domingo, 24 de diciembre de 2023

CONTINÙA IMPUNIDAD A UN AÑO DE LA MASACRE

BOLUARTE FUE CÓMPLICE DE LOS ASESINATOS

A un año de la masacre en Ayacucho, Patricia Correa, exministra de Dina Boluarte, cuenta por primera vez detalles que pintan de cuerpo entero a la actual presidenta de la república

Sonia Suyón

En: HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 667, 22DIC23

E

l jueves 15 de di­ciembre de 2022, cerca de las 10 de la noche, poco después de que las Fuerzas Armadas dis­pararan a matar y acabaran con la vida de 10 ciuda­danos en Ayacucho, entre ellos dos menores de edad, Dina Boluarte recibía en su despacho a sus todavía ministros Patricia Correa Arangoitia y Jair Pérez Bráñez. Su rostro no denotaba mayor angustia frente a lo que estaba ocurriendo. Co­rrea, que hasta ese momen­to era titular de la cartera de Educación, con el celular en la mano, le enseñó uno a uno los videos que da­ban cuenta de la masacre en Huamanga, donde los militares y policías habían disparado a la población durante siete horas. Además le mostro testimonios recogidos en las redes so­ciales -ya que los grandes medios no daban cuenta de estos hechos- y también re­portes de la Defensoría del Pueblo, la de ese entonces.

“Esta no es la información que yo manejo, esta informa­ción no la tengo completa”, repetía Boluarte, mientras sus ministros le daban cuenta de la gravedad de los hechos. Pese a que intentó parapetarse en una supuesta desinformación que sostenía que “la población había emboscado a la policía y por eso habían ingresado los milita­res”, Boluarte no realizó, sin embargo, ni una sola llamada para comprobar esa versión. No convocó a nadie ni pidió explicaciones a los ministros del Interior ni de Defensa para exigir el cese al fuego, que continuó al día siguiente en Huamanga dejando en to­tal más de 50 heridos. Tam­poco recibió ninguna llamada o mensaje durante los cerca de 60 minutos que duró el encuentro con sus entonces ministros. Es decir, escuchó a Correa y a Pérez como si recién se estuviera enterando de la matanza, pero no hizo absolutamente nada para remediar la situación.

¿Que tenía en la cabeza este soldado al disparar a su pueblo?

“Ella nos recibe y nosotros le expresamos la razón por la que estábamos ahí. Ese momento del encuentro es crucial y pudo cambiar el rumbo del país y evitar la tragedia que luego se dio en Puno, pero ella finalmen­te no hizo nada”, recuerda Correa. Y agrega: “Yo no sólo voy para expresarle mi renuncia, también le pedí explicaciones sobre lo que estaba ocurriendo y le dije que en ese momento debía convocar de manera urgen­te un consejo de ministros extraordinario, que saliera a pedir perdón en un mensaje a la nación y que exigiera la renuncia del primer ministro y de los ministros del Interior y de Defensa, que en ese mo­mento era Otárola, porque ellos eran los responsables políticos de esas muertes”.

Patricia Correa, educa­dora de profesión y con maestría en gestión pública por la PUCP, también recor­dó que junto a su ex colega Pérez Bráñez solicitaron a Boluarte que no acudiera al día siguiente a una actividad militar en Chorrillos, como un gesto de desagravio al pueblo de Ayacucho. Bo­luarte, por supuesto, asistió. Y mientras los ayacuchanos al día siguiente lloraban a sus muertos baleados por las Fuerzas Armadas, ella se daba un baño de popularidad militar con esas mis­mas FF.AA. y celebraba en la ceremonia de graduación de oficiales de la Escuela Militar de Chorrillos. Y junto a su ministro de Defensa, ese mismo día, reafirmaba su “apoyo incondicional” a la actuación de las Fuerzas Armadas y de la Policía Na­cional en las protestas.

“Quiero reiterar el apo­yo incondicional a nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional en esta tarea tan sacrificada de controlar el or­den interno”, declaró ese día Otárola, ministro de Defensa que Boluarte siguió conser­vando como tal hasta unos días después, cuando lo nom­bró presidente del Consejo de Ministros.

“Ella (Boluarte) nos dijo que al día siguiente tomaría acciones, que iba a hacer cambios y tomaría deci­siones”, recuerda Correa. Y cuenta que, a la mañana siguiente, viernes 16, volvie­ron a Palacio de Gobierno, que estaba lleno de militares, y se encontraron esta vez sí con el verdadero rostro de la jefa de Estado. “Yo esa no­che no había podido dormir. Estuvimos en Palacio desde las 8 a.m. y la esperamos. Cuando nos vio, lo que nos dijo fue que en ese momento el país requería de un gobier­no fuerte, firme y con mano dura, a lo que yo le respondí que habían muerto civiles a manos de militares y que lo único que hacía fuerte un go­bierno era la democracia sin violencia”, recuerda Correa. Boluarte, más militarizada que nunca, insistió que no había otra salida, que para solucionar la crisis hacía falta mano dura. El encuentro en esta ocasión fue breve porque Boluarte estaba apremiada por ir a Chorrillos, al evento militar. Tras esto, ambos ministros dejaron sus respec­tivas cartas de renuncia en la mesa de partes de Palacio. Fueron los dos únicos ministros de la presidenta que renunciaron aquella vez por las muertes en Ayacucho du­rante las protestas.

Patricia Correa buscó a Dina Boluarte la misma noche de la masacre en
Ayacucho para que cambie el manejo de las protestas. La respuesta de la
mandataria fue elocuente y los resultados sangrientos
“Cuando se cruza la lí­nea de la impunidad, de no reconocer que ocurrió una masacre, que decenas de ciu­dadanos murieron a manos del Estado, entonces se va a tratar de justificar cualquier hecho. Mi apreciación es que si en ese momento Dina Bo­luarte hubiese pedido la re­nuncia de los ministros con responsabilidad política en esas muertes, si hubiese convocado un nuevo gabinete que tuviese claro que la mano dura y la violencia no eran la ruta que había que tomar, otra hubiese sido la historia”, reflexiona Correa desde Moquegua, donde se encuentra trabajando en proyectos de descentralización educativa.

Lo que le sorprendía tam­bién durante los seis días que duró su gestión como ministra de Estado fue la indolencia de casi todo el gabinete. La misma tarde de los sucesos en Ayacucho, en el chat de los ministros donde también estaba Dina Boluarte, la exministra de Educación pidió explicacio­nes a los ministros de De­fensa y del Interior sobre lo que estaba ocurriendo en Huamanga. Y nadie dijo nada. Luego el exministro de Cultura Jair Pérez envió un video donde se veía que los militares disparaban contra la población. Tampoco hubo ninguna reacción. Silencio sepulcral. El día anterior la ministra Hania Pérez se refería a los manifestantes como “terroristas y delincuentes” mientras que la ministra de Salud de entonces, Rosa Gutiérrez, la que recibía los reportes de muertos y heri­dos de las diferentes zonas del país, exigía más firmeza para solucionar la crisis.

"El punto es que no se asumió la responsabilidad política ni se hizo nada por investigar esas muertes. Ha­cía falta reconocer que cuan­do uno asesina termina en la cárcel. Se tenía que dar la mano dura, pero en el respe­to a la vida”, señala Correa.

Las dos primeras muertes durante las protestas fueron en Andahuaylas, Apurimac, apenas al día siguiente de que juramentara el primer gabinete de Dina Boluarte.

“Esas dos primeras muer­tes en Andahuaylas eran ya una tragedia para el país y para el gobierno. Pedí que se investigara y no pasó nada. Al día siguiente Boluarte le encargó a Otárola que viaje a la zona y que lograra res­tablecer el orden, pero él no pudo aterrizar, la población no lo dejó. Al día siguiente, en sesión de Consejo de Mi­nistros, lunes 11 de diciembre, Boluarte le reclamó duramente cómo es que no había podido llegar a An­dahuaylas. Todo el gabinete vio a un ministro de Defensa humillado, disminuido, pero después todo cambió”, dice Correa. En efecto, diez días después, el 21 de diciembre, Boluarte nombró a Otárola jefe de la PCM.

Patricia Correa asistió a :res Consejos de Ministros le forma presencial: el domingo 11, el martes 13 de diciembre y el miércoles 14 de diciembre del 2022, Cuando Otárola presentó los pro­vectos de ley para declarar el estado de emergencia en varias zonas del país.

“Cuando se debatió el 13 de diciembre el estado de emergencia se habló de la amenaza terrorista. Yo soli­cité que eso no podía entrar de una manera tan ligera porque no teníamos esa evi­dencia, pedí que se retirara la palabra terrorismo”, re­cuerda Correa. Sin embargo, Otárola finalmente presentó ese día un proyecto de ley para declarar el estado de emergencia por 60 días en varios distritos de Ayacucho, Huancavelica, Cusco y Junín y lo justificó “debido al accionar de la organización terrorista Sendero Lumino­so facción VRAEM y la sim­biosis existente entre esta organización terrorista y las organizaciones criminales nacionales (...)”, según se lee en el acta del Consejo de Ministros del 13 de diciembre.

Recién el 17 de diciembre, dos días después de la ma­sacre en Ayacucho, Boluarte convocó a consejo de mi­nistros sólo para responder con más represión. Ese día el único punto en la agenda fue declarar la inmovilización social obligatoria en la pro­vincia de Huamanga. Correa y Pérez no asistieron porque ya habían renunciado. Ya no había quien cuestionara las decisiones de los militares, que parecían haber tomado el mando sin necesidad de dar un golpe de Estado.  

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