sábado, 19 de julio de 2025

SIN PRECEDENTES: RECHAZO POPULAR CASI UNANIME A LA PRESIDENTA BOLUARTE

 POR QUÉ LA ODIAN TANTO

¿POR QUÉ RESULTA TAN REPULSIVA ESTA SEÑORA?

Américo Zambrano

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 742 18JUL25

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El rechazo a su figura es hoy casi unánime: la desaprueban en todas las regiones, en todos los ni­veles socioeconómicos, en todas las encuestas. Es la presidenta más repudiada de toda América Latina. Y probablemente del planeta.

La población no la reci­be con aplausos. La esperan para pifiarla. Eso no ocurrió con ninguno de sus predece­sores, ni siquiera con Pedro Castillo, su ex aliado. El mar­tes 15, en Iquitos, casi mil manifestantes, entre obre­ros, dirigentes de la CGTP y ciudadanos en general, se concentraron en la Villa FAP para mostrar su rechazo a la presidenta, que había lle­gado para participar en el VIII Consejo Regional del Estado. Lo dejaron claro con gritos, pancartas y legítima furia. La Policía respondió con gases lacrimógenos y hubo disturbios.

La mandataria no ofre­ció diálogo. Respondió que los manifestantes estaban siendo manipulados por intereses políticos. “No se dejen utilizar”, dijo.

El 21 de junio, en Huancavelica, la presidenta fue abucheada y pifiada en plena ceremonia oficial por el ani­versario de Angaraes.

Cuando la ministra Leslie Urteaga recibía un obsequio del alcalde para entregárselo a la presidenta, varias perso­nas irrumpieron con silbidos y gritos de desaprobación. Sus viajes y presentaciones públicas se han convertido en una rutina previsible: la mandataria aparece y el ri­tual del abucheo se repite.

Su impopularidad, sin embargo, no es gratuita. Según la socióloga Noelia Chávez, el rechazo a Boluar­te representa la expresión más extrema del desencanto político del país.

“El 85 % de los peruanos considera que los políticos no se preocupan por ellos” -señala- citando el último sondeo de Ipsos sobre po­pulismo.

En ese contexto de har­tazgo general -dice Chávez-, Boluarte “encama el peor de los rechazos que un presidente ha tenido”. Y no por accidente: “Ese rechazo se lo ha ganado a pulso desde el inicio de su gestión”, ad­vierte.

Chávez identifica al me­nos seis razones concretas para explicar el repudio: el uso indiscriminado de la fuerza contra los manifes­tantes durante el inicio de su gestión, que proyectó una imagen autoritaria y cruel; el deterioro acelerado de las instituciones públicas, el incremento del crimen organizado y el retroceso en las reformas educativas.

Otro factor clave es el pacto con el Congreso, que le permitió quedarse con el poder “a costa de su auto­nomía y su popularidad” y finalmente -señala- el uso personal del poder. “Boluarte utiliza el poder con­seguido no para imponer un modelo, como haría un líder autoritario, sino para hacerse cirugías estéticas, viajar por el mundo y ad­quirir accesorios lujosos”, afirma Chávez.

Según la socióloga, Boluarte representa el cinismo. “Aunque los peruanos so­lemos encontrar goce en la transgresión, lo que repre­senta Boluarte es distinto: es la transgresión que gene­ra daño, que rompe el pacto social y se vuelve cruel”. En su opinión, la presidenta actúa con “una torpeza elo­cuente y un egoísmo visible” que aleja cualquier forma de empatia social. El rechazo,entonces, no es político. Es visceral.

Para Manuel Saavedra, director de la encuestadora CPI, el rechazo a Boluarte no es una reacción emocional ni un fenómeno espontáneo. Es, más bien, el resultado de una acumulación constan­te de errores, desconexión y falta de criterio político.

HILDEBRANDT EN SUS TRECE

“Con un nivel de apro­bación del 2 %, pensar que puedes llegar a una ciudad y que te van a recibir con los brazos abiertos es una muestra absoluta de falta de sentido común”, asegura. Según el experto, la mandataria, y quienes la rodean, actúan como si vivieran en una “realidad paralela” con­vencidos de que el rechazo solo existe en los medios y no en las calles que recorre.

Saavedra, con cinco déca­das de experiencia en medi­ción de opinión pública, no duda en calificar esta como la gestión más impopular de la historia del país. “Nun­ca hemos visto una desa­probación así”, subraya. El diagnóstico es amplio: una gestión incapaz de enfrentar la inseguridad ciudadana, el problema que más preocupa a la población; una presiden­ta que disfraza la realidad con mentiras, como en el caso de las cirugías que negó y luego fueron confirmadas por su propio cirujano; y una clase política completamen­te desprestigiada.

En ese escenario -dice Saavedra-, cada aparición pública de Boluarte no co­rrige nada, solo amplifica el hartazgo. “Ya no son visitas de trabajo, son actos de pro­vocación”, apunta.

De acuerdo con el director de CPI, lo más preocupante no es solo el presente sino lo que se avecina. “Esta desa­probación masiva puede em­pujar al país hacia un voto de castigo aún más radical que el de 2021”, advierte.

La figura de Boluarte no solo concentra el rechazo a su gestión sino que perso­nifica el fracaso de toda la clase política. “Hay decep­ción en todos los frentes: el Congreso, los gobiernos regionales, las fuerzas del orden. La ciudadanía no confía en nadie”, resume. El peligro -dice- es que ese hartazgo termine por abrirle las puertas del poder a un nuevo outsider, alguien que canalice ese desencanto con promesas vacías o autorita­rismo envuelto en un dis­curso de cambio.

El legado de Dina Boluar­te, si algo queda de él, no se escribirá en obras públicas ni en cifras macroeconómicas. Se escribirá en silbidos, abucheos, en el recuerdo de una presidenta que, en me­dio del colapso general, optó por beneficiarse mientras todo a su alrededor se dete­rioraba, según los expertos consultados por esta revista.

Al final, no fueron sus palabras las que definieron su relación con el país sino sus decisiones. La presiden­ta que niega mejoras a su entorno mientras se premia a sí misma ha construido sola su propio descrédito. Boluarte ha mostrado un rostro hacia la ciudadanía y otro hacia el poder. Esa doble cara es hoy su verda­dero legado. <:>

REPUDIO EN LORETO

Sonia Suyón

Parapetada en una villa militar, Dina Boluarte se dio un baño de desprecio en la región con mayor desabastecimiento de luz y agua potable, con más muertes maternas, con record de niños fallecidos por tos ferina, malaria y fiebre amarilla en el Perú.

Creyó que con en­claustrarse en la Villa de la Fuer­za Aérea del Perú (FAP), junto a algunos de sus ministros y no dar la cara a la población, evita­ría el rechazo, pero la jefa de Estado no lo consiguió. Como ocurrió hace unos días en Huancayo y en Arequipa y en todas las regiones a donde acude, esta vez, en Loreto, Dina Boluarte volvió a ser re­pudiada apenas pisó suelo selvático. Cerca de mil per­sonas se autoconvocaron cerca de la Villa FAP de Iquitos tras enterarse de que la mandataria llegaría a clausurar el octavo Con­sejo Regional de Estado. La multitud llegó hasta ahí para expresarle su rechazo y reclamar por el abandono de esa región en relación a asistencia sanitaria y ser­vicios de electrificación, agua y desagüe. Desde dos cuadras antes, un cordón policial rodeaba el recinto de la Fuerza Aérea donde se llevaba a cabo el evento y la Unidad de Servicios Especiales (USE) impedía el avance de los manifes­tantes que se resistían a re­troceder. Y como siempre ocurre, la Policía entonces procedió a disparar per­digones y lanzar bombas lacrimógenas directamen­te contra los que protes­taban. La Defensoría del Pueblo reportó 16 civiles heridos, dos de ellos por balas de perdigones disparadas por miembros de la PNP. También contabilizó dos policías heridos.

Demasiado riesgo corrió la población por el capricho de una jefa de Estado de acudir a regiones donde su aprobación tiene la mínima expresión de 3% y su pre­sencia genera malestar y disturbios.

“Ya sabemos que Dina Boluarte no está por el pueblo sino por las Fuer­zas Armadas que la prote­gen. Siempre se corre, no da la cara. Nosotros pedimos servicios básicos como agua, luz, que sí tienen en Lima, también un mejor servicio de internet, para poder trabajar. Nosotros los loretanos no somos de otro planeta, somos también del Perú”, declaró un ciudadano que había acudido a protes­tar cerca de la Villa FAP de Iquitos.

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