AVANCEMOS EN LA LUCHA
Escribe:
Milciades Ruiz
Nuestras
filas están en situación de incertidumbre política. Se esperaba otra cosa del
gobierno de Castillo, pero ha defraudado denigrantemente, y nos ha arrastrado a
una situación crítica. No hemos deslindado oportunamente. En nuestra
frustración, solo atinamos a descargar nuestra ira sobre la persona que el
mismo Castillo, indirectamente, puso en su lugar. Pero, de allí, no salimos.
¿Qué hacer? Esa es la cuestión.
Las
luces ideológicas se han apagado y no hay una brújula orientadora. Solo nos
queda escudriñar por nuestros propios medios, en el tramo del proceso histórico
que estamos viviendo, para ubicar las condicionantes que determinan el
escenario actual, y trazar las tendencias de su desarrollo, para tomar una
posición certera. El método dialéctico podría ayudarnos con este fin.
Hemos
llegado a la situación del momento, a través de una evolución de hechos
sucesivos interconectados. De ser así, tendremos que rebuscar en los tramos
previos del contexto, los antecedentes, causantes de los efectos actuales. Si
logramos identificar los ejes del movimiento procesal, podremos auscultar su
operatividad en el engranaje de maquinaria de la dominación.
Los hechos no ocurren por casualidad, sino por causalidad. La pobreza no es por azahar, como tampoco tenemos fiebre por imaginación. Los médicos hacen el diagnóstico de enfermedades sobre la base de análisis de sangre, fecal, radiografías, resonancia magnética, y otras pruebas objetivas y no, sobre suposiciones, como lo hacen los brujos. Solo así, pueden encontrar la causa de muchos males y recetar remedios precisos para cambiar la situación.
Es lo que tenemos que hacer. Aprender a diagnosticar los males de la sociedad sobre la base de los análisis objetivos y radiografías de la estructura de dominación, ubicando las causas materiales de los problemas. Solo así, podremos acertar en nuestra concepción de la problemática política y, determinar las medidas apropiadas para lograr el cambio requerido.
Nos
hemos acostumbrado a reaccionar subjetivamente, derramando bilis por doquier,
denostando contra la derecha, que hace lo que le corresponde. Somos nosotros
los que no hacemos lo que nos corresponde. Atacamos la fiebre, pero no el foco
infeccioso. Solo nos fijamos en el producto final de la fabricación social, sin
revisar las fallas del proceso fabril.
Pero
la indignación por sí sola, no resuelve los problemas. Lo más importante es
avanzar en nuestros propósitos con hechos y no solo con palabras. No deberíamos
entonces, pasarnos todo el tiempo en el muro de los lamentos. Mientras los
activistas hacen su rol, otros deberíamos razonar sobre lo que podemos hacer,
para avanzar teniendo la certeza del diagnóstico político. Podremos entonces,
formular planes, estrategias y, métodos de lucha, factibles en las condiciones
imperantes.
El
método dialéctico, en las ciencias sociales, sigue el mismo procedimiento que
las ciencias matemáticas, física, química y otras, para investigar, verificar y
comprobar resultados. Veremos entonces que, todo lo que sucede en las
relaciones sociales tiene que ver con las condicionantes del sistema de
opresión mundial. Nuestras vidas, lo que somos y seremos, están condicionadas
por este sistema, en cuya prisión nos encontramos.
El
sistema de dominación capitalista funciona globalmente, involucrando a toda la
humanidad. Aunque, los hechos suceden de manera particular, con sus propias
características, en cada continente, país, regiones y, zonas, globalmente rige
el “estado de derecho” del gobierno mundial capitalista. La problemática
política es pues, sistémica.
En
las condiciones particulares de nuestro país, el sistema tiene sus propias
características peculiares, pero siempre, bajo el patrón de conducta política
establecida por el sistema global. Esto es lo que no está en la consciencia de
los sectores populares. En el virreinato, el comportamiento de las sociedades
andinas estuvo totalmente condicionado por el régimen monárquico, como ahora lo
estamos bajo la dominación republicana, pues solo fue un traslado.
Pero
el sistema colonial, no fue óbice para la lucha de Túpac Amaro II, hasta lograr
la supresión de los corregimientos como poder local. Fue un avance de
repercusión mundial. Sin embargo, no internalizamos las lecciones del
materialismo histórico en nuestro país. Solo vemos el presente, sin llegar a percibir
el proceso de construcción de la estructura de dominación a través del tiempo.
Por
ejemplo, se desconoce que, desde la fundación de la república, los dominadores
tuvieron sumo cuidado en preservar para sí, el blindaje de las fuerzas armadas,
estatuyéndolas como castas propias. Era y es, el seguro de vida de la
dominación. Los soldados podían y pueden ser “indios” y negros, (“carne de
cañón”), pero no, los oficiales de mando. Los requisitos han sido siempre,
excluyentes, por seguridad de dominio. Los guardianes de la naval y fuerza
aérea, tienen arraigos de castas exclusivas, en este cerrojo de cautiverio.
Pero
tampoco en este caso, puede ser óbice para la lucha contra la segregación
social, en el acceso a la oficialidad militar y policial en las condiciones
actuales. Es un asunto de estrategia política y derechos humanos. Igualmente,
hay muchos otros segregacionismos en la civilidad, en materia económica,
laboral, política, cultural y otras, que no han sido asumidas como banderas de
acción política para lograr una democracia equitativa.
Micaela |
Vemos
a los congresistas malvados, corruptos, mafiosos, incapaces, sobre los cuales
descargamos odio personal. Pero no vemos que ellos, han sido puestos por los
partidos políticos, sin dejar lugar para otra opción. Los partidos políticos
arrojan esos resultados funestos, porque están deteriorados. Entonces, ¿Por qué
insistir en algo que no funciona bien? ¿Por qué no cambiar lo que está mal y
optar por otro régimen?
Al
igual que otros poderes de hecho y de derecho, como justicia, prensa y toda la
institucionalidad republicana que, son barreras que condicionan nuestro
comportamiento penitenciario, el poder electoral es un instrumento del sistema,
condicionado para impedir que representantes de la mayoría nacional accedan al
poder. Es por seguridad del sistema de dominación. Sin embargo, no se hace nada
por cambiar este régimen segregacionista.
Hay
pues, muchas situaciones de clamor nacional que pueden reimpulsar los ánimos de
lucha contra el sistema dominante. Crear condiciones para el desarrollo de la
consciencia política y la movilización social, es una tarea a considerar.
Podemos recuperar terreno si aumentamos nuestra capacidad promotora de la
liberación social, levantando las banderas contra la segregación e injusticias.
Lógicamente,
tendremos que renovar el tradicional comportamiento de nuestras filas,
empezando por nosotros. Tenemos que sacudirnos de los estereotipos obsoletos y
no seguir con el estilo de fundamentalistas bíblicos, pregonando sílabos fuera
de época. Pensar en términos del siglo XIX, utilizando el mismo esquema de
lucha, como si el tiempo se hubiera detenido, es anti dialéctico. ¿No les
parece?
junio
9, 2023