A siete horas de Juliaca, sobre una quebrada en la selva de Puno, cerca a la frontera con Bolivia, Raúl Mamani cultiva el mejor café del mundo. Su reciente galardón en la feria SCA 2017 de Seattle animó a Domingo a ir en busca de sus aromas.
VIDEO: LA RUTA DEL MEJOR CAFE La ruta del mejor café del mundo;no existe.Son casi las 4 de la mañana, y el auto ha detenido su curso en un desfiladero, en la punta nororiental del distrito de San Pedro de Putina Punco, provincia de Sandia, en la selva de Puno.Para respirar este abismo hemos viajado siete horas desde Juliaca. Ahora, con la trocha enflaquecida, en medio de una oscuridad dominante que deja como libélulas a las linternas de nuestros celulares, queda confiar en los pies.Pero ha llovido mucho durante la noche, y la tierra se ha convertido en una mazamorra húmeda y traicionera. Para los visitantes, por supuesto. |
Una cafetera. El deseo del mejor cafetalero del mundo es una cafetera.En octubre pasado, en el EXPO CAFÉ 2016, en el Parque de la Exposición en Lima, Mamani ocupó un stand pequeñísimo con una máquina modesta.Ana María Vanini, ingeniera civil y jefa zonal de Devida en Puno, ríe al recordar el episodio. “Nos avisó un día antes de que iba a participar. Le dimos una cafetera por cumplir prácticamente, y quedó en segundo lugar”.
El café ayacuchano del VRAEM y el de Villa Rica de la selva central tuvieron que hacerse a un ladoComo ocurrió en el 2010, cuando el café de Wilson Sucaticona, también del Bajo Tunquimayo, se alzó con el People's Choice Awards concedido por la Specialty Coffee Association of America (SCAA). Eso sin contar que los premios nacionales han sido conquistados en seis ocasiones por caficultores de la zona.¿Por qué, entonces, Puno aún no se inscribe en el imaginario colectivo como el mejor café orgánico del país?Vanini teoriza: “En los restaurantes de los distritos pides café y te dan Kirma. No fomentan el consumo interno ni hay promoción. Todo lo producido se vende afuera”.El café Tunky de Raúl Mamani se exporta a los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. No de forma independiente, sino a través de la cooperativa San Jorge, donde ejerce como presidente del Consejo, y, claro, por intermedio de la Central de Cooperativas Cafetaleras de los Valles de Sandia (CECOVASA).Sin este entrevero institucional, el Tunky se quedaría varado en el aeropuerto por no poseer las certificaciones correspondientes.Treinta caídas después, con el corazón a punto de agujerear el pecho, la ropa embarrada, los zancudos dándose ¿Pero qué hace tan codiciado a este café?Mamani lo explica, mientras da machetazos a la maleza. “Mi cosecha es selectiva, y junto las mejores propiedades de tres variedades”.En efecto, en las cuatro hectáreas de su chacra crecen la caturra (cuerpo), el borbón (acidez), y la geisha (aroma).El tiempo de fermentación debe respetarse con la exactitud de un matemático. La caturra tarda 18 horas, mientras que las otras dos variedades, 20. Pasarse quince minutos puede resultar fatal.Con igual minuciosidad deben almacenarse los granos. “El café es una esponja. Basta que caiga una gota de gasolina para que se pierda todo el lote”, explica Mamani.Son las plagas, sin embargo, uno de los peligros mayores. Mamani perdió una hectárea debido al ataque de la roya, ese hongo color naranja en forma de botón.A la roya la combate con un ritual: una vez al mes humea las hojas de sus campos con el incienso maloliente que despide el ispi, un pez minúsculo que habita el Titicaca.Y también con un abono sin químicos que resulta de la mezcla de cáscaras de café, plátano, papa japonesa y ceniza.En Sandia, una zona tomada por la minería ilegal y el narcotráfico, donde es una osadía caminar pasada las seis de la tarde y no es extraño cruzarse con camiones custodiados por francotiradores o divisar narco-avionetas, el cuidado que guarda Mamani por sus cafetos es el de un niño que protege plantas en medio de una balacera. "A mis vecinos les digo: no planten coca, platen café. Con el café con ocerán el Perú y el mundo. con la coca serrán perseguidos.
un festín, y el sol penetrando las hojas, llegamos a la chacra de Raúl Mamani.No es época de cosecha, precisamente. Falta un mes todavía, pero se vislumbran granos rojizos.Los romeros, manzanos y nogales alrededor perfuman la lluvia que empieza a evaporarse. De los 900 agricultores de Bajo Tunquimayo, solo el 10% se dedica al café. El resto, en su mayoría, tiene el cultivo de pan llevar como fachada.Antes del 2005, cuando fue elegido como el segundo caficultor del Perú, Raúl Mamani no conocía Lima siquiera.Luego del galardón se ha paseado por varios rincones de Estados Unidos, y participado de pasantías en Chile y Bolivia.Mamani es beneficiario del Proyecto Agroforestal II de Putina Punco financiado por la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida). Ello le ha permitido acceder a un fondo millonario, recibir asesoría, y honrar a su padre Hermenegildo, quien falleció en abril de 2016 a los 78 años.“Antes de morir, mi papá me dijo que se sentía orgulloso de mí. Quiero ser el primer tricampeón nacional y tricampeón internacional y dedicárselo”.Mientras tanto, Raúl Mamani, el agricultor del mejor café del mundo, espera completar -con ayuda del distrito- el segundo tramo del camino hacia su chacra. Y conseguir, por fin, una cafetera apropiada.
orgulloso, en familia ___________________ |
No hay comentarios:
Publicar un comentario