martes, 24 de enero de 2017

CULTURA VIVA EN EL ALTIPLANO DE HOY

YARITA LIZETH YANARICO
ATACADA EN BOLIVIA
DEFENSA DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL INDIANISMO KATARISTA
Franco Limber. PENSAMIENTO INDIANISTA, El Alto-Kollasuyu 7ENE17
Yo, contra la sociedad colonial me enfrento, pues defender mi raza aymará debo, otra vez esa purulencia colonial llamada bolivianidad se estrella con todo su odio racista ante nosotros, en nuestra tierra, tierra de la indianidad soportar su desprecio no debemos. La bolivianidad racista y trivial escupe su rencor ante una hermana, quien con talento y hermosura deslumbra en la música. Yarita Lizeth Yanarico Quispe es muy nuestra, pues como persona y como arte es el reflejo vivencial de los aymaras:
1) como historia, su apellido: *Yanarico* está ligado a un episodio épico en la historia de nuestra nación, la Republica Aymara al mando de Laureano Machaca en 1956 quiso instituir un Estado propio. El segundo comandante de este gran movimiento Indio fue Marcelino Yanarico[1], uno de los hombres de confianza de Machaca, Yanarico fue parte importante para la construcción de este proyecto político. Los Abuelos de Yarita Lizeth Yanarico son de Moho población ubicada al noreste del lago Titikaka[2], no me extrañaría que exista algún tipo de relación, pero sin duda ella lleva este honorable apellido. Así también es el caso de su apellido *Quispe*: en  1781 en el gran levantamiento de Tupaj Katari contra el Estado colonial español, durante el cerco en la ciudad de El Alto uno de los comandantes fue Diego Quispe. Fue otro de los principales cabecillas que llego a tener el grado de Coronel en la guerra comunitaria de Ayllus.[3] En el siglo XXI otro heredero de ese apellido artífice en nuestro tiempo de devolver el orgullo a nuestra raza es Felipe Quispe Huanca, “el Mallku” dice: “A los Quispes no nos han exterminado, pero aun existimos todavía miles y miles y vamos volver a…escribir nuevamente nuestra historia con nuestra propia sangre; será una historia llena de sacrificio y dolor.[4] Estas referencia nos sirva a tener en cuenta que nuestro linaje racial está ligada a etapas importantes de nuestra historia, y que Yarita Lizeth Yanarico Quispe es parte de ese legado y por tanto es parte de nuestra esencia como pueblo, ese sacrificio y dolor es la expresión social que se ha venido arrastrando a partir de la opresión de un casta frente a nuestra nación.
2) la vida áspera es sin duda ese toque particular que ha marcado a nuestra población ha lo largo de su historia donde el carácter vivencial de la música “chicha” es la expresión real hecha arte. Cuando hablamos de los oyentes de la chicha, nos referimos a que este género musical, está en la vivencia de los aymaras y qhiswas, pero a la misma vez refleja sus vivencias dentro de la totalidad colonial,[5] a) en la vida del área rural, la música “chicha es la preferida” por la gran mayoría de la población, no ha de ser de otra forma la preferida es una hija de sus mismas condiciones, Yarita Lizeth Yanarico Quispe relata: «Me criaron mis abuelos en Moho (al noreste del lago Titicaca), el pueblo de mis papás, en medio de las llamas y las ovejas. Ellos me enseñaron a trabajar la tierra».[6] Esa bolivianidad racista critica un mundo que desconoce, aquí nuestra artista es vivo reflejo de toda la población de aymaras que trabajan la tierra, b) Esta mujer aymará conoce de cerca la vivencia áspera de la vida en el área rural, esos que critican el último éxito musical: “Perdóname” que tuvo como locación la comunidad Yampara de Pisili en el municipio de Tarbuco, me
imagino que la mayoría nunca ha pisado esa comunidad, ni conocen su cultura más halla del nombre, ni menos las condiciones materiales y sociales en las cuales sobreviven, en mis viajes por los estrechos recónditos de estas tierras uno evidencia que en estas comunidades generalmente no se escucha en las radios o en sus fiestas otra música que no sea la “Chicha” , que hace esa bolivianidad pretendiendo defender un mundo que ignoran por completo a título de “nuestras culturas” o “nuestro patrimonio”. Uno se atreve a decir que mucha de esta bolivianidad no conoce siquiera la gran parte la ciudad donde vive, y aun así, su ridículo sentimiento de “nación boliviana” los lleva a la segregación de de odio prosaico en su aseveraciones contra los aymaras.   
3) Juliaca tierra de los vientos, tierra de aymaras, donde Yarita Lizeth Yanarico Quispe creció desde los 13 años, no es muy diferente a la Ciudad de El Alto, como no defendería a nuestra hermana artista, también ella ha sentido el frió gélido del altiplano, esa que quema el rostro, si, nosotros los de piel cobriza, los de herencia aymará gustamos de la música “chicha” pero no ha de gustar a todos y eso es respetable, pero que razón hace guste o no la “chicha” que se encienda el bramido de nuestra raza y se estrelle con desprecio contra el racismo colonial de la bolivianidad. El contenido musical de la música chicha no está hablando de una realidad ajena sino está reflejando la vivencia de los aymaras, por tanto, me atrevo a decir que hay originalidad en este género musical. Si está expresando esa vivencia, está claro que hay una identidad entre lo que se canta y lo que vive la gente, de ahí que tenga oyentes donde están asentados los aymaras.[7] ¿Asentados en dónde?: a) el comercio, es uno de los rubros más grandes donde el aymará acumula capital, hace dinero con esfuerzo al margen del Estado boliviano: Yarita Lizeth Yanarico Quispe fue comerciante, vendía ropa, como muchos Aymaras en la ciudad de El Alto, sobre todo en la zona 16 de Julio, acaso uno no podría reconocerse con este personaje, la venta de ropa o telas está relacionada con nuestra Mama T’alla[8] Bartolina Sisa, ella junto a Tupaj Katari se dedicaban al comercio de prendas hecha de Bayeta y como también el comercio de coca, los aymaras en los yungas producen coca a raudales, así tanto comerciantes de coca como de ropa en su mayoría escuchan la música “chicha”, del mismo modo las “comideras” en sus puestos en el piso o en alguna pensión en la ciudad de El Alto o Taraco se escucha de fondo la “cumbia sureña”, ¿y que con esto? Yarita Lizeth Yanarico Quispe vendía comida, ella nos cuenta: «cuando terminé el colegio tuve que irme a trabajar a Puerto Maldonado, donde cocinaba para más de mil obreros; mi rutina empezaba a las tres de la madrugada y terminaba a las diez de la noche»[9]. Muchas de nuestras madres comercian o trabajan al límite de sus fuerzas porque ellas se convierten en el sostén del hogar, muchas madres solteras, ese crujido en nuestro cuerpo indio al madrugar, esa aspereza de trabajar por amplias jornadas, solo nuestra piel cobriza indiana la sabe sentir así como el quemar de las pestañas por el sueño, sin duda al escribir estas breves líneas mi animadversión legitima no la he podido contener, pues me enferma que esa bolivianidad blanca-mestiza en su infecta superficialidad arroje su odio racista contra las mujeres de nuestro pueblo aymará, ya que Yarita Lizeth Yanarico Quispe puede ser nuestra madre, nuestra hermana, nuestra novia, porque cuando uno observa en las redes sociales de Internet los comentarios del hastió de la bolivianidad, la sangre, mi sangre burbujea de odio contra esta bolivianidad bastarda hija del criollismo feudal.  La mentalidad feudal no acepta la continuidad cultural. Los aymaras pensamos de otra manera la historia. Por eso condenamos los propósitos que insultan Yarita Lizet.[10] Hablan de su estirpe boliviana que no es más que una ilusión, los Aymaras tanto como los Quechuas, en si los Kollas estamos enraizados en estas tierras milenariamente y no un par de centenas de años, así que ya va haciendo hora que tomemos nuestro lugar, Bolivia si es algo es por el Indio, por el Kolla. Las decadentes elites blancoides se mostraran horrorizados ante la idea que Bolivia esta “kollanisada” pero esto más que una idea es un hecho,[11]b) El trasporte, de la ciudad de El Alto hacia La Paz o de ellas a las provincias, la música “chicha” domina los parlantes del chofer. En el transporte sea en una ciudad, en las rutas interciudades, interprovinciales, interdepartamentales, los que están detrás del volante son evidentemente aymara-qhiswas, y son estos los que ponen en la radio o en el reproductor de música la chicha, ya que esas letras hablan de su realidad, se identifican con esas canciones. Les gusta porque esas canciones hablan de ellos (as). La chicha expresión de una realidad,[12] b) La academia, muchos de los joven universitarios y docentes la Universidad Mayor de San Andrés gusta de este genero musical, esta universidad anterior mente de dominio blanco-mestizo, esta bañada hoy por la indianidad, más del 60% del estudiantado proviene de la ciudad de El Alto que es crisol de aymaras que van ganado espacios para nuestra raza, que decir de la Universidad Pública de El Alto UPEA en su plenitud propia de nuestra raza: La música “chicha” va absorbiendo los oídos de la juventud india, en estas dos casas de estudio, ellos sin duda sientes con mas pasión las letras de amores y decepciones que expresa este genero musical, c) ¿Qué expresan? Entre las cuestionantes triviales a la música “chicha” por parte de la bolivianidad está que la música “chicha” es borrachos, creo que me enferma su hipocresía, han de ser evangélicos o mormones, creo que en este conteniente el alcoholismo social esta injerta en todas las capas sociales, económicas o culturales,  esa chorradas de lleno te sacan una sonrisa, pero bueno en el caso de que sean todos evangélicos o mormones existe un mar de discografía y artistas evangélicas-cristianas que se dedican a tocar sus alabanzas a Jehová en ritmo de “Chicha”, obvio los “pastores” de estas iglesias y sectas saben de los gustos del indio aymará y buscan de todas las formas posibles recaudar dinero (porque es una empresa) para atraer al indio, pues sabe que le gusta este género musical, esa bolivianidad que vive incrustada en su mini mundo no percibe esto, solo basta dar una vueltilla por las rinconadas de la Ciudad de El Alto, ya que estos tipos de iglesias están brotando como setas. Así que parece absurdo procurar aparentar ser un “santo virginal” cuando se habla de las gentes que consumen la música “chicha”. Otra criterio aun mas absurdo es que la “chicha” es Peruana y ahí dan rienda suelta a su “pajeo mental” defendiendo una nación boliviana que no existe y que no comprenden. Ahí nosotros, los Aymaras con conciencia jugamos un rol fundamental, el de hacer entender a nuestro pueblo que mucho antes de ser bolivianos somos Aymaras, que algunas líneas imaginarias que el criollaje feudal ha establecido no pueden romper los lazos profundos que nos unen a los aymaras asentados en estos Estados ajenos de lo propio: somos Aymaras en el sur de ese Perú, somos Aymaras en ese norte Argentino, somos Aymaras en ese norte Chileno, somos Aymaras en esta Bolivia, que en estos Estados recientes no se permita sepultar jamás la indómita nobleza de un tiempo milenario, que no sepulten nuestra lengua, ni armen circos haciendo creer a nuestro pueblo una identidad mestiza o Ch’xi[13] ajena a lo propio, somos el legado y el futuro en la historia y no estamos jugando pues es una cuestión de supervivencia. Lo aymará ya no se limita a las montañas, ahora puebla el oriente boliviano, de norte a sur, lleva al mundo su Folklore, la Morenada hace templar las avenidas principales de Brasil, Argentina y España, harto somos, muchos seremos. Cuando atacan a  Yarita Lizeth Yanarico Quispe esgrimiendo su “nacionalidad” peruana causa cierta aversión, pues que tan difícil es hacer entender todo lo dicho hasta aquí, a esa sociedad xenófoba y racista  que fermenta su resabios coloniales, sus herencias culturales del viejo siglo, pena daría, pero no, esto nos afecta y nos afectara siempre hasta que no toquemos los cimientos del Poder Político, ahí nuestra lucha permanente, el germen de nuestra libertad. Otro criterio desatinado es el poco contenido de las letras: no diferenciar lírica y música es un error, puede que algunos les encante las letras pues sea de amores o desamores, y a otro tanto le guste bailar. Suena y resuena en sus oyentes, en los famosos y lujosos “cholets” donde estos artistas deleitan en vivo la chicha, pero no solamente ahí, sino en las fiestas locales de las provincias al aire libre, en los aniversarios de algún sindicato de trabajadores del transporte o de otra índole.[14] Así sucede tanto en el reggaetón como en la cumbia o en el rock metal, se puede disfrutar letra o música o ambos conceptos, el reggaetón lo bailan sin escuchar la letra, lo mismo ocurre que el metal rock, muchos roqueros aymaras lo oyen pero no entienden el inglés pero aun así es de mucho agrado, la chicha letra y música juega como en todos los géneros musicales a través de la capacidad del artista de generar arte en la composición, los oídos megalómanos espero vayan
entendiendo este simple punto, es absurdo fijarse en la calidad de la música o la letra, lo cosa es aquí de quienes las disfrutan, que lejos esta bolivianidad de esto, que lejos estas de Haydn o Brahms. Aunque tendencial mente existen mas canciones de amores y desamores en la música “chicha” existen otros tantos que cantan a los mineros en su mayoría aymaras, o los comerciantes en su mayoría aymaras, a los transportistas en su mayoría aymaras, pero las mas bellas composiciones de estos artistas son cuando están dirigidas a las madres. Cada vez que oímos una canción nos lleva a un determinado ambiente. La diferencia radica en el contexto, además cómo son tratados los contenidos de un tema específico, se diferenciarán según la experiencia intima del compositor y eso depende de las características en las que se encuentra el malabarista de las letras,[15]
4) Yarita Lizeth Yanarico Quispe es tanto como nosotros y comenta con un aire de orgullo andino: «Me gusta comer Wallaque (tradicional del sector del lago Titicaca), una sopa que se hace con karachi.»[16]  Acaso esa bolivianidad racista come este plato 100% de aymaras, o acaso alguna vez choca los codos al comer este majar, obvio está en su dicho “comida de indio” su desprecio hasta a nuestra comida llega, a nuestro Pitu, a nuestro P’isqi, a nuestra k’ispiña. Se dan aires de defensores de los Yamparas como si se tratase de su cultura y sin duda ignoran que son en realidad, si los Yamparas se sienten ofendidos por el video sean ellos que hagan su protesta, pero me atrevo sin equivocarme que estos se han sentido alagados por la presencia de su artista *la Chinita del amor*, pues a ella la escuchan y a su género musical. La identidad cultural desde el género musical del Huayño Cumbia…y de la forma de vida de la mayoría nacional que aún sigue discriminado por las elites dominantes del país.[17] Hasta aquí he tratado de justificar nuestra real aversión de los comentarios segregados por la bolivianidad racista y anti-aymará, anti-kolla en las redes sociales de Internet, como también entender que el ataque a un o una Aymara que vive en algún rincón de nuestro territorio es un ataque a todos como nación, en este caso a la hermana Yarita Lizeth Yanarico Quispe, este caso nos ayuda a comprender que el problema racial está vigente y arde en el seno de los corazones de esa casta blanco-mestiza. Ahora toca dar atisbos del cómo opera este casta anti-aymará, pero espero estas breves líneas haya servido para mermar algunos prejuicios que la sociedad colonial nos ha heredado y no permite ver el problema de fondo. Así: indianistas, kataristas, como indianistas kataristas, aymaristas, amauticos, campesinistas estamos en el deber sagrado de defender a nuestra gente de cualquier afrenta por parte de la sociedad blanco-mestiza y de todo su aparato colonial que segrega odio y racismo, su hipocresía, me enferma y más la ignorancia de esa costra llamada bolivianidad pretende ocultar las heridas sangrantes, de toda la historia y esta guerra permanente de razas, del como la nuestro pueblos expresa sus deseos y sentimientos, intenta camuflarlos profundos antagonismos palpantes de las relaciones entre castas de poder político y económico y la lucha racial de Kollas contra mestisoides. Y, ahí estamos para defender en letras y algún momento con las armas a nuestra sagrada causa, hoy soy entre millones un indio-aymará mas que gusta de este género musical, y que sale con odio legitimo en la defensa de un hermana que representa y expresa nuestra vivencia diaria, lo hago y lo haría por cualquiera hermana artista que tenga nuestra sangre inyecta en sus venas: Erlinda Cruz y Las consentidas, Las Purpurinas, La Floricielo, La Muñequita Milly, la Dina Paucar, o los hermanos Osito Pardo, grupos como Balazo, e Iberia, entre mucho, todos pertenecientes a la gran hermandad Kolla, estos que si bien a muchos no llegue a gustar, pero a un familiar, amigo, vecino o colega gusta, por esa razón hacemos esto una causa de todos, eso no puede salir de nuestra cabeza, así también será nuestra lucha cuando la injusticia y el odio llegue al campo de la política o la economía, ahí prestos a la batalla hasta el día sagrado donde consigamos estar en el Poder legítimo que nos corresponde y hagamos de estas tierras días mejores, aunque pueda costar el derramar sangre a raudales, pero llegaremos a ese momento y ese debe ser nuestro juramento. Cada momento, cada instante cuando llegamos a entender esta lacerante situación brota de los recovecos más profundos del espíritu Indiano la necesidad de hacer templar otra vez esta sociedad colonial y dar la última estocada a su infame precia en el Poder, lo haremos, lo conseguiremos.
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[1] AWQA, vos de los pueblos en lucha, Nº2, enero de 2010, Kollasuyo, Bolivia, p, 11. 
[2] La Razón, Marilyn Choque, La Paz, 12 de febrero de 2015                                                 
[3] Felipe Quispe Huanca, Tupaj Katari Vive y vuelve carajo, p, 137.
[4] Ibid, , 138.
[5] Ivan Apaza Calle, Elogio a la música Chicha, en revista Awqa Nº 1, marzo 13 de  2016.
[6] La Razón, Marilyn Choque, La Paz, 12 de febrero de 2015                                              
[7] Ivan Apaza Calle, Elogio a la música Chicha, en revista Awqa Nº 1, marzo 13 de  2016.
[8] En aymará: Es la mujer autoridad de una comunidad, esposa del Mallku o jilaqata.
[9] Biografía de Yarita Lizet: http://ondachicha.reyqui.com/2013/05/biografia-de-yarita-lizeth.html
[10] Escribe Fernando Antoja Choque en su cuenta de FaceBook. 
[11] Carlos Macusaya, El problema de la identidad nacional en Kollivia, periódico Pukara, Nº 104.
[12] Ivan Apaza Calle, Elogio a la música Chicha, en revista Awqa Nº 1, marzo 13 de  2016.
[13] En Aymará: lo gris, y concepto usado por Silvia Rivera Cusicanqui para engañar a los Aymaras, sin duda una enemiga de nuestra raza. 
[14] Ivan Apaza Calle, Elogio a la música Chicha, en revista Awqa Nº 1, marzo 13 de  2016.
[15] Ibid.
[16] La Razón, Marilyn Choque, La Paz, 12 de febrero de 2015

[17] Breseida Nina Quispe, Música Chicha entre polleras y discriminación. 

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