Escribe : Guillermo Vásquez Cuentas
A mediados del siglo pasado, nació en Puno un movimiento cultural cuyo objeto fue y sigue siendo la práctica de una coreografía popular surgida de raíces tradicionales indígenas, pero adecuada, adaptada, a las necesidades de su exhibición en recintos cerrados o abiertos, ante públicos que podían mostrar no solo criterios de apreciación estética, sino también de valoración artística común.
Tal vez los primeros pioneros de tal movimiento fueron los pocos integrantes del “Conjunto Masías” que realizó algunas presentaciones en Lima, en 1935, como motivo de celebrarse el Cuarto Centenario de su fundación.
No tenemos datos de otras delegaciones o entidades que efectuaban la práctica coreográfica arreglada para escenarios de teatros, hasta junio de 1957 en que se produce el viaje de danzantes y músicos de la Lira Puno y del Centro Musical Theodoro Valcárcel al Cusco, por invitación del Instituto Americano de Arte de esa ciudad, para participar en sendos actos conmemorativos del Cincuentenario del Descubrimiento de Machu Picchu. Las danzas exitosamente presentadas en esta ocasión fueron Marinera y Pandilla, Wifala de Asillo y Kajelo, esta última ejecutada por la pareja Honorio Peñaranda y Susana Manrique. Ese mismo año, se organiza una “Embajada Cultural Puneña” que mostró en la Capital de la República y con resonante suceso, diversos productos en música, pintura y literatura puneñas, cuyos integrantes fueron precisamente personajes representativos en el cultivo de esas disciplinas.
El cúmulo de inquietudes despertadas bajo los aplausos que suscitaron esas muestras, así como las voluntades que surgieron del creciente desarrollo de las prácticas dancísticas y musicales en las pocas instituciones existentes en ese tiempo, tuvieron en la fundación de la Agrupación de Arte Folklórico y Teatro, APAFIT, 30 de julio de 1961, un hito con notable trascendencia en la continuidad y desarrollo del movimiento cultural coreográfico.
Carlos Cornejo-Rosello fue su primer presidente y Director de Danzas. Y con él APAFIT se convirtió en el verdadero laboratorio para los cometidos de adaptar la danza indígena, rural, más o menos espontánea, para que pueda ser mostrada “en tablas” ante cualquier espectador dotado cuando menos de sensibilidad crítica normal para lo artístico. Pero al mismo tiempo que laboratorio fue escuela cuyas enseñanzas se difundieron y aplicaron entre y por organismos sociales con esos fines, algunos pequeños otros grandes, unos efímeros otros duraderos, que -quiérase o no- llevaron y llevan la marca de esa escuela.
Está por escribirse la historia completa de este movimiento cultural y de sus productos organizacionales y artísticos que han entrado a formar parte de esa corriente de cultivo y difusión de la gran riqueza de estampas coreográficas que el arte popular puneño puede mostrar al mundo.
Primera Embajada Folklórica Puneña
Las experiencias ganadas en las giras al Cusco y a Lima, antes mencionadas, generaron la necesidad de continuar este camino. El Instituto Americano de Arte, bajo la presidencia de Enrique Cuentas Ormachea desde los primeros meses de 1962 asume la labor de promoción cultural para que una amplia delegación de danzarines y músicos pueda mostrar en la Capital, parte del acervo cultural puneño en el campo de la coreografía popular, que no es sino el producto holístico, integrado, de la danza y la música populares.
La Embajada Folklórica Puneña quedó integrada por APAFIT en la parte de la danza y por el Centro Musical Theodoro Valcárcel en la parte musical.
Definidas las tratativas con autoridades y personas de Lima, se dio curso al arduo proceso de preparación de las danzas a ser presentadas, las que fueron, en el orden seguido para la exhibición, las siguientes: Morenada, Wifala de Asillo, Kcashua de Capachica, Imillani, Llamerada, Pujllay de Santiago, Carnaval de Ichu, Kullawa, Kallahuaya, Machu Tusojj,
Kcajelo, Pantomimos, Choquelas, Diablada, Marinera y Pandilla Puneña.
Si bien todas esas estampas eran igualmente importantes y requerían los mismos esfuerzos, la Marinera y Pandilla constituyeron siempre, en la vida institucional de APAFIT, objeto de especial cuidado y dedicación, por aparecer como una suerte de símbolo de la entrega a la labor artística coreográfica y del orgullo no oculto de ser puneño.
No solo ante la inminencia de un viaje, sino ante la cercanía de los carnavales, habían personas que cumpliendo naturales aspiraciones pretendían ser danzantes protagonistas en el torrente callejero de la fiesta. Una vez logrado -bajo diversas formas- el especial privilegio de asistir a los ensayos de la APAFIT, pasaban a ser “amansados” a cargo de “amansadoras o a ser “amansadas” a cargo de “amansadores”, a fin que en el lapso de mes o mes y medio de reuniones diarias, puedan transformarse de chúcaros aprendices en pandilleros graduados. Algunas lecturas de documentos institucionales internos, a manera de instructivos, se distribuían para apoyar esa conversión. Solo como ejemplo y por ser de interés, transcribimos el siguiente:
“El “Bastonero” –que es el varón de la primera pareja- comenzará diciendo: ¡con sus parejas, por la derecha! Y las parejas (el varón al lado izquierdo y pañuelo en la mano izquierda; la mujer al lado derecho lleva el pañuelo en la mano derecha, mientras su brazo izquierdo se enlaza y ajusta al brazo derecho del varón), que caminaban primero informalmente en desorden y luego en círculo se pondrán atentas y listas para iniciar la danza. A la voz de ¡Al pasito!..¡Ahora! (o mas familiarmente ¡aura!) todos los danzarines inician la danza pisando el suelo con el pié izquierdo y siguiendo luego uniformemente el paso menudo y arrastrado (y cojeadito) al ritmo cadencioso del huayño pandillero.
Las parejas avanzan siempre con el pie izquierdo delante del pie derecho, lo cual no varía ni en las “figuras” que se ejecutan después. De trecho en trecho ambos se agachan tratando de unir sus pañuelos al tiempo que la mujer pasa ligeramente adelante sin desprenderse; luego de ejecutado ese movimiento durante algunos segundos, la pareja se yergue (el varón pasa ligeramente adelante y a veces ambos retroceden levemente) tratando también de unir sus pañuelos en lo alto. La elegancia del movimiento de la mano llevando el pañuelo, corresponde a la mujer.
Esa secuencia de agacharse y erguirse sucesivamente, avanzando más que retrocediendo, en cierto e imperceptible zigzag, con gracia y alegría, es la forma de avanzar la pandilla por la calle…”
Todo un suceso memorable fue la “Presentación de Despedida” realizada el 29 de Julio 1962 en la Plaza Arenas del Lago, hoy desaparecida. Buena parte del público vio absorto, por primera vez, a mistis –algunas veces sin zapatos- ejecutando danzas de indios. Era un acto de afirmación de la identidad puneña.
En el escenario del Teatro Segura, debutó la Embajada el 4 de agosto de 1962.
En la presentación oral se decía:
La "Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro", formada por cultores aficionados pertenecientes en la vida privada a diversas profesiones libera1es, al magisterio, al empleo público y privado y al estudiantado universitario y secundario de la ciudad lacustre, ha iniciado desde 1961 un movimiento tendiente a exaltar y dignificar usos y costumbres de la cultura india y mestiza del Departamento de Puno.
El ideal propulsor trata de lograr un reencuentro con nuestra personalidad, con todas sus derivaciones favorables y necesarias y demostrar dentro del terruño, del Perú y allende sus fronteras, los valores intrínsecos del alma kolla a través de expresiones valiosas como arte y como creaciones talentosas.
El trabajo realizado ardua y tesoneramente ha satisfecho con creces nuestro ideal. En Puno, Cuzco (en dos oportunidades), Juliaca, Ayaviri, Azángaro, Huancané, Arequipa, Tacna, Lima (en dos oportunidades) y La Paz Bolivia; las danzas del altiplano puneño han triunfado categóricamente. Son ellos y nuestro fervor nativista los que han iniciado una corriente de carácter nacional orientado a estudiar y fomentar el Folklore Peruano por todas las clases sociales sin distinción y por poderosas instituciones públicas y privadas y por el Gobierno del País.
La Embajada Folklórica de Puno compuesta en esta oportunidad por la Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro y el Centro Musical Theodoro Valcárcel, viene a la tres veces coronada Lima con el afán sincero de estrechar en cordial y apretado abrazo a sus hermanos de la Capital y mostrar la evolución que ha tenido el cultivo del arte folklórico de Puno a quienes fueron principalísimos propulsores de nuestra labor”.
Al turno de la Marinera y Pandilla, se leyó lo siguiente:
“MARINERA PUNEÑA. La Marinera tiene dos formas de interpretación claramente diferenciables; la de la costa con música más alegre y de ritmo más rápido, con coreografía en que priman la picardía, la sutileza y 1a gracia; y la de la sierra, de ritmo musical más lento, en cuya coreografía prima el señorío. Pensamos que dentro de las marineras serranas, la Puneña, que es preludio obligado de la Pandilla, tiene una personalidad propia.
PANDILLA PUNEÑA. Es la expresión más cabal del modo de ser, de sentir, de amar y de divertirse, de los puneños. Se baila en Carnavales, lo que hace que estos sean ansiosamente esperados durante un largo periodo lleno de preparativos, emociones y ansiedades. Da prestancia a la fiesta que dura ocho días y que solo es tal, cuando las pandillas 11enan de luz y colorido las calles de la ciudad.
Bailada primitivamente por la cholada o por cholas y señoritos en busca del amor furtivo, ha llegado a todos los niveles sooia1es, la hemos visto figurar en programas de festejos patronales anteriores a 1880 y actualmente no hay reunión para bailar, danza indígena, mestiza o aristocrática que no termine son la clásica Marinera y Pandilla Puneñas.
Cholas versallescamente ataviadas y cholos embozados por mantones de Manila, danzan al son de huayños pandilleros ejecutados por las famosas estudiantinas puneñas.
La coreografía, extensa, complicada, quizá pueda decirse que barroca, es muy vistosa y se ejecuta por parejas que danzan elegantemente a la voz del varón de la primera pareja, que ha heredado el nombre de "Bastonero", del antiguo director que con un bastón de “jilakata” en la mano, ordenaba las figuras y los giros de la danza sin tomar parte en ella”.
En un trabajo anterior sobre un tema conexo (la obra de Enrique Cuentas Ormachea) relatamos:
“Tan pronto como concluyó la primera, danza, Wifala de Asillo y ya apreciados los desplazamientos ágiles y coordinados de sus danzarines, entre ellos las diestras hermanas Santander, el público que abarrotó las instalaciones del Segura,- con José María Arguedas en primera fila y grabadora en mano , estalló en aclamaciones y vivas a Puno.… acababa de inaugurarse la marcha ascendente del arte coreográfico puneño….Estaban previstas sólo dos presentaciones, pero debieron realizarse diez”.
Cesar Miró, Sebastián Salazar Bondy, Emilio Armaza, Solari Swayne y otros intelectuales que lograron asistir a las presentaciones de la Embajada fueron encomiásticos en sus apreciaciones..
Los juicios de valor de José María Arguedas
Hay que resaltar el comentario de José María Arguedas, a los dos días del debut desde las páginas de El Comercio:
"...(los puneños) han ayudado a descubrir el Perú indígena, que en lugar de ser abatido por siglos de esclavitud, alimentado por su tradición milenaria, ha seguido creando luminosamente, dejando un testimonio inmortal de su inextinguible voluntad de sobrevivir y triunfar. Y esa misión la ha cumplido la delegación de Puno. Tenia que ser de Puno".
Producido el retorno de la delegación, José María Arguedas confirmó su gra gran y entusiasta simpatía por el arte popular coreográfico de Puno.
En carta fechada el 31 de Agosto de 1962 y dirigida a Enrique Cuentas Ormachea, escribió:
“…Son ustedes una Delegación que cumplió una labor admirable en Lima, y que no se olvidará… Puedo asegurarle que mis dos artículos fueron bastamente leídos y que indujeron a mucha gente a ir a ver el espectáculo, especialmente a los de la llamada clase "alta" e intelectual a la que era indispensable conquistar, convencer, conmover y hacer que auscultaran el Pe¬rú que ellos jamás han conocido, que lo conocieron de golpe, a través de la música y las danzas que Uds. ofrecieron. Escribí esos artículos con emoción profunda, con amor y la más rendida admiración,… Favor de decirle a las Srtas. Santander que en mi artículo del domingo cortaron un acápite elogioso dedicado a ellas porque el artículo resultó muy largo.”
En carta de 5 de Setiembre de ese año escribe al Dr. Carlos Cornejo-Roselló Vizcardo así :
“… Anoche, en una reunión de intelectuales y de ciertas personas muy vinculadas con las familias importantes de Lima, las funciones que Uds. ofrecieron en Lima fue un tema casi dominante. Tuve el orgullo de comprobar que casi todos ellos fueron al Segura entusiasmados por mi artículo del sábado y por el del Domingo. Ha causado vuestra visita a Lima una verdadera conmoción que yo ha¬ré constar en mi próximo artículo…. El Arquitecto Luis Miró Quesada me decía anoche que pocas veces vio bailarines tan majestuosos como los Diablos Caporales. Le dije que uno de ellos era Ud. y se quedó estupefacto. Habemos hombres no indios que sentimos, admiramos y amamos lo indio profundamente y que podemos por eso interpretar el arte indígena con propiedad; así lo hicieron ustedes. Yo también canto y no tan mal los huaynos más indios de Apurimac y Ayacucho. Ya habrá una oportunidad para que estemos juntos. Mi admiración y respeto para la Agrupación y para Ud. (subrayados nuestros).
Juzgue el lector los conceptos de uno de los más grandes escritores peruanos.
Lima, 22 de febrero 2009
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