martes, 12 de noviembre de 2024

DATOS PARA LA HISTORIA DE PUNO

 TRAYECTORIA DE LA INSTITUCIONALIDAD RELIGIOSA EN JULI

Escribe: Efraín Iturry Gandarillas

Tomado de Juli Eterno

L

a zona misional juleña fue dividida en cuatro doctrinas: San Pedro, San Juan, la Asunción y Santa Cruz. Además, ya que el repartimiento de Chucuito estaba incorporado a la Corona, no había encomenderos que entorpezcan la tarea misional de los Jesuitas.

LA ROMA DE AMERICA

Según Helmar (1982/1983), la gran diferencia entre Juli y otras reducciones misionales de la época era “el alto nivel cultural y moral de los misioneros” (P. 191).

Los jesuitas que llegaron a Juli eran la flor y nata de la orden: artistas, lingüistas, filósofos, teólogos, arquitectos, etc. No es gratuito que aquí se haya desarrollado la GRAN ESCUELA MISIONAL DE LOS JESUITAS. Los recién llegados de Europa venían primero a Juli para aprender quechua, aymara, puquina, uruquilla y otros (ALBO 1999), habituarse a las costumbres indígenas, asimilar las nuevas formas de evangelización. En Juli se editaron los volúmenes más importantes y avanzados de la época en aymarística y doctrina de indios.


Pese a la desconfianza inicial de los historiadores, hoy ha quedado demostrado que Juli contó con una de las primeras imprentas de América. (DUVIOLS, 1985).

“Tanto por la continuidad en el esfuerzo cristianizador cuanto, por la calidad de los métodos empleados, puede estimarse que Juli, fue un experimento modelo de reducciones jesuíticas americanas” (Nieto Vélez, 1994; 141).

“Nótese los muchos puntos de afinidad entre Juli y las reducciones del Paraguay, en el régimen de la vida de los indios y aún en las estancias de comunidad para suplir la imprevisión de estos en años de malas cosechas y en excluir por completo a los españoles del pueblo. Además, los grandes misioneros que fundaron las misiones del Paraguay, como Diego de Torres, Barzana, Juan Romero y otros muchos tuvieron su aprendizaje misionero en Juli. De aquí se infiere que la experiencia de Juli, y más en general la concepción misionera de los jesuitas del Perú, tiene influencia decisiva e importantísima en la creación de los métodos misionales de las célebres reducciones de la Provincia del Paraguay, hija de la del Perú, de la cual se separó en 1606 tomando los territorios de Tucumán, Paraguay y Chile”. (DOCUMENTOS PARA LA ETNOHISTORIA DE LA CIUDAD DE JULI, Mario Franco Hinojosa 1965).

En los primeros años en que los Jesuitas luchaban por crear un “Mundo Nuevo”, hay una carta del superior a las autoridades de Juli y Chucuito en general en la cual expresa, “…no queremos españoles en Juli, porque son como polilla para los indios”, lo que demuestra el temple de estos padres de estos sacerdotes en defensa de su misión.

“…en quince años transformaron las misiones de los dominicos en el foco cultural más grande del altiplano al crear la única imprenta que en mucho tiempo funcionó en todo el Alto Perú”. (EN BUSCA DE LAS EX MISIONES JESUITICAS, Roberto Ribera Jiménez, 2013).

Durante los primeros cinco años de su presencia y tomando en cuenta su acuerdo inicial con el Virrey Toledo, los jesuitas pensaban que su estadía en Juli era temporal. Tras este periodo de tiempo, ya habían cristianizado el 100% de los hogares chucuiteños y se sentían listos para partir. A inicios de los 1580’s cambiaron de idea. Fue el superior general Aquaviva quién tomó la decisión de que los jesuitas asumieran a perpetuidad su tarea en Juli.

Los evangelizadores venidos de Europa, por sus excepcionales condiciones y riqueza escogieron a Juli, y la convirtieron en reducción modelo y escuela misional Jesuita, que asombró al mundo de los siglos XVI, XVII, XVIII; por lo que ostentó con orgullo merecidos títulos, como: “Cabeza de su Majestad” y centro de enseñanza de los idiomas nativos para las legiones de catequistas que se adentraron en los poblados de Sudamérica para el desarrollo de su culto; “Encomienda Real”, “San Francisco de Juli”, “Pueblo Santo” “ Roma del Perú”, “La Roma y Santa Sede de las Indias” “Roma de América”, entre algunos.

La necesidad de contar con los instrumentos de evangelización y adoctrinamiento hizo de Juli, el Alma Mater de la cultura altiplánica, aquí el padre Ludovico Bertonio concibió y editó el diccionario de la Lengua Aimara, aquí el padre Bernardo Bihitti, pintor precursor de la escuela manierista italiana, dió pautas para crear la escuela cusqueña; la práctica de los auto sacramentales propició la aparición de la danza “Diablada Juleña”, el lugareño prohibido de usar los instrumentos musicales europeos, creó el charango, aquí se instituyo la primera fiesta de precepto en Sudamérica, el 8 de diciembre de 1,578 en honor a su patrona, la Inmaculada Virgen María de la Concepción.

La enseñanza de la fe y supervisión de los evangelizadores, motivó la construcción y culminación de hermosos templos y edificaciones muchos de los cuales han desaparecido.

Pero, antes de la llegada de los Jesuitas, estaban establecidos en la ciudad toda clase de forasteros y aventureros europeos, como los famosos “barberos” que ejercían la medicina, comerciantes que ofrecían vinos al crédito, perseguidores de idolatrías de mantener presos a chamanes, curanderos y hechiceros, etc.; como consecuencia; algunos naturales adquirieron los vicios de la borrachera, promiscuidad, rechazo a las doctrinas, enfermedades, etc.

EL OCASO

Los abusos cometidos diezmaron los terrenos y las cabezas de ganado, Garci Diaz de San Miguel en su visita realizada en 1567 nos dice según testimonios “en el tiempo del ynga había muy gran cantidad de ganado de comunidad tanto que con haber mucha tierra en esta provincia no había pasto para tanto ganado como entonces había”.

Luego de treinticinco años de dominio europeo, su número había disminuido; pero, aún quedaba suficiente para ser vendido o entregado en trueque fácilmente cuando el tributo anual no podía ser reunido con el trabajo de los mittani en las minas”.

Los primeros años de fructífera labor de los Jesuitas con el paso de los años fue decayendo paulatinamente, debido en gran parte a la ausencia y pundonor de los primeros evangelizadores que muchos de ellos salieron a otros destinos o habían fallecido; por lo que, ese oasis de justicia y equidad en medio del desolador panorama de abusos impuestos a las comunidades indígenas por curas, funcionarios, inclusive de sus propios hermanos de raza, no era tan real.

Todo parece indicar que hacia mediados del siglo XVIII los nuevos jesuitas se habían vuelto explotadores de los indios, como todos los demás españoles. Decayeron en sus labores pastorales y descuidaron a los indígenas, “Monseñor Campos se molestó al enterarse de que sin estar autorizados los jesuitas habían reducido en la práctica las cuatro doctrinas a una sola. Cada párroco junto a sus coadjuntores administraba por turnos los sacramentos a todos los feligreses, sin tener en cuenta su filiación parroquial. Lo que era peor, habían reservado una sola pila bautismal y la presencia eucarística solo en el templo de San Pedro, utilizando las otras iglesias solamente para concentraciones especiales como los aniversarios litúrgicos y las fiestas parroquiales”. (Meiklejhon, 1988:218).

La descripción descarnada del visitador Juan de la Plaza, vecino de Juli, no comparte el entusiasmo general de que fuera modelo de las misiones en América, muestra un panorama muy distinto al de las crónicas ordinarias, señala por ejemplo “el fruto no es tanto como suena, ni las dificultades tan pocas y fáciles” y afirma con cierto desencanto “a la doctrina vienen pocos por su voluntad”. Muchos se
escondían para no asistir a las pláticas y a los sermones, mientras que los domingos por la mañana hacía falta “poner alguaciles en las calles para que los indios no se vayan a trabajar al campo”.

La carta annuae de 1600, se consigna que “se habían descubierto muchos indios e indias hechiceros” los que habían sido alojados en una casa especial, “la casa blanca”, dispuesta para recoger y remediar esta gente.

La etapa de gran esplendor y decadencia, llegó a su culminación el 3 de setiembre de 1768, con la expulsión de los Jesuitas, pasando sus bienes a la Junta de Temporalidades.

Sobrevino la paulatina decadencia de Juli, en todo orden de cosas, en 1776 hasta 1796 pertenecimos al virreinato de Buenos Aires, fuimos uno de los partidos de la Intendencia de Puno; recién en 1822 pasamos a ser villa de Juli del departamento de Puno hasta el 3 de junio de 1828 en que el General José de la Mar creo la provincia de Chucuito con su capital Juli; y, de villa a ciudad, el 2 de setiembre de 1889 con don Avelino Cáceres, bajo la gestión de Juan de la Cruz Eduardo y Remigio Franco.

Pasaron 190 años de abandono hasta que otro milagro se haría realidad, el retorno de esperanza a su vida activa con la fundación de la Prelatura de Juli el 03 de agosto de 1957. Ese año (1957). El Mons. Edward l. Fedders M.M. de la orden católica de los Maryknoll, Obispo de las provincias de Huancané, Moho, Chucuito, El Collao, y parte de Puno, entra en triunfal marcha por nuestras calles y la feligresía como en los tiempos de pascua florida, lo recibe echándole flores y mistura a su paso.

Juli antiguo

Es el anuncio providencial de otro bienestar cercano que se alargara con la bendición del señor.

En su primera inspección, vio como prioridad la restauración de los templos que se encontraban en pésimas condiciones, tanto por el abandono, las inclemencias de la naturaleza, deterioradas también por el paso del tiempo, cuidando no desnaturalizar ni alterar los estilos y poniendo en claro todo valor histórico con que estaban encubiertos.

Pero, no solamente se trataba de la restauración física de los templos, mientras esto ocurría la presencia de estos sacerdotes reavivo las esperanzas de crecer física, moral y espiritualmente como una verdadera iglesia católica.

Siguiendo los preceptos de la ideología de la liberación, los Maryknoll en Juli, buscaban la comunión de la religión católica con las usanzas tradicionales del pueblo, intentando no ser invasivos con su predicación.

“En cierta manera, estos sacerdotes retomaron el proyecto evangelizador de los primeros misioneros dominicos y jesuitas de los tiempos de la conquista y la colonia, esta vez con una perspectiva basada en el respeto de los derechos civiles de los indígenas”. (Velásquez Garambel,2010: 48).

El año 2006 los Maryknoll, fueron retirados de la prelatura para ser reemplazados por los sacerdotes del Opus Dei; Pero, otra vez sobrevino un decaimiento sin visión de enriquecimiento material ni espiritual.

Ahora, desde diciembre del año 2018, una nueva luz de esperanza y fe, se viene viviendo con la presencia del Obispo de la Prelatura de Chucuito Juli, Mons. Ciro Quispe López. <+>

No hay comentarios:

Publicar un comentario