viernes, 4 de octubre de 2019

LA CALIENTE COYUNTURA POLÍTICA PERUANA


LECTURAS INTERESANTES Nº 921
LIMA PERU            4 OCTUBRE 2019
DEBO TRAGARME ESAS PALABRAS
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 462, 4OCT19
L
a semana pasada denuncié que la mafia había dado un golpe de Estado y que al presidente Vizcarra “le faltó pueblo, garra, cojones, brillos, asesores, pla­nes y sinapsis” para evitarlo. Hoy tengo que tragarme esas palabras. Nada me complace más que saborear esa deglución remordida y reconocer que Martín Vizcarra hizo esta semana lo úni­co que cabía hacer ante la embestida del aprofujimorismo, esa alianza forajida que hizo del Congreso un muladar.
Vizcarra intentó, ingenuamente y hasta el último momento, negociar, conversar, llegar a acuerdos mínimos. Confió en Salvador del Solar y este trató de obtener una agenda mínima de consensos. Nada pudo lograr. Un partido que procede de saqueadores autoritarios, como es Fuerza Popular, y otro que proviene de los grandes asaltos a caudales públicos, como es el Apra, no eran interlocutores confiables. Y lo demostraron.
MECHAIN en PERU21
Cuando la Comisión de Venecia todavía estaba en Lima, vino la orden desde el penal de mujeres de Chorrillos: el proyecto de ade­lanto de elecciones debía encarpetarse iya!
¿Pero eso no debía hacerse en un pleno? ¿Pero no debían antes esperar el informe de la mismísima Comisión de Venecia?
-¡Carajo! -dijeron desde la prisión. ¡Esas son formalidades que no deben tenerse en cuenta!
Entonces, Rosita Bartra encarpetó el proyecto, impidió que hablaran quienes se le oponían en la Comisión de Constitución y, en medio del escándalo, cerró el trámite en tiempo récord. El diario “Expreso”, vocero de la derecha más vieja y del fujimorismo de toda la vida, tituló, triunfante: “Jaque Mate: Congreso hizo la única jugada que le quedaba contra el Ejecutivo”.
Vizcarra había recibido el enésimo mensaje del poder aprofujimorista, ese dúo penitenciario que tomó el Congreso no para producir legislatura sino para de­mostrar poderío y soberbia y sabotear las reformas propuestas desde el Ejecutivo y la lucha contra la corrupción empeñada desde el Ministerio Público.
Mechain en PERU21
Total, habían echado a Kuczynski. ¿Qué se creía el mestizo y provinciano Vizcarra? ¿Que él podría salir del yugo? ¿Que no pasaría por la sumisión, el agachamiento, que no pagaría el delito de estar en el Palacio que debió ocupar la hija de quien pudrió el país?
Hundido el proyecto del adelanto de elecciones, quedaba el siguiente paso del asalto final: el Tribunal Constitucional.
A Marianella Ledesma le ofrecieron quedarse si votaba por la libertad de Keiko. No aceptó. Había que sacarla. Había que expulsar también a Espinosa-Saldaña, otro réprobo. Por eso el apuro de infectar con su gente el TC.
No sólo era la libertad de Keiko la que estaba en juego. En nuestra pasada edición Alonso Ramos describió por qué el TC era vital para el aprofujimo­rismo. Si Vizcarra se atre­vía a cerrar el Congreso, lo primero que vendría -señalaba la premonitoria nota- sería una demanda competencial ante el TC, una apelación ante la OEA y una denuncia por delito de rebelión. Todo lo que el gamonal Olaechea, señor de sus viñedos, ha anun­ciado en estos días.
Volvamos al lunes histórico. El presidente de la república, convencido de que su destino era el basurero si asistía pasivamente al golpe de Estado metastásico im­puesto desde una celda de Chorrillos, se jugó entero. Y fue Salvador del Solar, que esta vez estuvo a la altura de las circunstancias quien logró colarse en la sentina congresal para plantear, en los diez minutos que le cedió Gino Costa, la cuestión de confianza.
Para llegar a eso el primer ministro tuvo que aceptar la humillación de una puerta cerrada durante más de una hora, las advertencias de Olaechea, la zafiedad de la Chacón, las amenazas de la Alcorta en una escena sin prece­dentes y que, probablemente, no volvere­mos a ver jamás.
En fin, la cuestión de confianza estaba allí, dramáticamente formulada en menos de los diez minutos concedidos y a la es­pera de una respuesta. Fue en ese momento que el fujimorismo cometió el peor error de su reciente historia.
Rosa María Palacios lo ha explicado para los profanos en derecho: “Discrepo con el presidente Vizcarra sobre una negativa exclusivamente fáctica de la cuestión de confianza. Esta también fue jurídica. Antes de poner al voto el nom­bramiento de Gonzalo Ortiz de Zevallos, el Congreso votó una cuestión previa. ¿De qué se trató? De decidir si el Congreso aten­día la cuestión de confianza presentada por el presidente del Consejo de Ministros de forma inmediata (como fue solicitada) o si se rehusaba a atenderla y continuaba con el proceso de nombramiento de magistrados. La cuestión se puso al voto. Y 80 congresistas dijeron “no”.
Sus nombres quedaron en la pantalla. Fuerza Popular, sus aliados y la vicepresidenta se rehusaron a atender la cuestión de confianza. Uso el verbo “rehusar” intencionalmente. No sólo porque eso es fácticamente lo que hicieron sino porque es el verbo exacto que usa la Constitución en el artículo 133° cuando dice: “si la confianza le es rehusada... se produce la crisis total del gabinete”. ¿Se votó o no se votó? Se votó. Y Salvador del Solar... perdió la votación y por mucho”.
Horas después, ante el aviso de que Vizcarra estaba dirigiéndose al país, el Congreso capturado por el crimen simuló una repentina aceptación de la cuestión de confianza con 50 votos a favor. Ya era tarde. Como dice Palacios: “La primera negativa era suficiente para que Salvador del Solar presentara su renuncia como le ordena la Constitución. Así lo hizo. El presidente Vizcarra solo tenía que decidir si usaba o no la facultad que le daba la Constitución en el artículo 134. La usó. ¿Cuál es el golpe de Estado si ellos mismos votaron para que cayera el gabinete Del Solar? La disolución del Congreso es la consecuencia directa del voto de más de 80 congresistas”.
-Es un golpe de Estado -dicen los que aplaudieron el auténtico golpe de Estado del 5 de abril de 1992 (la CONFIEP, la prensa que echa de menos a Fujimori, los “constitucionalistas” allegados a la mafia, los jurisperitos asustados por el “riesgo institucional”, los “analistas” que siempre demostraron ser benévolos con los desmanes del Congreso.
Por supuesto que lo que ha pasado no es un golpe de Estado. El verdadero golpe de Estado fue el que, tras perder las elecciones por un puñado ,de votos, decidió dar Keiko Fujimori el día en que anunció al país que, desde el Congreso, iba a cumplir con su programa de gobierno.
Y eso fue lo que hizo ante la debilidad culposa y trémula del señor Kuczynski. Y eso fue lo que quisieron hacer ahora. Lo que pasa es que Vizcarra no quiso pasar a la historia como un pobre diablo y dijo, a última hora, en los descuentos, ¡basta!
No es que la disolución constitucional del Congreso sea una medida popular. Eso, siendo importante, no basta. Es que se ha hecho respetando lo trazado por la Constitución.
Vizcarra no ha querido ser aquel Belaunde Terry que fue devorado por el Congreso apro-odriista.
-Soy un demócrata -decía don Fer­nando, explicando así por qué no hacía uso del derecho constitucional que le hubiera permitido convocar nuevas elec­ciones parlamentarias ante la retahila de censuras a ministros dictadas por la malhadada coalición de la derecha fisiocrática de aquel entonces.
Todo eso terminó en un verdadero golpe de Estado, el de los militares reformistas que terminaron devolviéndole el poder, en 1980, a quien habían derrocado en 1968.
Se trata de la primera disolución del Congreso no realizada por un gobierno de de­rechas sino por uno de centro. Siempre fueron los sectores conserva­dores los que irrum­pieron en el hemiciclo y apresaron o exiliaron a quienes encarnaban alguna herejía popular.
Dicen los socios táci­tos del fujimorismo que Vizcarra es un dictador.
Se trataría de un dic­tador muy original. Uno que propuso recortarse el mandato, uno que convoca a elecciones legislativas para enero, uno que no podrá reele­girse, uno que permite que Pedro Olaechea lo insulte todos los días, uno que no espera nada de la prensa (y mucho menos de la tele, masivamente contaminada), uno que no envía recados al Tribunal Constitucional, uno que no ha tocado ni el Poder Judicial ni el Ministerio Público, uno que no dijo ni palabra cuando su vicepresidenta “juró” como presidenta de la república en el Congreso disuelto (cargo que mantuvo durante 20 horas y al que renunció despavorida).
La auténtica dictadura era la del congreso. Y ese era un régimen dedicado a defender a las universidades de las facha­das falsas, a los congresistas delincuentes, a la industria de alimentos que se negaba a los octógonos, a los financistas encu­biertos de los partidos políticos. Vivíamos la intolerancia procaz de un Congreso cuya Comi­sión de Ética se hacía de la vista gorda cuando de sus compinches anaran­jados se trataba o de co­misiones investigadoras que declararon la san­tidad de Alan García y Keiko Fujimori, sus dos implícitos patrones. Su­frimos el espectáculo de un Congreso en el que Becerril era una estrella de la oratoria y la seño­ra Bartra una experta en derecho constitucional, cuando la realidad es que ambos eran títeres de quien padece prisión por haber entorpecido la justicia y ordenado amedrentar a testigos del lavado de dinero organizado por Fuerza Popular.
No nos hemos librado de esta gente. Pero, por lo menos, ya no están en el Congreso donde alguna vez, en años pa­sados, destacaron la política, la decencia y hasta el brillo intelectual.
La mejor imagen de esa fauna congresal que hoy gimotea por lo perdido y sigue amenazando a quienes se lo arrebataron en nombre de la Constitución es la de la excongresista fujimorista Esther Saavedra. Será imborrable su grito: “Yo estoy aquí por mi plata”.
Chillico en HILDEBRANDT EN SUS TRECE
Tiene razón. Por su plata estaba allí. Por lo menos fue sincera.
¿Qué debemos esperar ahora?
Haría mal el presidente Vizcarra si cree que el país le ha dado un cheque en blanco. Haría muy mal la izquier­da si supone que es hora de patear tableros y plantear refundaciones. La disolución legalista del Congreso obli­ga a Vizcarra a actuar con mucha cautela sobre tres puntos que bien podrían ser la agenda posdisolución.
Quizá lo que la gente común espera es que el sistema de justicia siga funcionando y que la campaña contra la corrupción no se vea entorpecida. La consolidación de la reforma política y electoral -una que impida que 27% de los votos se convierta en el 65% de las sillas congresales- es otra tarea urgente que habrá que acometer en consonancia con los partidos que acepten integrarse al debate. Y el tercer punto es hacer ajustes en la economía, hasta hoy sometida al Vaticano liberal que encarna­ba el señor Oliva. Habrá que oír nuevas voces, propuestas razonables de otro lina­je. El concepto del mercado arbitral debe salir ileso, pero la diversidad productiva, las tasas de interés y los programas sociales redefinidos no son incompatibles con el marco constitucional de 1993. Es hora de probar sin temeridades, de renovar sin miedo, de apostar también por la gente. En cuanto a Olaechea y sus secuaces, que sigan su comedia. La verdad es que son involuntariamente cómicos.

SE VIENE LA LLUVIA.... DE CONDINOMES (Mechain, PERU21)


miércoles, 2 de octubre de 2019

PERIODISTAS PUNEÑOS DESTACADOS


A TÍTULO PERSONAL
YO SOY PERIODISTA
José Carlos Apaza Aleman 1 de octubre de 2019
Yo soy periodista, y, a mucha honra, estudié periodismo en la Escuela de Periodismo –hoy Universidad- Jaime Bausate y Meza, pero empecé en este oficio, hoy mi profesión, aprendiendo de experimentados hombres de prensa, periodistas hechos en la cancha, curtidos en las calles y que no pisaron un aula universitaria, a quienes algunos llaman injusta y despectivamente “periodistas empíricos”.
Esos “periodistas empíricos” me enseñaron mucho, tanto o más que los profesores de la Universidad, a ellos quiero recordar en este primero de octubre. Y quiero hacerlo, a manera de homenaje, pues con desatino, generalmente se ha destacado mucho más lo negativo, que sus aportes al periodismo puneño y al desarrollo de la región.
A Federico More no lo conocí, pero si disfruté de sus singulares y urticantes artículos; a don Samuel Frisancho, claro que si, gocé de sus últimos años, más que como un discípulo, como un admirador de su lealtad y constancia; a Javier Fuentes Arias, quien destilaba sapiencia en cada frase; Jorge Chávez Prieto, inigualable, el número uno, dejó huellas indelebles, alumnos y seguidores por donde pasó. Aún viven y son modelos para los periodistas de hoy: Fermín Salvador Machaca Crespo,
maestro y periodista a carta cabal; Jaime Ardiles Franco, un periodista, ex alcalde y diputado, honesto y leal con Puno; Miguel Ángel Paredes Soto, de los pocos periodistas que además de hablar con afecto, era o es un artista con sentimiento; Efraín Pinazo Cotillo, una de las voces privilegiadas que dio Puno, un artista de la palabra, estilo inconfundible; Jorge Gómez Ordinola y Ruso Américo Nuñez Calsín, dos de los más “combativos” y “populares”, Ruso periodista impuso frases como “a que tanto salto, si el suelo está parejo”, “¿dónde está la plata…?”, entre otras, así como se hizo famoso por presentar y cantar tangos.
Hay otros nombres que no pueden dejar de ser citados, los hermanos de la Riva, Juan y Abraham; Ricardo Cordero, Gustavo Zúñiga y muchos más. Periodistas “empíricos“ dignos de respeto y admiración.
Hay quiénes se ufanan de presentar como “profesionales del periodismo”, tratando de marcar distancia con los “periodistas empíricos”. Debe quedar claro de una vez. Periodistas somos quienes contamos las noticias, contrastamos los datos, salimos a la calle y registramos lo que pasa a nuestro alrededor.
Los periodistas sabemos de todo un poco y mucho de nada, pero ahí estamos defendiendo a los que no tienen voz, aportando al desarrollo, aunque tengamos puntos de vista diferentes. Hoy que es DÍA DEL PERIODISTA, espero que no se aprovechen del hashtag y las redes sociales para distorsionar la esencia de la efeméride, hoy no es el día de los medios o comunicadores sociales, hoy es el día de Periodista.
Es irrefutable que hemos cometido o seguimos cometiendo errores, los periodistas también somos seres humanos, pero nadie podrá negar que le damos voz a quien no la tiene y que, a diario, nos entregamos a la noticia, a la causa de la verdad.
Gracias a ustedes, que nos siguen, ven, escuchan o leen, incluso a esos indeseables que insultan, mienten y abusan de la proyección mediática que les facilitan los propios medios de comunicación, ellos nos enseñan a superar obstáculos, a doblegar esfuerzos, a capacitarnos más, a entregarnos con mayor vocación y profesionalismo a lo que amamos, a lo que es nuestra pasión: el periodismo.
Soy periodista, sí, y a mucha honra.
GRACIAS A TODOS.