miércoles, 20 de junio de 2018

SE PRESENTÓ IMPORTANTE PUBLICACIÓN


CATEDRAL DE PUNO
ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS*
Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas
P

uno es una de las regiones del Perú más favorecidas por el arte arquitectónico de la época colonial. Especialmente, a orillas occidentales del lago Titicaca, unos cuan­tos pueblos guardan aún templos monumentales, que forman un conjunto arquitectónico que ha sido catalogado como expresión del estilo “barroco andino”, cuyos impulsores fueron primero los Dominicos y después –desde 1579- los Jesuitas. Todos ellos -una vez consolidada la ocupación de territorio de los Lupaccas por los invasores hispanos- durante las últimas décadas del siglo XVI y pri­meros lustros del siglo XVII acometieron la conquista espiritual o evangelización de esa parte de la nación aimara, para lo cual era imprescindible la construcción de templos, en cada una de las antiguas “cabeceras” Lupacas: Chucuito, Acora, Ilave, Juli, Pomata, Yunguyo y Zepita.
La significación artística de estos monumentos, ha motivado la amplia e intensa atención de los investigadores de arte.
a. La Catedral de Puno
La Catedral de la ciudad de Puno no pertenece al conjunto monumental antes mencionado debido a su fabricación muy posterior, pero es parte de la obra material religiosa producida durante el época virreinal en el altiplano. En este caso, durante mediados del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII
Como se sabe, la Catedral de Puno, pertenece al cúmulo de bienes de la Iglesia Católica en el Perú. Por bula papal del Papa Paulo VI, fechada el 13 de octubre de 1965, adquirió el rango de Basílica Menor. Mediante R.S. Nº 2900-72-ED​, fue declarada como Patrimonio Histórico Cultural de la Nación.
Su construcción demoró un largo periodo. Algunos datos existentes señalan que se inició realmente en 1709 y se terminó en 1794, aunque según determinados documentos dicha construcción empezó en 1669 (luego de los sucesos de Laycacota y los hermanos Salcedo y la intervención del virrey Conde de Lemos) y concluyó en 25 de mayo de 1757 con la terminación del imafronte o fachada principal por Simón de Asto, esto según la inscripción que aparece en dicha fachada. La obra fue supervisada por el párroco Juan Valentín de Gamboa y Norveña, natural de Hita, Toledo.
Adicionalmente es necesario señalar que en el arco de una de las puertas laterales se ve inscrito el año 1794 como fecha en que habría finalizado la construcción de la catedral.
En general debe advertirse que hay abundante información sobre este asunto, pero ella es contradictoria, no uniforme y con evidentes lagunas.  
Aprinmcipios del pasado siglo
b. El proceso de su construcción
En 1668, luego de la destrucción del pueblo de mineros San Luis de Alba por órdenes del virrey Conde de Lemos, se dio curso al traslado de españoles y mestizos a la “Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno que se ubicó al lado del pueblo de indígenas San Juan Bautista, procediéndose al reparto de solares, lo que habría tenido como fecha el 9 de setiembre 1668, estando a los datos que obran en el libro “NOTICIAS CRONOLÓGICAS” de Diego de Esquivel y Navía, citado y comentado por Nicanor Domínguez es su libro “APROXIMACIONES A LA HISTORIA DE PUNO Y DEL ALTIPLANO”. Es posible inferir que en ocasión de hacerse ese reparto el Conde de Lemos señaló el terreno donde debía erigirse el templo. Se dice que el lugar designado era conocido como el supay cancha o canchón del diablo.
Hay estudiosos que postulan se conmemore el 9 de setiembre como “Dia de la Fundación de la ciudad de Puno”.
Debe dejarse dicho que en parte del área que hoy ocupa la ciudad de Puno existía en ese momento histórico solo el Templo de Indios de San Juan Bautista. El nuevo Puno con el rango de “Villa” se construyó al lado, con una fundación a medias, atípica, sin picota, sin cabildo y sin acta conocida (por lo menos hasta ahora) pero con repartición de solares y misa de acción de gracias.
En 1669 se inician las obras de construcción bajo la dirección del párroco de la recién constituida Villa de la Concepción y San Carlos de Puno, Silvestre de Valdés. Esto según la Carta Informe que con fecha 12 de abril de 1669 dirigió el Conde de Lemos al Rey de España, sobre su actuación en Laycacota, en la que indica que “ya tenía iniciada” la construcción. (El documento –Según Ignacio Frisancho- se encuentra en el Archivo General de Indias, Sevilla y una copia del original ha sido muy difundida gracias al hallazgo del Ing. Julián Barra Catacora).
Como una de las consecuencias de la visita represora del Conde de Lemos a Puno en 1668 el Cura Silvestre de Valdés, “Párroco de la nueva población de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno, estaba haciendo la Iglesia con su asistencia y trabajo” dijo el Conde de Lemos. Las obras aludidas por el virrey eran muy posiblemente de una primera versión física del templo proyectado. Los trabajos de este estuvieron detenidos durante muchos años posteriores, por falta de recursos. Sin embargo los esfuerzos continuaron más tarde impulsados por el Licenciado Phelipe de Valdés (“sobrino” de Silvestre de Valdés) orientándolos a la construcción de lo que se llamó la “Ermita de la Concepción”
Ignacio Frisancho en su “CATEDRAL DE PUNO. HISTORIA DOCUMENTADA”, revela que el 19 de abril de 1708 el Cura y vicario de la villa, el chucuiteño Miguel de Tapia Anuncibay, recibe 1,705 pesos del General Joseph de Acuña (Justicia Mayor de la provincia de Paucarcolla) “para la fábrica de la iglesia nueva de Puno”, que al parecer se trata del templo que permanece hasta nuestros tiempos. De ahí que al año siguiente (1708) el cura Tapia firma dos importantes contratos para la construcción de las partes más sólidas y fundamentales de la nueva versión física de la iglesia con el maestro cantero Diego de Roa, uno y con el maestro cantero Miguel Garcia, el otro.
Al parecer es aquí –interpretando al R. P. Antonio San Cristóbal- cuando se decide “la reconversión de las obras de la iglesia” en el mismo lugar que hasta ahora ocupa, lo cual afectaría a los muros y a las cubiertas de una primitiva y originaria iglesia o Ermita.   

b. Contribuciones al financiamiento de los costos de construcción
A partir de 1718 se promueven donaciones de los vecinos de la Villa para continuar las obras. Destacando entre los donantes Juan Domínguez de Saravia.
Lado lateral derecho. FOTO : Giorgio Pinazo
En 1727 el nuevo cura de la Villa de Puno Felipe Atanasio Calvo, llegó a comprometer a algunos de los más prósperos mineros y comerciantes de la región para que ayudaran a la culminación de las obras que faltaban en la iglesia, logrando obtener la cooperación pecuniaria de algunos mineros de la zona y el 3 de septiembre de 1731 firma contrato con el alfarero Asencio Bentura de Zea, con intervención de los benefactores Pedro Leduque y esposa de Brígida de Ayala para la fabricación de diez mil tejas vidriadas destinadas al techo de la Iglesia, lo cual se culminó en 1734.
- Doña Brígida de Ayala
Según constancia que le otorgó el cura Calvo, Doña Brígida y esposo con el fin de que se proceda al techado del templo, contribuyeron con 4 mil pesos que pagaron en dos armadas.
Sobre la participación de Brigida de Ayala, Washington Cano refiere: “Otra minera Doña María Ayala o Brígida Ayala (dueña de la mina Santa Teresa) como le llama el Dr. Alejandro Cano, en su interesante Monografía Eclesiástica de Puno, publicada en el periódico "El Heraldo", fue “la que terminó este importante templo”
Como ya se dijo, en 1657, Simón de Asto, deja materialmente consignado que terminó la construcción de la iglesia, sin embargo las obras dirigidas a su conclusión continuaron casi hasta fines del siglo XVIII.
- Los San Román
Uno de los asuntos que ha derivado en punto de especulación por los estudiosos de los antecedentes históricos de la Catedral, es quienes confluyeron aportando materialmente a la realización de la gran obra.
En 1724 llegó a Puno Joseph Gonzáles de San Román, natural de Burgos, España, capitán de infantería española que ya avecindado como comerciante, casó con María Anastasia Teresa Thenaquero, (apellido éste que aparece así en documentos notariales de la época pero que con el tiempo derivó en Tinajeros). Joseph ocupó por algunos años el cargo de Mayordomo de la iglesia parroquial y en tal condición recibió la donación de 4 mil pesos de parte de Brígida de Ayala y esposo, como se consignó más arriba. Adquirió poder económico desde que accedió a la propiedad de la mina LOS APOSTOLES que obtuvo por la donación que le hizo el rico minero azoguero Julián de Azcue en julio de 1726. 
Otro San Román: Miguel Jacinto San Román Zevallos, natural se Asturias España llegó años después en 1735 y casó con María Manuela Josefa Gonzales de San Román Thenaquero hija de Joseph Gonzales San Román por lo que Miguel Jacinto resulta ser su yerno. Por tanto Joseph y Miguel Jacinto no eran parientes consanguíneos, eran solo parientes políticos. A la muerte de su suegro Miguel Jacinto pasó a ser propietario de la mina Los Apóstoles y procedió a formar compañía con algunos vecinos de Arequipa para su explotación, recayendo en él el cargo de Administrador por ser socio principal.
Dicho sea entre paréntesis para cultura general de la puneñidad, uno de los hijos de ese matrimonio fue Miguel Antonio de San Román Gonzales quien también participó en las cooperaciones pecuniarias a favor de la iglesia, casó en 1774 con Gregoria Antonia De Las Cuentas y Bravo, matrimonio que procreó entre varios hijos al Prócer de la Independencia Miguel Pascual De San Román de las Cuentas, fusilado en Puno por los realistas y padre del Gran Mariscal y Presidente de la República Miguel de San Román Meza.
Al morir en 1778 el acaudalado mine­ro Miguel Jacinto de San Román, “promotor financiero de las obras” –según el padre Antonio San Cristóbal en su libro “ESPLENDOR DE LA ARQUITECTURA VIRREINAL”- dejó dicho que dejaba “hechos los muros hasta el nacimien­to de las bóvedas». Por tanto es posible reconocer que las obras de la iglesia continuaron todavía bastantes años después de 1757, casi hasta finales del siglo XVIII
Xavier Moysén miembro de la Academia de Artes de México, señala que “…Un triste espectáculo debía presentar la vieja iglesia parroquial de los españoles (refiriéndose sin duda a la primera versión o ermita de Silvestre de Valdés), para mover la piedad religiosa del rico minero asturiano don Miguel Jacinto de San Román Zevallos, el cual, se propuso costear con cargo a su hacienda la construcción de un nuevo edificio que pudiera competir, dignamente, con las iglesias vecinas que por entonces ya existían en el Collao”. Washington Cano (en su libro LA CATEDRAL DE PUNO, Ed. Moreno, La Plata Argentina, 1952,  agrega al respecto: “es posible que la continuara en parte el hijo de Miguel Jacinto, llamado Miguel Antonio de San Román, nacido en Puno”



Abundantes son los juicios que atribuyen a Miguel Jacinto su acción beneficente en favor de la construcción de la catedral puneña. Así:
Emilio Romero en su "MONOGRAFÍA DE PUNO”, Lima 1928, pág.41, dice que Miguel Jacinto de San Román y Zevallos, "minero venido de Asturias... se distinguió por su generosidad llevada a exceso y por su espíritu piadoso. A su costa levantó la catedral de Puno... que solo pudo ver elevado hasta la cornisa, muriendo cuando faltaba cerrar las bóvedas...” 
Ese mismo dato aparece en el libro de Washington Cano: “Don Miguel Jacinto de San Román Zevallos, natural de Asturias, España, que trabajaba en sociedad con varios españoles y vecinos de Arequipa las minas “Los Apóstoles” situada más abajo del asiento minero de Laycacota de esta ciudad, fue quien se propuso construir (desde 1754, según el mismo Cano) a su costa un templo magnífico de piedra que fuese la iglesia parroquial del pueblo. Solo llegó a construir los muros hasta el nacimiento de las bóvedas empleando en su construcción arquitectos italianos...y que su hijo Miguel Antonio, nacido en Puno y casado con doña Gregoria Antonia Cuentas, la continuara en parte”.
En el DICCIONARIO GEOGRÁFICO-HISTÓRICO DE LAS INDIAS OCCIDENTALES de Antonio de Acevedo, Barcelona 1788, Tomo IV, pág. 322, al describir la ciudad de Puno y referirse a la “parroquia de españoles” (hoy catedral) señala que “es muy hermosa, costeada por un vecino llamado San Román, principal director de una compañía que hizo entre varios para labrar una de las minas más ricas de todo el Perú...”
José María Morante en su artículo “EL GRAN MARISCAL DON MIGUEL DE SAN ROMÁN EN LA HISTORIA DE AREQUIPA Y DEL PERÚ” publicado en la revista “Hombre y Mundo” Año II N° 3, Arequipa, 1957, págs 87 refiere que Miguel Jacinto San Román Zevallos Emprende a su costa la construcción de un templo de piedra, posiblemente en 1754 y que hoy es la Catedral de Puno, concluida en 1757 cuando el filántropo había muerto dejándola sólo con los muros hasta la cornisa sin llegar a concluir la bóveda”
Teobaldo Loayza Obando en su HISTORIA DE PUNO, dice de la catedral. “Su edificación fue Iniciada con los auspicios pecuniarios de don Miguel Jacinto San Román y Ceballos, uno de los llamados XII apóstoles, rico minero de la región; fue concluida con la ayuda económica de doña María Ayala y de don Miguel Antonio de San Román.
Sin embargo de todo lo anterior, Ignacio Frisancho Pineda (Con tenue sesgo anti San Román) en su CATEDRAL DE PUNO. HISTORIA DOCUMENTADA tiene respecto a la construcción de la Catedral una versión un tanto diferente a las anteriores en cuanto a la participación de los San Román. En apretada síntesis, sostiene en La Catedral de Puno...” que mucho antes que los dos primeros San Román llegaran a Puno (1722 y 1735), el cura Silvestre Valdés ya había iniciado la construcción, desde 1669 (Un año después de la fundación de Puno) al punto que en 1709 “ya estaban construidos los cuatro arcos del crucero...”. 
Señala además, que si bien Joseph Gonzáles de San Román (no Miguel Jacinto) después de llegado y avecindado ocupó el cargo de Mayordomo de la Iglesia Parroquial (hoy Catedral), el dinero que él puso para ayudar a la construcción, ascendiente a 2,039 pesos, fueron recobrados después de su fallecimiento por su viuda María Thenaquero y su yerno Miguel de San Román.
Frisancho sostiene que aquella información, según la cual Miguel Jacinto San Román y Zevallos “al morir en 1778, dejó los muros hasta el nacimiento de las bóvedas” debe referirse “no al cuerpo principal de la Iglesia Catedral que en aquel año ya estaba terminado (desde 1757)... sino a la Capilla de la Virgen del Rosario...”
En fin, el tema da para mucho, para investigar y esclarecer la confusa cronología y determinar los verdaderos roles que cumplieron los involucrados en esta historia.

Junio 19, 2018
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*Breve trabajo expuesto por el Director Editor del blog punoculturaydesarrollo.blogspot.com, en ocasión de presentarse el libro “CATEDRAL DEL PUNO. TEMPLO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y BASILICA MENOR. Análisis iconográfico, en acto cultural realizado el pasado 19 de junio en el Salón Puquina Cocha de la Asociación Cultural Brisas del Titicaca. La autoría de la obra presentada con nutrida asistencia de público corresponde a Jorge Velásquez Castro y Malena Velásquez Uría, editado e impreso en gran formato en Arequipa, abril de 2018.
Esta publicación enriquece la historiografía puneña y contiene nuevos y esclarecedores enfoques sobre el conjunto de íconos de variada temática que aparecen en la portada de la monumental catedral puneña. La profusión de ilustraciones constituye un rasgo resaltante en la elegante edición, junto con un estilo expositivo llano y directo que denota el conocimiento y manejo del lenguaje formalizado en arte arquitectónico por los autores, cuyo puneñismo fluye de la lectura de este importante volumen.

Mesa de Honor en el acto cultural


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