jueves, 3 de noviembre de 2016

COSTUMBRES TRADICIONALES EN LA NACIÓN AIMARA

TODOS LOS SANTOS
EN EL ALTIPLANO
PUNEÑOS ABARROTARON LOS CEMENTERIOS DE LA REGIÓN
Escribe: Los Andes | 2NOV16.- La fiesta de Todos los Santos en el altiplano puneño es peculiar por sus diversos matices y significado. .
Una extraña comunión de emociones es la que se vive en todos los cementerios de la región cada 01 y 02 de noviembre. Dolor, llanto, alegría sincopada con nostalgia, además de fe y creencias de reencuentro, son características en los miles de deudos de aquellos que partieron al más allá.
Todos los Santos, en efecto, es una costumbre andina en donde se dice que las almas de los seres queridos retornan. El primero de noviembre es la víspera, por lo que se arman las tómbolas (altares) que incluyen alimentos, bebidas, flores, quispiños, coronas, velas y sobre todo a las tantawawas, elementos que tienen un especial significado como ofrenda.
Tras aseverar que al mediodía del 01 de noviembre las almas de los difuntos regresan al mundo terrenal por un lapso de 24 horas, Eusebio Pacco Gonza, maestro curandero, menciona “esta ceremonia se realiza por tres años consecutivos, una vez que fallece el ser querido”.
Y añade: “Recordamos a nuestros difuntos espiritualmente, toda la familia se reúne para preparar los alimentos que le gustaba al fallecido y nosotros también comemos junto con él; a partir del mediodía se arma la tómbola con todos los alimentos que le gustaba a la almita”.
Los espíritus que visitan a sus familiares suelen manifestarse de diferentes formas; por ejemplo, con el viento, sonidos o golpes. Según las tradiciones aymaras y quechuas, también se manifiestan a través de los sueños, anunciando que ellos ya están ahí y que incluso pueden quedarse hasta los carnavales, en caso de que no sean bien atendidos.
Según Pacco Gonza, es muy importante ver el espacio donde se va a recibir al difunto; por eso es preciso que en la parte central del altar se coloque la fotografía del ser querido que retornará del más allá. La tradición cuenta que “los espíritus vienen a comer la comida que más les gusta, por eso la costumbre de colocar en las mesas comidas y bebidas”.
El 02 de noviembre se despacha al difunto. La oración se tiene que hacer de modo que el alma se vaya tranquila y cuide y proteja a sus familiares; la música también tiene un papel fundamental, ya que despide al difunto para que se vaya alegre.
Tómbolas.- En estos altares se destacan las vistosas tantawawas (panes bebés) con forma humana y un colorido rostro hecho de yeso o harina, que representan al fallecido.
Las diferentes formas que tienen los panes y dulces tienen un significado particular; las escaleras son para que el difunto suba al cielo en su retorno; las cebollas en flor, para que en ella lleve su agua; los caballos y llamas de pan, para que el difunto lleve sus ofrendas al cielo y pueda transitar por los caminos difíciles, etc.
CORREO PUNO: DEUDOS PREPARARON ALTARES..- Para los pobladores  la muerte es considerada parte de la vida. No se piensa de que este tránsito es el final del ser, sino es un paso a la continuidad existencial y universal.
del ande,
Siempre se ha pensado que los difuntos están en permanente relación con sus familiares y la comunidad. Esto forma parte de la cosmovisión andina.
“La muerte es un tránsito hacia el más allá. El cuerpo descansa pero el alma continúa presente, y es en estas fechas que se cree, regresa para visitar a los vivos, a sus familiares”, refiere el representante del Instituto Jilata, Salvador Mamani Chaiña, durante el conversatorio “La concepción andina de la muerte y las T’anta Wawas”.
Durante el mes de noviembre en varias regiones del país y en Puno, se celebra una tradición particular en torno a los difuntos, por tres años consecutivos. Es la ocasión en que se espera la visita de los seres queridos que han fallecido. Los tres primeros años los preparativos son al detalle, la visita al cementerio y la preparación de la tómbola (altar realizado con figuras de pan y comida para que el ser querido se sienta agusto).
Rezos. El día 1 de noviembre es el día que se espera a las almas, con los altares que contienen una infinidad de elementos preparados en base a masa de pan y dulces; esta espera es acompañada de rezos y oraciones.
Al día siguiente los pobladores se dirigen a los cementerios en el caso de Puno Laykakota, Yanamayo y Ventilla. Allí recuerdan a sus seres queridosorando y cantando en muchos casos en latín, además de colocación de flores y arreglos en forma de coronas.
“Regularmente son tres los años luego de la muerte del difunto, que se acompaña a la almita. Tras este periodo, el alma se aposta en apachetas para convertirse en un Apu (deidad andina) o algo tutelar”, refiere Mamani Chaiña.
Estas costumbres continúan presentes en el mundo andino a pesar que la religión católica intentó desaparecerlas.
Cementerios. Los cementerios más concurridos en la ciudad de Puno son el de Laykakota y Yanamayo, los mismos que tienen que ser adecuados para recibir a la población; sin embargo aún continúan con carencias y deterioros.
El director de Servicios Funerarios de la Beneficencia Pública de Puno, Rubén Chambi, indicó que se necesitan entre 80 a 100 mil soles para su refacción, por lo pronto se viene trabajando en la refacciones y la colocación de reservorios de agua.
Actualmente estos recintos en la región se encuentran abandonados, pese a ello son los pobladores quienes días antes se apersonan al lugar donde se encuentran los restos de sus familiares y los arreglan, pintan y tratan de que estos espacios se vean presentables durante la celebración de estas fechas.
En la ciudad e Puno, la visita a los cementerios ya comenzó y se pudo apreciar a los pobladores que van a realizar los arreglos previos.
Salvador Mamani instituto jilata
“La muerte es un tránsito al más allá, el cuerpo descansa pero el alma continúa presente entre nosotros, y es en estas fechas que se cree regresa para visitar a los vivos, es decir a sus seres queridos”.
PUNO: TANTAWAWAS Y CORONAS SE VENDEN EN LA AVENIDA DEL PUERTO
CORREO PUNO 30OCT16.- Comerciantes desde muy temprano de ayer instalaron sus carpas.
A poco de celebrarse el Día de Todos Los Santos, los comerciantes empezaron a expender sus artículos en toda la avenida Del Puerto, cerca del mercado Unión. 

Se vende coronas hechas con papel crepé, tela raso, pana y de flores frescas. Los precios de las coronas van desde 10 a 40 soles, dependiendo del tamaño.
Asimismo se encuentra las famosas tantawawas (pan wawa) de diversas formas como caballo, angelitos, palomas, llama entre otros que de acuerdo a la cosmovisión andina son de buen augurio para quienes fallecieron este año y ayudarán en esta transición. 
También hay panecillos de maíz, galletas con diversas formas geométricas y dulces, el costo de estos es de 40 a 70 soles la arroba “Hay de toda variedad de precio entre 5 a 20 las tantawawas, en máscaras y dulces hay de 2 a 5 soles y las coronas tenemos varios precios”, señaló Sonia Turpo.
CON TOMBOLAS RECIBEN ALMAS EN EL ALTIPLANO
SIN FRONTERAS 2NOV16 La costumbre de armar “mesas” para recibir a las almas, vuelve a rememorarse en la fiesta de Todos Santos, en los hogares putineños, con la finalidad de recibir a sus seres queridos que partieron a la eternidad.
Desde el mediodía de la víspera, hasta el mediodía de hoy por un periodo de tres años consecutivos, los familiares instalan tómbolas llenas de t’anta wawas, qispiñus (panecillos de quinua), frutas, golosinas y delicias que gustaban al difunto, en memoria de quien se armó la mesa.
En esta ocasión se aprovecha para preparar diversos potajes, que gustaban al difunto. Mientras los “rezadores”, en grupos visitan a las viviendas donde se han instalado las tómbolas para recibir a cambio de sus oraciones una porción de lo colocado en las mesas.
La costumbre de armar estas tómbolas, es por tres años consecutivos, luego de la partida de un ser querido. La visita a los principales camposantos se cumplirá hoy en Los Ángeles de Santiago Giraldo y San Isidro. Mientras que el día 3 de noviembre, los familiares visitarán los cementerios Central y Ecológico de Putina.

En el medio rural, el 01 de noviembre los comuneros se dirigen a los cementerios donde en la misma tumba del difunto levantan o arman la tómbola para su ser querido, colocan su fotografía y todo lo que le gustaba cuando estaba vivo, ahí mismo alrededor de la tumba arman una pequeña carpa donde brindan con bebidas, con el acompañamiento de un grupo musical o un equipo de sonido para luego degustar la comida preparada para la ocasión por los familiares.
SIMBOLOGÍA
Las harinas blancas de trigo, cebada, maíz y quinua representa la blancura y pureza de nuestras almas cuando nacemos, y las masas es la vida que cambia de forma y color hasta salir del horno , así como nosotros cambiamos durante la vida terrenal.
La Escalera. Se dice que es utilizado por las almas para cruzar los precipicios, cerros, cercos y paredes altas así como también dicen que sirve para bajar y subir al cielo.
Llamas y caballos. Manifiestan que son para que las almas trasladen todas las ofrendas que sus familiares les ofrecieron.
Paloma. Representa al Espíritu Santo, para que lo guíe hacia el reino de Dios.
Perro. Dicen que es el fiel compañero que lo guía y orienta por las tinieblas del purgatorio, buscando el camino al cielo, cuidando que no caiga al infierno.
Wawas. Simboliza al ser querido que se fue, si es varón es un turco o monje, y si es mujer es una bella wawa.
EL TODOSANTOS EN DOMICILIOS Y «CEMENTERIOS CLANDESTINOS»
Revista PUKARA N° 123. Escribe: Santos Diamantino* * Filósofo y antropólogo.
El 1 y el 2 de noviembre se fusionan como el día de Todosantos, dos palabras que se unen en una. Dejando de ser el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, y el 2 como el Día de Todos los Difuntos. Según quienes festejan es un tiempo de alegría, tristeza, convivencia, solidaridad y recuerdos de lo que fue la vida de un ser querido en la tierra, y cómo este se relacionaba con los demás. En este tiempo se recuerda con agrado y cariño a los seres queridos.
Mi intención fundamental es partir de una pregunta; ¿Qué es lo que se observa, social, cultural y económicamente en los cementerios de la llamita y el cementerio de Cupilupaca? Este cometido me permitirá observar y distinguir aspectos característicos a la época de Todosantos. Considerando que es necesario conocer las acciones que el hombre realiza. Acciones que en la actualidad marcan un tiempo histórico, más aún si estos son hechos culturales como el 1 y 2 de noviembre. Tiempo donde se refleja historia, tradición y sincretismo ideológico mostrado en dos dimensiones; una católica y otra netamente andina.
El tiempo de Todosantos es una etapa de reencuentro con el más allá, con ese aspecto trascendental que muy pocos la pueden explicar. Solo pueden contarse experiencias de cómo ellos se relacionan en este tiempo de Todosantos.
Lo primero que hice fue visitar a las mesas que se encuentran en los hogares. La mesa es un altar andino, donde se colocan elementos como el pan, dulce, piña, naranja, comida. La variación está en cómo estos son moldeados, por ejemplo el pan es moldeado en forma de persona minihumana. Los dulces en forma redonda, llamados suspiro, hay escaleras elaborados de pan, lo mismo que animales como el caballo.
Estos elementos son parte fundamental del ritual de Todosantos, uno de ellos es la t’ant’a wawa, panes en forma de personas. Otro elemento fundamental es el epitafio del difunto, el cual señala su nombre. Lo que adorna la mesa son las pasanqallas que tiene diversos colores, con lo cual se simbolizan las estrellas del cielo.

Describiendo nuestra visita a los cementerios diremos que el segundo día, el 2 de noviembre, en “La Llamita” la gente estaba desde las 9 de la mañana armando los altares en los nichos. Cada uno hacía gala de lo que tenía. Lo interesante de este cementerio fue que la gente estaba armando sus mesas desde la avenida. Observamos cómo la gente hace rezar a sus seres queridos en la calle. El motivo es que el cementerio La Llamita estaba muy lleno. Además, el control de ingreso de bebida alcohólica era muy fuerte, ya que no se permitió su ingreso. En cambio, en los alrededores mucha gente se puso a compartir con cerveza. Ahí no había color político, ni de equipos de fútbol, todos eran hermanos. Una muestra de reciprocidad increíble. Dentro del cementerio se vivía otra fiesta diferente a la de afuera, desde la puerta los rezos, la música, los lamentos, las lágrimas, el júbilo se oía y se sentía.
En la entrada de ese cementerio La Llamita ubicado en la Av. Periférica estaba el control policial, la venta de refrescos y helados, la venta de cerveza, minibuses parqueados, venta de comida como el choripán, anticucho, asado, chicharrón de cerdo, etc. Todosantos también es una época que ayuda a la gente a ganarse unos pesos para el sustento diario. La foto Nº 8 muestra lo primero con que me topé. De entrada se podía percibir el armado de las mesas sobre los nichos. Ahí estaban todos los elementos que hacían al ritual de los rezos.
La gente que más rezaba eran personas mayores provenientes del campo, mezclando oraciones nativas con el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria católicos. Algunas personas o dolientes, pedían a los resiris hacerlo en voz alta, para que los dolientes les pudieran oír y de esa manera darles como pago una buena cantidad de pan. Un resiri con su q‘epi (bolsa) de pan, nos manifestó que había rezado a las almas desde la mañana. Una banda tocaba una canción fúnebre. Cuando terminaron de tocar, inmediatamente tocaron una morenada (ritmo boliviano). Por tres o cuatro canciones les pagaron 50 bolivianos.
En el lugar denominado Alto 27 de mayo, hay un cementerio, llamado Cupilupaca. Este lugar santo es difícil de encontrar a simple vista, ya que no tiene puertas, las almas descansan en un cerro. Además, hay muchos árboles de eucalipto. Es un lugar alejado de la ciudad en el que vimos cómo las personas sufren pericias para llegar al lugar santo. El cementerio es una cuesta o un parque como ellos describen. Sin embargo, al llegar pudimos sentir la música de la banda, de la pinquillada, de la moseñada, de la tarqueada, y la participación de muchas personas, sobre todo las que tienen sus almas por ahí.
A manera de conclusión Después de haber realizado un recorrido por estos lugares, me atrevo afirmar que es complicado concluir. Muchas imágenes quedaron en el archivo y muchos sentimientos en mi mente. Pero me atrevo a afirmar que el 1 y el 2 de noviembre es una fiesta andinocatólica. Pero una verdadera fiesta, donde muchos elementos se mezclan. Describir todo eso es complicado y muy atrevido. Lo interesante de este trabajo es que se trata de ser los ojos de la cultura. Y esta fiesta desde nuestros ojos es el encuentro con el más allá, con ese mundo aun no explicado por la ciencia, es el tiempo de convocar a los ajayus, a los espíritus. Algunos historiadores relatan que antes de la llegada de los españoles, las comunidades aymaras, acostumbraban a sacar de sus bóvedas a los muertos, les daban de comer, de beber, les vestían, cantaban y bailaban con ellos.
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Para esto hay que ver el libro de Waman Poma de Ayala. Esta tradición ya no esta vigente, esta fiesta actualmente sufrió muchos cambios, producto del choque cultural, de la catequesis del cristianismo. Pero la esencia y el espíritu de esta práctica cultural aún se mantienen en Bolivia.
Otro de los aspectos a considerar es que para los aymaras la muerte es el descanso o samaraña del jaqi, y ello es gran motivo para recordar el ajayu o el espíritu del finado. La cultura aymara como se puede ver, habla del ajayu, espíritu que forma parte del cuerpo humano. Desde el punto de vista filosófico-antropológico el ser humano es cuerpo y espíritu, pero el alma es el espíritu del cuerpo. Cuando muere alguien, las almas no van al infierno ni al cielo. Las almas se quedan en las moradas de las montañas. El camino a atravesar es largo, por eso cuando los entierran los envían con alimentos, ropa, herramientas de trabajo para que no sufran en el camino. El cuerpo del aymara reposa en la pachamama, para seguir por el umacha (tiempo de aguas) y subir luego al lugar donde moran los achachilas, a la montaña sagrada.
Como se pudo observar, la gente de la ciudad de La Paz cree que cada año el espíritu de los muertos o el ajayu vuelve a la tierra para visitar y compartir con sus familiares y la comunidad.
La muerte de un ser querido se celebra durante tres años consecutivos: 1) El primer año se llama mara qallta (año del comienzo) o junt’u jiwata (muerto caliente), para esto se prepara una buena apasta (mesa de ofrendas) destinada al difunto. 2) El segundo año se llama taipi mara (año del medio). 3) El tercer año se llama tukuy mara (año final) merece ser celebrado tanto o más que el primer año, siendo la despedida del ajayu del muerto.

Algo interesante de esta época es la creencia de la gente que se expresa en sus respuestas cuando se les pregunta cómo llegan las almas. Ellos responden: «las almas llegan con hambre y sed, y están en las moscas, insectos o pajaritos, por eso hay que dejar la puerta abierta y velar toda la noche». En ese momento se aprovecha para compartir. En ese momento se cuenta cómo era el difunto cuando estaba en vida. Y mientras tanto se hacen circular traguitos o cerveza, y hay una fórmula: almax purakaparux sirphasiñani = nos serviremos al provecho del ajayu, que se recita cada vez que se toma la bebida ofrecida. Otra de las creencias concretas que influyen en este tiempo son los colores de tela que se pone en las mesas. Si es color blanco es alma de niño, si es negro es de mayor, si hay aguayo se dice que el difunto es mujer. Finalmente, cuando los resiris terminaron de rezar dicen alma oracion katuspan (que se reciba la oracion) y los dolientes contestan katuspanay (que se reciba pues).

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