LIMA
PERU 2| JULIO 2015
FIESTAS PATRIAS POR INDEPENDENCIA AJENA
Escribe: Milciades Ruiz
Escribe: Milciades Ruiz
Contrariar la historia oficial
que ya ha sido cimentada en la mentalidad de la sociedad manipulada a
conveniencia de la dominación puede ser molestoso porque preferimos ignorar la
verdad para no desilusionarnos. Pero por otro lado, es una cobardía y una
traición ocultar hechos históricos en tácita complicidad con la versión oficial
del poder dominante. Seguir con el engaño histórico solo favorece a las clases
dominantes y aunque no haya eco considero un deber decir lo que a continuación
sostengo.
El 28 de julio de 1821, no se
proclamó la independencia del Tahuantinsuyo. No era que los españoles se
retiraban y devolvían el territorio a quienes se lo habían arrebatado. ¡Noooo!
No era el propósito de la supuesta independencia dejar que los dueños
primigenios del territorio nacional asuman el gobierno de la nación. No, no,
eso no. Ninguno de los supuestos “patriotas” pensó en liberar a la población
autóctona de la opresión que sufrían por la dominación virreinal española.
Pero es que el himno nacional
dice “Largo tiempo el peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró; condenado a
una cruel servidumbre, largo tiempo en silencio gimió. Más apenas el grito
sagrado ¡Libertad! En sus costas se oyó, la indolencia de esclavo sacude, la
humillada cerviz levantó”. Si pues, pero estas expresiones se referían a los
españoles sudamericanos conocidos como peruanos ya que a los pobladores nativos
se les conocía como “naturales”, “aborígenes” o simplemente “indios”.
Entonces, ¿Qué, es lo que
celebramos? La verdad es que muchos lo ignoran pero seguimos la corriente de lo
que se nos dice oficialmente. Pero aquel día de 1821 se proclamó la
independencia del virreinato entendida como su separación de la monarquía
española nada más. Para la población nativa y para los esclavos africanos
cautivos no hubo libertad y todo siguió igual.
No hubo emancipación de la
población oprimida sino de sus amos colonialistas, los españoles sudamericanos
que se consideraban oprimidos por los españoles nacidos en Europa o españoles
peninsulares. Solo veían la opresión sobre ellos pero no, la que los mismos
ejercían contra la población autóctona. Solo querían una monarquía propia.
Por consiguiente, Hipólito
Unanue, predilecto de virreyes que estaba en contra de la Expedición
Libertadora podía seguir teniendo sus esclavos y vasallos en su hacienda de
Cañete. Los señores feudales también podían seguir teniendo el poder en el área
rural y los odiados corregidores solo pasarían a llamarse Prefectos.
Entre los “patriotas” que
firmaron el Acta de la Independencia estaban el Conde San Isidro, el Conde de
la Vega del Ren, el Conde de Las Lagunas, el Marqués de Villafuerte, el Marqués
de Monte Alegre, el Conde de Torreblanca, el Conde de Vista Florida, el Conde
de San Juan de Lurigancho, el Marqués de Corpa, el Marqués de Casa Dávila, José
de la Riva Agüero, los Ferreyros, Bedoya, Ortiz de Zeballos y otros
aristócratas.
Por su puesto, ningún líder
nativo fue llamado. Los “patriotas” tenían que ser de la aristocracia virreinal
y preferentemente de la “Orden del Sol”, que era la corte del futuro rey
peruano. Esta fue la clase social que asumió el poder político, el poder
legislativo, el poder judicial y el poder de las fuerzas armadas. Nada que ver
con los herederos ancestrales, sin derecho a voz ni voto, sin derecho a
llamarse peruanos ni a montar caballo.
Esto sucedía cuando en Europa la
revolución industrial trajo aparejada las sociedades de capital como matriz del
capitalismo. El monopolio comercial en algunos reinos era un impedimento para
la expansión industrial que buscaba expandir mercado. El mercantilismo
enarbolaba el libre comercio como un derecho ciudadano.
El monopolio generaba
contrabando, piratería, encarecía la mercadería y era odiosa la exclusividad
que tenían los españoles peninsulares en algunos negocios que estaban vedados a
los españoles sudamericanos. Este descontento fue aprovechado por los intereses
de expansión capitalista y fue un factor determinante en las guerras de
independencia colonial. Inglaterra y EE UU auspiciaban la independencia de las
colonias sudamericanas por interés económico.
Estos países dieron acogida y
financiamiento a los subversivos de la logia Lautaro, una organización
clandestina de carácter masónico de la cual surgieron los libertadores
Francisco de Miranda, Bolívar, San Martín, O'Higgins. La expedición libertadora
enviada por Chile a liberar el Perú fue financiada por la industrializada
Inglaterra, siendo fundamental la participación del inglés Lord Cóchrane.
En 1808 tras la abdicación de
los monarcas en favor de Francia, las tropas napoleónicas ocuparon el
territorio español bajo el reinado de José Bonaparte, hermano de Napoleón. La
población española no aceptó esta situación y emprendió la guerra por su independencia
en medio de una crisis política por desgobierno, y con la economía destrozada.
Las colonias tenían que hacer bolsa para enviar fondos para esa guerra.
Esta crisis generalizada fue
aprovechada por los ingleses, norteamericanos y españoles sudamericanos para
buscar la independencia de los virreinatos como monarquías autónomas
desligándose de la administración europea. Con esto se rompía el monopolio y la
apertura de nuevos mercados hacían florecer la industria inglesa y
norteamericana.
Tan luego se declaraba la
independencia de los virreinatos, los intereses ingleses y norteamericanos
capturaban el mercado de las nuevas repúblicas mediante “Tratados de amistad,
comercio y navegación”. Todo estaba condicionado a los créditos atados que
otorgaban dichos países como apoyo financiero a cambio de concesiones onerosas.
Pero claro, de esto no se habla
en estos días sino de los sentimientos patrióticos. Pero para la población
ancestral la patria seguía cautiva y su población nativa sometida por la dominación
como lo está ahora mismo en que se habla de un Perú libre e independiente. Los
descendientes de los colonialistas aún siguen refiriéndose a España como su
madre patria, aún tenemos a descendientes de la aristocracia colonial en el
Congreso de la República y aún los peruanos ancestrales como sector social no
han logrado acceder al gobierno de la nación que por derecho ancestral les
corresponde, a pesar de ser mayoría.
Pero sí, tienen que cantar el
himno nacional asumiendo como suyas las expresiones de las estrofas como
también tienen que aceptar que nuestras calles y avenidas en algunas ciudades
lleven nombres virreinales. Avenida del corregidor, Conde Superunda, Francisco
Pizarro, Avenida de los Conquistadores en vez de rememorar a Túpac Catari, Tomasa
Condemaita, Juan Santos Atahualpa, Pedro Vilca Apaza y otros héroes nativos.
Lo nativo, lo propio de la
heredad andina sigue sepultado. Los dominantes siguen añorando las costumbres
coloniales y con este enfoque festejarán el bicentenario de la mencionada
fecha. Pero los tiempos cambian y la hora de la reivindicación de la identidad
ancestral quizá esté cercana. Pero no será bajo el actual sistema de opresión
capitalista dentro del cual el Perú no es libre ni independiente. Si nos
juntamos organizadamente podemos ir ganando espacio.
Julio 2015
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
__________
EL EXPANSIONISMO CRIOLLO CHILENO Y LA
DOCTRINA PORTALES
Por: Javier Lajo
Por: Javier Lajo
Técnicamente hablando, en el argot militar, la primera “invasión chilena”,
fue cuando las tropas chileno-argentinas de San Martin, desembarcaron en la
bahía de Paracas, en la mañana del 8 de septiembre de 1820; cuando las costas
peruanas, eran dominadas ya por la armada anglo-chilena, al mando del Almirante
inglés Lord Cochrane, este desembarco de las tropas que constaba de 4,642
hombres, aproximadamente 4,000 chilenos y solo 600 argentinos, desde 26 buques
todos bajo la bandera chilena.
Estas tropas “independentistas” rodearon en una operación “alicate” desde Pisco al sur y Huaura, al norte de Lima, a la montonera indígena y negra que rodeaban Lima, haciéndolos desistir de “entrar a la ciudad” en la búsqueda de una revancha histórica contra la criollidad y la población hispana. Al fin el 10 de julio de 1821, a las 7.30 de la noche, el General San Martín, acabando con el “sitio” de la capital entro y ocupó la plaza de Lima. Y digo que “técnicamente” fue una invasión chilena, porque además de que la mayoría de la soldadesca era chilena, los signos y símbolos eran también chilenos, además que la mayor parte de los costos de la expedición recayeron en el gobierno de Chile, los recursos argentinos no llegaron porque el gobierno nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue disuelto. Y para remate, Bernardo O'Higgins, como director Supremo de país del sur, nombró, es decir encargó al general José de San Martín como jefe del ejército en su mayoría chileno y al marino escocés y Lord de la corona inglesa Thomas Alexander Cochrane comandante de la flota naval. De esta forma se conforma el “ejército libertador” del Perú, denominado así por decreto supremo del Congreso de Chile el 19 de mayo de 1820.
Estas tropas “independentistas” rodearon en una operación “alicate” desde Pisco al sur y Huaura, al norte de Lima, a la montonera indígena y negra que rodeaban Lima, haciéndolos desistir de “entrar a la ciudad” en la búsqueda de una revancha histórica contra la criollidad y la población hispana. Al fin el 10 de julio de 1821, a las 7.30 de la noche, el General San Martín, acabando con el “sitio” de la capital entro y ocupó la plaza de Lima. Y digo que “técnicamente” fue una invasión chilena, porque además de que la mayoría de la soldadesca era chilena, los signos y símbolos eran también chilenos, además que la mayor parte de los costos de la expedición recayeron en el gobierno de Chile, los recursos argentinos no llegaron porque el gobierno nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue disuelto. Y para remate, Bernardo O'Higgins, como director Supremo de país del sur, nombró, es decir encargó al general José de San Martín como jefe del ejército en su mayoría chileno y al marino escocés y Lord de la corona inglesa Thomas Alexander Cochrane comandante de la flota naval. De esta forma se conforma el “ejército libertador” del Perú, denominado así por decreto supremo del Congreso de Chile el 19 de mayo de 1820.
Esto delata claramente, que la intención del ejército chileno-argentino,
era ocupar el Virreynato del Perú y “liberarlo” de la monarquía española, con
la intención nada clara de San Martín de implementar una monarquía
“independiente” en todo el cono sur, “impuesta por las armas”, que fue su
propuesta en la conferencia de Punchauca. Al parecer este plan de manejar una
monarquía desde Chile, que dominara los territorios recién liberados de Perú,
Argentina y Chile, era la intención del “inmediato superior” quien nombro Jefe
de las tropas terrestres a San Martín y de la armada al Lord Cochrane: Bernardo
O’Higgins. Un audaz plan estratégico del imperio británico. Plan que fracasó
por el liberalismo antimonárquico de las oligarquías mercantiles del Rio de La
Plata, de Santiago y por supuesto de Lima. Aunque no es el tema de este
artículo, es necesario dejar estos datos como antecedentes, que profundizaremos
en otros textos.
Sobre este antecedente y sobre la tendencia histórica que sostenía el
imperio británico, al parecer, ningún historiador peruano o chileno los han
tratado, porque sospechamos que ha sido ocultado, por los interés mutuos de las
oligarquías criollas de ambos países; pero no tengo la menor duda que es la
única base de sustentación de la denominada “Doctrina Portales”; puesto que
Chile esperó los 10 años posteriores a la “independencia” para volver a la
carga, esperaron a que madure la anarquía “peruana” (país “independiente” que
en un momento prácticamente se disolvió, con 7 presidentes a la vez, en un
territorio totalmente desmembrado) y apenas se fue del Perú, el general Bolívar
en octubre de 1826, y poco después su ejército granadino, Chile empieza
nuevamente su demanda por más territorio, puesto que hasta hoy sectores de la
burguesía criolla y de sus FFAA, creen que les corresponde con toda justicia y
coherencia. Fue Diego Portales el que plantea la invasión y la hegemonía
económica y comercial en el Pacífico. Entre 1830 y 1837 Portales ocupó los
puestos de Comandante General de la Armada, Ministro del Interior y Relaciones
Exteriores y Ministro de Guerra y Marina durante las presidencias de José Tomás
Ovalle, Fernando Errázuriz y José Joaquín Prieto. Él plantea claramente su
“doctrina expansionista”, para ocupar los territorios que “justamente le
corresponderían” a Chile, en carta que fuera dirigida a su compatriota Manuel
Blanco Encalada a quien lo nombraría jefe de la expedición que invadirá el Perú
con el fin de destruir la recién creada Confederación Peruano-Boliviana. Blanco
Encalada participó en 1822 con “las fuerzas libertadoras” del Perú y llegó a
ser, nada menos que el comandante de la naciente Marina de Guerra del Perú; en
1826 fue electo provisoriamente como Presidente de la República de Chile,
siendo el primero en ocupar dicho sillón; posteriormente participó en 1836 en
el Ejército Unido Restaurador durante la guerra contra la Confederación
Peruano-Boliviana. Como general en jefe de la primera expedición firmó la
Capitulación de Paucarpata en Arequipa donde se rindió ante las fuerzas del
Mariscal Andrés de Santa Cruz. Luego vinieron los arrestos guerreros y
victoriosos del general Manuel Bulnes quien el 20 de enero de 1839 vence en la
batalla de Yungay a las tropas de la Confederación Peruano-Boliviana, al mando
de Andrés de Santa Cruz.
Más argumentos y “coherencia histórica” para que la oligarquía criolla chilena
se crea dueña de Arica y Tarapacá, además de Antofagasta, no hemos podido
encontrar. Pero son suficientes.
Asi querian |
La doctrina Portales es fundamentalmente un documento anti-quechua-aymara,
aunque el tenor de la carta no hace explícita tal caracterización, por razones
obvias. Portales se cuida bien de hablar curiosamente de “superioridades
raciales y de calidad de las clases gobernantes peruanas” (de los criollos
obviamente) y de alabar abundantemente al mestizo Santa Cruz. Por lo que la
Confederación Peruano-Boliviana “no podía ser tolerada por Chile”, lo que
equivaldría al suicidio de Chile como nación –o el cierre definitivo y para
siempre del “plan estratégico” que tejieron pacientemente desde 1810 en
adelante, y cuyo instrumento organizativo era la “Logia Lautaro” fundada en las
cortes de Cádiz- pero digitada desde Londres por Francisco de Miranda. Entonces
destruir la alianza de Perú y Bolivia y “desaparecerla para siempre jamás del
escenario de América”, le daría a Chile acceso a los abundantes recursos
naturales peruanos y bolivianos y proseguir con el plan inicial, con lo que
según Portales se lograría la “segunda independencia de Chile” con su
consolidación económica, y logrando quebrar la superioridad comercial del Perú,
en el escenario económico y político del Pacífico. Este último objetivo es el
que según Portales, Chile precisa para dominar para siempre en el Pacífico,
postulado que es hasta hoy la herramienta principal de la burguesía criolla
chilena, que dicho sea de paso es la única clase dirigente del cono sur que
tiene muy claro y elaborado su proyecto nacional de Estado falsamente
“unitario” y criollo hegemonista; proyecto que para subsistir y potenciarse
necesita expandirse territorialmente e imponer su hegemonía en la subregión. Y
es que la “doctrina Portales” solo se puede fundamentar en el derecho de
conquista e invasión...que comenzaron Francisco Pizarro y Diego de Almagro en
1535 y posteriormente rematar con la estrategia de crear países criollos
“independientes”, excluyendo a las demás naciones. Toda la historia de la
llamada “Conquista española” e “Independencia criolla” es funcional a la
usurpación de los territorios y riquezas naturales y al exterminio, de las que
fueron las naciones indígenas principalmente Quechuas, Aymaras y Mapuches (que
a propósito, hoy en día sus demandas por autonomía y libre determinación le
significan el peor dolor de cabeza al Estado chileno y el punto débil de su
estrategia expansionista).
Este análisis étnico-nacional, es el único que puede dar coherencia y
efectividad a las reclamaciones territoriales del Perú (a pesar de la
claudicación de Ollanta por la recuperación de Arica y Tarapacá) y de Bolivia
por su demanda marítima, cualquier otro tipo de análisis, fundamenta más y se
hace cómplice y “rabera” de la "doctrina portales", que es la única
doctrina coherente de los criollo colonialistas de ambos países. Es decir, le
hacen el juego al Chile expansionista, tal como le hacen de “concubinas” los
empresarios “peruanos” que entran en sociedad con los capitales chilenos de los
“malls-supermercados”, las industrias, minas, y su super-empresa aérea,
sometiéndoseles, en vez de entrar en abierta competencia, puesto que las
oligarquías criollas de Perú, Chile y Bolivia son desde la “conquista” buenos y
convenidos socios, que temen que el “estado plurinacional” que han impuesto en
Bolivia, las naciones indígenas, se expanda a Perú y Chile, como ya ha ocurrido
con Ecuador. Esta “doctrina del estado plurinacional” es el único antídoto para
frenar la “doctrina” criolla de Diego Portales que sustenta el expansionismo
territorial chileno y el consiguiente hegemonismo criollo colonialista en el
cono sur.
No hay comentarios:
Publicar un comentario