domingo, 10 de febrero de 2019

LA COYUNTURA POLÍTICA. OPINIÓN


LIMA PERU               10FEB19
EL PERU QUE QUEREMOS
Verónika Mendoza
Nuevo Perú
LA REPUBLICA, 10FEB19
E
n las últimas semanas hemos podido leer una inusual profusión de reflexiones sobre la propuesta del Nuevo Perú, organización de cuya construcción participo junto a miles de peruanas y peruanos con convicción y esperanza desde hace poco más de un año. Se ha puesto en cuestión nuestra voca­ción democrática, se ha especula­do que buscamos la “destrucción de las instituciones” y la “estatización de los medios de produc­ción”, entre otras especulaciones que, sin embargo, nos permiten abrir un dialogo necesario. Quiero referirme, con espíritu demo­crático, a algunos de los temas planteados.
Necesitamos construir una de­mocracia plena que vaya mucho más allá de una votación cada 4 o 5 años. No podemos, en nombre de una malentendida “estabili­dad”, sostener cínicamente las actuales reglas de juego que ge­neran corrupción y desigualdad, que permiten que mafias y lobbies secuestren nuestras instituciones para poder hacer sus
negociazos con impunidad, que convierten todo en mercancía a merced del poder del dinero: la salud y la educación, los bosques y el agua, la justicia, y hasta la gente, su dignidad y su vida. Necesitamos recuperar la democracia para ponerla al servicio de la gente, con elecciones libres, separación de poderes, reconstruyendo instituciones sólidas, transparentes y abiertas a una ciudadanía organi­zada y movilizada que participe, vigile y fiscalice, con garantías de participación para las mujeres, los pueblos indígenas y los sectores hoy aún marginados.
Necesitamos una economía para la gente, estableciendo prioridades de desarrollo, poniendo or­den y límites a los abusos. Porque es inmoral que las AFP aumenten sus ganancias mientras sus afilia­dos pierden lo ahorrado (mientras la rentabilidad de las AFP bordea el 18%, la de los afiliados ha sido negativa el último año) cuando podríamos, para empezar, abrir la competencia para que los bancos puedan administrar también fon­dos de pensiones y mejorar la ren­tabilidad y, en el mediano plazo, construir un sistema público de pensiones solidario complemen­tado con un mecanismo de ahorro adicional competitivo. Porque es indigno que tras más de una dé­cada de explotación de Camisea los pueblos del sur aún no gocen de ese gas que podría abaratar su consumo de energía y generar miles de empleos con un próspero polo industrial. Porque es inacep­table que miles de familias sean extorsionadas por traficantes de terrenos o expoliadas por inescrupulosas inmobiliarias cuando podríamos tener ciudades planifi­cadas, justas y sostenibles donde la vivienda digna no sea solo un negocio sino un derecho.
Mientras algunos siguen juran­do que salvo la minería todo es ilusión nosotros defendemos una economía diversificada y sostenible, con énfasis en actividades que generen empleo como el agro, el turismo, la industria, etc. No po­demos continuar exacerbando el extractivismo y la dependencia de los commodities que ha causado, entre otras razones, la dramática crisis económica y humanitaria que hoy vive Venezuela.
Necesitamos un nuevo pacto social. Hoy estamos ante la oportunidad histórica de librarnos de todos los corruptos, pero también de cambiar las reglas de juego para que esta vergonzosa historia no se vuelva a repetir. Por eso, no estamos agazapados esperando la próxima oportunidad electoral, al­zamos la voz, estamos en la calle, con la gente, y lo seguiremos es­tando cada vez que sea necesario defender derechos amenazados o apuntalar la lucha contra la corrupción (como seguramente nos tocará hacerlo ahora que los corruptos pretenden boicotear el acuerdo para que Odebrecht confiese quiénes fueron sus cóm­plices).
Debemos seguir vigilantes y movilizados para acabar con los corruptos. Debemos abrir un gran diálogo nacional para construir un nuevo pacto entre peruanos que funde una nueva República sobre la base de la democracia plena, la soberanía, la igualdad en la diversidad, la armonía con la naturaleza, la solidaridad, el amor por nuestra gente y nuestra Patria. En esa tarea debemos buscar con­vencer y comprometer a todos los sectores posibles del país, a través de un diálogo amplio y plural, deponiendo dogmas y prejuicios, porque una nueva República debe superar las exclusiones y discrimi­naciones del pasado e incluir a to­dos sus ciudadanos y ciudadanas.»■

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