Escribe: Edmundo de la Vega
Machicao
FRAGMENTO
del artículo “SOBRE PATRIMONIO CULTURAL E IDENTIDAD: SAN LUIS DE ALBA COMO
PRETEXTO” publicado en el libro PUNO. 11 MIRADAS EM LA SEGUNDA DECADA DEL SIGLO
XXI. Ed. Munilibros. Municipalidad Provincial de Puno, junio 2014. pp 31 a 36
…
He mencionado que parte del problema es de orden conceptual
y creo que uno de los conceptos que debemos revisar es el de patrimonio
cultural.
Es muy común considerar como único referente del patrimonio
cultural al conjunto de objetos físicos, muebles o inmuebles, cuyo valor
testimonial radica en su antigüedad, monumentalidad y/o calidad artística. Es
así que resulta innegable reconocer a Machu Picchu o Sillustani como expresión
del patrimonio de la nación, pero existen dudas cuando se trata de una
"simple" base de chullpa, unos fragmentos de cerámica, trozos de
textiles o una "pinturita" en las rocas.
En las últimas décadas, este concepto de patrimonio cultural
ha sido duramente cuestionado a tal punto que se han generado profundas
modificaciones en dos aspectos fundamentales: el referente y el significado.
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El referente se ha ampliado; antes solo se limitaba a los
objetos físicos o materiales, ahora se han incorporado los bienes inmateriales
o intangibles, es decir el patrimonio cultural incluye ahora la lengua,
valores, costumbres, sistemas espirituales, música, danza, filosofía,
cosmovisiones, conocimientos, y demás aspectos de las culturas vivas con lo que
también se incorporan las manifestaciones actuales y no solo pasadas.
Pero más importante aún es el cambio del significado atribuido
al referente. Antes el valor patrimonial residía en el objeto mismo, ya sea por
su monumentalidad, antigüedad o belleza, es decir el valor del patrimonio era
consustancial al objeto. Ahora el patrimonio tiene un valor testimonial atribuido
por una colectividad y radica en los significados y funciones que tal comunidad
le otorga como resultado de su particular proceso histórico, social y cultural.
Dicho de otro modo, el patrimonio cultural viene a ser el
conjunto de elementos o entidades materiales e inmateriales que forman parte de
la vida social de una colectividad, a los cuales se les atribuye una función,
un significado y un valor en tanto constituyen el testimonio de un hecho y/o
proceso histórico-cultural; el valor y significado atribuido es transmitido a
través del tiempo, pero en cada momento histórico es resignificado en su
contexto e interpretación, por lo que su calidad patrimonial se mantiene,
modifica, transforma o abandona a través del tiempo.
Cuando una colectividad atribuye valor y significado
patrimonial a una entidad física o inmaterial, es porque se siente identificada
con tal entidad, porque la reconoce como testimonio de algo importante. Es
decir, el patrimonio es expresión de una identidad y las identidades se
construyen, permanecen, cambian y modifican en relación a procesos y contextos
históricos particulares. Por tanto, en un país multicultural y plurilingüístico
como el Perú, no existirá un solo referente patrimonial sino serán tantos como
colectividades e identidades hayan.
A partir de este contexto, la política cultural peruana debe
crear e impulsar mecanismos que reconozcan y empoderen a las diversas
identidades que conviven en el Perú contemporáneo, a fin de que valoren,
resguarden y difundan su patrimonio, no con la intensión de generar conflicto o
favorecer la imposición y supremacía de una de ellas sino con el propósito de,
a partir del reconocimiento de la diversidad, apostar por fin por la creación
futura de una identidad nacional.
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NOTA: Edmundo de la Vega Machicao es
Antropólogo, docente de la Escuela Profesional de Antropología de la
Universidad Nacional del Altiplano
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