lunes, 4 de julio de 2022

OPINIONES ACERCA DE LA POLITICA PERUANA

 ESTADO MAFIOSO

INTENTA DICTADURA TOTALITARIA

Carlos Angulo Rivas

¡Peruanos despertad! No puede haber reactivación económica sin cambio de Constitución. No puede haber Estado de Derecho sin eliminación de la corrupción. No puede haber democracia sin libertades públicas, participación popular y consulta ciudadana. No puede haber gobernabilidad sin separación y equilibrio de poderes. No puede haber periodismo creíble y verdadero si se acepta el libertinaje de los medios de comunicación mercenarios. No puede haber justicia auténtica mediante el prevaricato de jueces y fiscales obedientes a los grupos de poder y a partidos políticos corruptos. No puede haber ley cuando ésta es manipulada por un Congreso de comisarios político-patronales defensores de intereses particulares, nunca los de la nación. No puede haber equidad, empleo pleno, eliminación de las enormes desigualdades y de la pobreza extrema, sin cambiar el fracasado sistema económico neoliberal del libre mercado y la globalización. No puede haber soberanía nacional sin una política exterior independiente en correspondencia a la autodeterminación de los pueblos. Estas sentencias verídicas del día a día pertenecen, lamentablemente, al Perú y están presentes en el padecimiento ciudadano; ellas son las que definen nuestro estado fallido, triste decirlo, al constatar un país ingobernable, impresentable, caótico, descontento y depresivo.  

De acuerdo a las características descritas, muy graves en sí mismas, el Perú vive una etapa adicional del Estado Mafioso construido por Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, fortalecido por Toledo, García, Humala, Kuczynski, Vizcarra y Sagasti, con la finalidad de usufructuar de él en medio de la corrupción endémica existente y el floreciente narco-tráfico. Los tentáculos de la corrupción llegan a casi toda la administración pública y sus instituciones, siendo escasos los funcionarios que escapan a las mafias intocadas y presentes dejadas por el fujimorismo y los gobiernos subsiguientes. ¿Pero es ese Estado Mafioso el que maneja el país? Evidentemente NO. El país está manejado desde más arriba por los monopolios y los oligopolios empresariales, la CONFIEP y el intervencionismo de los Estados Unidos, quienes, en consonancia con las mafias, los medios de comunicación mercenarios, se enriquecen todos en detrimento de la mayoría ciudadana. Ni los políticos ni los magistrados ni los presidentes ni los congresistas, son los mandantes, ellos reciben órdenes pertinentes mientras son alimentados por dinero sucio, “comisiones” y prebendas según los casos. Se ha establecido de esta forma la prepotencia, la arbitrariedad, la sinrazón y abuso del Derecho en el país. Por esa razón se defiende con uñas y dientes la espuria Constitución 1993, puesto que el fujimorismo aliado al Apra y a los partidos de derecha subsiste como fuerza invencible en el Poder Legislativo, Judicial, Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, Contraloría, etc. A este inmoral orden establecido auspiciado por los políticos tradicionales y los medios de comunicación masiva, lo llaman con descaro increíble democracia y estado de derecho, cuando en verdad se trata de una dictadura totalitaria de la clase dominante y sus comisarios políticos instalados en el Estado Mafioso. Por ejemplo, la renuncia-destitución de Kuczynski, el referéndum y cierre del Congreso realizados por Martín Vizcarra significaron el quiebre momentáneo de la hegemonía aprofujimorista que desde su poder en el Estado Mafioso cobró revancha al año siguiente defenestrando a Vizcarra.

El triunfo de la izquierda con Perú Libre y los sectores medios contra Keiko Fujimori demostró el hartazgo de la ciudadanía con el sistema de gobierno y la MAFIA; entonces, se votó por el cambio de sistema económico, político y social, por el cambio de Constitución y la indispensable transformación del país; sin embargo, apenas instalado Pedro Castillo en Palacio de Gobierno, se inició una irresponsable campaña de demolición, irracional y calumniosa, por parte del Congreso y los medios de comunicación contra Castillo, no se olvide que de Agosto a Diciembre 2021 hubo dos intentos de vacancia presidencial. A partir de estos nefastos acontecimientos se ha establecido una mayoría dictatorial corrupta en el Congreso, auspiciada por María del Carmen Alva y congresistas que actúan atrincherados para asaltar el Poder Ejecutivo bajo la consigna deshacerse de los cargos elegidos por la mayoría ciudadana el Presidente Pedro Castillo y la vice-presidente Dina Boluarte, La finalidad GOLPISTA es establecer una dictadura totalitaria del Estado Mafioso desde el Congreso. Además, sabiendo que este poder del estado (Congreso) tiene un apoyo popular nulo en tanto sólo uno de cada diez peruanos lo aprueba. Ninguno de los ex mandatarios post Fujimori movió un solo cabello para desmantelar el vicio de la corrupción estructural en el Estado. El mandato de la clase dominante sobre la frondosa Mafia en los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y en los múltiples organismos derivados: Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Contraloría General, Defensoría del Pueblo, BCR, es absoluto lo cual impide gobernar el país de manera democrática, con visión de futuro y de bienestar general. En esa concepción catastrófica establecida por la Constitución 1993, el Congreso es el peor nido de gente impresentable: corruptos comprobados, golpistas ambiciosos, racistas y fascistas, dirigidos en la actualidad por la jefe del crimen organizado en el Perú, Keiko Fujimori y compinches bajo el asesoramiento del inmoral, siniestro y perverso Vladimiro Montesinos.



En este contexto de laberinto nacional, de caos político insufrible, de crisis económica e inflación galopante, de falta de trabajo, de falta de alimentos y pobreza creciente, resulta más que indispensable una verdadera transformación del Perú. Aquí no se defiende a Pedro Castillo, un hombre perdido en la cancha, demagogo barato, miedoso e ignorante; tampoco al primer ministro Aníbal Torres un legalista desubicado; sino al proceso de transformación prometido. La única labor de Torres ha sido defender al mandatario contra los intentos de vacarlo, sin pensar ni atreverse a tocar lo que el Perú demanda porque no tiene ni mínima idea del significado de cambio económico, político y social. En realidad, aquí se trata de defender a las amplias mayorías que llegaron al gobierno con fe y esperanza de transformar el país y en eso estamos, independientemente de personajes como Castillo y Torres que evaden lo fundamental de los compromisos asumidos en el Plan Bicentenario, y creen estar cumpliendo con sólo enviar proyectos de ley al Congreso como los del referéndum para la Asamblea Constituyente, el de masificación del gas, la de los monopolios y oligopolios, etc. que son archivados sin siquiera leerlos. No entienden que sin confrontar al Congreso constituido en enemigo del gobierno es imposible realizar un solo proyecto. Evitar la urgente confrontación con el Congreso a fin de discutir a fondo los temas de interés nacional será la inevitable caída de Pedro Castillo por vacancia o inhabilitación. Castillo y Torres caen en el juego de discutir minucias a suerte de distracción pública: qué si la Alva, qué si Castillo, qué si Chirinos, qué sí Torres, qué si Cerrón, qué si Keiko, qué si Merino o el payaso Montoya. Mientras la mayoría fascista del Congreso da pasos concretos para tumbarse al gobierno y dar el zarpazo golpista de asumir el Poder Ejecutivo por sí y ante sí instaurando la dictadura totalitaria de un Congreso sin apoyo popular.

Pedro Castillo ha ganado el gobierno gracias a Perú Libre, no porque sea un líder indiscutible o un estadista reconocido. La segunda vuelta fue ganada por la confluencia de toda la izquierda nacional, los sectores populares y medios, que apostaron por la transformación del país en una gesta unitaria propia de la lucha política contra los partidos tradicionales de la derecha y el nefasto fujimorismo. Sin embargo, Castillo ha resultado, en este primer año de gobierno, una frustración debido a su ambigüedad permanente, sus dudosas amistades, su falta de carácter y la sucesión de torpezas. Castillo por cobardía y miedo a los fantasmas de la inseguridad en el cargo ha cedido frente a la arremetida furiosa del Congreso y los medios de comunicación que nunca lo aceptaron como presidente; y en vez de defender la autonomía de la jefatura del Estado con pundonor y coraje prefiere el camino sinuoso de la conciliación, imposible con una jauría de enemigos de clase capaz de hundirlo sin misericordia. Con esa actitud desconcertante en un dirigente sindical, en un luchador social, mantiene un descontento popular congelado porque todavía se espera una reacción definida y contundente. La derecha ha tomado ventaja y sabe lo que hace construyendo una dictadura totalitaria perfecta ajustada a “Derecho” valiéndose del número de votos en el Congreso no en la razón ni en la legalidad constitucional y jurídica. A pesar del total desprestigio, cosa que le interesa un comino, el Congreso está avasallando al Perú con leyes inconstitucionales, captura de organismos claves y todavía pretende darnos una nueva Constitución sin participación de la ciudadanía. Proponer la reelección de congresistas y una cámara de senadores, rechazadas por el noventa por ciento de la población en el referéndum de diciembre 2018, y cambiar 53 artículos de la Constitución, significa atribuirse funciones para las cuales el poder constituido, no constituyente, NO ESTÁ FACULTADO.

Se acusa al presidente Pedro Castillo y a la vice presidente Dina Boluarte de infracciones a la Constitución por legalismos absurdos y ridículos, traídos de los cabellos, cuando el Congreso está cometiendo de manera totalitaria y arbitraria la más grande de las infracciones constitucionales: el cambio de la Constitución para el que no está facultado. Espectáculo grotesco que no puede pasarse por alto. Todas estas irregularidades de corte dictatorial son permitidas por un Poder Ejecutivo débil y pacato, donde Pedro Castillo, sus ministros y asesores, son directos responsables del desbarajuste creado en el país por el Congreso libre de hacer lo que le venga en gana. La pregunta es ¿hasta cuándo Castillo no se respaldará en la reconstrucción de la unidad de izquierda desde el pueblo que lo llevó al gobierno y cumple con las propuestas del Plan Bicentenario? Perú Libre lo ha expulsado de sus filas por su labor de zapa contra la unidad de la bancada de 37 representantes y querer tener un partido propio de corte caudillista siendo militante del partido, por incumplimiento del Plan Bicentenario, por no impulsar la Asamblea Constituyente y por seguir los lineamientos económicos neoliberales rechazados por el voto popular mayoritario contra el continuismo. Pedro Castillo formalmente es presidente de 33 millones de peruanos, pero su mayor compromiso es con la mayoría que votó por él por el CAMBIO, no con quienes lo rechazan, lo humillan y son sus enemigos declarados. Hace tres meses escribí un artículo respecto a que Pedro Castillo sigue una Hoja de Ruta sin firma, es decir un acuerdo subterráneo con los grupos de poder y la derecha para sostenerse en el gobierno, no creo haberme equivocado. <:>

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