13 DE AGOSTO DE 1868:
TERREMOTO Y TSUNAMI EN LA COSTA SURPERUANA
JuLio Manuel Valdivia Ochoa
https://jvaldihistory.wordpress.com/.../1868-el-dia.../....
En el 2020
se conmemoraron los 152 años del peor cataclismo que sufrió el sur del Perú en
su historia hispana, el fatídico terremoto del 13 de agosto de 1868, también
conocido como el terremoto de San Hipólito, cuyo epicentro fue las costa peruanas de Arica, actual
Chile, el cual libero una energía equivalente a un sismo de 9,0 M, fue a las
5:15 pm de esa fresca tarde de invierno que la tierra remeció fuertemente
nuestro suelo trayendo abajo las construcciones y viviendas sin diferenciar
entre ciudades o pequeños caseríos del sur peruano, respecto de su duración
existe muchas referencia, las cuales oscilan entre cinco a quince eternos minutos.
Dentro de
las abatidas poblaciones se encontraba el aun infante pueblo de La Punta que para 1861 contaba con una
pequeña población de 336 habitantes mientras que sus actuales anexos contaba
con mayor población, Bombón con 104
habitantes, el pago de Pacocha y Catas
con 1772 habitantes; Caleta de Cocotea
con 241 y Amoquinto con 727
habitantes.
Habían
pasado pocas décadas de su formación y consolidación, mayoritariamente su
población se dedicaba a la agricultura, pesca y comercio de supervivencia,
salvo algunas excepciones, sus pequeñas y rusticas viviendas demostraban las
carencias propias de una economía estancada por un estado inestable, aun el
boom comercial del ají hacia Bolivia no alcanzaba al valle, fue en este
escenario que el suelo sacudió por completo la población y los campos de
cultivo, en primer momento fueron destruidas sus construcciones entre ellas
casas, haciendas e iglesia, entre las primeras víctimas que se mencionan en las
pocas referencias de este cataclismo se encuentran los que fueron tragados por
las tierra, al abrirse grietas en el suelo, como los infortunados hijos de
Luciano Rendón Valdivia, vecino principal de La Punta o del misterioso y
lisiado dueño de Hacienda, a quien quiso salvará Juan de Dios Llosa Torres,
dueño de la Hacienda de Bombón, que Manuel V. Valdivia, editor de la revista el
Valle, mantuvo en anonimato, otros fenecieron bajo los escombros, entre abobes,
maderas y calaminas, pero toda esta desgracia inicial fue el preludio de una
catástrofe sinigual por venir.
Minutos
después de la convulsión, el mar abandono su lecho y se arrojó sobre los campos
de cultivo y caseríos de delta del valle de Tambo. Conocemos de este tsunami
por las referencias en los libros de la vice parroquia de Nuestra Señora del
Carmen de La Pampilla en Punta de Bombón entre 1865 y 1868 que se perdieron por
la inundación del mar, así consta en el primer libro que se guarda en el
archivo arzobispal de Arequipa y dice:
“Libro de Bautismos desde el tiempo en que
falleció ahogado el Teniente Cura de esta Viceparroquia de Nuestra Señora del
Carmen de la Pampilla en el que se encuentran apuntes de algunas partidas que
pertenecen a los libros que se perdieron en la inundación del mar, que sucedió
el día 13 de agosto del año del señor de 1868”.
Es gracias
a un informe del Cónsul Británico
G.
Wilthew Lord Stanley que podemos conocer que en el valle de Tambo murieron
500 personas, aproximadamente por acción del mar.
También en
una carta que remitió Don Juan Manuel
López de Romaña, dueño de la hacienda
Chucarapi, a su hijo Eduardo López de Romaña, futuro presidente del Perú,
de fecha del 16 de Agosto de 1868, donde le comunica que:
“…Tambo y todos los
valles han sufrido mucho, el
mar salió y se llevo a Catas”.
Catas, era
a la sazón el pueblo más habitado y de un floreciente desarrollo, balneario que
Raimondi visito pocos años antes de
este cataclismo, del cual dice:
“(…) El pago de Catas
también es bastante grande y tiene varias haciendas, entre ellas una perteneciente
a don Timoteo Valdivia y otra a su hermano (Dámaso Valdivia). También se notan
en Catas algunas casas de regular aspecto y unas tiendas de comercio. Catas se
halla situado casi en la misma playa a unas 8 o 10 cuadras de la desembocadura
del rio. (…) Catas es importante por ser un lugar frecuentado por las familias
arequipeñas en tiempos de baños”.
El baño de
Catas, por ser próximo al mar, fue destruido desde sus cimientos. En el libro
de defunciones de la parroquia de Punta de Bombón se menciona varias personas
que perecieron “ahogadas en la salida del
mar”. Entre ellos Petronila Valdivia Zegarra, esposa de Bruno Calderón y
sus dos hijas menores Honorata y Maccimiana Calderón Valdivia, el Cap. Del
Ejército Felipe Clemente de Bedoya, natural de Islay; Mercedes Delgado
Valdivia, hija de D. Diego Delgado y María Magdalena Valdivia Talavera, hija de
Damaso Valdivia Zegarra; María Santos Valdivia Luza, hija de D. Gerónimo
Valdivia Fernández Davila y María Luza, encontrada esta última entre las
cangras.
Por el sur
el puerto de Ilo, fue destruido y
junto con el sus olivares aledaños, según el testimonio de uno de los herederos
de Don Fernando Zegarra, dueños de la Caleta de Cocotea, que era el
desembarcadero de productos de contratando y almacén del guano de isla que se
extraída de las islotes y puntas guaneras circundantes, indican que la Caleta de Cocotea y Pacay, en el
momento del terremoto sufrieron la caída de gran cantidad de piedras a la
quebrada y barrancos del mar, luego del colapso de viviendas y bodegas el mar
ingreso bañando los islotes guaneros y destruyendo en las caletas todo a su
paso.
Por su
parte los frailes franciscanos de la Recoleta de Arequipa, continuaron pidiendo
limosnas en los valles arequipeños como lo venían haciendo desde hace mucho
tiempo; el 27 de julio de 1869, a un año después del terremoto, visitaron el
valle de Tambo y anotaron lo siguiente:
“Los pueblos de Bombón
y Catas desaparecieron en el terremoto de 1868 envueltos en las aguas del mar
que los destruyo por completo salvándose muy poco de sus habitantes…”.
Es en esta
profunda oscuridad, impregnada de horror y llanto que según la tradición tubo
la actuación milagrosa de un cristo crucificado, al que todo el vecindario de
La Punta llamaba EL SEÑOR, según el Dr. Manuel V. Valdivia Talavera,
sustentando la información sobre este milagro indico “Tal es lo que nos dice la
tradición pacientemente recogida del testimonio de los más ancianos de la
Punta, testigos de estos hechos.”
En La
Revista La Punta del Centro de Caballeros Católicos de La Punta, bajo el título
“Escenas del terremoto del 1868 lo que cuesta un acto caridad con su enemigo”
relata como en el horrendo terremoto el campo
“…se removía en todo sentido, abría sus fauces
por todas partes, vomitando brea, aguas sulfurosas y piedra pómez”.
En el siguiente
numero de 1933 el editor Dr. Manuel M. Valdivia menciona que el 01 de Enero es
dia memorable, pues se celebra la llegada de la Imagen del Señor de los
Desamparados, su fundación como pueblo, (…) y su salvación en el cataclismo del
68, de las embravecidas olas del mar, posteriormente se detalla el programa de
su festividad titulando al Cristo de los Desamparados como “Patrón, Fundador y Defensor
de la Punta” esto último por su acción ante el desastre natural antes
mencionado.
A lo largo
de los varios números de la Revista La Punta, se informa varias historias del
terremoto bajo el titulo “Escenas del Terremoto del 13 de agosto de 1868” entre
ella la de los “Enredesillados”, al cual relata que días posteriores del
cataclismo 2 niños fueron encontrados por acción milagrosa entre aracantos,
como un redecilla, la cual los salvo la vida, a la sazón los niños vivían en la
época y eran conocidos como los enredesillados, asimismo relata otra historia “
El sauce salvador” en el cual se menciona que un poblador de catas, pueblo
destruido desde sus cimientos por el mar, y toda su familia se salvaron nadando
entre las aguas y buscaron resguardo en un sauce.
En otro
relato indican que
“… que el mar había
invadido todo, casas y campiña; solo había salvado la Iglesia en donde estaba
el Señor de los Desamparados; formándose un semicírculo, la había dejado en
seco, pues las olas silenciosas, pasaban mansamente por sus costados unas, y
otras venían a morir lentamente tras del altar mayor en que se veneraba: todo
lo demás, era embravecido mar”
Y sigue:
“… este hecho
milagroso, constatado por centenares de sobrevivientes que durante la noche se
cobijaron en el cerro, que está frente a la iglesia, es un testimonio patente
de que aquel que todo lo puede, le dijo al mar “aquí no pasaras”.
Otro
testimonio de este desastre lo tenemos en las publicaciones de la antigua revista La Punta, que dirigió Lino
Benavente Lazo y Manuel V. Valdivia; uno de esos testimonios es el de José Miguel Cáceres quien dice:
“El mar se había
salido bifurcándose en dos brazos, solo llego a unos 190 metros de la población
(de la Punta), un brazo arrasó catas y llego hasta Guardiola y el otro avanzo
hacia el pasto con dirección a Cardones […] en esta incursión las aguas
cogieron a dos pescadores Don Juan Corrales y Don Manuel Tejada, ahogándose
este último y salvándose el primero milagrosamente al prenderse desesperadamente
a las peñas del cerro (…). Catas, pueblo más poblado y de mejor aspecto urbano
que La Punta fue arrasado por el mar en su salida. Mucha gente se ahogó en la
inundación; también se salvó gran número aferrándose a los palos, restos de
casas y cangras. Después del cataclismo la codicia empujaba a los hombres hacia
Catas en busca de las monedas de oro y plata que habiéndose enterrado en
abundancia por el mar”.
Indica que
fue en el cerro donde se edificó un capilla con las imágenes de la virgen
dolorosa y San Juan y el Señor de los Desamparados,
“vi que
varias personas sobrevivieron cogidos aferrándose a palos, restos de casas y
cangras”
finaliza
diciendo:
“Nunca olvidaré el cuadro de terror y de
pánico que el movimiento ocasionó y el suelo reptaba como una gigantesca serpiente.
Creo que el sacudón duro 3 minutos, fue tal la intensidad, que la tierra se abrió
en algunos sitios, lanzándo hacia arriba chorros de agua negra y cenicienta.
Cerca de la cuesta del cero de la pampilla, se tragó a dos muchachos de Don
Luciano Rendón. Fue el 13 de agosto de 1868, día jueves, a las cinco de la
tarde”.
Según, Lino Benavente Lazo,
“cuando el terremoto y
maremoto del 13 de agosto 1868, fue esta imagen la que salvó a La Punta de que
fuera arrasada por la inmensa montaña de agua que se venía de frente contra el
templo. El señor se dijo: “No es posible que esta buena gente, tan laboriosa y
creyente sufra la devastación de las aguas del mar. Creen en mí, me rinden el
culto más sincero y no es posible que sean castigados por la naturaleza. Yo los
ampararé.”
|
La colosal altura de las olas del tsunami quedò marcada en el morro de Arica |
Según el
Doctor Oscar Bisbal Álvarez,
escribió para la revista La Punta de 1984 un cuento titulado “La abuela Tomasa”
El doctor Bisbal al final de su narración menciona el recuerdo que tuvo su
abuela del terremoto y tsunami del 13 de agosto de 1868:
“…y se acordaba que
cuando el terremoto del 68, (1868) sobre este mismo cerro (bandurrias), ella
niña y sus familiares tuvieron que guarecerse. Grandes grietas se formaron en
el suelo, y el mar invadió la campiña arrasando haciendas y poblados. De tenue
polvo se cubrió la atmósfera al punto de impedir la radiación solar lluvias
llegaron a aumentar la angustia de las gentes allí congestionadas en un inmenso
grupo. El pueblo de Catas situado a la orilla del mar, sucumbió por entero y el
impulso de aquel, tomò el cauce del rio hasta la Pampilla para retroceder en
tremenda resaca lamiendo el cerro en busca de la gente. Al pueblo de la Punta
lo protegió el Señor pues fuera de derrumbes causados por el sismo el mar no lo
tocò. Su avance solamente llego hasta detrás de la iglesia, y fue entonces que
el milagro llamo a este señor, señor de los desamparados”
Existieron
manifestaciones de fe, luego de ocurrido el cataclismo de 1868, en el libro de
actas de la “Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen de la Punta de Bombón”
se registra entre sus actividades una procesión que realizaba en la Punta de
Bombón el 13 de agosto de cada año en memoria del mencionado terremoto; así
mismo en la antigua revista La Punta se recogen testimonios de los hechos de
aquel fatídico terremoto, así como actividades en la fiesta del Señor de los Desamparados
recordando la salvación del pueblo de La Punta por acción milagrosa del Señor,
representada esta actividad por una catarata y castillos en las vísperas.