HOMENAJE. El más
importante poeta puneño de la actualidad acaba de fallecer en Arequipa. Su
poesía, de filiación andina, no deja de ser moderna. Publicó Choza, Padre Sol, entre otros
libros.
Christian Reynoso
Efraín Miranda Luján, el poeta puneño más importante
después de Carlos Oquendo de Amat, ha fallecido la madrugada del viernes 10 de
abril en Arequipa, debido a la quebrantada salud que tenía desde finales de los
años noventa, motivo por el que decidió irse a vivir a esta ciudad: solo, con
su poesía y sus libros.
Miranda,
llamado el "Poeta indio", publicó los libros Muerte Cercana (1954), Choza (1978),
Vida (1980) y Padre Sol (1998). “Choza” ha sido el más celebrado y conocido y el
que ha marcado un hito en la tradición de la poesía peruana y en la misma obra
de Miranda, ya que definió el corpus de su poética: la expresión de la esencia
y sabiduría del indio y su entorno, en términos estéticos y acaso políticos.
Ernesto More en el prólogo de este libro dijo que su poesía no era
"producto de la simpatía
o amor al indio", sino "la respiración
misma del indio". ¡Y qué respiración!
Pero
tal vez por ello Miranda siempre fue un poeta marginal, con una obra muy poco
leída, más allá de la ciudad letrada. Es recién en los últimos diez años que el
interés académico, sobre todo en algunas universidades de Lima, empieza a prestarle
atención a su poesía, aunque todavía falte dar la debida difusión a su obra. No
obstante, hay algunos estudios e incluso traducciones, que han sido recogidos
con acierto en el libro ¡Soy indio!,
editado por Espino, Mamani y Gonzales docentes de San Marcos.
Efraín
Miranda nació en Puno en 1925. En 1948-50 en Arequipa, conformó el grupo literario
Abemur junto con Oswaldo Reynoso y Aníbal Portocarrero. Miranda les hizo leer a
Rilke. En 1953, llegó por primera vez a Lima, donde publicó al año siguiente,
su primer libro “Muerte Cercana”,
gracias a las diligencias de Augusto Salazar Bondy quien en el prólogo del
libro dice que estos poemas “anuncian a un creador hondo en la inspiración y
excelente en la expresión".
A comienzos de la década del
60, Miranda regresó a Puno para trabajar como profesor una escuela rural en la comunidad
de Jacha Huinchoca, al sur de la capital. Es en este lugar donde establece
contacto con la realidad y el hombre del campo; fascinado por ello, decide
quedarse a vivir allí por más de quince años. Esta experiencia más la cultura
universal que adquirió a través del aprendizaje autodidacta, le sirvió para construir
y nutrir su poesía.
En una entrevista me refirió:
"Todo ese contacto que tuve con los indios en la comunidad cambió por
completo mi cultura y mi forma de percibir la vida y el universo... era otra
sociedad, otra realidad y yo me fui adaptando a ella". En el año 2003, me
contó que estaba escribiendo una novela de tinte autobiográfico, sobre la vida
de un profesor en el campo. En año 2008, me enseñó los manuscritos de un nuevo
libro de poesía enfocado en el tema de la relación amor-máquina. Pero ninguno
de estos dos libros ha salido a la luz por diversas razones, entre ellas, el
posible robo de una parte de los manuscritos, la reticencia de Miranda a
entregar su obra a terceras personas para concretar una publicación, o el impedimento
físico y económico para hacer él mismo las gestiones de publicar, como
acostumbró con si libros anteriores. Ahora que ha muerto, alguien deberá tomar
una decisión.
La soledad y la enfermedad
fueron las preocupaciones que ocuparon la vida de Miranda en los últimos años.
Solo tuvo compañía de algunos familiares y amigos que eventualmente lo visitaban.
Tal vez sea justo despedirlo con estos versos de Muerte Cercana: “Enfermo en
la tierra/deseo vivir en el agua”
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