alcanzan la
misma categoría La guerra del fin del mundo. La fiesta del chivo. El
paraíso en la otra esquina ni El sueño del celta. Así,
el ensayo El pez en el agua termina con La llamada de
la tribu. En síntesis, es el trayecto de un intelectual desde la
juventud hasta la vejez, desde la izquierda leyendo a José Carlos Mariátegui,
George Potitzer y Jean Paul Sartre. Y después a Adam Smith, José Ortega y
Gasset, Friedrich Agust von Hayek, Sir Karl Popper, Raynond Aron, Sir Isaiah
Berlin y Jean-Francois Revel. Para terminar admirando a ufanarse ser amigo
Margaret Thatcher y Roland Reagan, representantes de la ultra derecha mundial y
el nuevo fascismo. Así se completa la pasión de un converso, cuya convicción
empezó en una aldea lejana. ________________
1.- Mario
Vargas llosa. La llamada de la tribu. Penguin
Random House Grupo Editorial S.A.U. Pág. 11. Barcelona. 2018.
(Noviembre 2018)
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