NO ERA ESE EL CAMINO
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº 607 14OCT22
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n este semanario, como
les consta, le hemos pedido varias veces al presidente de la república que
renuncie.
Lo he escrito más de una
vez, hasta la náusea: Castillo tuvo la oportunidad de su vida y decidió
portarse como un truhancillo.
García sustrajo recursos
aduanales, Fujimori abrió bóvedas de la reserva monetaria, Castillo se quedó
con los vueltos y fue el foraja del cajón sin llave. Igualito es: más allá de
los montos y ambiciones, el maestro que encamaba la esperanza ha terminado en
su breve muladar. Le dieron un gobierno y él creyó que estaba administrando la
bodeguita del medio (pelo).
Pero esto ya lo sabemos
desde hace meses y los lectores de este semanario se han enterado en sus
páginas de todas las pillerías tramadas con el consentimiento o gracias a la
inspiración del señor Castillo Terrones. Eso está claro.
Pero también está claro
que lo perpetrado por la Fiscal de la Nación y sus incondicionales no es la
Acusación Constitucional que prometieron entregar. El documento ofrecido era
una pieza argumental que demostraría de modo suficiente que Castillo había
incurrido en encubrimiento y obstrucción de la justicia, lo que habría hecho
posible que se le atribuyera una infracción constitucional digna de un juicio
político y -eso dependía del Congreso- de una consiguiente destitución.
Ese era el camino
limpio, claro, constitucional, democrático, civilizado. La Fiscal Benavides, sin
embargo, ha optado por la oscuridad y ha construido un alegato digno del jirón
Azángaro.
He leído algunas de sus
páginas más significativas y lo que encuentro es una sucesión de decires que
provienen de gente sometida a prisión y ansiosa por obtener indulgencias
procesales. La Fiscalía ha ensuciado el juicio constitucional que merece el
señor Castillo con una retahíla de delaciones zurcidas que en muchos casos
plantean escenarios inverosímiles y contradictorios. ¿Es creíble, por ejemplo,
que Nicolás Maduro le dijera a Castillo, por teléfono, que contaba con todo su
respaldo para asilar a Bruno Pacheco y a dos de sus sobrinos, tal como lo
sostiene el colaborador eficaz de Código CE03-2022? ¿Quién pudo asistir a ese diálogo
espinoso? Y si eso fue cierto, ¿por qué no se dio, al final, el tal asilo? ¿Es
razonable aceptar, tal como lo dice otro delator premiado, que el prófugo
Pacheco, acosado y furioso, admitió como compensación a su silencio la oferta
de Castillo de nombrar al jefe de la Autoridad Nacional del Agua? Y si eso fue
así, ¿por qué, a los pocos días, salió Pacheco a decir que estaba dispuesto a
colaborar con la justicia? El dueño de la clínica La Luz ha dicho que le entregó
50,000 soles a Bruno Pacheco y Yober Sánchez, sobrino de Juan Silva, afirma que
fue testigo de esa dádiva mugrienta. Hasta allí, todo bien. Entonces aparece,
de la manga de la Fiscal Benavides, un añadido colaborador eficaz que dice: “Yo
sé que 30,000 de esos 50,000 eran para el presidente Castillo”. ¿Cómo? ¿Así se
levanta el edificio de una acusación en contra del presidente de la república?
¿A falta de váucheres e investigación efectiva, la magia de los testimonios,
los eslabones forzados?
Esto no es serio. No es digno. Da vergüenza. Lo que hubiera podido ser una gran misión higiénica, a partir de hechos públicos que tenían peso específico y resultaban devastadores para Castillo, se convierte en un texto chiflado y odioso redactado por abogados de tercera y fiscales vicarios.
El país necesita una
salida honorable. Nos urge abandonar el callejón asfixiante en el que se nos ha
metido. Pero como estamos marcados por alguna maldición, resulta que quien nos
viene a salvar es la doctora Benavides, la que protege a su hermana acusada de
favorecer a grandes narcos por dinero, la que paporretea discursos
ciceronianos con ademanes de velada escolar.
O sea que al presidente
lumpen lo persigue ahora una Fiscal de los arrabales de la magistratura. Y su
segunda de a bordo, la doctora Barreto, disfrazada de amante de Atila, sale a
decir que los inocentes tienen que probar su inocencia. Un grito de huno la
celebra.
Y va el señor Vela, que
funge de comedido, y felicita a la doctora Benavides. Como si estuviéramos en
el Brasil de Moro y Lula.
A mí no me cabe duda de
que la Fiscalía de la doctora Benavides actúa ahora concertadamente con la oposición
más dura. Los que amaron a Blanca Nélida Colán, coautora al lado de Fujimori
de algunas hazañas de la indecencia, deben estar felices. Los que apañaron a
Peláez Bardales, el que sacramentó a Alan García, deben estar percibiendo las
diferencias que hay entre un político profesional de grandes atracos y un
infeliz que se roba las propinas de la misa.
No creo, en suma, que la
corporación de “El Comercio” esté preocupada por la salud moral de este país
que es el nuestro. No creo que el canal del mañoso González, el que fue y es de
los Schütz maletineros, los canales de los Miró Quesada, el que viene de los
Winter, no creo, digo, que esas firmas representen la indignación ciudadana. No
me sumaré jamás a la “campaña ética” de quienes, a lo largo de muchos años,
demostraron optar por la indiferencia o la complicidad.
Los que negaron las
elecciones por “fraudulentas” y fracasaron dos veces en organizar la vacancia
eligieron ahora el camino sórdido de artillar el Ministerio Público y festejar
escombros e inminencias. El país que requería un gran gesto de defensa propia
se encuentra con la señora Benavides, esa Pasionaria de la poquedad. No era ese
el camino para librarnos del picabolsos que tenemos en palacio. Ya no es ira lo
que podemos sentir: es tristeza. <:>
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