domingo, 25 de diciembre de 2022

OPINION: ANALIZANDO LA SITUACION POLITICA PERUANA

 CERO A LA IZQUIERDA

La crisis de los partidos emparentados con la tradición del mariateguismo ha estallado. El suicidio político de Castillo ha sido un factor importante.

Ricardo Velazco

En HILDEBRANDT EN SUS TRECE Nº   23DIC22

E

l fracaso en cá­mara lenta de Pedro Castillo y su final suicida han terminado por desnudar la mendici­dad política, ideológica y programática en la que se encuentra la izquierda local. El diagnóstico es de un tri­bunal de intelectuales entre­vistados para esta nota, a los que no se les puede endosar simpatías por la derecha.

“La izquierda está atra­vesando por la misma des­composición que las otras fuerzas. Estamos viviendo la continuación de lo que Car­los Iván Degregori llamó la antipolítica: una descompo­sición de partidos que em­pieza en los 80, se agudiza durante el fujimorismo y de la que creo que aún no nos recuperamos”, señala la his­toriadora y profesora prin­cipal de la Universidad de California Cecilia Méndez.

El sociólogo y analista político Sinesio López coindice y profundiza en esa crítica. “La izquierda está muy fragmentada, la crisis de partidos también la ha afectado. Ya no hay partidos propiamente de ciudadanos, los partidos que hay son de dueños patrimonialistas que no representan a nadie y son vientres de alquiler. La crisis de representación es brutal”, asegura.

El exministro de Educa­ción Nicolás Lynch señala: “No hay izquierda parti­daria estrictamente en el Perú. Eso se diluyó luego de Izquierda Unida. Lo que el hartazgo y la crisis del mo­delo neoliberal produjeron fueron pequeños partidos o grupos de influencia. Estos comenzaron a expresarse electoralmente con Verónica Mendoza en 2016 y luego con Pedro Castillo en 2021, pero son mosaicos más que una propuesta política con­creta”.

“Los partidos de izquier­da han renunciado a ser van­guardia, se han acomodado dentro del sistema y han perdido sus objetivos, han perdido el deseo de cambiar el sistema. Hacen alianzas y frentes para llegar a una curul y cuando la obtienen se vuelven a dividir porque no tienen una alianza estra­tégica o ideológica”, dice Pi­lar Roca. La autora de libros como “Holocausto Andino” señala que los movimientos de izquierda que han llega­do al Congreso “perdieron el rumbo”. “Los partidos de izquierda han renunciado a tener escuelas de cuadros. Son un club de amigos que viven a espaldas del país, agrega la escritora y cineas­ta.

El autogolpe de Estado que el expresidente Pedro Castillo perpetró el pasado 7 de diciembre fue el epílogo de una presidencia que em­pezó con aires de esperanza para los grupos progresistas y terminó en una turbulenta farsa.

“Hay que entender a Castillo no como un repre­sentante de izquierda sino como el de una pulsión an­tisistema que desde 1990, con Alberto Fujimori, ha logrado encamar a una plu­ralidad de visiones de Esta­do a través de cierto tipo de candidaturas marginales, señala Javier Puente Valdi­via, historiador y profesor asociado del Smith College de Massachusetts.

Puente explica que la gente asoció a Castillo con la izquierda, en parte, por su origen. “Hubo una visión esencialista de Castillo que asociaba su extracción rural, campesina y de rondero o sindicalista con la izquierda, cuando no necesariamente lo era. Yo veía más bien esta otra identidad de Castillo re­lacionada al conservaduris­mo social. Pensé que Castillo sería un presagio para nue­vas formas de autoritarismo que se instalarían en el país y lamentablemente no me equivoqué”, dice el experto.

Pilar Roca, con larga tra­yectoria como investigadora social, reconoce que estuvo en el bando de los que cre­yeron que la administración Castillo sería un “gobierno del pueblo”. “Yo voté por Castillo en la primera y en la segunda vuelta. Pensé que era un profesor provinciano con espíritu de servicio y que iba a buscar un buen equipo para asesorarse, pero no en­contré eso. Terminó siendo un hombre con un círculo muy extraño que está acu­sado de varias cosas. Yo no vi cambios, había manifes­taciones muy superficiales como llevar gente a Palacio y sentarlos ahí, pero esos no eran cambios. Me decepcio­né”, dice Roca.

“La elección de Castillo fue un hito con consecuen­cias más sociológicas que políticas. Se eligió a alguien del Perú más excluido, más marginado, pero política­mente Castillo demostró ser un fracaso en términos de la gente que llegó al gobierno y en términos programáticos. No se produjo el desarrollo de un programa alternativo al neoliberalismo que era la esperanza de millones que votaron por él en segunda vuelta”, señala Lynch.

Clasificar políticamente a Castillo puede resultar tarea imposible hasta para los más curtidos expertos. “Ideológi­camente es inclasificable y los escándalos de corrupción contribuyeron a su deterio­ro y probablemente al golpe -dice Sinesio López- pero la gente que ahora se está mo­vilizando ve en él a uno de sus representantes. Es una identidad social, no política. Es el personaje con el que se identificaron y que sienten que ha sido maltratado, ca­lumniado e insultado duran­te este año y medio. Hay una ira acumulada y no es por las puras que sea en el sur, una zona que la costa desplazó en importancia tras la derro­ta de Andrés de Santa Cruz y el auge del guano.

Los partidos políticos de izquierda -o lo que queda de ellos- y sus “líderes” tam­bién han sido arrastrados al precipicio.

Perú Libre, el vientre en el que se fecundó a Casti­llo, resume la derrota de la izquierda, según los entre­vistados. “Esta agrupación inicialmente parecía un partido dotado de una ideo­logía marxista leninista que contaba con un manifiesto. Pero poco a poco se fue haciendo más complicado di­ferenciarlo de otros grupos de interés tras la condena por corrupción de su líder y otros escándalos. También fue difícil diferenciarlo de otros grupos ideológicos por todas las veces que votaron junto a la extrema derecha”, explica Cecilia Méndez.

“Perú Libre forma parte del fracaso de Pedro Castillo porque fueron ellos los que lo llevaron a la presidencia. Indudablemente que quienes estuvieron más cerca de un poder que fracasa pagan un mayor costo po­lítico. Hoy tienen presencia congresal, pero en el futuro no sé si volverán a tenerla”, añade Nicolás Lynch.

Para el historiador Ja­vier Puente, la bancada de Vladimir Cerrón tiene una importante cuota de respon­sabilidad en el desastre en el que terminó la última aven­tura de la izquierda local. “La gran tragedia castillista es haberles hecho notar a las huestes cerronistas y a la derecha bruta y achorada que tenían menos diferencias de las que creían. Cuando, por ejemplo, revisan cuestiones que tienen sobre familia o género o el modelo econó­mico, hay muchas más concurrencias que discrepan­cias”, señala el profesor del Smith College.

La última vez que la izquierda cerronista y la derecha más reaccionaria se alinearon fue el pasado martes 20, cuando la mayo­ría de congresistas de Perú Libre y Renovación Popular se opusieron al adelanto de elecciones que se aprobó por 93 votos. Puente ensaya una explicación para este matri­monio. “Los congresistas de Perú Libre se han dado cuenta de que la perpetua­ción de la crisis es una cosa que legitima su existencia y facilita su presencia. Un es­cenario sin crisis los va a em­plazar a mostrar las cartas de una agenda política que no tienen”, dice.

“Vladimir Cerrón ha cumplido un pésimo papel. Tuvo un comportamiento completamente contradic­torio, creo que está razonan­do más con el bolsillo que con la cabeza al igual que sus congresistas. En esta última votación pensaron que perderían el financiamiento público que les to­caba por tener curules si es que el Congreso se cerraba”, señala Sinesio López.

“Yo no veo que Cerrón lidere un partido cuando lo que invoca -dice Cecilia Méndez- es su propia opi­nión. Lidera un grupo caudillista dispuesto a aliarse a la extrema derecha. Me hace recordar por momentos a Eudocio Ravines cuando contribuyó en los años 40 a la caída del Frente Democrá­tico que agrupaba a quienes antes habían sido enemigos como los apristas, grupos de militares y de centro. Ravines prefirió aliarse con la extrema derecha que ayudar para que se hicieran reformas porque era antiaprista, aunque en el caso de Cerrón estamos hablando de intere­ses personales. Esa idea de dogmatismo extremo ha sido un ingrediente de cierta izquierda autoritaria que no se ha ido”.


“Cerrón es un ejemplo más de los caudillos que he­mos visto en la política, de la asociación que hay entre la identidad partidaria y un personaje. De eso adoleció el APRA, Acción Popular y el fujimorismo. También hay una responsabilidad política de Cerrón en la in­mediatez de esta crisis. Este carácter personalista que él reclamó desde el día uno de la administración de Castillo condujo a su agudización”, señala Javier Puente.

Silvia Roca asegura que la bancada magisterial, nutri­da de docentes sindicalistas, también supuso otra estoca­da al zombi. “El grupo magisterial se fue por su lado, es decir fueron el transfuguismo en estado natural. La izquierda de este Parla­mento quedó rezagada, cayó en un pozo donde los prin­cipios e ideales fueron desapareciendo”, sostiene Pilar Roca. Para el historiador Ja­vier Puente el surgimiento del Bloque Magisterial fue “probablemente el esfuer­zo más orgánico de Castillo de generar una plataforma política que le sirviera de sostén político. Pero fraca­só en el momento en que esta plataforma se asoció directamente con el Esta­do”. El historiador apunta a que los colegas de Castillo lo utilizaron para legalizar su sindicato, copar el MINEDU e instalarse cama adentro en el aparato estatal.

La izquierda más progre­sista que encarnaba Verónika Mendoza también tiene un futuro incierto. “Men­doza ya tuvo su segunda candidatura y no cala. Va de un partido a otro y eso es cubileteo político. Le quita seriedad e identificación”, sostiene Roca.

“El problema con figuras como Mendoza o Sigrid Bazán (Juntos por el Perú) es que no son una fuerza po­lítica porque su base social es más regional y a esta le salió competencia con mo­vimientos como los de Cas­tillo”, señala la historiadora Cecilia Méndez. Su colega Javier Puente agrega: “Creo que Mendoza fracasó cuan­do creyó que deslindar con Castillo en el momento que lo hizo bastaba para sentar una posición. No ha logrado entender que la política es mucho más que ganar elecciones. Perdió esa oportunidad” []

No hay comentarios:

Publicar un comentario