sábado, 5 de enero de 2019

CRITICA LITERARIA


CUENTOS DE OTOÑO
DE FELICIANO PADILLA
Por Crónwell Jara Jiménez.
Desde mi óptica de creador de relatos sobresalen tres aspectos en el conjunto de Cuentos de otoño, de Feliciano Padilla Chalco: 1. La in media res como técnicas narrativa; 2. Presencia y caracterización de los personajes; 3. El humor oculto tras cada historia.
1. La in media res, como técnica narrativa es, al parecer, la modalidad de escri¬tura que formaría parte de un estilo y arte de construir historias en Feliciano Padilla Chalco. La in media res es expresión latina significa: empezar desde el centro de la cosa, que para nuestros propósitos sería: "empezar desde el centro del drama mismo”. Esto es, empezar el cuento planteando un pro¬blema. Como recomiendan Borges, Cortázar, Horacio Quiroga, García Márquez y Julio Ramón Ribeyro. Iniciarlo con una acción dramática o un dilema psicológico en donde el protagonista se vea involucrado en un álgido conflicto o en el centro del descalabro y en penosa situación. Por eso los buenos cuentos si bien podrían llegar a ser deslumbrantes acaban siendo de todos modos, al fin, sorprendentes o con¬movedores. La in media res es la técnica favorita que utilizan los autores célebres y clásicos. La intención de esta técnica, al ser expuesta en las primeras líneas de la historia, es herir, emocionalmente, al lector con la tragedia o desgracia que le ocurre al personaje protagonice. De modo inconsciente, por razón de la curiosidad, el lector al leer la primeras líneas y recibir el impacto dramático en ellas, quisiera sa¬ber a qué se debe la desgracia del protago¬nista, qué va a continuar a partir del pun¬to inicial y en qué va a acabar la historia. De manera que, desde un inicio, el autor ya tendrá atrapado al lector si es que la técnica de la in media res está bien apli¬cada, como suele ocurrir normalmente. Y, al parecer, Feliciano Padilla la conoce hasta la exquisitez desde que este libro se abre con un cuento, "Mi hijo Áyax”, donde la técnica de la ín media res, aparece aplicada de manera magistral y contun¬dente. Cuando leemos: "Qué hago yo aquí como un espantajo colgado de un gancho misterioso del espacio...”, al lector (a mí, el lector) no me queda otra emoción si no es la de espeluznarme y conmoverme en el mar de los enigmas e incertidumbres, por la descripción de tal hecho o suceso de desgracia. A nadie le gustarla sentirse un espantajo y menos pender colgado de un gancho ¿por qué cuelga? ¿Quién es el Protagonista? ¿Por qué le dan tal maltrato aparente? ¿Qué continuará de esta historia ya de por sí intrigante y maravillosamente dramática? ¿Y en qué acabará? De este modo vemos cómo es que Feliciano Padilla construye magistralmente este cuento. Y, en lo que sigue, también sin duda y sí certeza veremos cómo es que, al final de la trama de esta historia, Feliciano Padilla también sabrá cerrar y sorprendernos acaso con un hecho todavía más terrible y conmovedor. Por lo que, como vemos, será de esperar que los cuentos que continúan, poseerán similares características. La téc¬nica de in media res en los Cuento de Otoño siempre será motivo de gran expectativa y curiosidad para un lector voraz, reflexivo y crítico, y que, además, se atreva a emular al gran maestro.


2. En cuanto a la “presencia y caracterización” de los personajes, en Cuentos de Otoño, me arriesgo a creer que muchos de ellos son parte dramática de la biografía y psicología del autor. Al parecer Feliciano Padilla no podría crear historias de la nada, sucesos que no ha vivido o padecido como experiencia traumática. Todo lo contrario. Si a Feliciano Padilla se le siente auténtico y sincero, será porque él es parte de la tragedia de los personaje que describe. Sus padecimientos, .sornas, burlas, risas, incertidumbres y fiestas, son tripa y corazón suyos, i la vivido, gozado y padecido de muchos modos todos dios. Se ha movido en los espacios de cada historia que nos cuenta. es el alterego, ha sido o ha estado con cada uno de sus personajes, O ellos podrían tener parte de él. Lo cierto es que -de no equivocarme-, sí cada historia de este libro Cuentos de Otoño sabe llegar y herirnos, será porque se las siente vivas, a veces como sollozos llenos de desconsuelo y nostalgia, como heridas recientes; y que si el autor las escribe será para restañar su heridas y salvar su propia vida, para no acabar muriendo de dolor y por tanto amor -ya ínsufríble- habitando en cada una de ellas.
3. El humor es la parte que, felizmente, atenúa y suaviza la fuerza del drama que acontece en los cuentos. Se ve un humor irónico, por ejemplo, en el cuento "Santo varón”, donde vemos que el personaje ausente-presente, por estar considerado muerto desde hacia muchísimos años, realizaba los milagros más increíbles. Y sus milagros se repartían por todos partes. Hasta que el personaje, a quien se le tenía por muerto, aparece, dejando en total desconcierto al pariente suyo que nos narra la historia. Como ésta historia de humor, hay otras donde la trama suele cerrarse con una forma ácido y corrosiva de ironía (“Café Pshkin”), o con el humor de la incertidumbre y la inocente ternura (en “La muerte de la abuela”) al no saberse si fue sueño o realidad lo que transcurría en la mente y emoción poética de un niño.
Tres constantes que en suma son partes de una actitud lúdica. Y lo lúdico tiene que ver con la capacidad de jugar en cada autor. Jugar con las palabras, jugar con los hechos, barajar con las posibilidades de lo imaginación, las emociones y de la inteligencia, son virtudes y muestras de salud y de buen talento en Feliciano Padilla. Alterar, ir contra lo establecido, contra la razón, para luego crear con el deleite y la lógica de la fantasía; y con ella inventar y disfrutar las historias más increíbles: son las manifestaciones artísticas más resaltante e inobjetables en Feliciano Padilla Chalco y sus Cuentos de Otoño

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