Por: Tirso Vargas Vargas. Enviado por SER el 22/12/2015
Durante décadas, Puno luchó por ser considerado zona franca.
En 1991, el primer proyecto de ley que buscó la realización de tal propósito
obtuvo el dictamen favorable de la Comisión de Economía de la Cámara de
Diputados. Desde entonces, fueron muchas las iniciativas en el mismo sentido,
hasta que en 2006, en un intento por ganarse la adhesión del pueblo puneño, el
presidente Alan García promulgó la Ley 28864, que creó la Zona
Económica Especial de Puno (ZEEP).
La Ley 28864 declara de interés nacional la ZEEP.
Según la norma, allí debían realizarse actividades industriales,
agroindustriales, de maquila y de servicios, que pudieran contribuir al
desarrollo socioeconómico sostenible del departamento de Puno. Su artículo
quinto dispone la exoneración por veinte años del pago de todo tributo –creado
y por crearse- a los usuarios de la concesión. Sin embargo, ya han pasado casi
diez años y la Zona Económica Especial de Puno sigue siendo un
sueño inalcanzable. Los intentos por poner en marcha el proyecto han sido meras
maniobras distractoras, un cumplido, para no quedar mal con la población. No es
momento de buscar culpables: La ley nació muerta.
La disposición aludida es buena, desde el punto de vista del
concepto, pero mala en cuanto a su organización e implementación. No se puede
negar que la ZEEP tiene el suficiente potencial para
convertirse en un importante motor de desarrollo económico, pero se dio una ley
cuando no se contaba con las condiciones necesarias para poner en marcha la
esperada actividad económica, acorde al plan de ordenamiento territorial. Hoy,
se hace necesario adecuar la norma a las exigencias del mercado internacional y
local; sin reforma cualquier iniciativa estará condenada al fracaso.
Las 3.500 zonas francas que existen en el mundo concentran
un millón de empresas y ocupan a 60 millones de personas. Estamos hablando,
pues, de un potencial económico enorme. En América Latina, vienen reportando un
increíble crecimiento: En Uruguay ha quedado demostrado que su éxito no depende
de su tamaño, y la de Bogotá se consolida como la mayor promotora de soluciones
integrales de comercio exterior, al punto que hoy no solo administra sus
propias instalaciones, sino que opera y desarrolla otras 42 zonas francas en
Colombia. En la Republica Dominicana, la generación de empleo de una empresa de
zona franca es casi ocho veces mayor que el promedio de las empresas
dominicanas. Nicaragua se ha propuesto ponerse a la vanguardia de las zonas
francas de esa parte del continente. Hace poco, tuve la oportunidad de estar en
la Zona Libre de Colón, en Panamá, y ver de cerca las oportunidades de empleo
que ofrece a todos los sectores, con ingresos que superan el promedio de los
trabajadores de otras empresas privadas. México es un caso particular, ya que
se había negado a incorporar esta modalidad en su economía, y ahora es, de
lejos, el primer país en términos de intercambio comercial de América Latina.
Es necesario que nuestras autoridades entiendan cómo poner en marcha este
proyecto, entendiendo su concepto y sabiendo cómo funciona.
¿Qué debemos reformar en la ley? Primero,
ampliar las actividades de la ZEEP a las Zona Franca Comercial
y Turística, lo que implica ampliar su delimitación geográfica, para no
limitarla a un espacio en
particular. Segundo,apartar del Comité de
Administración de la ZEEPal gobierno regional (quien lo preside) y
a la municipalidad provincial de Puno. La ZEE debe ser una entidad de derecho
público, con personería jurídica, patrimonio y autonomía administrativa,
adscrita al ministerio de Comercio Exterior y Turismo y con una asignación
presupuestal anual en la Ley del Presupuesto de la República.
Desde luego, los gobiernos regional y local no están fuera
de este gran proyecto, pero ellos deben abocarse a facilitarle a las
empresas la infraestructura para todo lo que tiene que ver con conectividad y
seguridad, pues estas inversiones son las que permiten que lleguen las
empresas.
¿Qué hacer? Se necesita un plan estratégico;
formar una comisión especial integrada por conocedores del tema que recomienden
más reformas que las que he mencionado, pues aquí se trata de definir quién
toma las grandes decisiones políticas. Estamos convencidos de que la zona
franca es la mejor herramienta de desarrollo social y económico; el mejor
camino para contribuir al desarrollo y a la prosperidad de la región. No me
preocupa el tiempo, pues es un trabajo de largo aliento, que requiere de
constantes inversiones. Lo que me preocupa es la desconfianza, el
desconocimiento y la falta de voluntad en poner en marcha este importante
proyecto.
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