FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
EN EL MUNDO AYMARA
Luperio Onofre
Extractado de ALMA IMAÑA en revista REPORTE Nº 132, 4NOV24
C |
uando
se acerca el día primero de noviembre, es necesario prepararse para recibir a
las almas que vienen de visita. Los familiares directos del muerto, obligatoriamente,
asumen la responsabilidad de recibir a sus almas. Dos semanas antes de
celebrarse la fiesta, se realiza la feria tradicional denominada "suni
althapi". Bajo el sistema del "trueque" o mediante la
compra con dinero, cada familia se aprovisiona de todo lo necesario para la
fiesta. Generalmente se adquieren productos como: "maná" (maíz
tostado), galletas, pan, vino, agua bendita, panecillos, "quispiñas"
(bocaditos de quinua y cal), "tojtos" (picarones), carne, sal,
cebolla, ají, coronas, flores, dulces y, principalmente, la harina para
elaborar los "tanta wawas" o "turco wawas"
que son panes con forma de bebé y otras. Algunos de estos elementos rituales
servirán para prepararla comida, otros para elaborarlos objetos rituales que se
pondrán en la tómbola o sobre la tumba de los muertos. Otros elementos
servirán para beber y bendecir con ch alias la tumba del muerto.
Preferentemente
se preparan comidas que le han gustado más al difunto. Decía el señor José
Bailón para explicar esta costumbre: “Cuando uno regresa de la calle, la mujer
siempre espera con una comida que nos gusta. Entonces gual debe pensarse en la
comida de los muertos".
"Ofrendas" en altar del difunto |
Una
señora, de la comunidad de Chinchera, que muy bien interpreta la concepción de
los aymara respecto a la muerte, dice que su padre le había pedido, antes de
morir, que le hicieran el favor de no enterrarlo a las orillas del lago, porque
no quisiera sufrir las peripecias del frío. Por eso preferiría que lo
enterrasen en la ladera del cerro o a la cabecera de su casa. Este lugar sería
más propicio, más seguro y perfecto para dormir y descansar tranquilo.
De
esta explicación se pueden deducir dos conclusiones. Primero, el hecho de una
preocupación permanente sobre la próxima forma de vida y del estado en que
quisieran encontrarse las personas después de la muerte. Los aymara conciben
sin duda alguna una vida después de la muerte. Por eso se anticipan los moribundos,
escogiendo el lugar preferido para su descanso. En segundo lugar, la muerte no
es muerte como se piensa y se cree en otras culturas. Los aymara definen la
muerte como aquel estado en que simplemente se duerme. Con esto sin dudas se
reconoce que el hombre pasa a otro estado o forma de vida, donde se actúa,
piensa y siente al igual que en esta vida. Además adquiere la categoría de un
"dios menor", según su propia expresión. Al respecto queremos
recordar las palabras de otra señora de la comunidad de Moya Pampa (distrito
de Juli) quien afirmaba categóricamente, que morir es equivalente a dormir:
"ikiña" o "jach'a jiwa". Es más: para ella, la muerte es
parte de esta vida. Decía: "Algunas veces nosotros morimos pero también
continuamos viviendo. Por ejemplo, en la noche, cuando dormimos, pasamos a un
estado de muerte menor: "sullqa jiwa", donde simplemente funciona
nuestro espíritu y éste se encuentra con las almas benditas. De modo que cuando
experimentamos la "muerte mayor" únicamente estamos descansando por
largo tiempo. Casi de igual manera nos explicaban los comuneros de la comunidad
de Ccota (distrito de Platería).
"T'antawawas" |
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