BALANCE DE LA POLÍTICA ECONÓMICA 2025
Pedro
Franck
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pretendo concentrarme en la usual revisión de cifras macroeconómicas, como el
crecimiento del PBI de 3,5% o la baja inflación que se acerca al 2%, sino más
bien darle una mirada a las decisiones de política económica y el rumbo general
de nuestra economía.
Resaltemos
primero que en este año
hemos tenido dos gobiernos, pero la misma política económica. La razón:
son los mismos actores. La actual ministra de economía ya fue viceministra en
el gobierno de Dina Boluarte. Aún más importante es que quien ha tomado las principales decisiones
económicas ha sido el congreso, dominado por el fujimorismo y la ultraderecha.
José Jerí pretende mostrarse fuerte contra la inseguridad ciudadana, algo
desmentido por las leyes
pro-crimen que siguen en pie. Pero en política económica, su gobierno es
claramente continuista – lo que le ha servido para que los poderes monopólicos le regalen una entrevista
“echada” en su diario “El Comercio”.
Entre
el 2023 al 2025, durante los gobiernos de Boluarte y Jerí, hemos tenido condiciones óptimas del mercado
internacional. Los precios del oro y el cobre han batido récords.
Reiteradas investigaciones han mostrado que esos “años de vacas gordas” generan
crecimiento económico, mayores ingresos fiscales, caída del dólar y menor
inflación, y eso también ha sucedido el 2025. El movimiento de los principales
indicadores macroeconómicos observado este año se debe a este efecto. La
cuestión es por qué el PBI
y los ingresos fiscales han crecido tan poco, mientras hemos desperdiciado la
oportunidad para resolver problemas que nos agobian, como la pobreza, las
desigualdades, la falta de oportunidades para la juventud y la pésima salud
pública.
La respuesta está en la política económica de profundización neoliberal. La medida que mejor ejemplifica esto es la ley que regala 20 mil millones de soles a los grandes agroexportadores, mientras que a la pequeña agricultura familiar se sigue manteniendo sin presupuesto para su tecnificación y las irrigaciones necesarias siguen paralizadas, situación que con esa pérdida de recursos fiscales se va ahondar. Esa ley además frena la necesaria fiscalización para asegurar los derechos básicos de los trabajadores de la agroexportación, que siguen con salarios ínfimos y han sufrido varios casos de intoxicación masiva. En resumen, una ley que concentra más ganancias en las grandes corporaciones, obliga al recorte presupuestal en sectores claves para el desarrollo económico y social y favorece de mayor explotación de los trabajadores.
Si
estas es la medida más emblemática, el continuismo en otros aspectos no es
menos importante. Gracias a precios altísimos en el mercado internacional las
grandes empresas mineras hacen ganancias extraordinarias, pero no se ha reajustado lo que ellas
deben pagar a la nación por llevarse nuestros recursos. Seguimos sin
tener políticas de industrialización y avance tecnológico; peor aún, la
acelerada invasión de productos chinos ha llevado a que la industria orientada
al mercado interno siga produciendo menos que el 2022. Las pequeñas empresas, sin apoyo financiero,
comercial o de capacitación, apenas sobreviven pero no pueden progresar,
lo que condena a la pobreza a millones de peruanos y deja a la juventud sin
oportunidades.
Estas
son las razones por las cuales, en condiciones de precios internacionales del oro y el cobre no vistos
en décadas, es decir con todo el viento a favor, el PBI crece poco, la pobreza
y la desigualdad persisten muy elevadas, y cada vez nos quedamos más atrás del
avance tecnológico mundial. <+>
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