EL ORIGEN DEL AIMARA
ESTÀ EN EL
CENTROPERUANO, AFIRMA RODOLFO CERRÒN PALOMINO.
En CORREO, HUANCAYO 20MAR22
L |
ingüista y doctor en letras, sostiene una teoría: Los incas no hablaban
originariamente el quechua, sino el puquina, una lengua traída del altiplano. A
la par de esta investigación, desde hace unos años, viene publicando la
toponimia de los pueblos de todo el Valle del Mantaro. Esta es una parte de la
conversación que sostuvimos con uno de los principales investigadores de las
lenguas andinas en el continente. La charla completa pueden encontrarla en la
web.
¿Qué lo animó a iniciar su estudio sobre la toponimia en el Valle del
Mantaro?
Hace tiempo vengo trabajando en cuestiones toponímicas a nivel andino
en su conjunto, desde el Ecuador hasta la Argentina, pero con mayor concentración
en el área centro-sureña. ¿Por qué? Porque en esa zona han confluido las tres
lenguas mayores del antiguo Perú: el aimara, el quechua y el puquina.
¿Ese fue el motor?
En efecto, me dije por qué no hacer un paréntesis y pensar también en
la toponimia del Valle del Mantaro. Alguna vez realizando estudios como una
especie de tributo a la tierra, después de haber realizado trabajos de campo
intensos en la zona en la década del 70 y publicado estudios sobre la realidad
lingüistica.
Si uno piensa en Ayacucho. inmediatamente lo relacionamos con el quechua-chanca.
Sin embargo, los estudios que usted menciona señalan que en realidad esa
región fue territorio aimara. ¿Cómo ocurrió esto?
Hay mucha evidencia incuestionable de que el aimara tiene su punto de
origen en el centro del Perú. De hecho, un dialecto que sobrevive milagrosamente
es la variedad jaqaru que se habla en la sierra de Lima (Yauyos). En el año
1860 en sus viajes por la región, Raimondi todavía encuentra seis zonas de
hablas propias del aimara central que han ido desapareciendo con el tiempo.
Hasta hace poco nos habíamos quedado con dos variedades locales: el jaqaru y
el kawki. hablados en Tupe y en Cachuy (Yauyos); actualmente solo subsiste el
primero, y el segundo fue extinguiéndose en la segunda mitad del siglo pasado.
Tupiñas: ancianas de Tupe, Yauyos, Lima |
Usted menciona que el Inca Garcilaso es uno de los primeros en identificar términos del puquina. ¿Su investigación parte de él? ¿Qué otros autores se lian sumado?
El es una de las pocas personas que nos dicen que la nobleza incaica
tenia, además del quechua, una lengua especial que él llama lenguaje particular
dé los incas. Por ejemplo, en cuanto al término Ayar nos dice no saber qué
pueda significar esta palabra. Pero Garcilaso. afortunadamente, no es el único
en sostener la existencia de dicho lenguaje. Hay un texto clásico de un corregidor
español del siglo XVI quien estuvo también en el propio Huancayo: Rodrigo
Cantos de Andrada que nos habla taxativamente, antes de Garcilaso en 1580, que
los incas tenían su lengua propia. Otro cronista, Maritìn de Murúa (1613) nos
dice que les incas tenían su lenguaje propio que no era quechua ni era aimara,
y vamos, que él conocía bastante bien ambas lenguas.
Si el virrey Toledo decreta como lenguas oficiales del antiguo Perú el
quechua, el aimara y el puquina, ¿por qué no hay registro escrito de esta
lengua?
Porque estos evangelizadores fueron muy pragmáticos, comenzando por
las mismas autoridades eclesiásticas. Dijeron que si la mayoría de puquinas son
bilingües, ya saben o aimara o quechua, ¿para qué perder el tiempo escribiendo
gramáticas y vocabularios en esta lengua? Lo único que tenemos para el puquina
es un conjunto de textos pastorales que un ayacuchano, Jerónimo de Oré. miembro
de una familia de puros religiosos, reunió y publicó en l6O7 en Nápoles.
Usted sostiene que palabras que todos creemos que son quechuas como
“tucuyricuy” son en realidad puquina, ¿cómo así?
Efectivamente, hay una "quechuización" a fortiori de los
términos. En el caso de tucuyricuc la raíz de la palabra era toqri
puramente puquina, y significaba gobernador, persona encargada del gobierno
local. Al quechuizarse recibe el sufijo instrumentalizador quechua “-ku"
más el adjetivador “-q" y se tiene: “toqri-su-q”. Entonces
el quechua-hablante o el historiador, que no conoce sino algo de quechua, en el
mejor de los casos, corrige el término y dice toqríkuqno se entiende y
entonces debe ser tukuyrikúq, o sea el que todo lo mira. ¿Se da cuenta
como juega la imaginación? Y claro, un gobernador es el que debe estar al tanto
de todo. <>