POR QUÉ LA ODIAN TANTO
¿POR QUÉ RESULTA TAN
REPULSIVA ESTA SEÑORA?
Américo Zambrano
En HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 742 18JUL25
(…)
El rechazo a su figura es hoy casi unánime: la
desaprueban en todas las regiones, en todos los niveles socioeconómicos, en
todas las encuestas. Es la presidenta más repudiada de toda América Latina. Y
probablemente del planeta.
La población no la recibe con aplausos. La esperan
para pifiarla. Eso no ocurrió con ninguno de sus predecesores, ni siquiera con
Pedro Castillo, su ex aliado. El martes 15, en Iquitos, casi mil
manifestantes, entre obreros, dirigentes de la CGTP y ciudadanos en general,
se concentraron en la Villa FAP para mostrar su rechazo a la presidenta, que
había llegado para participar en el VIII Consejo Regional del Estado. Lo
dejaron claro con gritos, pancartas y legítima furia. La Policía respondió con
gases lacrimógenos y hubo disturbios.
La mandataria no ofreció diálogo. Respondió que los
manifestantes estaban siendo manipulados por intereses políticos. “No se dejen
utilizar”, dijo.
El 21 de junio, en Huancavelica, la presidenta fue
abucheada y pifiada en plena ceremonia oficial por el aniversario de Angaraes.
Cuando la ministra Leslie Urteaga recibía un
obsequio del alcalde para entregárselo a la presidenta, varias personas
irrumpieron con silbidos y gritos de desaprobación. Sus viajes y presentaciones
públicas se han convertido en una rutina previsible: la mandataria aparece y el
ritual del abucheo se repite.
Su impopularidad, sin embargo, no es gratuita. Según
la socióloga Noelia Chávez, el rechazo a Boluarte representa la expresión más
extrema del desencanto político del país.
“El 85 % de los peruanos considera que los políticos
no se preocupan por ellos” -señala- citando el último sondeo de Ipsos sobre populismo.
En ese contexto de hartazgo general -dice Chávez-,
Boluarte “encama el peor de los rechazos que un presidente ha tenido”. Y no por
accidente: “Ese rechazo se lo ha ganado a pulso desde el inicio de su gestión”,
advierte.
Chávez identifica al menos seis razones concretas
para explicar el repudio: el uso indiscriminado de la fuerza contra los manifestantes
durante el inicio de su gestión, que proyectó una imagen autoritaria y cruel;
el deterioro acelerado de las instituciones públicas, el incremento del crimen
organizado y el retroceso en las reformas educativas.
Otro factor clave es el pacto con el Congreso, que
le permitió quedarse con el poder “a costa de su autonomía y su popularidad” y
finalmente -señala- el uso personal del poder. “Boluarte utiliza el poder conseguido
no para imponer un modelo, como haría un líder autoritario, sino para hacerse
cirugías estéticas, viajar por el mundo y adquirir accesorios lujosos”, afirma
Chávez.
Según la socióloga, Boluarte representa el cinismo.
“Aunque los peruanos solemos encontrar goce en la transgresión, lo que representa
Boluarte es distinto: es la transgresión que genera daño, que rompe el pacto
social y se vuelve cruel”. En su opinión, la presidenta actúa con “una torpeza
elocuente y un egoísmo visible” que aleja cualquier forma de empatia social.
El rechazo,entonces, no es político. Es visceral.
Para Manuel Saavedra, director de la encuestadora
CPI, el rechazo a Boluarte no es una reacción emocional ni un fenómeno
espontáneo. Es, más bien, el resultado de una acumulación constante de
errores, desconexión y falta de criterio político.
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HILDEBRANDT EN SUS TRECE |
“Con un nivel de aprobación del 2 %, pensar que puedes llegar a una ciudad y que te van a recibir con los brazos abiertos es una muestra absoluta de falta de sentido común”, asegura. Según el experto, la mandataria, y quienes la rodean, actúan como si vivieran en una “realidad paralela” convencidos de que el rechazo solo existe en los medios y no en las calles que recorre.
Saavedra, con cinco décadas de experiencia en medición de opinión pública, no duda en calificar esta como la gestión más impopular de la historia del país. “Nunca hemos visto una desaprobación así”, subraya. El diagnóstico es amplio: una gestión incapaz de enfrentar la inseguridad ciudadana, el problema que más preocupa a la población; una presidenta que disfraza la realidad con mentiras, como en el caso de las cirugías que negó y luego fueron confirmadas por su propio cirujano; y una clase política completamente desprestigiada.
En ese escenario -dice Saavedra-, cada aparición pública de Boluarte no corrige nada, solo amplifica el hartazgo. “Ya no son visitas de trabajo, son actos de provocación”, apunta.
De acuerdo con el director de CPI, lo más
preocupante no es solo el presente sino lo que se avecina. “Esta desaprobación
masiva puede empujar al país hacia un voto de castigo aún más radical que el
de 2021”, advierte.
La figura de Boluarte no solo concentra el rechazo a
su gestión sino que personifica el fracaso de toda la clase política. “Hay
decepción en todos los frentes: el Congreso, los gobiernos regionales, las
fuerzas del orden. La ciudadanía no confía en nadie”, resume. El peligro -dice-
es que ese hartazgo termine por abrirle las puertas del poder a un nuevo outsider,
alguien que canalice ese desencanto con promesas vacías o autoritarismo
envuelto en un discurso de cambio.
El legado de Dina Boluarte, si algo queda de él, no
se escribirá en obras públicas ni en cifras macroeconómicas. Se escribirá en
silbidos, abucheos, en el recuerdo de una presidenta que, en medio del colapso
general, optó por beneficiarse mientras todo a su alrededor se deterioraba,
según los expertos consultados por esta revista.
Al final, no fueron sus palabras las que definieron
su relación con el país sino sus decisiones. La presidenta que niega mejoras a
su entorno mientras se premia a sí misma ha construido sola su propio
descrédito. Boluarte ha mostrado un rostro hacia la ciudadanía y otro hacia el
poder. Esa doble cara es hoy su verdadero legado. <:>
REPUDIO
EN LORETO
Sonia Suyón
Parapetada en una villa militar, Dina Boluarte se
dio un baño de desprecio en la región con mayor desabastecimiento de luz y agua
potable, con más muertes maternas, con record de niños fallecidos por tos
ferina, malaria y fiebre amarilla en el Perú.
Demasiado riesgo corrió la población por el capricho
de una jefa de Estado de acudir a regiones donde su aprobación tiene la mínima
expresión de 3% y su presencia genera malestar y disturbios.
“Ya sabemos que Dina Boluarte no está por el pueblo
sino por las Fuerzas Armadas que la protegen. Siempre se corre, no da la cara.
Nosotros pedimos servicios básicos como agua, luz, que sí tienen en Lima,
también un mejor servicio de internet, para poder trabajar. Nosotros los loretanos
no somos de otro planeta, somos también del Perú”, declaró un ciudadano que
había acudido a protestar cerca de la Villa FAP de Iquitos.
(…)
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