NO ERA LA CARA
César Hildebrandt
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 712, 6DIC14
E |
l problema no era su cara. Ni la edad. Ni los kilos
que sobraban. Ni la ignorancia que derramaba cada vez que abría la boca. Ni
esos trajes que parecían fundas de almohada. Ni los relojes y pulseras que
funcionaban como brillo y tintineo distractivo.
El problema fue siempre su capacidad de ser
moralmente miserable. El problema fue su capacidad de deshonrar cada promesa,
de olvidar cada compromiso, de prevalecer caminando entre charcos y bosta.
Real residencia del gobierno peruano |
Lo que le tocaba era asumir fugazmente la
presidencia heredada y convocar a nuevas elecciones.
Eso es lo que habría hecho alguien que no
despreciara la decencia.
Pero la señora es indecente. Y por eso se vendió al
hampa. El fujimorismo y sus aliados la compraron al peso y le prometieron
protección, impunidad, cofres diversos. El contrato era muy claro: ella no
gobernaría, ella sería una pantalla, ella y unos cuantos payasos frecuentarían
Palacio y mandarían al diario “El Peruano” las leyes que el Congreso del hampa
redactaría y que ella y sus payasos suscribirían como puro formalismo.
¿Pero eso no significaba acaso que gobernaría, de
facto y con la complicidad de un sentenciado y de gente como Luna y Acuña,
Keiko Fujimori, la dueña de esa Cooperativa AELU de la política que es Fuerza
Popular?
¿No era que Keiko Fujimori había perdido las elecciones
del 2021?
Dos obscenidades se juntaron, se sintieron
mutuamente necesarias. La señora que había perdido las elecciones y la señora
que debía convocarlas porque su presidente había intentado un golpe de Estado
de ópera bufa se reunieron en la cima de la desvergüenza y decidieron
coordinar esfuerzos para dar, ellas sí efectivamente, un golpe de Estado de
verdad. Y lo dieron.
Ese es el gobierno que los peruanos hemos aceptado
indignamente.
Ese es el gobierno que ha legislado para la
prosperidad del crimen, para dificultar la tarea de jueces y fiscales, para
hacer del sistema electoral un anexo de sus propósitos, para corromper la
Defensoría del Pueblo, para garantizar en lo posible la impunidad de sus
congresistas implicados en fechorías.
Ese es el gobierno que legisla para los agroexportadores
y que ha acrecentado las cifras del hambre y el número de desempleados.
Ese es el gobierno que empezó con cincuenta muertos
y que ahora intenta retomar el control absoluto del Tribunal Constitucional
elevando a nueve el número de sus magistrados.
Ese es el gobierno congresal de la prescripción de
los delitos de lesa humanidad, de los cambios constitucionales hechos para
destruir instituciones y perturbar la función punitiva del Estado, de los
mochasueldos y el macropresupuesto para sí mismos.
Ese es el gobierno que los peruanos -herederos de
quienes le rogaron a Bolívar que sea dictador, descendientes de quienes
miraron con miedo la resistencia andina de Cáceres, remotos sucesores de
quienes entregaron Arequipa sin disparar un solo tiro- hemos aceptado porque la
derecha nos dice que es lo mejor, que no hay otra salida, que eso es lo que
hay, que callao boca.
El infame pacto traidor |
Aceptar la dictadura del Congreso del hampa nos
asoma al abismo moral y a la erosión sin retomo de la arquitectura democrática
basada en la separación de poderes y en la contención recíproca de
prerrogativas.
Vivir bajo esta dictadura nos embarra a todos. Alguien, en el futuro, nos preguntará, con toda razón, cómo fue que toleramos que la derecha más en paños menores, la de Erasmo Wong y Femando Rospigliosi, la de Keiko Fujimori y Porky, nos gobernara y nos condujera a esta humillación. No sabremos cómo responder. <:>
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