EN EL DÍA DE
LA MUJER PERUANA
Escribe: Milcíades
Ruiz
L
|
as
mujeres son la mayoría en el Perú. Pero también todos tenemos una madre. Hay un
doble motivo para reconocer y celebrar el valor de las mujeres. No hay nada que
pueda compararse con el amor de madre pues es la que más sufre cuando los hijos
toman las armas por una causa noble. Dicho de otro modo, la felicidad y la
tristeza de una mujer madre depende de lo que hagan sus hijos. La mujer peruana
desde la antigüedad ha afrontado humillaciones y discriminaciones que ahora nos
parecen absurdas. Relegada a los quehaceres de la casa estaba impedida de
superase mediante los estudios. Esto estaba reservado solo para los hijos
varones. Eran las normas de la antigua sociedad, aceptada y adoptada por
todas las familias.
Pero
para ser héroe no se estudia. Es una condición humana forjado en los valores de
la justicia y en la lucha contra la opresión colonial hubo grandes heroínas
que, sin saber leer ni escribir abrazaron con fervor los ideales de la
independencia del Perú. Una de estas mujeres insignes es, María Andrea Parado
Jayo. ¿Han escuchado hablar de ella? Algunos colegios llevan su nombre pero
quizá no saben de quién se trata. Pues se los diré.
Por
lo que nos sucede actualmente, sabemos lo terrible que es luchar contra un
sistema de opresión. Nos parece deleznable que por una simple protesta se nos
sindique como terroristas y muchos estudiantes han sido asesinados
clandestinamente como también muchas mujeres inocentes han sido fusiladas por
las fuerzas del orden establecido. Es de imaginarse las condiciones de lucha en
1820 con toda la crueldad del régimen virreinal. Pero, la madre de María era
indígena y era lógico que anhelaba la libertad de su patria en poder de
colonialistas españoles. Era un sentimiento familiar y ancestral.
Cuando
María se casó con Mariano Bellido se le conoció desde entonces como María Parado de Bellido. Al llegar la
expedición libertadora con los subversivos extranjeros encabezados por San
Martín, parte sus tropas al mando del general Arenales enrumbó hacia la sierra
subiendo las estribaciones hacia Huamanga. Uno de los hijos de María llamado
Tomás, se enroló a esa tropas, mientras que el esposo y su otro hijo Mariano se
sumaron a las fuerzas patriotas, hostilizando a las tropas realistas como
guerrilleros del grupo comandado por Quiroz Lazón en Ayacucho.
El
Jefe del ejército realista era el coronel José Carratalá, odiado por sus
aberrantes atrocidades contra quienes apoyaban a los libertadores. La bravura
de los llamados Morochucos lo pusieron en frecuentes apuros y al no poder
someterlos volcó todo su odio contra el pueblo de Vilcashuamán (Cangallo-
Ayacucho) en enero de 1922, asesinó a sus pobladores y lo incendió totalmente.
(Casi lo mismo hicieron las tropas del ejército actual, comandadas por el
teniente Hurtado, actualmente en la cárcel, pues fusiló a mujeres, niños y
ancianos de este mismo pueblo acusándolos de terroristas).
Morir con dignidad por la patria |
Pese
a ello, los Bellido siguieron apoyando a las tropas de San Martín mientras
María les avisaba sobre el movimiento de tropas que los perseguían. Pero como no
sabía escribir, lo hacía con otra persona de confianza. Así, pudo avisar a su
esposo para que abandonen Quilcamachay, el 29 de marzo de 1822, pues al
día siguiente el pueblo fue ocupado por los realistas. La nota empezaba así:
Huamanga, Marzo 26 de 1822
Idolatrado Mariano:
Mañana marcha la fuerza que de esta
ciudad a tomar la que existe allí, y a otras personas, que defienden la causa
de la libertad. Avísale al Jefe de esa fuerza, señor Quirós, y trata tu de huir
inmediatamente a Huancavelica, donde nuestras primas las Negretes; porque si te
sucediese una desgracia (que Dios no lo permita) sería un dolor para tu
familia, y en especial para tu esposa.
(…)
Lastimosamente,
la misiva cayó luego en manos de Carratalá que hizo capturar a María y la
sometió a crueles torturas para que delate a los comprometidos. No obstante,
ella se negó pese a las amenazas de muerte. Irritado por esta heroicidad,
Carratalá ordenó su ejecución que ella, la afrontó serenamente con la más alta
dignidad de heroína.
Para
ella, no hay homenajes oficiales ni extraoficiales porque para los luchadores
del pueblo oprimido no hay espacio en noticia ni en el recuerdo histórico. Pero
siempre estará en el corazón del pueblo por ser un ejemplo de mujer luchadora
social, antisistema y leal a sus ideales. Rescato su nombre hoy y le rindo los
honores de mi consciencia en el Día de la mujer. Igualmente, extiendo mi
reconocimiento y homenaje a las mujeres que en toda la historia y en la
actualidad lo arriesgan todo en la lucha por la justicia social.
Marzo
2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario