martes, 6 de diciembre de 2022

PROCESO HISTÓRICO DE PUNO.

 SÍNTESIS DE LA ARQUEOLOGÍA REGIONAL (PARTE I)

Por: Edmundo De la Vega Machicao

Tomado de: APUNTES HISTÒRICOS DE PUNO. Ed. Municipalidad Provincial de Puno, noviembre 2022

L

a cuenca del Titicaca constituye, dentro de la historia Andina, uno de los principales centros de desarrollo cultural. En esta región de difíciles condiciones geográficas y climáticas se asentaron diversos pueblos que a través de un lento pero vigoroso y dinámico proceso de adaptación lograron constituirse entre los más ricos y poderosos de los Andes, aún después de la conquista hispánica.

En este proceso de adaptación creativa los pueblos altiplánicos alcanzaron logros de suma importancia que llegaron a constituir elementos fundamentales en el proceso de desarrollo de la cultura Andina. Entre sus principales logros esta la domesticación de plantas y animales, pero también el desarrollo de técnicas agrícolas y de conservación de alimentos además de un impresionante desarrollo de la arquitectura y de la artesanía, tanto textil y alfarera como metalúrgica.

Lamentablemente es muy poco lo que se conoce de todo este proceso, por lo que sólo es posible perfilar, en términos generales, algunos de los eventos más significativos ocurridos en esta región. A fin de percibir mejor este variado conjunto de eventos es que los hemos ordenado en una secuencia temporal de cinco períodos, del más antiguo al más reciente.

Arte rupestre en Qananwaiq'o, Corani, Carabaya.
Foto: Rainier Hosting
Periodo Arcaico (8,000 – 2,000 A.C.)

El Arcaico es el más extenso y uno de los más importantes periodos, sin embargo, es también el menos conocido.

Las primeras evidencias de ocupación humana en el altiplano, están referidas a pequeños grupos de cazadores-recolectores, que desde por lo menos 8,000 años a.C. vivieron en cuevas y campamentos temporales. Estos grupos son identificados, principalmente, a través del variado conjunto de instrumentos de piedra que utilizaron (puntas de proyectil, cuchillos, punzones, raspadores, etc.) así como por las hermosas representaciones rupestre que han sido hallados en diversos sitios de la región, aunque están particularmente concentrados en las provincias de Carabaya y Lampa, al norte y Chuchito y El Collao en el sur.

La permanente movilidad de estos grupos les permitió conocer las potencialidades y limitaciones del territorio, por ello es que desde muy temprano se articularon extensas redes de intercambio de materias primas y recursos entre las distintas zonas del altiplano y de otras regiones a ambos lados de la cordillera.

Hacia 4 000 a.C., tanto la domesticación de plantas (papa, quinua, cañiwa) y animales (llama, alpaca, cuy) como el desarrollo de técnicas conservación de alimentos (chuño, tunta, charqui) eran parte de un dinámico proceso de adaptación y transformación, que posibilito la acumulación de excedentes y riqueza, dando origen a la diferenciación social; además que las poblaciones, al tener controladas las fuentes de alimentación, se hicieron sedentarias buscando lugares más apropiados para establecerse de manera permanente y continua surgiendo así las primeras sociedades agro-pastoriles, las cuales serán las principales entidades sociales que desarrollarán en el siguiente período.

Periodo Formativo (2,000 a.C. - 400 d.C.)

Viajero
Durante este periodo las sociedades altiplánicas consolidan y dinamizan su adaptación al medio. Los tres principales sistemas agrícolas: terrazas, cochas y waru warus son desarrollados durante este periodo. La arquitectura doméstica y ceremonial alcanza singulares niveles de desarrollo desde los conjuntos aldeanos caracterizados por un patrón de asentamiento disperso con pequeñas habitaciones sobre montículos cercanos a las áreas productivas se alcanza la magnificencia de grandes centros ceremoniales como Pucara y Chiripa donde los conjuntos de habitaciones alrededor de patios hundidos sobre pequeñas colinas se convierten en una característica arquitectónica, simbólica y ritual.

En este periodo se imprime un fuerte impulso a la calidad técnica y artística de la cerámica, la textilería, la metalurgia y la litoescultura. Toda esta variedad de soportes (arcilla, lana, metal y piedra) permitió que la compleja iconografía simbólica y ritual que desplegaron las sociedades formativas pudiera ser transportada y transmitida a través de un extenso territorio que además del altiplano alcanzaba la cuenca del Vilcanota en el Cusco, los valles y el litoral de la costa desde Ica hasta Arica, intensificando así las relaciones de interacción multiregional generando una creciente complejidad en las contextos económicos, sociales y políticos.

Estela Sapo. Pukara
Tanto al norte como al sur de la cuenca se desarrollaron una serie de entidades culturales, que en la actualidad las identificamos por particulares estilos cerámicos, arquitectónico y de litoescultura. Al sur del Lago se desarrollaron Chiripa, Kalasasaya y Qeya, culturas que constituyen el antecedente Formativo de Tiwanaku, en tanto que hacia el norte Qaluyo, Cusipata y Huaña Temprano lo serán de Pukara.

Pukara (500 a.C. – 400 d.C.) constituye una de las sociedades complejas más importante de los Andes, y sin duda, la más grande del formativo regional. Los asentamientos Pukara en el altiplano siguen un orden jerárquico y apunta a una economía mixta con una explotación simultánea de recursos, lacustres, agrícolas y sobre todo pastoriles. Su centro principal se halla en el actual pueblo de Pucará, a unos 80 Km al noroeste del lago, y es uno de los más significativos centros urbano-ceremoniales de los Andes. El principal volumen arquitectónico es el Qalasaya, una inmensa pirámide escalonada construida sobre un montículo natural, en cuya cima se hallan tres patios hundidos cuadrangulares rodeados por estructuras en forma de U, abiertas al Este.

Periodo Tiwanaku (400 – 1,100 d.C.)

Por casi 700 años, Tiwanaku fue el Estado más grande y poderoso de los Andes Centro Sur. Durante su máximo desarrollo tuvo como centro principal la ciudad de Tiahuanaco, desde donde controlaban un inmenso territorio que se extendió por gran parte de Bolivia, el sur del Perú, el norte de Chile y el noroeste 2 argentino, con un área de alrededor de 400,000 Km .

¿Dónde están ahora?
El sitio de Tiahuanaco llegó a ser una de las metrópolis más grandes e 2. importantes de los Andes. Su tamaño se calcula entre 6 a 8 km Entre las principales estructuras ceremoniales se hallan las pirámides de Akapana y Pumapunku, el Templete Semisubterráneo, Kalasasaya donde se halla la famosa Puerta del Sol además, también, están Kheri Qala, Putuni, Laka Kollu y Kantathallita.

Las estrategias de control y expansión de Tiwanaku incluyeron por un lado la ocupación de los ambientes lacustre, las pampas y la cordillera adyacente, de donde obtenían amplios recursos agrícolas y pecuarios. Al mismo tiempo se mantenían colonias productivas en los valles del Pacífico, desde Arequipa hasta Iquique, y las Yungas amazónicas en el Beni y Cochabamba. De tales regiones obtenía productos y materias, que el altiplano no le ofrecía y, que el Estado necesitaba para sus relaciones de reciprocidad e intercambio, tales como coca, maíz, plumas, rapé, madera, frutas, pescado, piedras preciosas, cobre, oro, etc. Las rutas de comercio e intercambio se extendían mucho más al sur, hasta alcanzar el Loa y el Desierto de Atacama. Hacia el norte, las relaciones con Wari parecen haber sido menos fluidas y no exenta de tensiones.

Después de muchos siglos de ser un poderoso estado se produce el derrumbe de Tiwanaku. Sobre cuáles fueron las causas que provocaron su caída todavía no existe una respuesta definitiva, pero sí se ha establecido que el colapso no ocurrió repentinamente sino que fue progresivo a lo largo de un tiempo de fuertes sequías y una constante tensión entre el centro nuclear y las colonias.

Los hombrecillos alados en la Portada del Sol

Periodo Altiplano (1,100 – 1,450 d.C.)

Posterior a la caída de Tiwanaku y previo a la anexión del altiplano al Tawantinsuyo, en esta región se desarrollaron una serie de "señoríos" políticamente independientes y étnicamente diferenciados que los documentos de los siglos XVI y XVII han identificado como Canas, Canchis, Collas, Lupaqas, Pacajes, Carangas, Quillacas, Chichas, y otros. Estos señoríos compartieron muchos rasgos característicos, como el idioma Aymara, pero al parecer mantuvieron una permanente rivalidad.

Este periodo se caracteriza por las grandes transformaciones que se desarrollaron durante él. Al parecer una intensa actividad bélica obligó a cambiar el patrón de asentamiento construyendo “Pucaras” o poblados amurallados en lo alto de los cerros que servían como refugio para la población y los rebaños así como para la protección y depósito de productos agrícolas. Algunos ejemplos son Lamparaquen, Merkaymarca, Pucara Juli, Tanapaca, Tanka Tanka, Llaquepa y otros. Igualmente, los patrones funerarios cambian radicalmente siendo las Chullpas el elemento más significativo de ese cambio. Las Chullpas son grandes torres funerarias, de planta circular o cuadrangular, que fueron construidas con bloques de piedra rústica o labrada. Excepcionalmente se utilizó adobe en la construcción. En el altiplano existen una gran cantidad de sitios con chullpas siendo los más famosos Sillustani, Cutimbo, Arku Punku, Tanka Tanka, Viacha, Vizcachani, y muchos otros más. Junto a las chullpas continuaron en uso las tumbas subterráneas y los entierros en cuevas y aleros rocosos como el caso de la cueva de Molino-Chilacachi.

Como otra expresión de los radicales cambios ocurridos en este periodo está el rechazo u olvido de la iconografía decorativa de Tiwanaku. Los exuberantes diseños en textilería y cerámica, del período anterior, son remplazados por una decoración geométrica sencilla. Igualmente, la calidad técnica de la producción artesanal disminuyó considerablemente. Los estilos cerámicos más característicos de este periodo son Kekerana, Kollao, Allita Amaya, Tanka Tanka, Pucarani y la serie preinca de Sillustani.

Estos señoríos fueron progresivamente dominados por el estado cusqueño, aunque no siempre de manera pacífica. Y fue la rivalidad que mantuvieron entre ellos, como el caso entre Collas y Lupaqas, lo que facilitó la conquista.

Periodo Inca (1,450 – 1,533 d.C.)

Son muy conocidas las referencias que hacían los Incas del altiplano como el centro de origen del Dios Wiracocha y de la pareja fundadora de su dinastía: Manco Capac y Mama Ocllo. Pero además de ser importante en su mitología, es innegable el permanente interés que tuvieron en controlar esta zona tanto para defender su frontera sur, como para tener acceso a una importante fuente de fuerza de trabajo y a la riqueza ganadera de la zona, e indirectamente el acceso a la Amazonía y la costa del Pacífico.

La conquista del Altiplano, iniciada durante el mando del Inca Wiracocha, se realizó a través de campañas militares (contra Canas, Canchis y Collas) y/o estableciendo alianzas como ocurrió con los Lupaqas. Posteriormente el Inca Pachacutec ampliaría sus dominios llegando hasta los Pacajes y tomando Copacabana y las islas del Sol y de la Luna donde estableció renombrados templos y centros de peregrinaje. El sucesor, Topa Inca o Tupac Inca Yupanqui, enfrentaría una serie de rebeliones a las cuales sofocó sangrientamente. Bajo su mandato los Incas ampliaron sus conquistas hacia el sur llegando hasta Chichas y Charcas (en la actual Bolivia). El Inca Wayna Capac y sus sucesores se encargarían de consolidar y proteger este nuevo territorio, al cual llamaban Collasuyo.

Mollocco, Acora

 
Esta serie de eventos de conquista del altiplano se desarrollaron durante el siglo XV e inicios del XVI. Durante este período, se reorganizaron los poblados existentes dentro de un sistema de administración decimal desarrollado por el estado cusqueño; pero también se fundaron nuevos poblados como es el caso de Hatuncolla, integrando todas estas poblaciones como "tambos" dentro del camino real del Collasuyo. Además, se estableció el tributo en fuerza de trabajo destinado para las distintas mitas que impuso el estado cusqueño.

Uno de los aspectos donde más se nota la influencia Inca es en el labrado de la piedra como ocurre en las chullpas de Sillustani, Cutimbo y en construcciones como Inca Uyu en Chucuito. Asimismo, la cerámica policroma presenta varios estilos con influencia incaica: Sillustani, Chucuito, Taraco y otros de origen cusqueño como Cusco y Urcusuyo Polícromos. <:>

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