domingo, 19 de mayo de 2019

PARA LA HISTORIA DE PUNO


JUAN BUSTAMANTE
Y EL OTRO LADO DEL MUNDO
José Luis Ayala.
¿Por qué se ha tardado tanto en revalorar las ideas sociales y políticas de Juan Bustamante Dueñas, El Mundo purikuy o Viajero del mundo? La respuesta es que ha empezado un proceso de descolonización epistémica. Es decir, entender desde más allá de la anécdota y experiencia la otra realidad, para demostrar que también era posible construir un mundo más justo y humano. De ese modo, a Bustamante se le situará en el centro de la polémica y los hechos, para saber también qué sucedió en el Perú del 800, infestado de haciendas, miles de peruanos convertidos en siervos y pongos. Se trata de un ideólogo republicano justiciero, de un líder ilustre que decide defender a las grandes mayorías sistemáticamente empobrecidas por un injusto sistema feudal. Entonces, bien se puede afirmar que en 1780 José Gabriel Túpac Amaru II inició un proceso histórico que Juan Bustamante, continuó en el siglo siguiente.
Juan Bustamante nació en Vilque (Puno), el 24 de junio de 1808 y fue asesinado en Puni, el 3 de enero de 1869. Dirigió una rebelión de campesinos en Puno entre 1867 y 1868. Fue hijo de Mariano Bustamante y Jiménez, ex oficial del ejército español y de Agustina Dueñas y Vera, descendiente de Túpac Amaru II, poseedora de extensas haciendas. Sin embargo, desde joven cultivó un espíritu solidario con pastores más pobres y campesinos explotados en las haciendas de la región. Estudió en Vilque y luego en Arequipa
Antes de su inmolación, Bustamante se dirigió a destacados intelectuales para dar forma a una institución llamada Sociedad Amiga de los Indios. Con la concurrencia de connotados intelectuales, logró que la comisión estuviera integrada por Manuel Amunátegui, director El Comercio. Bustamante propuso las ideas fundamentales para que se redacte el proyecto de los estatutos y postulados:
“Exigir ante el Congreso y el poder ejecutivo el cumplimiento de los derechos acordados a todos los ciudadanos, incluyendo a los indígenas por la Constitución y las leyes. Procurar la educación de todos los habitantes, con la creación de escuelas en el campo y la ciudad. Desarraigar los vicios que son propios de la servidumbre secular, estableciendo para ello un trabajo voluntario y retribuido, con cuyo fin deberían dictarse leyes que prohíban el trabajo forzado gratuito. Iniciar gestiones ante la Santa sede para que Fray Bartolomé de Las Casas, sea canonizado por haberse constituido en símbolo defensa de los indios de América. Recomendar que todas las autoridades a lo largo y ancho del país, protejan a los indígenas de los abusos de sus explotadores”.
¿Dónde adquirió Bustamante la cultura política que poseía? Sin duda en sus viajes alrededor del mundo de entonces. Así, en el primero llegó a Centro América y después a Nueva York, pasó a Boston y Gran Bretaña. Conoció fábricas en Liverpool y Manchester. Llegó a Roma y tuvo una audiencia con el Papa Gregorio XVI. Llegó a Damasco, El Cairo, Estambul y Jerusalén. Prosiguió a la India y China. Retornó a Lima a través del Pacífico. En su libro Viaje al Antiguo Mundo, señaló su deseo de traer al Perú las experiencias y avances de la industrialización. Sus conocimientos y observaciones lo convirtieron en un político progresista. Después realizó un segundo viaje. Llegó a París en las jornadas revolucionarias de 1848 y, prosiguió el viaje hasta los países de Europa del Norte, pasó a Escandinavia y finalmente arribó a Moscú. El libro de estas experiencias se editó en París en 1849.
“Me embarqué –dice Bustamante en su primer libro– en el Callao el 3 de mayo de 1841, con mis compañeros lo señores Moens y Vargas, con dirección a Panamá; tocamos en Paita, en donde presenciamos, el día 10 del mismo mes, el pronunciamiento a favor del general Santa Cruz:
tres días después me despedí del Perú, mi querida patria: en pocos días llegamos a Panamá, ciudad arruinada, situada en el istmo de Daren, en el fondo de una bahía del Océano Pacífico. Esta ciudad fue tomada y quemada en 1730, y después incendiada por tres veces. Se conoce que fue ciudad populosa por las ruinas de muchos edificios y templos.” 1
Además del dominio elegante del español, Juan Bustamante es un narrador realista que no tiene necesidad de recurrir a figuras literarias. Al contrario, debido a que estaba convencido que la idea era describir otras realidades donde se logró cierto bienestar social, bien podía servir de referencia para las conquistas sociales de entonces y, adaptarlas al Perú. No se trata de viajar por placer con una actitud hedonista. Bustamante viaja para aprender y enseñar, para demostrar que se podía cambiar la terrible realidad social en la que vivían las grandes masas campesinas vilmente explotadas.
“En conclusión de estos apuntes diré –escribió Bustamante– que con los viajes se avanza, se aprende la tolerancia y la estimación de los hombres. El que sale de su país y tiene que tratar con gentes de diversos caracteres, educación, ideas y aun fisonomía, por fuerza ha de desprenderse de ese orgullo que tienen en el país donde uno nace, y el que más o menos es posible lograr comodidades. Así es también como se aprende a estimar su propia patria, porque esto no consiste sino en las relaciones adquiridas desde la infancia, y en la identidad de las costumbres”. 2
Con ocasión del Bicentenario habrá sin duda, una relectura de la obra del injustamente motejado por la oligarquía como “El loco” Juan Bustamante.
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1.- Juan Bustamante. Viaje al antiguo mundo. Universidad Nacional del Altiplano. Pág. 2. 2015. Puno.
2.- Juan Bustamante. Viaje al antiguo mundo. Universidad Nacional del Altiplano. Pág. 230. 2015. Puno
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