Meditando
frente a una cloaca
Escribe: JOSÉ PANIAGUA
NÚÑEZ | LOS ANDES 02 jun 2013
Cuando hace más de una veintena de años; un visitante,
escribió en una revista de Lima; “Puno es un pueblo que vive a orillas de una
cloaca”, se dispararon algunas protestas por radio y el único periódico de
entonces “Los Andes”. Nadie pensó que con el discurrir del tiempo, ese
comentario fuese una realidad, que hoy constituye el problema número uno de
nuestra ciudad.
La bahía de Puno, está contaminada; y con el crudo
invierno serrano y el sol canicular de los días, el mal olor inunda algunas
calles de la ribera y hace correr a propios y extraños.
Desde aquellos años del vaticinio, son muchas las
instituciones, los técnicos, las ONGs, la universidad, los expertos y los
“genios” de la descontaminación; que se han pronunciado, en sendas
conversaciones y conferencias magistrales. Se han formulado brillantes
proyectos, abundantes presupuestos. Los políticos han pregonado a los cuatro
vientos que el problema de la contaminación tiene que ver mucho con la vida
diaria de la gente; y hasta la fecha no se da un paso efectivo para una
solución, ni siquiera mediática.
“Emsa Puno”, la parásita institución que en parte
tiene que ver con la contaminación de la bahía de Puno, tiene a su cargo una
maloliente Laguna de Oxidación, donde se han multiplicado los experimentos, con
aparatos aireadores y graciosamente, hasta con unos puñados de polvo que sirve
para cristalizar el agua.
Durante mucho tiempo, el Lago Titicaca, es depositario
de las aguas servidas y deshechos de las poblaciones ribereñas.
Nuestra preocupación; vale decir de algunas
instituciones, como la Región o el Municipio; cual si fuera una maravilla, han
extraído algunas toneladas de la lenteja que tiñe de verde la bahía, sin tener
en cuenta que esta labor, es un saludo a la bandera; y a mediano plazo,
contribuye a una super reproducción; de tal manera, que no se ha hecho nada,
aparte del gasto y trabajo desperdiciado.
La contaminación de la Bahía de Puno, viene de muchos
años atrás. No hay porque buscar “chivos expiatorios” en este momento; su
origen, no sólo está en el discurrir de las aguas negras de la ciudad de Puno;
está en el relave de las minas “Pampa Blanca”, “Ananea·, “La Rinconada”,
“Choquenuri” y otros asientos mineros de legales e informales.
Sancionar esta negligencia, regular o establecer
normas punitivas, de acuerdo a las leyes en vigencia; corresponde, a la
Fiscalía del Medio Ambiente, que esta de adorno, a la Gobernación, al
Ministerio de Energía y Minas fundamentalmente. Porque a esta altura de los
acontecimientos; corresponde a las instituciones que tienen la misión de
defender el medio ambiente; celebrar un convenio binacional con las autoridades
pertinentes de Bolivia, para que ningún pueblo asentado en las riberas del
Titicaca, tenga al Lago Sagrado, con sus múltiples leyendas como el depositario
de sus desperdicios, y que la población tenga conciencia ecológica y construya
sus pozos sanitarios. Mientras tanto; que Puno, sus autoridades tutelares, en
forma multisectorial, se empeñen cuando antes, a concretizar el proyecto de
erradicar, todas las aguas servidas y desperdicios a una gran planta de
tratamiento, muy fuera del radio urbano.
Dentro los diversos proyectos, que posiblemente
duermen en algún escaparate o escritorio de oficina, de la solemne burocracia
que cada día aumenta en los estamentos de la administración pública, es posible
que exista, el proyecto más factible y más lógico. Sacar las aguas servidas de
la ciudad y bombearlas en uno de sus espacios marginales; y al mismo tiempo,
-repetimos- hacer que cada nueva urbanización, de los pueblos que bordean el
Lago, tenga sus pozos asépticos.
Y finalmente, es posible que este periodista, forme
parte del equipo de los campeones de la teoría. Sin embargo, toda sugerencia
tiene un valor sentimental. Y esto nos basta por hoy.
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