domingo, 30 de junio de 2024

NOTAS SOBRE EL ACTUAL ACONTECER POLITICO EN EL PERU

 CHOLOFOBIA

Por Carlos León Moya

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 691, 21JUN24

Los grandes empresarios del Perú suelen tener una enorme complacencia con cualquier gobierno que les asegure más ingresos. Aplaudieron a Alan García a pesar de lo poco que construyó institucional­mente, miraron con eterna descon­fianza a Ollanta Humala a pesar de que los trató con más cariño del que merecían, y le repitieron a Pedro Pablo Kuczynski una y otra vez que debía hacerle caso a Keiko Fu­jimori, a pesar de que ella venía desmontando de a poquitos lo que había de país.

Rodríguez Pastor
Su cortoplacismo y chatura nos diferencia de países como Colombia, por ejemplo. Y no es que los empresarios colombianos no sean de derecha: lo son, y su origen social es más oligárquico que el de los nuestros, pero tie­nen una comprensión y una visión política que nos hace ver como la aldea de los pitufos.

Por supuesto, durante las pro­testas del año pasado, los empresarios apoyaron como barra brava a Dina Boluarte. Cómo olvidar a Cayetana Aljovín, de la Sociedad Nacional de Pesquería, regalándole atún a la policía cuando llevaban medio centenar de manifestantes muer­tos y una masacre que incluyó entre sus víctimas a menores de edad. Solo faltaba un sticker que dijese “les regalamos atún porque hicieron grated a la gente”.

Nuestros empresarios se mueven por el miedo, por supuesto. Pero hay un miedo que es entendible: el de las pérdidas económicas. Finalmente, la obtención de utilidades es el motor de un empresario. Pero que ese sea el único motor que tienen en mente a la hora de dirigirse públicamente al país para hablar de política en situaciones límite es otra cosa.

Pero le temen a algo más. Para de­cirlo en triste: les temen a los cholos. Cholo que protesta: miedo. Cholo que vota: miedo. Cholo que es votado: mie­do. Durante el segundo gobierno de Alan García, el director de un medio le dijo a un amigo que debía poner una consultora, porque sus amigos, que eran grandes empresarios, “no enten­dían a los cholos”. Y ese debía ser el objetivo de la consultora, ayudarlos a “entender a los cholos”, textualmente. Puede que este amigo -algo fanfarrón- haya exagerado la cita, pero coincide con todo lo que he visto, incluso en el Estado. ¿Cómo piensa la gente en Cusco, ah? No lo sé. ¿Pero qué quieren? No entendemos. Nada Quieren. Son impredecibles. Y de esa incomprensión surge también el temor, por supuesto.

Por todo eso, es notorio el cambio de postura de los empresarios hacia Dina Boluarte.

Hace un año, la única encuesta don­de Boluarte tuvo algún respaldo fue en la Encuesta de Gerentes Generales de “Semana Económica”. En ella, el 71% de los gerentes encuestados aprobaba su gestión, cuando en el país su aprobación era de apenas 14%.

Finalmente, ya no estaba Pedro Cas­tillo, y era lo que más les preocupaba a los empresarios. Además, para decirlo en triste, les controló a los cholos del sur que no entendían. De hecho, el 57% de encuestados dijo que lo que más les preocupaba a futuro era la reactivación de los conflictos sociales.

En los siguientes doce meses, el go­bierno siguió durmiendo al interior de una joyería, y el Congreso ha seguido manejando el país como si fuesen Mobutu Sese Seko (para no decir “dictador africano”) porque, en verdad, hace tiempo que el África subsahariana se parece bastante a nosotros ¿A quién nos podíamos parecer entonces? ¿A Europa?.

Y ahora, la aprobación a Boluarte en­tre esos mismos gerentes bajó a un ridí­culo 12%. Sí, doce por ciento, mientras que en el país está en 6%. La diferencia en la aprobación a Boluarte que había entre empresarios y ciudadanos comu­nes pasó de 57% el año pasado a solo 6% este año. Puneños y empresarios, unidos en la lucha.

Las razones pueden ser varias. Aun­que “Semana Económica” lanza algunas suposiciones, su encuesta misma no muestra que los empresarios hayan ad­quirido algún interés en la construcción de instituciones. En realidad, todo sigue igual que el año pasado, salvo porque ahora no les preocupa tanto la reacti­vación de conflictos sociales (pasó de 57% el 2023 a 31% el 2024). Su principal preocupación es ahora el incremento de la inseguridad, pero el porcentaje es el mismo que el año pasado: 34%. Más bien, las preocupaciones institucionales bajaron ligeramente. La preocu­pación por la inestabilidad del sis­tema democrático pasó de 28% en 2023 a 24% en 2024, y el deterioro de las instituciones pasó de 24% a 22%. Lo que sí aparece ahora, y es interesante, es la preocupación por la corrupción y delincuencia en regiones, con 20%.



Es decir, los empresarios pier­den esperanza porque algunas cosas no avanzan, no tanto por el deterioro del sistema democrático. Sin embargo, sí debe andar rondando una idea. Desde que este gobierno no tiene manifestantes que matar, ha andado sin rumbo como un pollo sin cabeza.

Empresarios y Boluarte se unieron en un pacto de sangre que duró solo un verano. Ahora queda el deterioro y la inoperancia. El congreso cogoteando la caja fiscal, el gobierno entregando todo para que no lo vaquen, y los empresarios aguantando inversiones por temor a que en las próximas elecciones gane un candidato antisistema que ellos deploran, pero que ayudaron a crear. <>

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