domingo, 8 de mayo de 2016

LA TRADICIÓN Y SIMBOLISMO FERIA ALASITA

Hernán A. Jove Quimper / Laidy F. M. Jove Ruelas
LOS ANDES 7MAY16
La tradición comercial y simbolismo expresivo Iqiqu en la feria Alasita, ciudad de Puno, celebrada del 1° al 10 de mayo, es el campo adquisitivo de miniaturas con significados simbólicos, para que los deseos se hagan realidad: vivienda, trabajo, dinero, novio, novia, estudios, títulos, poder y autorrealización. El Iqiqu (enano o duende), deidad de la fortuna, levantada en “estatua” en la avenida Floral, es el símbolo ritualizado como “Papá Noel Colla”. La feria Alasita se expande horizontalmente por esta avenida y calles adyacentes. Así como las carpas folklóricas de consumo de parrilladas, bebidas y juegos lúdicos.
La tradición comercial de miniaturas en la feria alasita
La génesis de la palabra “Alasita”, fue “rantina” o “rantikuy” (comprar o cómprame, en quechua) y “Alasiña” o “Alasita” (comprar o cómprame, en aymara). La palabra aymara “Alasita”, cómprame fue popularizada. La agencia organizadora de la feria Alasita estuvo constituida doblemente: “desde arriba” por la Comuna Edilicia e Instituciones regulativas, y “desde abajo”, por la Asociación de Artesanos en Miniaturas peruanos y bolivianos. Los agentes actores, fueron los comerciantes expendedores y las personas adquiriendo miniaturas, la misa religiosa católica y los rituales de los curanderos-pagadores “Callawayos”, “Yatiris” y “Paqos”. La tradición feria Alasita y el simbolismo expresivo Iqiqu, mezclada con la fiesta religiosa “Santísima Cruz de Bellavista”, fue el campo adquisitivo de miniaturas dirigidos a la futurología, con fe apodíctica y mentalidad de logro o éxito.
 
 
Sztompka define que la tradición es la herencia del pasado, transmitido en el proceso histórico de objetos e ideas, que no han sido destruidas; acontecidas, desde una genealogía “de abajo” o “de arriba”, naturalmente o por imposición. Hay tradiciones auténticas o ideadas y transmitidas por herencia: histórica, de grupo, y personal. La palabra Alasita, fue traída de “Alasiña” (comprar); del pasado pre-colonial naturalmente por “herencia histórica”. La feria Alasita fue ideada e impuesta “desde arriba”, por el aristócrata gobernador José Sebastián Segurola en 1781; orientada al comercio de miniaturas en la fiesta religiosa del 24 enero: “Nuestra Señora de La Paz-Bolivia”. La tradición de la feria Alasita en la ciudad de Puno surgió transmitida por “herencia de grupo” desde abajo, en la fiesta de 03 mayo “Cruz de Azoguine” a finales del s. XIX. Conectando la secuencia “funcional”, unida a la fiesta de la “Cruz de Bellavista” a inicios del s. XX. En la década del 50, siglo XX, el Municipio impone “desde arriba” la feria Alasita, con feriantes nacionales y bolivianos, que emergieron lucrativamente. La transmisión por “herencia personal”, fue inculcada por sucesores del pasado al presente de padres a hijos, a través del hábito adquisitivo de miniaturas y juguetes. En la génesis de la tradición de la feria de Alasita en Puno, hay cuatro mecanismos de surgimiento: primero, transmitida “desde abajo”; segundo, el “funcional”; tercero, impuesta “desde arriba”; y cuarto, por “herencia personal”.
La “traditum” feria Alasita, bajo la advocación de la “Santísima Cruz de Bellavista”, fue un mercado de miniaturas de todo tipo; de prácticas religiosas politeístas y ritos fetichistas no abandonados, ligada a la “traditum” y “ethos” de poseer algo valioso, con significados simbólicos trascendentes. La función de la tradición de la Alasita, fue enlazar la sociedad entre el pasado con el presente, como fenómeno trans-temporal y puso al alcance miniaturas, con significados gratificantes en las inter-relaciones personales y consuntivas. Motivadas por el logro de necesidades básicas, intermedias y elevadas, como son: casa, dinero, estudios, títulos profesionales, etc. Da activismo al éxito y a las formas de vida local, que se expande a través del tiempo por la fuerza de la tradición. La gente espera la tradicional feria Alasita, año tras año, para adquirir miniaturas, símbolos, y usar en forma particular los significados gratificantes. De igual modo, permitió la exposición y observar la creatividad y estilo artístico de las miniaturas, dando legitimidad a las creencias y cambio de códigos simbólicos. Las miniaturas adquiridas alientan “querer es poder” y el éxito. La feria Alasita validó la espiritualidad teocrática politeísta de las personas, subordinando la razón a la fe apodíctica. Los medios de comunicación impreso, promocionaron periódicos y revistas en miniatura (Los Andes, Correo, El Alferado). Las personas vivieron su raigambre tradicional, la práctica de la religiosidad andina y cristiana, los lazos familiares y las folklóricas. Las tradiciones y los rituales del pasado andino, revitalizaron significados, ideas e interpretaciones del porvenir con visión futurista. Reverdeciendo prácticas valiosas, la fe (fídes) de éxito y fortaleza frente a la adversidad, angustia, tensión, crisis, insatisfacciones y frustraciones; estimulando la prosperidad (ley de la vida).
La tradición no fue necesariamente benéfica y funcional, tuvo también consecuencias disfuncionales. No fue benéfica, por la agitación bulliciosa de la ciudad tranquila y sencilla. Lo disfuncional o dañino de la feria Alasita fue cuando se extralimitaron en el consumo hedonista de alcohol, agresiones físicas, asaltos y robos al paso por gente foránea, la aglomeración humana y el tránsito vehicular desordenado. Hubieron dos ideologías ambivalentes: tradicionalismo y anti-tradicionalismo. El tradicionalismo arraigado, apegada a las costumbres, creencias y la fe o fídes religiosa, con celebraciones festivas (Alasita, las Cruces, Candelaria, los Santos Patronales, matrimonios, etc.). La sociedad puneña vive con optimismo y alegría, lo que “siempre ha sido así”. Las personas no pueden vivir sin tradiciones y creencias providencialistas teocráticas. El anti-tradicionalismo, era la visión de una nueva élite de personas con mentalidad de ethos moderno, gente foránea, universitarios, los líderes de la iglesia protestante que cuestionaron la tradición de la feria Alasita. Los anti-tradicionalistas consideraron que la tradición debe ser abandonada o desechada.
El simbolismo expresivo Iqiqu enano o duende en la feria alasita
La palabra Iqiqu -en aymara Ekeko- refiere a “enano” o “retaco”; Iqiqu -en quechua Eqeqo-, según Montufar, refiere a “duende” o “diablillo” cargado de todo cuanto puede. Iqiqu, enano o duende, diosecillo de pequeña estatura de 20 a 30 centímetros, deidad de la fortuna, cargado de todo. Este personaje ha trascendido el tiempo, su simbolismo expresivo promete a las personas riqueza y prosperidad. Cassirer y Lévi-Strauss, definen que el hombre vive en un universo físico y simbólico: el lenguaje, el mito, el arte y la religión, son representaciones simbólicas. El Iqiqu, deidad fetiche de la fortuna pre-colonial Colla, fue revivida y transmitida “desde abajo” a finales de la colonia (s. XVIII), e impuesta “desde arriba” por el Municipio de Puno a finales s. XX; fue símbolo expresivo de la opulencia. El Iqiqu, deidad, tuvo un ciclo ondulante de divinidad: aparición, madurez, extirpación; luego, reaparición revivida, crecimiento, cenit y declive, preferido por los comerciantes. De acuerdo a G. Tarde, las imitaciones orientan a las personas a la adquisición de miniaturas, entre ellas el fetiche Iqiqu, deidad de la fortuna y riqueza aymara de la Paz-Bolivia. Vander agregó que los símbolos poseen tres elementos: significante (objeto); significado (designa) y significación (valora). La imagen del mítico Iqiqu, deidad Colla, duende o diablillo cargado de todo cuanto puede (significante), fue el símbolo de la fortuna, llevando abundancia, por donde quiera que va (significado); de efecto dual fortuna/infortunio o fasto/nefasto (significación), fue temido y querido (conflicto simbólico). En estas cuatro dimensiones se movió la eficacia simbólica del Iqiqu con alteridad.
Comte, afirmó que la espiritualidad de las personas pasa por tres etapas: teológica, metafísica y positiva. El objeto simbólico Iqiqu, deidad de la fortuna, motivó a las personas de espiritualidad teológica, como significado de la fortuna; en cambio, para los de la espiritualidad metafísica y positiva, no tuvo relevancia. Schutz, Parsons y Taussig, sostienen que las personas actúan con significados, que se derivan de la interacción social y son modificados con el tiempo. El Iqiqu, dios Colla, representación viva en la inauguración de la feria Alasita por el Municipio Puno, era símbolo de riqueza moderna (dinero), mientras que el Iqiqu, estatua levantada en los 80´ siglo XX, dicta un estilo “retro” de equequización funcional frente a la pobreza, popularizando la filantropía como “Papá Noel Colla”.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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CASSIRER, Ernst. (2008). Antropología filosófica. México, FCE.
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