Templo de
Oro, una joya que no pierde brillo en Azángaro
Escribe: Feliciano
Gutiérrez Suca. LOS ANDES, Domingo, 13ENE2013
Otra vez
abierta. Luego de diez años de cierre obligatorio por la reconstrucción de su
torre, iglesia abre sus puertas. Tiene el altar en pan de oro, 26 cuadros de la
escuela cusqueña, y el tabernáculo de planchas de plata repujada.
Torre antes de uno de sus derrumbes |
Luego de diez años, las puertas del Templo de Oro, en
Azángaro, volvieron a abrirse para mostrar su majestuosidad, o lo que queda de
ella, que de oro ya no tiene mucho. "Es una gran alegría volver a entrar,
extrañábamos mucho venir a rezar aquí", dice Tomás Juárez Barriales, un
azangarino de 75 años.
En los últimos veinte años muchas reliquias de oro y
plata se perdieron o fueron robadas. Este templo fue inaugurado el 17 de agosto
de 1824. Fue edificado por el cacique Diego Chuquiwanca. Lo llaman Templo de
Oro por las extraordinarias obras pictóricas que alberga y por el decorado en
pan de oro, que desata la codicia de cualquier profano de la belleza.
La torre se derrumbó el 4 de marzo de 1997. Fue
reconstruida, pero volvió a caer el 23 de junio de 1998. Su reconstrucción
tardó más de diez años y hace unas semanas, el templo fue reabierto para la
"Octava del Niño Jesús".
Lizandro Luna, historiador, refiere que "la
historia de este templo tiene cuatro etapas: la primera con la fundación que
hizo Diego Chuquiwanca hasta su incendio; la segunda, la reconstrucción y real
embellecimiento por el Canónigo López de Cangas; la tercera, la construcción
total hasta 1938, bajo la dirección del presbítero Hilario Velazco; y la
cuarta, desde 1949, obra concluida por el padre Vidal Vargas”.
El Templo de Oro es de adobe, al igual que su torre.
Si bien por la parte externa es bastante modesta, por dentro es de una belleza
ostentosa.
Según refieren, el primitivo altar era de ladrillo y
yeso, construido por los padres dominicos en 1600. En 1758 se inicia el trabajo
de transformación. El actual altar tiene hermosos retablos de madera bañados en
pan de oro de 14 quilates, al mejor estilo barroco, lienzos de escenas bíblicas
de la escuela cusqueña, pintados por el maestro Isidro Francisco Moncada y
anónimos indígenas que luego serían llevados a trabajar en diversos templos del
Altiplano.
Ahora |
En la nave principal hay 26 pinturas. Tiene dos
capillas laterales, la del Rosario y de las Animas. El tabernáculo es de
planchas de plata repujada, el retablo mayor de pan de oro. Al centro se
encuentra ubicada la imagen de la Virgen de la Asunción que se venera el 15 de
agosto, la misma que fue traída de Barcelona.
La torre, también de barro, fue refaccionada una
primera vez en 1885 por el Coronel José María Lizares Quiñones. En su interior
había una campana llamada María Asunta, única en su género en la región Puno,
fabricada por Felipe Córdoba el 27 de julio de 1793, el mismo que fabricó la
María Angola del Cusco.
REENCUENTRO CON FIELES
“Cuando se reabrió el templo, gran cantidad de
personas querían casarse, otros al ingresar al templo lloraban de alegría,
fueron escenas muy emotivas ese día”, recuerda Juárez.
El cuidante del templo señala que todavía falta la
segunda etapa de refacción, que consiste en ubicar todas las campanas, colocar
los cuadros en sus lugares, etc. Cree que a fines de abril se podrían culminar
con estos trabajos, aunque dependerá del Ministerio de Cultura.
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