miércoles, 4 de noviembre de 2015

ARTICULOS TOMADOS DEL NUMERO EXTRAORDINARIO



FELIZ 347 ANIVERSARIO, CIUDAD DEL LAGO
347 años que no cuentan cuando se tiene un origen tan remoto como los mitos que nos explican un pasado al que la historia no ha llegado siquiera a rasguñar, un pasado que nos reprocha constantemente que quienes vivieron en este espacio hicieron más que nosotros; no en vano suele decirse que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pues vivimos de la gloria del pasado.
La domesticación de la papa, la oca, la quinua, cañihua y los procesos para su conservación; así como la domesticación de la llama, la alpaca, el uso de las fibras de la vicuña, el huanaco. La gran variedad y riqueza en el arte textil, la alfarería, la orfebrería, tal como la cultura alimenticia, han diseñado culturas tan complejas como la Pukara, verdadera matriz que amalgama a todos los pueblos alrededor del Titikaka y que ha sido tan poco estudiada en su organización y en sus demás manifestaciones.
Sin el Titikaka, la vida a más de 3800 msnm no sería posible; esta maravilla de la naturaleza no solo regula la temperatura, sino que educa nuestros sentidos y pule nuestro temperamento: ninguna inclemencia del clima y de la naturaleza es más que el temperamento que nos otorga nuestra naturaleza, pues el puneño es un luchador innato, porque así nos hizo nuestra tierra, y en eso consiste precisamente el valor del hombre que habita esta altiplanicie, en su temperamento indomable y rebelde, por eso lucha frente a todo, para imponerse a toda costa.
Aquí vivieron los qollas y se enfrentaron innumerables veces con los estropicios del tiempo y del clima, así lo hicieron también los puquinas, los aimaras y más tarde los quechuas. Debemos ser conscientes que el Titikaka y Puno, así como los cusqueños se reclaman ser el ombligo del mundo andino, son el origen de todas las culturas ancestrales, y de los mitos que las circundan, ya que la historia es apenas una pequeña niña en faldones que empieza a caminar.
Todo se reescribe constantemente, pero Choq´earu, ese pueblo que sembró no solo la semilla de la papa sino de la vida, se constituye en el punto cardinal de todo origen, ya que toda cultura necesita alimento, y por él se lanza a la conquista y la exploración de los escenarios nuevos donde también harán florecer su tradiciones, costumbres y demás ritualidades; así ha sido desde los tiempos pretéritos y así ha de ser hasta los albores.
Todo lo nuestro se replica desde los orígenes, kon, wiracocha pachawachachik, los apus, las sirenas, las rebeliones qollas contra los centros opresores, las contactos que unifican y diferencian, están siempre presentes como en un ciclo efervescente que configura la identidad del puneño; quizá por eso hemos participado en todos los conflictos identitarios y de recuperación de una autonomía esquiva. Nadie puede negar la participación de los puneños en las gestas tupacamaristas, pumacahuistas, en las huestes de San Martín, Bolívar, en las de Castilla, lo mismo que en la Guerra del Pacífico, donde los puneños conformaban más del 80% de las huestes peruanas.
Solo entre 1865 y 1930, contamos 165 rebeliones indígenas, todas en contra del ascendente poder gamonal. En Puno, por primera vez, se erigió la escuela rural para niños indígenas en toda Sudamérica; en Puno aparecieron dos generaciones que marcaron un verdadero derrotero social y cultural para la historia peruana, esa generación de Carlos Belisario y Nicolas Oquendo Álvarez, José Antonio Encinas, Mariano H. Cornejo, Federico More, Moises Yuchud, Eduardo Fournier, Manuel A. Quiroga; y la segunda, la conformada por Gamaliel Churata, Alejandro Peralta, Emilio Romero, Emilio Vásquez, E. Armaza, Dante Nava y otros, que supieron amalgamar el temperamento de la puneñidad y hacerse sentir en los fueros nacionales, como si se tratara de los tiempos míticos.
En materia de arte, hace cincuenta años que las danzas puneñas reunidas en sus expresiones más notables se presentan como un espectáculo ofrecido al mundo entero, a partir de una iniciativa personal del doctor Enrique Cuentas Ormachea y del Instituto Americano de Arte, plataforma cultural de entonces. El Instituto Americano de Arte, presidido por el doctor Cuentas, formalizó una praxis tradicional centenaria y milenaria; porque el pueblo de Puno, a través de sus elementos constitutivos, quechuas, aymaras, puquinas, urus y mestizos, es eminentemente festivo y bailarín. Mitos y ritos prehispánicos y contemporáneos están grabados en el gen y en el calendario anual de sus comunidades, ayllus, distritos y provincias. Las festividades de los santos patronos y vírgenes, que reemplazaron con la llegada de los españoles a viejas remembranzas religiosas de un pasado mitológico, donde el gobierno de las wacas afirmaba una reciprocidad y profundo respeto hacia la naturaleza. Por todos es sabido que los evangelizadores y catequizadores cristianos reemplazaron con sus santos y vírgenes a las viejas wakas del Perú, cuya última rebelión fue la del Taki Onkoy, en el siglo XVII.
Toda esa fuerza atávica, paisajística, humana, ha persistido como en todos los pueblos que son fuente de la creación de culturas originales. Hay que volver a las comunidades ancestrales, allí donde las montañas son inaccesibles, donde las pampas se abren a los horizontes y el habitante se recoge sobre sí mismo cuando se cumplen los ciclos de producción agropecuaria, comunidades que vienen a la ciudad con su mensaje de historia e inicio de los tiempos, cada primero de febrero, a complementar a la virgen y a mostrar lo suyo.
Cincuenta años en los cuales ha habido eventos de gloria y satisfacción para la danza puneña, como el viaje que hiciera el “Conjunto de Danzas y Música Teodoro Valcárcel” a la ciudad de México, donde recibió el aplauso de coreógrafos, artistas y periodistas, el elogio del ballet Bolshoi y los importantes artículos laudatorios de José María Arguedas, que declaran a Puno como Capital de la Danza Latinoamericana. Pero el mayor éxito de esta embajada cultural es el haber estimulado un género musical específico a lo largo y ancho de América Latina, incluida Bolivia naturalmente; ballets folklóricos de poca o excelente calidad, no existe un registro cronológico del desarrollo de esta nueva tradición, no existe, pero debería construirse.
Y dentro de estas tareas de construcción quedan muchos pendientes, como los museos, fototecas, sonotecas, una tarea continua de investigación y registro. Nada somos y nada seremos ante un mundo de recelo, de apropiación ilícita, de chauvinismo insulso, de patrioterismo sustentado en la chilla y en la grita. Muchas son las tareas que deben acometerse en estos años dentro de una actividad conjunta, destinada a legitimar la propiedad intelectual de las danzas puneñas. Pero, ante todo, la creación de cuadros administrativos del folklor, dirigentes auténticos y desprendidos. La creación de becas para compositores, bandas, artesanos, para gente joven y vocacional. De otra manera, todo estará perdido, nada habremos hecho por la cultura viva que son las danzas y la música de Puno.
El culto a la Virgen de la Candelaria en Puno, que vino a reemplazar a la veneración de San Carlos Borromeo, santo al cual fuimos advocados, no solamente es de carácter religioso, teológico católico, de feligresía; es sobre todo un culto, si cabe el término -y que nadie diga que no- pagano, andino, aymara y quechua. En el culto a la Virgen de la Candelaria se funde el culto a la Pachamama, a los Apus, a las fuerzas de la naturaleza.
Es una fiesta andina. No es una fiesta romana, no cumple con los estándares canónicos, y eso no está ni bien ni mal. La creencia y la fe en la Virgen no solamente pertenecen al espíritu en abstracto, es el estímulo diario para el habitante del Altiplano y para la feligresía que nos visita, para continuar con el avatar del día a día, con la circunstancia dramática permanente, con el ser y su destino. La Virgen pertenece al imaginario de los pobres de los campos, de los trabajadores, de las ciudades, de los estudiantes acosados por la incertidumbre, de los jóvenes que buscan una puerta en la vida, de los visitantes que han encontrado una luz en el camino. La Virgen de la Candelaria es el eje del imaginario puneño, a su alrededor se construyen los íconos que orientan al espíritu de los nacidos en este ámbito, a su alrededor está el indigenismo, como dice la marinera de Rosendo Huirse “Tierra de artistas y poetas”, de luchadores sociales de gran alcance, como los que participaron en la gesta de Túpac Amaru, padre de la libertad de América Latina.
Puno ya no es solo “la capital folklórica del Perú”, es desde siempre su capital cultural, el lugar donde amaneció la matriz de su cultura, el origen mítico de todas las naciones andinas, el patrimonio inmaterial de la humanidad. Pero frente a todo esto, ¿qué nos depara, qué estamos haciendo por incentivar la música, la danza, la pintura, la literatura? ¿Qué estamos haciendo por generar desarrollo, por impulsar proyectos de verdad y no visiones cortoplacistas, paliativas?
Puno se está convirtiendo, por la alta demografía y por las oportunidades perdidas, en un reducto de inseguridad, donde nadie se compra el pleito, donde la policía se organiza en bandas y empieza a desplazar a los narcotraficantes. Es un escenario donde los sistemas de salud atentan contra los usuarios porque desde su precaria infraestructura y sus conflictos internos empiezan a desplegar una ofensiva campaña del desmedro de la salud; lo mismo ocurre en el Gobierno Regional, que no tiene ningún atisbo, ningún proyecto y ninguna intención de mejorar Puno. Así pues, no hay nada real para los puneños.
Si heredamos grandeza, dejaremos miseria para las futuras generaciones; y una vez sentados en el banquillo de los acusados, nos encontraremos enmarrocados por ser cómplices del saqueo no solo físico, sino espiritual de nuestra tierra.
Desde este medio, como se hizo desde 1928, incansablemente luchamos por el espíritu puneño, por el desarrollo de la región; pero nos tropezamos con la indiferencia, con el morbo, el escándalo, la deslealtad, la falta de compromiso con la tierra y la estrechez de alma, porque aparentemente son esos elementos los que empiezan a configurar el nuevo espíritu del puneño; ojalá estemos equivocados. Mientras tanto, renovamos el compromiso de seguir bregando por nuestra tierra tan amada.
CONOZCA LA HISTORIA DE PUNO
Los Andes | 347 años han pasado desde que miles de puneños, merced a la orden del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, se trasladaron hasta la ciudad donde hoy vivimos, luego de la destrucción de San Luis de Alba, que estaba en la cima de Laykakota (a 5km de Puno). Repasemos, ahora, cómo ocurrió todo aquello.
Seguramente Gaspar Salcedo, durante el resto de su vida, no dejó de pensar un solo momento en la suerte de su hermano y de los más de 42 indios que murieron aquel 16 de octubre de 1668, por orden del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, quien además de ello, mandó arrasar toda la ciudad de San Luis de Alba, que entonces estaba ubicada en la cima de Laykakota.
Y es que la cabeza de José Salcedo, ese día, fue expuesta en la Plaza Pública de Concepción (la actual Plaza de Armas de Puno), como muestra de lo que les pasaría a aquellos que renegaran de la corona española y del Papa e, incluso, tuvieran la osadía de rebelarse.
El mismo virrey, unos meses después, sobre el suceso, escribió: “Hice derribar la población de Laicacota, sin embargo, de constar de más de 2,000 casas, por haberse fabricado contra las Ordenanzas sobre el cerro rico y bocas de las minas, de que resultaron los daños que se han experimentado y mandé hacer la población media legua del asiento, distribuyendo solares a los vecinos con que biene a quedar aquella población como la villa de Potosí”.
Esta carta, fechada el 27 de diciembre de 1668, ofrece luces sobre el traslado de los pobladores de San Luis de Alba hasta la actual ciudad de Puno, en donde hoy todos nos desenvolvemos; y deja notar, además, que no hubo fundación alguna a través de ningún documento.
Puno antiguo

EL INICIO.- “La ruidosa sublevación de los mineros de Laiccaccota y su sangrienta pacificación, dieron nombradía al Conde de Lemos, y le atribuyeron la fundación de la Villa, que más tarde había de ostentar el título de la muy noble y heroica ciudad de Puno”, escribió el maestro José Antonio Encinas al respecto, en un ensayo histórico sobre nuestra ciudad.
Y era verdad. El virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, con la represión y la destrucción de San Luis de Alba, adquirió renombre entre los altos mandos de la corona española en el Virreinato del Perú, así como entre los indios que poblaban todo el territorio peruano.
Todo comenzó, para él, con la muerte de su antecesor, el virrey Diego de Benavides y de la Cueva, el 19 de marzo de 1666. Entonces, desde España, el Rey Carlos II le dio la venia para que conduzca las riendas del Perú; así, tras los papeleos pertinentes, llegó a nuestra patria el 9 de noviembre de 1667.
En ese entonces, en el país, y particularmente en Puno, dos bandos de mineros se enfrascaban en sendas disputas. Como principal dirigente estaba don Felipe Corrales, señor de las propiedades cercanas a la ciudad, propietario de las principales minas en nuestra región, acompañado de más de mil personas (mineros de Puno, Potosí, y el norte de Chile).
Informado de ello, el nuevo virrey decidió intervenir personalmente y poner un orden definitivo. De esta manera, descubrió la existencia de las minas de Laykakota, que en ese momento eran regentadas por los hermanos Salcedo (José era el dueño), quienes financiaban y eran partícipes de las intensas disputas que se habían recrudecido entre andaluces y vascongados.
LOS HERMANOS SALCEDO .- Los valiosos documentos encontrados en el archivo del Consejo de Indias de Sevilla descubren la trágica historia de estos dos hermanos andaluces, uno de los cuales terminó ejecutado por decisión del Virrey Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos, luego de una nefasta revuelta en Laykakota.
Todo comienza cuando uno de ellos, José Salcedo, conoce, se enamora y finalmente se casa con Malika, nieta de la princesa Kusi Qoyllur y del general Ollanta. Ella le revela a José, instigada por el amor que le tenía, la ubicación de las ricas vetas de las minas de Laykakota, en 1657.
Es entonces que ambos, José y Gaspar, mandan construir el centro minero hispánico San Luis de Alba. El rico asentamiento minero les procuraría riquezas impensables a los hermanos. Tantas, que llegaron a convertirse en los hombres más adinerados del virreinato, llegando a poseer una fortuna de 24 millones de pesos fuertes (la moneda de la época).
No obstante, según se dice, su ambición por ganar posiciones sociales y políticas, así como su menosprecio por las personas que se consideraban importantes, originó el recrudecimiento de la tradicional rivalidad entre andaluces y vascongados, que se acentuó en la rebelión indígena de la Paz, en 1661.
Muchos años después, el 3 de agosto de 1668, llegó a San Luis de Alba, como se dijo anteriormente, el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, para solucionar los problemas. Cosa que hizo, según se dice, sin disparar una sola bala.
Luego, el 12 de octubre de 1668, los hermanos Salcedo fueron sentenciados, sus bienes embargados y dictada la destrucción de la ciudad. De esta forma, más de tres mil hogares fueron incendiados, el terreno de la ciudad fue asolado (echándole sal) y más de cien personas fueron ejecutadas, mientras que otras dos mil fugaron.
FUNDACIÓN DE PUNO.- “La vida de Puno, en la historia política del Perú, debe comenzar a contarse (…) desde la visita del Conde de Lemos, pues ninguna importancia tuvo anteriormente y sus hechos se han perdido en las sombras de la historia. Su fundación se debe, como dice Castelnau, a la vecindad de numerosas minas cuya explotación fue floreciente”, escribió Emilio Romero, hace mucho, en “Monografía del Departamento de Puno”.
Así, ya sea fundación, declaración, establecimiento, instalación, traslación, erección de la ciudad de Puno, nació como ciudad española en el año de 1668, según apuntan los estudiosos, el 4 de noviembre, con una misa solemne celebrada en la capilla de la Inmaculada Concepción, al pie de la imagen del Señor de la Agonía o Cristo de la Bala.
LAS 7 “MARAVILLAS” DE LA CIUDAD DE PLATA QUE TODO PUNEÑO DEBE CONOCER
Los Andes | 4NOV15
La ciudad de Puno celebra sus 347 años de fundación, de historia, de danza, de música, de guerra, de triunfos, de arte, de cultura y de muchas otras cosas que la hacen única en la región y en el Perú entero. Ser puneño, señores, es un orgullo.
El bello arte de Moshò
1.- PANDILLA PUNEÑA
En el carnaval de 1907 nace formalmente la Pandilla Puneña con su bastonero (Guía), parejas pandilleras y acompañamiento de una estudiantina. Los danzantes salían por las calles para deleitar a la población.
En la actualidad, la pandilla puneña es bailada en forma colectiva y mediante sus parejas pandilleras derrochan elegancia, alegría y garbo, alcanzando a realizar hasta 20 figuras. La sutil cojeada de la danza se le atribuye a su creador, a don Manongo Montesinos.
2.- LAGO TITICACA
Considerada una maravilla natural del mundo, el Lago Titicaca está ubicado en la meseta del Collao, rodeando la ciudad de Puno, a 3 mil 830 metros sobre el nivel del mar. Los alrededores del lago fueron habitados inicialmente por poblaciones anteriores a los Incas, como los de la cultura Tiahuanaco.
Este reino fue destruido por hordas de invasores y sus pobladores huyeron al norte. Muchos historiadores creen que fueron los descendientes de éstos, los que posteriormente se convirtieron en los Incas. Según la leyenda, Manco Cápac y Mama Ocllo salieron de ella, conquistaron los territorios aledaños, considerándolo un lugar sagrado, y luego fundaron su imperio en Cusco.
3.- FESTIVIDAD VIRGEN DE LA CANDELARIA
La Festividad de la virgen de la Candelaria es la celebración religiosa más importante de Puno. Fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 27 de noviembre de 2014.
Todos los años, en el mes de febrero, miles de devotos expresan su devoción a la virgen, no solo a través de la fe, sino también a través de diversas expresiones culturales y artísticas, en las que predominan la música y la danza. En el día central de las celebraciones se presentan más de cinco mil músicos y unos cuarenta mil danzantes.
4.- CATEDRAL DE PUNO
El templo, que ostenta el rango de Basílica Menor, fue construido en el siglo XVII, luego de muchos inconvenientes y peripecias. Su culminación demoró, aproximadamente, unos 80 años. Los datos señalan que se inició en 1709 y se terminó en 1794.
Erigida en el llamado Supay Kancha o "cerco del diablo", la Catedral de Puno se levanta en el lado alto de la plaza, como una muestra del barroco español, en claro sincretismo con la cultura andina, lo que le hace tener un carácter evidentemente mestizo.
El templo es monumental: posee dos poderosas torres de estilo romántico que, como dice el escritor Washington Cano, están “coronadas por dos campanarios más bien de estilo barroco”; su altura aproximada es de 30 metros, su ancho de 10 cada una y la portada central de 15 metros.
5.- ARCO DEUSTUA
Es otro lugar de paseo tradicional en la ciudad de Puno, llamado inicialmente Arco de la Independencia. Está situado en el lado norte de la ciudad, a 3 cuadras al norte del Parque Pino (al final de la segunda cuadra del jirón Independencia).
Manco Capac desde Huajjsapata
Es un monumento histórico construido por los puneños bajo la dirección del General Alejandro Deustua, quien fue Prefecto de Puno, construido en 1847, fecha que se observa en la parte superior principal del arco, la cual es de piedra labrada con dos glorietas laterales, una de las cuales cuenta con una pileta.
Monumento histórico construido en honor a la memoria de los peruanos que lucharon en las batallas de Junín y Ayacucho. Declarado Patrimonio Cultural de la Nación mediante R.M. Nº 0928-80-ED el 23 de julio de 1980. Fue diseñado por el Arquitecto francés Felipe Bertres a solicitud del Prefecto Gral. Alejandro Deustua.

6.- CERRITO DE HUAJSAPATA

Aledaño al arco Deustua, se encuentra una construcción moderna en la cumbre de un pequeño cerro llamado "Mirador", desde donde se observa la majestuosidad de la Bahía de Puno y toda la ciudad.
El Cerrito de Huajsapata es otro atractivo de la ciudad de Puno. Es un mirador natural de piedra caliza, del cual se obtiene un panorama maravilloso de la majestuosidad de la Bahía, la ciudad de Puno y del Lago Titicaca. Está ubicado a 4 cuadras de la Plaza de Armas.
El cerrito de Huajsapata, que significa “testigo de mis amores”, tiene 45 metros de altura y, según leyendas, en su centro albergaría una serie de caminos subterráneos que conducirían a Puno con el templo de Qoricancha, en el Cusco.
7.- SALIDA DEL INCA MANCO CAPAC
El amanecer de cada 5 de noviembre se escenifica la salida de Manco Cápac y Mama Ocllo del lago Titicaca para fundar el gran imperio incaico. Puno es el origen de la vida y de la civilización en América del Sur, según la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo contada por el cronista Inca Garcilazo de la Vega.
Una vez que salieron del lago Titicaca, Manco Cápac y su hermana Mama Ocllo llevaron una varilla buscando la tierra prometida por su padre, el Dios Inti (sol). La varilla se hundió en el cerro Huanacaure en Cusco y allí fundó el imperio Inca, convirtiendo a Cusco en el ombligo del mundo.
LA CIUDAD DE PLATA VISTA POR UN CAMINANTE
J.CARLOS FLORES | 4NOV15
Caminar por una ciudad no solo significa ver construcciones, sino, a través de ellas, conocer algo de su historia y, acaso, intuir sus cambios. En un recorrido se intenta dar pistas sobre lo que pasa en nuestra ciudad. Aquí el resultado del nuestro.
Cuando la Isla Esteves era una cárcel, era difícil salir; hoy, sin embargo, es difícil entrar. Lo que un día fue un lugar de recreo para la familia puneña, es ahora un patio para gringos. En el acceso a la isla, un cartel indica que se puede entrar desde las 10 de la mañana, con un tiempo de permanencia de media hora y la prohibición de ingresar alimento o bebidas. En otras palabras, están prohibidos los paseos familiares y solo se reciben visitas rápidas, a la manera de los turistas japoneses.
Aún así, en la mañana, con el sol reflejado en la orilla del lago, es el lugar y tiempo perfecto para pasear por Puno; ciudad que, de acuerdo a las estadísticas del INEI, cuenta en el 2015 con más de 141 mil habitantes. Viendo desde dicho lugar, los puneños parecen apretujados entre los cerros y el lago. La impresión no está lejos de la realidad, pues las únicas zonas de expansión urbana con Salcedo, Jayllihuaya y Alto Puno, aunque, con un débil lazo, también se puede incluir a Uros Chulluni.
La avenida Sesquicentenario es el único camino para dirigirse al centro. Esta vía atraviesa el Barrio San José, uno de los mejores lugares para vivir cerca del lago, pues está casi libre del mal olor que soportan los otros barrios aledaños a la orilla.
Varios puneños aún recuerdan el concierto de sapos y ranas que poblaban densamente esta zona. En épocas húmedas, estos animalillos se dirigían al lago y eran triturados por cientos, al intentar atravesar la carretera que hoy es la avenida Sesquicentenario.
Lo que era un paraíso de sapos, es hoy el lugar de recreo que la gente de clase media y los turistas frecuentan, gracias a las numerosas quintas instaladas en la zona; o bien es la cancha de fulbito o vóley de los que cuentan con algo menos de dinero, pero que se divierten igual.
Punito al rayar el alba
Desde dicha avenida, no se puede dejar de ver el gran edificio de 15 pisos de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno (UNAP). Este logro de la ingeniería y recurso tosco de márketing político (su impulsor se lanzó al Gobierno Regional luego de iniciar su construcción), es todo un símbolo del poder de esta casa de estudios.
Administrativamente, la UNAP es como una ciudad dentro de otra ciudad. Maneja un presupuesto de 136 millones de soles de recursos ordinarios (presupuesto de apertura 2015), pero lo más importante es que alberga a cerca de 20 mil estudiantes, gran parte de ellos venidos de provincias.
Su presencia ha generado un gran movimiento económico en los barrios cercanos a la universidad. Los terrenos y casas del perímetro de la ciudad universitaria aumentaron su valor, ya que varios estudiantes que no pueden viajar diariamente a sus lugares de origen necesitan habitaciones que los propietarios de casas y terrenos se apresuran a ofrecer.
Si uno obtiene una habitación, necesita un lugar donde comer y un lugar donde comprar los pequeños objetos necesarios para la vida diaria. Así, restaurantes baratos, sangucherías, fotocopiadoras y cabinas de internet abundan en la zona. Y, por supuesto, la juventud busca un lugar donde olvidar el rigor de la vida universitaria, conocerse, reírse, bailar y amarse.
Hace algunos años, mientras la universidad acataba una huelga, los locales de expendio de licor y discotecas improvisadas proliferaron como hongos. Ahí, los antiguos puneños vieron escenas antes imperdonables: chiquillas ebrias y peleas callejeras fueron el nuevo espectáculo, el reverso a la vida ideal del estudiante. Este enorme número de jóvenes a su cuidado nutren la vida nocturna en la ciudad y alimentan los números locales que se resisten a mudarse del jirón Libertad.
Eso nos lleva a la avenida Costanera, el aparente límite de un lago que se retira dejando terrenos siempre codiciados por invasores de terrenos o algún visionario de bienes inmuebles. Antaño, estas zonas eran inhabitables por las constantes inundaciones. El estadio y la vieja plaza de toros marcaban los límites de lo habitable. Ahora, son barrios con buenas construcciones donde, también, se ofrecen habitaciones para estudiantes.
Mejor no desviarse y comer algo, pero no hay tiempo. Se debe considerar que, para comer un plato de thimpo de carachi, con un buen pedazo de trucha, sin atragantarse o hincarse una espina, se necesita media hora.
El puneño promedio, ya sea estudiante o profesional apurado por llegar a su lugar de estudio o trabajo, desayuna un buen vaso de jugo de quinua (o, mejor dicho, mandioca con quinua) con su pan esquinado. Para complementar, tiene queso, palta o huevo.
Encontramos varios puestos cerca al cruce entre la avenida La Torre y la avenida Floral. A pocos metros de esa esquina existe un activo terminal de combis para Juliaca. Además, todo automóvil que se dirige a esa ciudad pasa por este punto. En cualquier día laborable cientos de puneños se movilizan en dirección a los terminales de la ciudad de Puno. La ciudad es la sede administrativa de toda la región y, como tal, aloja a los profesionales que se desempeñan en las capitales de otras provincias y en zonas rurales.
Todos estos profesionales y estudiantes son los clientes de Maribel Mamani Cabrera, quien vende jugo de quinua desde más de una década allí. Dice que mínimamente vende 100 jugos al día. De los 100 jugos, al menos 75 son de quinua, el resto es mayormente de cañihua y, una mínima parte, de maka. Tal es el movimiento que generan cientos de profesionales apurados por llegar a sus centros de trabajo. Viendo así, se puede decir que Puno es el cerebro de la región.
Si uno se dirige hacia el mercado, desde la Plaza de Armas, verá inevitablemente la estación de ferrocarril. Este lugar nos recuerda la enorme importancia que adquirió el turismo en los últimos años. El tren fue el principal medio de transporte de personas, cuero y materias primas hacia Arequipa; luego, con la construcción de carreteras, viajar en tren dejó de ser una necesidad para ser un lujo de turistas.
Este año se prevé el arribo de 830 mil turistas, entre nacionales y extranjeros. Casi todos llegarán a Puno, aunque sea de pasada. Ellos traen consigo la necesidad de buenos establecimientos a su servicio. Aunque en los últimos años los empresarios se animaron por construir los mejores hoteles a las afueras de la ciudad, el cercado de Puno aún concentra buena cantidad de hoteles y establecimientos turísticos en general.
LLegar al mercado Central un día laborable cualquiera significa ver cómo Puno aún está a punto de ser una “ciudad grande”. ¿Por qué? En las ciudades grandes, al menos en las peruanas, los atascos de autos son la marca que las certifica como tal. A nuestra ciudad le falta poco.
Entrando en el cercado de Puno, podemos encontrar bares, restaurantes, algunas bagueterias y peñas. Las construcciones son cada vez más ambiciosas. Con sus 11 pisos, el hotel Qalasaya es considerado el edificio más alto de la ciudad de Puno (mientras no se concluya el edificio de la UNAP) y es una demostración de lo dicho líneas arriba.
Como en muchas ciudades, el centro de Puno alterna viejas y nuevas construcciones. No es muy cómodo caminar por las veredas angostas de las calles del centro, por eso el jirón Lima es un alivio para el tránsito peatonal. Quizá es hora de un refrigerio. En el centro, las salteñas se han vuelto el refrigerio favorito de cualquier oficinista. A las 11 de la mañana, no hay nada como una salteña de masa crocante y relleno sabroso, rodeando una presa de pollo, por supuesto, con el toque ácido del limón.
Atardecer
Así se llega a la Plaza de Armas. Este lugar casi nunca está quieto y en calma. Como hormigas, cientos de hombres con fólderes en las manos se movilizan o matan tiempo mientras esperan que sus trámites avancen. En estos últimos años, la Plaza de Armas ha sido escenario de innumerables protestas ocasionadas por necesidades insatisfechas de pobladores de toda la región.
Cuando se crearon los gobiernos regionales, se habló bastante sobre descentralización, pero con los años el problema de la centralización se repartió y trasladó a las capitales de región.
Mientras en un extremo encontramos la universidad, en el otro se reparten los mercados y terminales. Los terrenos cedidos por el lago fueron ocupados por el terminal terrestre interregional y los mercados más jóvenes. En la actualidad, el municipio tiene la intención de trasladar cerca del terminal a cientos de comerciantes.
Todo paseo es incompleto y si fuera completo sería demasiado largo. Conviene terminar el paseo en el centro poblado de Jayllihuaya. Con sus casi 6 mil habitantes, esta zona se perfila como una residencial. Muchos adinerados de la ciudad prefieren este lugar por lo calmado y bonito del paisaje. Un lugar particularmente misterioso es un castillo que se viene construyendo durante 15 años, su propietario es un extranjero extremadamente celoso con la construcción y, aunque contrata ayudantes, la mayoría de veces destruye todo lo avanzado por manos ajenas para acabar todo con sus propias manos. Con seguridad, algún día será un atractivo turístico.

El cielo puneño es cambiante y, luego de una mañana soleada, el cielo se torna amenazante. Mejor decir adiós.

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