LECTURAS
INTERESANTES Nº 628
LIMA
PERU 5 SETIEMBRE
2014
PAÍS IMAGINARIO
César Hildebrandt
Tomado
de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 216, 5SET14 p. 9
Imaginemos
un país en el que el poder judicial invade las atribuciones del parlamento
para evitar la inhabilitación política de un delincuente que ya ha sido
presidente de la república y que quiere serlo una tercera.
Imaginemos
que, al mismo tiempo, ese parlamento de autoridad erosionada alberga en su seno
a una gentuza innombrable que ha llegado hasta su escaño elegida en tumulto
gracias al apoyo dinerario de caciques locales, narcotraficantes o mineros
ilegales.
Imaginemos
que, aparte del delincuente que quiere reincidir y que tiene el apoyo de
muchos empresarios y buena parte de la prensa, la otra opción electoral de ese
país inventado es la que encarna la hija de un ordenador de masacres y
cómplice de un ladrón de fama internacional que fue su mano derecha. Esa dama
es la rama favorita de ese tronco dañado que está por ahora en la cárcel.
Añadamos que esa señora recibió dinero infecto para que, al igual que sus hermanos,
estudiara en una universidad del extranjero. Digamos también que una tercera
opción electoral es la de un lobista con pasaporte estadounidense y lealtad
suprema al dinero turbio. Y que la cuarta posibilidad podría ser, en caso de
que se animara, la de un cocinero que se ha hecho billonario creando estupendos
restaurantes y leyendas narcisistas sobre nuestro modo de sofreír.
Si ese
país imaginario nos empezara a dar escalofríos, añadamos los siguientes datos:
en esas tierras azotadas por la peste de la corrupción, el alcalde principal
será otra vez alguien que no ha podido explicar cómo es que 21 millones de
soles se esfumaron en sus narices en un asunto de deuda comprada y funcionarios
alquilados y bolsas de dinero trasegadas por testas que no tenían dónde caerse
muertos; la policía es, con honrosas excepciones, una inmensa banda uniformada
dedicada al robo, el chantaje, y el abuso; los gobiernos regionales han sido
copados por ineptos o ladrones, algunos de los cuales ya están prófugos; el
Tribunal Constitucional ha dado sospechosas muestras de defender intereses
concretos en sentencias que jamás debieron ser atendidas por esa instancia; la
Contraloría jamás ha enviado a la cárcel a nadie importante a pesar de la notoria
purulencia de la administración pública; los partidos políticos de carácter
nacional son maquinarias de reclutamiento electoral pero de ellos es imposible esperar
ideas, debates de fondo, perspectivas de futuro, y la mayor parte de sus siglas
ha sido reemplazada, en las provincias, por movimientos comarcales de mirada
estrecha y líderes obtusos notoriamente semianalfabetos.
¿Seguimos? Sí,
sigamos: en ese país imaginario y de pesadilla las elecciones no sirven para
nada porque las promesas electorales se van a la mierda al día siguiente de la
votación y el ganador, de inmediato, es capturado por "las fuerzas
vivas" herederas de la plutocracia tornasolada que siempre gobernó.
En ese país
inverosímil los ministros votan por sí mismos cuando de un voto de confianza
se trata, la prosperidad pasa fugaz, los empresarios coimean si es necesario,
los burdeles se reabren con acciones de amparo, el ministerio público parece
una mesa de partes de la mafia, el narcotráfico toca las puertas de "la
gran política" y la agenda mediática se reduce a la anécdota habiéndose
suprimido la discrepancia cualitativa.
En ese país
perverso el presidente anuncia que un pedacito de playa es soberano pero al
mismo tiempo manda a su ministro del Interior a impedir que los compatriotas lo
visiten porque allí está, para evitarlo, la policía del país que lo detenta. Y
en ese país tragicómico se festejó como un gran triunfo la confirmación de que
su departamento más austral se quedara sin mar y que, en compensación,
recibiera uno a 148 kilómetros de la costa, a donde no llegan sus
embarcaciones pesqueras.
En ese país
poco creíble la historia está plagada de grandes ciclos de bonanza que
enriquecieron a pocos y de muchos tiempos de pobreza donde las élites jamás
sufrieron. El problema es que los períodos de vacas gordas no sirvieron para
crear instituciones ni igualdad de oportunidades ni amor por la cultura ni
admiración por la decencia. En ese país, en el que es tan difícil vivir, el
valor más difundido como referente social podría resumirse en esta frase:
"para cojudos, los bomberos". Y es que los bomberos, que arriesgan
la vida en condiciones muchas veces calamitosas, son voluntarios. Si yo viviera
en ese país, votaría por un bombero. ▒▒
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